La
tragedia de Libia, el proyecto chavista y la Fuerza Armada Nacional
Dejémonos
de tontería. La desmedida ambición de poder de Muamar Gadafi tenía que conducir
a Libia a la tragedia que actualmente vive. Era imposible evitarla. Los pueblos
se ilusionan con los líderes carismáticos y casi mágicos que basan su prestigio en esa habilidad casi
inexplicable que les permite engañar por mucho tiempo a los humildes,
creándoles esperanzas de redención que nunca llegan, y que siempre terminan en
regímenes violatorios de las libertades públicas y de los derechos humanos. Ese
es más o menos el caso de este criminal paranoico. El bombardeo inclemente y el
asesinato en masa de civiles indefensos, produjo tal escándalo en la opinión
pública internacional que fue imposible evitar la intervención del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas.
La
resolución fue aprobada en la práctica por todos los miembros, permanentes o
no, del Consejo de Seguridad. Las cinco abstenciones, Rusia, China, Brasil,
Alemania e India, fueron saludos a la bandera por razones de forma y no debe
entenderse, de ninguna manera, como un respaldo a la posición intransigente de
Muamar Gadafi que impedía una negociación con los sectores de la oposición
política. El fondo de la resolución es transparente y no tiene duda: se ha
declarado una exclusión aérea que limita el sobrevuelo de cualquier tipo de avión sobre Libia, pero que
al mismo tiempo deja abierta la posibilidad del empleo militar en caso de ser
necesario para obligar a la negociación y limitar los ataques de las tropas
mercenarias de Gadafi en contra de la oposición.
Un punto fundamental
para entender la crisis que vive actualmente el régimen libio es tratar de
analizar las causas que originaron esta insurrección popular. Esas explicaciones
simplonas, como las dadas en declaraciones públicas por el presidente Chávez y
el canciller Maduro, son totalmente insuficientes y lo que ratifican es un
compromiso ideológico. No es verdad que la protesta popular es consecuencia de
una supuesta conspiración imperialista que busca dividir el territorio libio
para controlar sus riquezas petroleras. El problema es mucho más complejo: se
origina en el natural cansancio de un pueblo en un liderazgo que se ha
prolongado por más de cuarenta años, sin resolver los graves problemas de
atraso cultural, político y económico del pueblo libio.
Es verdad, que existe
una corriente de libertad que impulsa a la lucha a los pueblos árabes cansados
de regímenes personales y antidemocráticos, pero también es cierto que en ningún otro país la represión alcanzó los
niveles de Libia. Esta realidad debe tener una explicación. En mi artículo de
la semana pasada traté sobre el tema. La inexistencia en Libia de una moderna
institución armada, profesional y apolítica, hizo la gran diferencia con la
solución pacífica de las crisis en Egipto y Túnez El real poder de Muamar Gadafi y de sus hijos
se sustenta en la organización de una
milicia constituida por nacionales, absolutamente politizados, y mercenarios
extranjeros que sienten que su compromiso no es con el Estado libio sino con
el gobierno y su líder.
La pregunta que
tienen que hacerse los venezolanos, ante tan dolorosos acontecimientos, es si el régimen chavista no tiene entre sus
objetivos copiar una estructura de poder similar a la establecida por Gadafi en
Libia. Es verdad, que las circunstancias sociales y políticas venezolanas son
muy diferentes, pero es imposible olvidar que las conspiraciones militares de
la década de los ochenta y noventa tuvieron estrechas vinculaciones ideológicas
con ese régimen. Tampoco, se puede dejar de recordar el fuerte rumor que
existió, durante las elecciones de 1998,
sobre el respaldo económico de Gadafi a la campaña electoral de Hugo Chávez. Si
observamos, con absoluta objetividad, la orientación antidemocrática del
régimen debemos empezar a preocuparnos.
No es por casualidad
que el régimen chavista se ha dedicado a debilitar la independencia de los
poderes y a controlar férreamente a los
medios de comunicación. De todas maneras,
hay dos aspectos que deseo resaltar porque considero que son las pruebas
más consistentes de la cercanía ideológica del chavismo al régimen de Gadafi:
la tendencia de Hugo Chávez a querer prolongarse eternamente en el poder y el
progresivo esfuerzo de reemplazar a la Fuerza Armada, de orientación profesional y
apolítica, por una organización dominada por la existencia de una milicia
ideologizada, con presencia de mercenarios cubanos. Más claro no canta un
gallo. Ojalá, mis compañeros de armas valoren los riesgos que enfrentan
Venezuela y su Fuerza Armada. Respeten y hagan respetar la Constitución
Nacional.
Caracas, 20 de marzo
de 2011.
fochoaantich@gmail.com.