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jueves, 28 de mayo de 2015

Venezuela: de petrolera a bananera. Por: José Vicente Carrasquero A. @botellazo



Venezuela: de petrolera a bananera
José Vicente Carrasquero A.

República bananera es un término peyorativo para un país que se ha considerado como políticamente inestable, empobrecido y atrasado, cuya economía depende de unos pocos productos de escaso valor agregado (simbolizados por las bananas), gobernado por un dictador o una junta militar, muchas veces formando gobiernos forzosa o fraudulentamente legitimados. También se las suele llamar "republiquetas bananeras" (pero no se deben confundir con el término histórico "republiqueta"). Tomado de Wikipedia

Chávez llega al poder en 1999 a caballo del desencanto de los venezolanos con la forma como se había manejado el país en los quinquenios anteriores. Gobierno tras gobierno, los venezolanos vieron sus expectativas frustradas. Los problemas crónicos no solo no se solucionaban sino que tendían a empeorar.

Esta situación llevó a que los venezolanos perdieran su inmunidad al canto de sirenas. En las postrimerías del siglo XX, un discurso populista y al mismo tiempo confrontacional comenzó a calar entre los venezolanos. Muchos sectores de la clase media, muchos políticos e incluso intelectuales con experiencia y conocimiento de la historia del país sucumbieron a la retahíla militarista que prometía sacar al país del hueco en el que se hallaba.

Dieciséis años después observamos el desastre en el cual se ha convertido el otrora país petrolero. Los precios actuales del oro negro superan en este momento por varias decenas de dólares los precios más altos que tuvieron los gobiernos de la democracia. Sin embargo, producto de una política económica regida por la voluntad del caudillo, el país es un cementerio de empresas cerradas o funcionando de forma parasitaria de un mercado cambiario que la tozudez e ignorancia reinante se ha empeñado en mantener.

Celebran el control de cambio los grandes capitalistas a los que les luce interesante comprar bonos de la deuda pública venezolana a precios irrisorios porque están convencidos de que el gobierno socialista está tan urgido del crédito internacional que hará lo imposible por pagarles aún al costo de mantener a la población pasando hambre y muriendo de enfermedades curables pero para las cuales el gobierno no adjudica recursos.

En una república bananera como la nuestra existe entonces una cantidad de líderes de opinión que tratan de manejar  las percepciones de una forma que sea propicia a que el gobierno le cumpla a los tenedores de bonos venezolanos. Venezuela se encuentra sometida a eso que los argentinos llaman fondos buitres.

La Venezuela bananera se ha convertido en una especie de capital mundial de la corrupción. Una corrupción mucho más escandalosa, vulgar e indolente que cualquiera que haya conocido la república. El país ha sido víctima del peor saqueo que se conozca de este lado del planeta. Nadie es capaz de explicar seriamente y con guarismos adecuados qué se hizo con una riqueza superior a todo lo que le entró a Venezuela desde 1811 hasta 1998.

Todos los informes de inteligencia a nivel mundial señalan a nuestro país como una gran autopista de la droga. Los señores de los carteles han encontrado en esta república bananera un espacio ideal para su óptimo desempeño. Los funcionarios de seguridad son tan mal pagados que no tienen manera de resistir un cañonazo de dólares para hacerse la vista gorda ante el paso de un algún cargamento de importancia.

Otro aspecto que nos cataloga en la categoría de república bananera es la ausencia absoluta de institucionalidad. Uno de los peores daños que le hizo Chávez al país fue convertir los poderes públicos en secretarías de su partido político. Someterlas a su absolutista visión del poder. Impedir el desarrollo de la institucionalidad prevista en la constitución nacional. Y no podía ser de otra manera, para Hugo la constitución fue una excusa para hacerse del poder con objetivos que no incluían el bienestar de los venezolanos. 

Es así como Chávez a la usanza de caudillo decimonónico barre con los símbolos. Cambia la bandera y el escudo nacional. A veces usando excusas que resultaban en burla a los venezolanos como que su hija le había preguntado si el caballo no debía correr en el otro sentido. Lo peor es que el equino indica la dirección en la que marchamos: hacia el pasado. Retrocedemos a velocidades pasmosas a una Venezuela pre republicana sin ninguna posibilidad de alcanzar el desarrollo por el camino que vamos.

La situación del país es tan grave que el defensor del pueblo, el contralor, la fiscal, la presidenta del TSJ y la presidenta del CNE no entienden que no son parte del gobierno. Que representan poderes independientes llamados a equilibrar el inmenso poder que de por sí tiene el ejecutivo nacional. Independientemente de si Cabello es culpable o inocente de lo que se le señala, las instituciones debieron haber actuado con la prudencia que impone la misma constitución. En nuestro caso, lamentablemente, volvemos a exhibir una actitud bananera como es la de pasarle por encima a la formalidad y tomar partido por el amigo.

La más triste expresión de república bananera es una soberanía inexistente. El poder se ejerce en Venezuela en colaboración con o por delegación de Cuba. Eso, la historia nunca se lo perdonará a Chávez ni a sus sucesores. El nivel de penetración de los militares cubanos en nuestras fuerzas armadas debe mantener las cenizas de Bolívar en una especie de torbellino constante.

El proyecto chavista, cual orca asesina, tomó el país por asalto y lo lleva a la profundidad de la pobreza para ahogar los sentimientos libertarios de los venezolanos. Nuestro pasado reciente parece inclinar la balanza hacia le recuperación de esas libertades y el rescate del desarrollo que debemos a las futuras generaciones.