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martes, 26 de julio de 2016

Venezuela secuestrada. Por: José Vicente Carrasquero A. Opinión. Venezuela.


Venezuela secuestrada
José Vicente Carrasquero A.
He sostenido durante los últimos meses que la herencia de Chávez se encuentra en plena elaboración. He dicho además que será imposible evitar responsabilizar al caudillo de las desgracias que viven los venezolanos en este momento. Debemos recordar que fue Hugo el que trajo consigo esta clase política primitiva que hoy ocupa posiciones de poder y que por medio de corrupción y trapisondas evitan la efectiva acción participativa y protagónica del pueblo.
Los intereses privados de los miembros de la cúpula podrida están por encima de la constitución que impulsaron y juraron cumplir y hacer cumplir. Esos intereses son, lamentablemente, totalmente crematísticos. Es muy difícil que tenientes del ejército puedan exhibir los niveles de riqueza actuales. Y nos referimos a tenientes de la promoción de 1987 que hoy ocupan curules de la Asamblea Nacional, gobernaciones de estado y hasta embajadas de Venezuela en países europeos.
Usando la quincalla discursiva de Hugo Chávez, se puede describir lo que estamos viviendo de la siguiente manera: el pueblo venezolano, en uso de su derecho soberano, ha participado en un proceso de recolección de firmas que da fe de su protagonismo al promover una consulta para remover de su cargo a un presidente que lidera una cúpula podrida que ha sumido a los venezolanos en una deplorable situación de pobreza y postración. El que tenga oídos que oiga…
Dejar que la constitución siga su curso implicaría la realización de un referendo revocatorio este mismo año. La consecuencia obvia de esa consulta popular es la salida del poder del peor presidente de todos los tiempos. El asunto no terminaría allí. Unas nuevas elecciones pondría la primera magistratura en manos de la oposición junto a la Asamblea Nacional. En la práctica la salida del chavismo de la estructura de poder del Estado.
Después de esto lo más temido por la cúpula podrida. La rendición de cuentas. ¿De dónde salieron las costosas casas de habitación? ¿De dónde los lujosos trajes que lucen diputados previamente expulsados del ejército por pillos? ¿De dónde salieron tantos aviones privados? ¿De dónde salieron las riquezas que se exhiben con desparpajo? ¿Por qué se amañaron juicios para mantener presos a personas inocentes? ¿Por orden de quién se reprimió violentamente a la población violando sus derechos humanos? ¿Quién promovió interrogatorios con torturas que causaron daños irreparables en las víctimas? ¿De dónde salió el título chimbo de doctora de cierta magistrada?
Esta pequeña lista de preguntas constituye un indicio del terror que reina en la cúpula podrida y la estructura corrompida que la mantiene en el poder. Tener que responder por todos estos atropellos y violaciones a la constitución y las leyes es, para los amorales, una razón para atrincherarse. Lo peor es que muchos de ellos ni siquiera pueden buscar refugio en el exterior. ¿A dónde puede llegar uno de los actuales ministros sin tener que responder el alerta que la DEA ha hecho a todas las policías del mundo? ¿Puede el hombre del mazo pensar siquiera en abordar un avión para aventurarse fuera del país?
Lo cierto es que son muchos los que no tienen futuro fuera de juicios y cárceles. Sintiéndose sitiados, lo único que se les ocurre es secuestrar el país. Y como todo secuestrador, violar todas las leyes que sean necesarias para que los rehenes le garanticen mantenerse en una posición de negociación que les de la esperanza de no tener que ser sometidos a los rigores de una ley que con ellos no tendrá miramientos.
El país está secuestrado por una cúpula podrida que ve en el pueblo rehén, su escape del futuro que les espera. Y acuerdan entre ellos cuál será el próximo atropello. Porque de atropellos es que se trata esta forma de llevar el país. Sin interés alguno por la suerte de la gente. Con todo puesto en salvar el pellejo.
¿Quién puede creer que a Maduro le quita el sueño la muerte de recién nacidos en maternidades que se encuentran en pésimo estado? ¿Piensa usted querido lector que Maduro lee un informe sobre la cantidad de asesinatos que ocurren diariamente en Venezuela? ¿Le causa a Maduro alguna perturbación saber que millones de personas se acostarán esta noche sin comer? ¿Qué le quita a Maduro el sueño?
Garantizar el pago de los bonos de la deuda pública y sus intereses que benefician en su mayoría a los rojócratas que han usado este mecanismo para lavar fondos mal habidos en transacciones con el gobierno o por venta de droga. Hacer la finta de que está gobernando poniendo a producir por un par de días empresas desahuciadas por la violencia con la que el control de cambio atacó la producción. Importar vehículos que se le asignarán a los generales para que se queden quietos y sigan aplaudiendo esta birria de gobierno.
El país está secuestrado por un energúmeno que blande un mazo para decir que el revocatorio no va. ¿Qué poder legal ampara esa declaración? Ninguno. El miedo a que le revisen la fuente de sus riquezas evidentes. El terror a que los narco sobrinos lo terminen embarrando en casos de tráfico de sustancias prohibidas. El no tener más salida que un país hecho a su medida para garantizarse la supervivencia.
El país está secuestrado por leguleyos que escriben adefesios jurídicos para bloquear las vías democráticas que el pueblo busca. El descaro de anunciar miles de recursos de amparo para impedir el revocatorio solo puede venir de una mente poquita, de una formación mediocre que se esconde detrás de un peinado con gomina y un pañuelo desplegado sobre la carpa que le sirve de traje. Muestra de los despojos de la política que Chávez recogió en un su camino al poder y puso a su servicio.
El país está secuestrado por un gobierno extranjero que ejerce un control omnímodo sobre una clase política que carece de la formación necesaria para conducir el país tal como lo muestran los resultados.
El legado de Chávez sigue en plena construcción. No hay manera que la historia lo exima de su responsabilidad sobre el peor momento social, económico y político de nuestra historia. Toca a los venezolanos reaccionar y rescatar el país para las futuras generaciones.