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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Gobierno disociado. Por: José Vicente Carrasquero A. Opinión. Venezuela.


Gobierno disociado
José Vicente Carrasquero A.

Las declaraciones de Maduro a lo largo de los últimos días parecen apuntar hacia la necesidad del gobierno de crear una agenda mediática paralela que impida que los temas que realmente preocupan a los venezolanos sean debidamente atendidos tanto por el oficialismo como por la oposición, cada uno desde la trinchera que le corresponde.

En un programa de este Domingo 14, transmitido por una televisora privada, Maduro trató de emular el discurso de Chávez en varios aspectos. Comenzando con el asunto de que él es quien garantiza la paz en Venezuela hasta una nueva historia de magnicidio sin detenidos ni responsables. Un programa que a lo mejor tenía la finalidad de proyectarlo como el estadista que no es pero, en todo caso, no lo logro.

Temas de tanta importancia como el asunto del precio de la gasolina fueron despachados apelando simplemente a las opiniones de Maduro sobre la conveniencia o no del momento. Por supuesto que no dijo que lo que impide sincerar el precio del combustible es la cercanía de un proceso electoral cuyos resultados ya se anuncian adversos para el oficialismo por cantidad de encuestas que muestran la caída de la confianza en el gobierno. 

Un momento de mucho dramatismo fue cuando anuncio que el país tiene los recursos necesarios para respaldar el presupuesto del año 2015. Todo el mundo sabe que el presupuesto del próximo período fiscal es irreal si no se recurre a la inflacionaria práctica de los créditos adicionales. Si el presupuesto está calculado con el petróleo a US$60 por barril, queda la incógnita de cómo se van a financiar los obligatorios aportes que la Asamblea Nacional tendrá que aprobar para llegar a fin de año permitiendo al ejecutivo cumplir con todos sus compromisos contractuales.

No deja de ser preocupante el anuncio de que un probable aumento de la gasolina constituya un fondo para financiar las misiones sociales. ¿Quiere decir que esos programas no vienen desde ya con su correspondiente arepa bajo el brazo? Uno pensaría que el aumento de la gasolina debería estar dirigido a sacar a PDVSA del hueco en la que la metió la alocada política petrolera del gobierno chavista.

En días recientes, Jaua dijo que los venezolanos tienen resueltos los asuntos de salud y alimentación. Semejante afirmación solo puede causar indignación entre los cientos de miles de pacientes que deambulan por centros asistenciales y farmacias tratando de encontrar solución a sus enfermedades. Ya la gente no come lo que desea sino lo que encuentra. Un indicador adicional de pérdida de calidad de vida.

Las universidades languidecen ante la falta de atención por parte del gobierno central. Las escuelas y liceos ofrecen cupos muy por debajo de las necesidades de la población. ¿A qué se refería Jaua entonces?

El gobierno ha perdido la capacidad de ofrecer seguridad a los venezolanos comunes y corrientes. Sin embargo, ha creado un cuerpo especial para atender la seguridad de las privilegiadas personalidades que disfrutan de escoltas y vehículos financiados con nuestro dinero. Vale la pena mencionar que esto debería ser considerado, en un país normal, un gasto suntuario sujeto de eliminación en medio de una crisis económica.

Maduro parece estar convencido de que el precio del petróleo va a rebotar y que lo que tenemos por delante no es más que una borrasca pasajera. Cualquier consultor político le diría al gobierno que lo más prudente es prepararse para lo peor. Que, si en todo caso, la tormenta no fuese tan severa como se anuncia, la gestión se beneficiaría de las medidas que haya podido adelantar como precaución.

Por el contrario, el gobierno parece seguir embarcado en el asunto de los controles. Piensa que poniendo todavía más restricciones, logrará evitar la hecatombe que se nos viene encima. Maduro habló de unos fondos de los cuales no se sabe su paradero. ¡Dice que el financiamiento chino no produce deuda! En fin, que estamos preocupándonos por nada.

Estos niveles de disociación con la realidad que ya estamos viviendo generan preocupación en el más común de los mortales. Es de esperar que el año abra con cantidad de sectores pidiendo ajustes salariales y otras reivindicaciones. El malestar social ya se siente en el ambiente. 

Y ante ese ruido ensordecedor de las calles, el gobierno prefiere diferir las decisiones que necesariamente tendrá que tomar. Mientras, Maduro decide perder el tiempo insultando a Obama quien ni se da por enterado. 

Lo que viene es una crisis de proporciones desconocidas para el 99% de los venezolanos. Todo lo que se pudo haber sufrido en situaciones parecidas en el pasado quedará pequeño.

El elemento distintivo en este momento es la incapacidad de quienes dirigen el país para entender lo que está pasando. Mucho menos se puede esperar que tomen las medidas correctas.

¡Qué Dios nos agarre confesados!