Destruir al liderazgo emergente
Fernando
Ochoa Antich.
Los
miembros del “Alto Mando Político de la
Revolución” han diseñado, en estos últimos meses, una amplia estrategia que
busca evitar que el creciente malestar
social, producto de la inseguridad, la escasez y la inflación, pueda tener un
efecto político que llegue a comprometer la estabilidad del régimen chavista.
El diseño ha tenido un objetivo central: distraer a la opinión pública con el
fin de evitar el surgimiento de un natural debate en medio de la crisis. Esa
fue la razón por la cual se creó injustificadamente el problema estudiantil; se
invitó a la oposición a dialogar con el gobierno, conociendo de antemano que no
terminaría en ningún acuerdo; se creó el
cuento del magnicidio y se cerró
el programa de Luis Chataing. Al
mismo tiempo, se planteó la tesis de destruir los posibles liderazgos
emergentes, convencidos como estaban, que eran capaces de capitalizar la
creciente crisis social.
Esa
es la única explicación que le he encontrado a la arbitraria y permanente
decisión de utilizar a la Fiscalía General de la Nación y al Poder Judicial con
el fin de limitar el posible fortalecimiento de cualquier nuevo liderazgo que
pudiese surgir en la oposición política al régimen chavista. No es fácil de
justificar la decisión de detener y enjuiciar a Leopoldo López, por los hechos
ocurridos en la marcha del 12 de febrero de este año, cuando está
suficientemente claro que el asesinato del dirigente de la oposición el joven
Bassil Da Costa y del militante chavista Juan Montoya fue perpetrado por el mismo agente del SEBIN José Perdomo Camacho,
demostrando claramente una posible maniobra del gobierno de Maduro. Tampoco se
puede justificar que se haya ordenado la detención, enjuiciamiento y
destitución de los alcaldes Daniel Ceballos
y Enzo Scarano por no haber reprimido las manifestaciones estudiantiles.
Ahora, el objetivo político es destruir el
liderazgo de María Corina Machado. Sin escrúpulo alguno se inició un minucioso
trabajo de opinión que buscaba convencer
a la opinión pública de la existencia de una conspiración que tenía por
objetivo asesinar a Nicolás Maduro. Ese esfuerzo no ha tenido éxito. Los
venezolanos estamos más que cansados del cuento de un posible Magnicidio. Fue
utilizado por Hugo Chávez en demasiadas oportunidades. El problema se inició el 28 de mayo. El “Alto Mando
Político de la Revolución”, a través de la
vocería del alcalde Jorge Rodríguez, se atrevió a acusar a María Corina
Machado “de estar involucrada en un golpe de Estado y Magnicidio”. Una acusación
de esa gravedad no puede dejarse a un lado. Prudentemente, el 29 de mayo la
diputada Machado presentó una denuncia en la Fiscalía General de la República
contra el Alto Mando Político de la Revolución.
Curiosamente, la
Fiscal General de la República en lugar de avocarse a estudiar la denuncia
presentada por la diputada Machado afirmó, en rueda de prensa, la existencia de
una presunta investigación en su contra, iniciada el 19 de marzo, en base a la
cual se había ordenado a los órganos de seguridad e inteligencia a interceptar
sus comunicaciones. Esta acción es de suma gravedad al conducirse una investigación sin su previo conocimiento y más en el caso de la diputada Machado que, para ese momento,
tenía inmunidad parlamentaria. Las amenazas tomaron una mayor gravedad al ser
acusada por el propio Nicolás Maduro, en su programa, de asesina y magnicida,
exhortando al Poder Judicial a tomar acciones en su contra. Al día siguiente,
Diosdado Cabello se atrevió a expresar que la diputada Machado “pagaría por sus
acciones de ser asesinado Nicolás Maduro”.
Es público que la
diputado Machado, como consecuencia de estos ataques, ha estado recibiendo
numerosas amenazas de muerte, al haber
sido divulgado sus teléfonos personales a través de medios oficiales. No
satisfechos con esta violación de sus derechos humanos, la diputada Machado fue
citada esté próximo lunes como testigo por la Fiscalía Vigésima a Nivel
Nacional con Competencia Penal en la investigación que se conduce por el
presunto Magnicidio. Para colmo, Diosdado Cabello concluyó, en uno de sus
programas, que una testigo podía ser detenida en dicho acto. Es importante
recordar que la diputada Machado siempre ha mantenido en sus intervenciones
que: “ni magnicidio ni golpe de Estado. Nuestra lucha es por la transición de
la democracia, lo antes posible, en el marco de la Constitución”. En
definitiva, destruir el liderazgo emergente es uno de los objetivos del régimen
chavista.
Caracas, 15 de junio
de 2014.