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martes, 7 de junio de 2011

INFLACION // Por: Nelson Maica C // ECONOMIA



ECONOMIA
INFLACION
Por Nelson Maica C

Indudable, la inflación beneficia, brevemente, a muy corto plazo, a sectores preseleccionados de la población, en detrimento, y por sacrificio, a juro y por las armas, en nuestro caso, de otros grupos, también, con necesidades apremiantes.
A largo plazo, como lo estamos sintiendo ahora (luego de 12 años), las consecuencias son desastrosas para todos, incluyendo los promotores.
Allí esta, ahora, la escasez y las matracas y el mercado negro y la sumisión y el desempleo, la no producción y el control por hambre. Desarticulación de la estructura productiva.
Las y “que empresas socialistas”, todo un contra sentido, una mentira, a expensas de las que existían, son una “mascara”, y un camino seguro a la ruina. Pésima inversión y malversación del dinero público.
Nada fácil detener la inflación. Al tratar de hacerlo generalmente se cae en la depresión. Y los grupos que se han beneficiado de la inflación se opondrían a que se elimine la inflación, de eso viven ahora.
Casi imposible controlar el valor del dinero en tiempos de inflación. El valor del dinero depende también de las valoraciones subjetivas de sus dueños, consecuencia, a su vez, de las cantidades en posesión y de la calidad de ese dinero.
Tan pronto queda implantada la inflación, mejor dicho la súper inflación en nuestro caso, tal como sucedió después de la segunda guerra mundial, el valor de la unidad monetaria desciende rápidamente por encima de la cantidad de billetes emitidos o que puedan agregarse a los que están en circulación.
Al llegar aquí estamos en un desastre completo y la quiebra económica del país es y/o será indetenible. Por ahora lo medio salva el abultado precio del petróleo.
Da la impresión, por la propaganda del régimen, de que jamás se termina el entusiasmo por la inflación para determinados grupos sociales, los socialistas comunistas, y, además, que les encanta que los maltraten, los engañen, los exploten, los esclavicen, los conviertan en una cosa, en un objeto y los traten como tales. Parece que no pueden vivir sin un Stalin, sin un Hitler, sin un Fidel, sin un Gadafi, etc.
Uno de los mas usados argumentos a favor de la inflación es que pondrán en movimiento la industria, industrializaran el país; otro, que lograran el pleno empleo. Empleo para todos. Tamaña mentira no tiene comparación.
Tratan de ocultarle al pueblo el hecho cierto de que la inflación provoca mutaciones en las relaciones entre precios y costos.
Y cuando decretan aumentos de salarios en realidad están defraudando a los trabajadores, reduciendo los salarios reales, mediante un alza en los precios. Lo peor es que algunos trabajadores lo celebran.
En la actual situación inflacionaria que padecemos es muy improbable que este régimen consiga ninguno de los objetivos políticos y económicos que se ha propuesto, afortunadamente, y, mucho menos que los venezolanos sean esclavos de los cubanos socialistas comunistas.
Los trabajadores en general, y en particular los de los sindicatos que más ingresos perciben, sienten como se les esfuma el salario y como, de inmediato, tienen que exigir nuevos aumentos sin ni siquiera llegar al índice del costo de vida.
Este régimen, defensor e implantador de la inflación, es mentiroso. Hasta se engañan a si mismos. Adoran el papel moneda porque lo pueden imprimir rápidamente, pues hay una fábrica de papel moneda, creyendo que así aumentan la riqueza. Solo ellos lo creen.
Al pisar la depresión, un defectuoso ajuste de la estructura salario – costo – precio - , se provoca un desajuste en las relaciones entre precios de materias primas y productos acabados o entre distintos precios y salarios.
Esos desajustes quitan todo incentivo a la producción o la impiden, contagiando la depresión causada por la interdependencia orgánica de nuestra economía con el mercado. Mazazo a la producción y al empleo.
La inflación siempre la adorna este régimen con un cuento idílico para engañar a toda la población. A una parte de la población les encanta que los engañen, una y otra vez.
¿Quién no se siente mas rico cuando oye al régimen decir que la renta nacional ha crecido en comparación con algún periodo anterior? El empleado u obrero que reciba Bs 40 diarios y ahora recibe 50 cree que ha mejorado su situación, pero ahora todo le cuesta el triple que cuando ganaba Bs 40. Parece que no se da cuenta de la real situación. El régimen trata por todos los medios de que la población se autosugestione, es como si le inyectara dosis grandes de calmantes, los tiene bobos por todos los medios de comunicación, además, que controla desde mira bobos.
Este régimen socialista comunista del siglo XXI ha venido implantando la “economía planificada”, economía inflacionaria, la misma que llevo a la ruina, a la quiebra, a la Urss, China, Cuba, Alemania del Este, etc., y tiene en la lista a Grecia, Portugal, España, etc., y todas las demás que han fracasado; pero aquí, ya, en 12 años, sentimos como se trastoco todo el proceso económico y ya padecemos escasez y ruina por todas partes.
Las obras públicas no crean nuevos empleos y tampoco reactivan la economía y menos cuando se realizan a expensas de los excesivos impuestos pagados por el pueblo.
Por cada bolívar gastado en obras publicas, el ciudadano, que lo pago en impuesto, dejo de gastarlo en si mismo y en su familia y por cada empleo que creo el régimen impidió y/o destruyo un empleo de la industria privada.
Y lo peor es que no le ha bastado eso, sino que, además, han desaparecido recursos y se ha endeudado, ha endeudado al país en cifras astronómicas y lo ha hipotecado a mediano y largo plazo. Subastó la soberanía.
No se puede acumular indefinidamente deuda tras deuda porque tarde o temprano llega la quiebra, la debacle, la liquidación del país.
Está ahora manejándose con presupuestos deficitarios. Otro mal económico. Eso crea, como en efecto ya se manifiestan, poderosos intereses con los privados escogidos y adeptos, los utilitis del régimen para operaciones con el exterior, sobre todo, que exigen su continuación a toda costa. Ganan y sacan fortunas.
Tengamos claro, clarísimo, que este país no puede obtener nada sin pagar un precio.
La inflación, bien examinada, en el fondo, viene a ser como una forma de impuesto, un tributo. El peor, porque a quien mas castiga es a los pobres, a quienes menos tienen.
Pero la inflación va más allá y grava los ahorros y hasta su seguro de vida, afecta a todos pero a unos más que a otros. Se puede conocer cuanto daño causa hoy pero no mañana ni pasado mañana.
La inflación impide un buen cálculo económico, influye en nuestra conducta y en el camino de nuestros negocios. Coarta la previsión y el ahorro. Incentiva el despilfarro y el manirrotismo y aventuras económicas y la especulación y la no producción, el no trabajo. Acaba con las relaciones económicas estables. Desespera al ciudadano. Si, señor, desespera al ciudadano, al pueblo.
La inflación induce al ciudadano a exigir del régimen la implantación de controles totalitarios.
La inflación engendro, ahí la reciente historia, el fascismo y el comunismo. Hubo que acabarlos a plomo limpio, como en casi todas las partes en donde se implanto.
Pero no olvidemos que la inflación conduce, también, a grandes desilusiones, amargos desengaños.
La inflación, como lo cuenta la historia, lleva al país que la padece, a la bancarrota, al colapso de su economía. Fin. ¿Dejaremos que se nos acabe el país? Usted decide.

“Imponer controles para detener un aumento de precios es como intentar curar la fiebre empujando hacia abajo el mercurio del termómetro”.
Murray Rothbard, 1926-1995, matemático y economista norteamericano.

Caracas, Venezuela, 20/05/2011.