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miércoles, 6 de junio de 2018

Prisioneros de su maldad. Por: Pablo Aure @pabloaure #Opinión #Venezuela ¡Hasta cuándo!


¡Hasta cuándo!
Prisioneros de su maldad
@pabloaure
Resulta imposible hablar de libertad con una mordaza, por eso sostengo que es falso que el régimen haya concedido libertad a los secuestrados políticos porque solo los autorizó a estar fuera de los sórdidos espacios de las mazmorras donde se encontraban depositados. 
Desde luego que me alegra que estén junto a sus familiares, esos ciudadanos, dizque liberados, su único delito ha sido enfrentarse con ideas a un sistema que ha enlutado y destruido a Venezuela. Claro que sí estoy contento por lo que significa reencontrarse con su familia y seres queridos. Lo he experimentado en algunas oportunidades. Pero de allí a considerarlos libres, sería una gran falacia. Nadie es libre mientras siga estando vigilado, y muchos menos, si tienes prohibido hablar o reunirte. 
Entiéndase bien: a ellos solo les han cambiado el lugar de reclusión, y que ahora, gracias a Dios, podrán dormir en sus hogares y no en pestilentes lugares escuchando los ronquidos, antojos, necedades o caprichos de sus carceleros. Pues bien, el opresor ha decidido que estén en sus casas, pero eso sí, calladitos, porque de lo contrario volverán a los mugrientos lugares donde hasta este fin de semana los mantenía la tiranía.
Así opera la tiranía 
En una suerte de bondad desprendida, de sacrificio desmedido, de demostraciones sinceras de apostar a la paz y a la reconciliación, Nicolás Maduro, recibió la recomendación de una asamblea nacional constituyente para ‘liberar’ a los “presos políticos”. Vaya cinismo al extremo. Fue un organismo fraudulento como la ANC, que acabó con la Asamblea Nacional y se erigió como supra poder el que determina quién entra y quién sale de la cárcel. Que nadie se llame a engaños, aquí el Poder Judicial es un parapeto que recibe órdenes del ejecutivo, lo cual también es otra demostración irrefutable de que en Venezuela no existe la  separación de poderes indispensable para considerar cualquier sistema de gobierno como democrático.
Temor a la venganza
En Venezuela nadie está en libertad, ni siquiera los que dirigen las perversas acciones del régimen, porque ellos también son prisioneros del miedo. Ellos le temen a la venganza de los oprimidos, ellos le temen al desalojo. Ellos se temen entre si, porque ninguno de los integrantes de la banda que azota al país se tiene confianza. Les asusta que los entreguen a cambio de algo. Les asusta un complot para ceder el poder a cambio de lograr la impunidad de aquellos que se atrevan a negociar la salida de la tiranía.
Los tiranos tampoco son libres porque ellos también son presos, pero de su maldad.
Prohibido afligirse.
He notado en los últimos días demasiada desmotivación en la gente, y no es para menos. Se angustian por el presente y mucho más por el futuro. No hay sueldo que pueda mantenerlos entusiasmados. 
Pensar en la comida o en una enfermedad ya es suficiente para que nazca el temor en el común de los ciudadanos. En el ambiente hay oscuridad e inconformidad. El quejido es general. Millones se han marchado del país, otros tantos piensan hacerlo. No emigran, ni se exilian sino que cruzan las fronteras huyendo despavoridos sin importarles a lo que se enfrentarán en otras naciones. De lo que sí están convencidos, es de no seguir soportando la horrible pesadilla de no saber cómo resolver sus necesidades básicas aquí en Venezuela.
Esa desmotivación, amigos míos, lamento decirles es una de las más grandes victorias de la “revolución”. Ver un pueblo desmovilizado y desesperanzado es lo mejor que le puede ocurrir a este tipo de regímenes de talante comunista. Pues si nos logran mutilar las esperanzas, habrían alcanzado lo que ellos denominan “la destrucción de la moral burguesa”. 
Resistir y avanzar 
Tenemos que resistirnos a la desesperanza y tenemos que reflexionar en lo siguiente: si nosotros tenemos miedo ellos también lo tienen. 
El peligro que ellos corren es más grande que el que nosotros padecemos. Aunque les parezca una contradicción con lo arriba escrito, pero si existiera una manera de medir el grado de libertad, les confieso que nosotros somos más libres que nuestros opresores. No lo duden que somos más libres, así nos encarcelen, nos torturen o nos maten, porque nuestra conciencia es libertaria; mientras que la de ellos siempre estará nublada por la maldad que permanentemente los mantendrá encerrados en el entorno del delito y en consecuencia bajo el acecho de la justicia. 
Ellos saben que tienen los pies de barro, y que en cualquier momento se desvanecerán. En cambio, los ciudadanos que no comulgan con la maldad del régimen, están sostenidos en las sólidas bases de la verdad y de la libertad, y esas bases jamás se hundirán.
Que nadie se aflija, debemos resistir los ataques para comenzar a avanzar, porque créanme que de esta, también vamos a salir. Viva Venezuela y vivan los venezolanos libres.

Pablo Aure