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miércoles, 30 de mayo de 2018

En Venezuela reina la confusión. Por: José Vicente Carrasquero A. Opinión. Venezuela.


En Venezuela reina la confusión

José Vicente Carrasquero A.

Después del escandaloso fraude puesto en escena por el chavismo este 20 de Mayo pasado, se aprecia que los distintos grupos que se oponen a la dictadura y los mismos miembros del régimen se encuentran signados por la confusión y en muchos casos por la esperanza de que sus deseos se hagan realidad.

Después que el CNE actuante, que no legítimo, emitiera sus boletines claramente falseados algunos voceros del conjunto opositor y analistas electorales comenzaron a usar esas cifras en sus declaraciones. Eso fue por supuesto un error casi tan grave como haber participado en el evento del 20May. Hasta en estos nimios detalles se debe ser cuidadoso para no darle al tramposo elementos en los cuales sustentar sus fechorías.

Más grave aún fue que políticos y analistas que participaron en la comparsa que simulaba ser un proceso electoral comenzaran a plantear una crítica a quienes no participaron tachándolos de abstencionistas. El 20 de Mayo no hubo abstención. Lo que vimos fue un riguroso rechazo a participar en un evento ilegal e ilegítimo en todos los sentidos. Vimos a unos venezolanos sintonizados con los países que desconocen al régimen de Maduro. Una población lo suficientemente curtida como para entender que después de lo que vimos el 31 de Julio de 2017, estamos frente a un CNE al que no le cuesta mayor esfuerzo montar una mentira aunque con ello hunda la alharaca del comediante eterno sobre las razones que arguyó para hacer de este ente un poder del Estado.

Luego encontramos a la oposición de la oposición y de la dictadura. Este es el grupo más difícil de entender. Si bien es cierto que los resultados visuales los favorecen, algunos se atribuyen el exitoso resultado de dejar a la oligarquía roja bailando sola en su tarima. Esta oposición contra todo, se empeña en no reconocer que se está frente a una dictadura que no va a reconocer acción alguna de la AN, no porque esta no se haga respetar, que de eso hay un poco, sino porque la delincuencia roja decidió hace tiempo desconocer la voluntad del pueblo y evidentemente a quienes lo representan.

El nombramiento del TSJ legítimo dejó claro el talante de la dictadura. Los jueces nombrados y juramentados fueron perseguidos hasta lograr que huyeran del país. Sus familias presionadas y sus pertenencias saqueadas. En un ambiente como ese, nombrar un nuevo CNE significa buscar un grupo de voluntarios que quiera correr la misma suerte que la de los jueces. Eso en la práctica es bastante difícil por no decir imposible. La única salida que se me ocurre es nombrar un CNE en el exilio, con venezolanos que ya están fuera del país. El reto sería manejar procesos electorales a control remoto. Con la tecnología  que contamos eso sería posible, pero del lado venezolano, es decir a lo interno del país imposible.

Para comenzar a deducir lo que pasa en Venezuela se debe comprender que la clase política que llegó al poder en 1999, como resultado de las elecciones de 1998, para las cuales los notables de aquel momento habían tenido éxito demoliendo a los partidos tradicionales, devino en un grupo delincuencial que participa en una larga lista de delitos de alcance internacional que los convierte en reos de la justicia mundial.

Un grupo de delincuentes que carece de escrúpulo alguno para ejecutar la tropelía que sea con tal de mantenerse en la guarimba que los salva, por ahora, de rendir cuentas en otros países, no puede ser estudiado desde la perspectiva del análisis político tradicional. Me atrevo a decir que muchos supuesto de la teoría de juegos no aplican a esta banda de hampones.

Lo que hemos visto y lo que viene es la continuación de la farsa. El dictador simulando que está dispuesto al diálogo. Por supuesto para que se haga lo que él ordena. Se buscó a algunos de los que participaron en la farsa del 20May para simular un proceso de entendimiento que usaría la liberación de presos políticos como elemento validador de ese acercamiento entre la dictadura y la representación opositora que se prestó, quizás de buena fe muchos de ellos, a participar en el simulacro electoral.

Un elemento que la dictadura usó con maestría fue los desencuentros en la oposición. Con base en ese estado precario o inexistente de cohesión montó un tinglado que tendría todos los ingredientes que necesitaba. Un grupo que participaría creyendo poder repetir la hazaña de 2015, un grupo que decidió desconocer el llamado y los que critican a toda la oposición por igual. Llama la atención en este último grupo que gastan más tiempo y esfuerzo criticando a los grupos opositores que a los cabecillas de la dictadura. La suma vectorial de todos estas fuerzas favoreció a la rojocracia.

En unas pocas líneas, se necesita una estrategia. Para ello, primero que todo, se debe definir el objetivo: tomar el poder. En esa estrategia deben participar todos los grupos opositores dejando atrás las teorías de la conspiración (casi siempre equivocadas) y las facturas que se tienen los unos contra los otros. Es menester acordar el mecanismo que forzará esa salida del poder. Después se verá si viene un gobierno de transición o qué. Después se verá cómo se elige un nuevo gobierno.

Lo urgente en este momento es entender que las protestas de los líderes políticos de la oposición no están sincronizadas con las necesidades de un pueblo sumido en la miseria por unos delincuentes que los necesita empobrecidos y sometidos. Al pueblo hay que conectarle lo político con sus querencias y necesidades inmediatas: combate al hambre, apertura de la economía para poder comprar lo que quieran, acceso a la medicina, mejora de la calidad de los servicios públicos. En mi modesta opinión, por ahí fumea el proceso de búsqueda de una movilización social que incluya a todos los sectores y que termine felizmente con la salida de Maduro y su cofradía del poder.