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lunes, 12 de enero de 2015

Oda a la derrota permanente. Por: José Vicente Carrasquero A.


Oda a la derrota permanente
Por: José Vicente Carrasquero A.

Este gobierno está aplazado en todas las materias. En la que hace más esfuerzo es en la de comunicación política. Sin embargo, los resultados son verdaderamente deplorables. En este asunto son un verdadero desastre. El manejo en esta especialidad les ha costado, como ya demuestran las encuestas, una pérdida importante de confianza en su base de apoyo.

Muchos estudiosos comparten, no me cuenten entre ellos, la tesis según la cual Chávez conquistó a muchos venezolanos aceptando tener responsabilidad en los acontecimientos del frustrado intento de golpe del 4F1992. Sin embargo, esa no fue la tónica de su gobierno y no ha sido la de su sucesor actualmente inquilino de Miraflores, que no de La Casona.

El actual ocupante del palacio de Misia Jacinta usa como recurso habitual la guerra. Es así como este gobierno enfrenta más conflagraciones bélicas simultáneas que la potencia más importante del planeta Estados Unidos. La guerra se ha convertido en un artilugio mediante el cual, el gobierno pretende escurrir su responsabilidad en todo lo que tiene que ver con los problemas que deterioran cada vez más la calidad de vida de los venezolanos.

Uno de los principales inconvenientes para el gobierno lo constituye la diversidad y calidad de voceros que tiene el gobierno. Es evidente que no hay una línea de discurso. Cualquier ministro puede declarar lo que le dé la gana. Sus recursos discursivos solo le caen bien a sus más cercanos colaboradores. Para el resto de la población terminan siendo ridiculeces. Uno quiso salir de cómico diciendo que hacía colas para ir a ver juegos de béisbol. Otro pensó que era chévere decir que las colas estaban llenas de hijitos de papá y mamá, como si hay venezolanos que nacen de árboles. Otros más irrespetuosos dicen que la gente hace cola porque quiere, o peor aún, que hay comida para todos y por eso es que hay colas. Desde mi perspectiva profesional, semejante cantidad de disparates indica que no hay coordinación de gobierno o, peor aún, hay una conspiración para terminar de pulverizar la base de apoyo del gobierno.

La calidad de la vocería es determinante. En este caso, los voceros del gobierno están, en su totalidad, aplazados. Todos quieren parecerse a Chávez. Todos quieren salir con uno de esos desplantes con lo que el fallecido presidente evadía los atascos en momentos cruciales. Lo primero que tienen que asumir es que ninguno de ellos calza los puntos discursivos de Hugo y mucho menos poseen su capacidad para mentir y que le creyeran los cuentos. Les recomiendo unos cursos rápidos de oratoria, enterarse de qué se trata la función para los que fueron nombrados y, finalmente, armarse de un conjunto de argumentos más o menos creíbles que le den a la gente la sensación de que saben de lo que están hablando.

El discurso de todos estos funcionarios, incluyendo a Maduro y Cabello, termina siendo irrespetuoso. En estos tiempos, todo burócrata del nivel que sea, tiene que tener claro que es un servidor público que le debe respeto a su jefe de mayor nivel que es el pueblo. No se puede hacer pasar a la gente por pendeja. Si hay cola es porque hay escasez.

Todo esto para terminar hablando de las guerras perdidas. Ha quedado claro que el esfuerzo para combatir el contrabando y el bachaqueo no ha resuelto el problema de la escasez. En otras palabras, si la escasez era provocada por la extracción ilegal de productos, hay dos posibilidades en este momento: o la escasez existe independientemente del contrabando, o el gobierno perdió la guerra contra los contrabandistas.

Una guerra que el gobierno tiene perdida es la que tiene que dar contra el hampa desbordada. El año 2014 cerró con más de 25 mil asesinatos superando la cifra record de 24 mil establecida en 2013. Los hampones la han emprendido directamente contra las policías. Para nadie es un secreto que el poder de fuego de los malandros es muy superior al de las fuerzas del orden. El pueblo se encuentra a merced de fuerzas irregulares que, gracias a Dios, no se coordinan entre ellas, el problema sería mucho peor. Maduro perdió la guerra contra el crimen.

La guerra económica pasará a los anales de la comunicación política como una de las pifias más importantes del discurso. Esa ofensiva de fantasmas internos y externos es para comenzar, inexplicable. Nadie con cuatro dedos de frente puede entender que un estado híper rico como el venezolano pueda perder la guerra económica contra unos enanos económicos como el empresariado venezolano víctima continuada de las políticas perversas del chavismo.

Una sugerencia señor Maduro: si quiere recuperar credibilidad entre los venezolanos, erradique el vocablo guerra de su ya muy pobre y limitado discurso. Haga ejercicios de oratoria para incorporar mecanismos de arrepentimiento y compromiso de cambio de rumbo en sus políticas. Demuestre que es capaz de asumir su responsabilidad en este desastre que están viviendo los venezolanos. Sería una medida extrema que pudiese detener su caída en la popularidad ya limitada a sus seguidores y que tendrá un impacto contundente en las elecciones parlamentarias.

El cambio de discurso debe venir acompañado de acciones. Entre las que le pueden sumar unos puntos, destituya públicamente y en su presencia a los ministros que irrespetaron a los venezolanos durante su inútil ausencia de los últimos días. Eso le hará sentir, fundamentalmente a sus seguidores, que usted está preocupado por ellos.

Finalmente Maduro, deje de decir que anunciará. Haga algo de una vez por todas. Trate de recuperar la confianza de algunos venezolanos. Deje de preocuparse por su popularidad ya perdida. Comience a tomar riesgos políticos que pudieran, en el mediano plazo, salvarlo de una segura revocatoria de su mandato. En este momento usted está derrotado.


@botellazo