PAGINAS Y RECORTES

viernes, 14 de octubre de 2011

FELIPE MALAVER: UN COMBATE POR LA VIDA. Por: Jesús R. Malaver V.

 FELIPE MALAVER: UN COMBATE POR LA VIDA
Escribe: Jesús R. Malaver V.

Discurre el año 1966, apenas seis años del novísimo régimen de ancha base y se había “consagrado” como uno de los más represivos de la América sureña, en flagrante violación de los derechos humanos, representadas en las figuras de la incomunicación, tortura física y psicológica, el asesinato y la desaparición por el mero hecho de la oposición revolucionaria al  sistema político-económico, incumpliéndose la norma jurídica constitucional que recomendaba el respeto a la vida. Para ellos fue más fácil, contundente, “ejemplarizante”, práctico, el dejarse llevar por lo visceral, lo caracterológico de sus pensamientos y por lo psicopático de la mano ejecutora de sus hombres del orden, de sus muchachos de confianza agrupados en el  SIFA o la DIGEPOL, que la simple aplicabilidad  de sus leyes, la habilitación de sus tribunales y la reclusión penitenciaria.
Si este último es el camino escogido, nos hubiésemos evitado esa especie de mácula histórica del crimen político, pero no hubo hombre, presidente, institución, aparato o comisión que lo previniera o prohibiese. La constitución del 61 fue vilmente golpeada por la política del garrote y las “técnicas” anti- vietnamitas, por las “enseñanzas” de la Escuela de las Américas en Panamá y cuyo laboratorio preferido de operaciones para evitar la “amenaza Castro-comunista”, fue Latinoamérica en naciones como Uruguay, Chile, Argentina, Colombia, Brasil, Perú, Venezuela, donde fueron desarticuladas las organizaciones revolucionarias y cometidos los más horrendos crímenes de estado. En nuestro país se tuvo la denigrante iniciativa de inaugurar el prototipo del desaparecido político de la cual fue victima el dirigente neoespartano Felipe Malaver, nativo de la población de Tacarigua. Este fue un personaje comprometido con el proyecto que ayudó a crear e impulsar a través de la lucha y quien en demostración de valentía y desprendimiento no se doblegó ante la jauría de torturadores enfermizos que desataron su odio y desenfreno sobre la humanidad del recio patriota, quién se llevó a la tumba la misión de no delatar a sus compañeros y la firme convicción de no traicionar sus principios políticos-ideológicos.
Combatió al lado de hombres como Fabricio Ojeda, símbolo heróico del pueblo venezolano quien venía de ejercer el liderazgo en la Junta Patriótica que derrocara el régimen del General Pérez Jiménez, aquel glorioso 23 de enero del 58.
De nada valieron las denuncias de su desaparición ni siquiera ante el primer magistrado de la república para la época  Dr. Raúl Leoni, hechas por su esposa Reina Arguinzones de Malaver y por personalidades como el Dr. José V. Rangel, así como por comisiones de los Derechos Humanos. ¿Es posible que esto haya acaecido en Venezuela, donde sus gobernantes se vanagloriaban de vivir en una verdadera democracia, con una estructura jurídica en cuya leyes se plasmaba el respeto a la integridad física?. La historia de estos últimos 40 años desdeña aquella optimista utopía constitucional del derecho a la vida.
Nuestra patria se llenó de sangre, torturas, hogares enlutados, hijos huérfanos, viudas, madres heridas que aun a inicios de este nuevo siglo mantienen la esperanza en que se haga justicia, puesto que los culpables, los victimarios nunca fueron juzgados y los restos de Felipe Malaver continúan sin aparecer desde hace 45 años. Ni la llamada dictadura Gomecista o la Perezjimenista transgredieron sus propias normas aplicadas a individuos con activismo partidista, como lo sucedido en cuatro décadas de administraciones adeco-copeyanas. La inteligencia del sistema de Marcos Pérez Jiménez y su brazo armado representado en la Seguridad Nacional, con su Guasina y Sacupana, con la tortura del rin y la gota de agua en la cabeza, con todo y su Pedro Estrada no le llegaron a los pies del aparataje represivo de la democracia con su Digepol, Disip o Dim, involucrando hasta el  Ejército Nacional en las abyectas labores de represión. Tan igual y hasta más grotescos y repelentes hechos inhumanos que las llamadas dictaduras del Cono Sur. Quien no recuerda las madres de la Plaza de Mayo, las atrocidades de Videla, la matanza de Pinochet ante el golpe contra Salvador Allende, las prácticas de la CIA y el Consejo Nacional de Gobierno y Oscar Gestido, aplicadas a los militantes Tupamaros en el Uruguay. Cada país pagó con sus hijos rebeldes las cuotas de sangre, así como la deshonra internacional de sus tiranuelos criollos, por que la vida, su perdón no la pueden consagrar las constituciones ni los déspotas fascistas con careta de “demócratas”.
Al cumplirse el 45 aniversario del despreciable asesinato de Felipe Rafael Malaver Moreno, sus familiares y amigos insistimos en que la auténtica justicia se imponga sobre sus ejecutores .....”sin resignarse a recordarlo hasta donde el tiempo nos alcance y los huesos se levanten de las entrañas de la tierra y vuelvan a ser pasos de hombre libre y resurrecto”.  “La muerte es parte del riesgo que debe correr todo revolucionario” (Jorge Rodríguez).
Remisión: Dimas Lárez
Imagen Superior: 
Cortesía del blog marco legal laboral/ Justicia Militar
Cita: La Constitución de 1961 no reguló expresamente el fuero militar. La nueva Constitución expresamente establece las competencias y funcionamiento de la justicia militar. El artículo 261 reza: “La jurisdicción penal militar es parte integrante del poder judicial, y sus jueces o juezas serán seleccionados o seleccionadas por concurso. Su ámbito de competencia, organización y modalidades de funcionamiento se regirán por el sistema acusatorio y de acuerdo a lo previsto en el Código Orgánico de Justicia Militar. La Comisión de delitos comunes, violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, serán juzgados por los tribunales ordinarios. La competencia de los tribunales militares se limita a los delitos de naturaleza militar. La ley regulará lo relativo a las jurisdicciones especiales y a la competencia, organización y funcionamiento de los tribunales en cuanto no estén previsto en esta Constitución.”


Sala de Rehabilitacion Integral (SRI)  Felipe Malaver
en Puerto La Cruz. Estado Anzoátegui.
Foto crédito: José Canache La Rosa, 06-02-06
Aporrea.org