La virtud del título con frecuencia escasea, sobre todo en los países de la mitad de la tabla. La palabra tiene su origen en la práctica de atar un plomo al final de una cuerda para medir la verticalidad de algo, digamos, de una pared. El ojímetro engaña. Por supuesto que el polémico metal de referencia, gris y pesado, evoca cosas mucho más peligrosas, que suelen volar sin control en muchos conflictos: las balas. Manes contradictorios del ingenio humano.
En los últimos tiempos el aplomo no abunda en la política regional latinoamericana. Aunque yo llegué a pensar que Gabriel Boric se iba a guiar por él una vez en el poder, las cosas se le están saliendo de las manos, pese a unas intenciones en apariencia razonables. Su popularidad va en fuerte bajada, lo que de seguro limitará su campo de acción. Ahora que si la nueva Constitución es considerada inviable por la mayoría de los chilenos, posible resultado dadas varias locuras que han cometido los constituyentes, a Boric le tocaría gobernar con la Constitución de Pinochet y eso daría al resto de su mandato un sabor agudo de derrota. Pasando a Perú, Pedro Castillo fue elegido presidente en 2ª vuelta por un escaso margen. Castillo es un extremista de izquierda que ha padecido reiterados intentos de las mayorías parlamentarias, hasta ahora fallidos, por decretar su vacancia. Eso sí, le han desbaratado varias veces el gabinete, llevando al actual, no solo carente de color político sino de eficacia. Por su parte, AMLO (Andrés Manuel López Obrador) se ha dedicado a irritar a los intelectuales y políticos mexicanos que no comen de su mano. Su impopularidad a la baja no ha pasado todavía la línea roja de los mandatarios ya mencionados, pero los problemas del hermano país están hoy casi todos peor que hace tres años, al comienzo del sexenio.
De: PERSONAL andreshoyos@elmalpensante.com
Date: mié, 27 abr 2022 a la(s) 09:01
Subject: "Aplomo" - columna de Andrés Hoyos.