FOTO: Cardenal Rosalío Castillo Lara. Por cortesía de Moral y Luces
Cuando de colores se trata, a veces es difícil definir cual es más agradable para cada ser, pero al final siempre se impone, la elección individual, esta va a estar identificada con la personalidad, la espiritualidad, las preferencias y en general los valores y creencias de los hombres y mujeres que poblamos el Universo.
En Venezuela se intenta cada día convertir la religión, las costumbres, la política, la cultura, la economía, la educación y otros, en razón de un pretendido proceso revolucionario donde se atropella, la dignidad humana, se secuestran los poderes públicos, se estimulan practicas orientadas a un nuevo Socialismo del siglo XXI, pero todo enmarcado en una nefasta “marea roja” que trata de contaminar a la población venezolana y que acecha a los ciudadanos con impregnarlos y arrastrarlos hacia las tenebrosas y turbulentas aguas del Comunismo.
Cuando hablamos de “rojo” lo identificamos como un color encarnado muy vivo parecido al de la sangre, esta tonalidad representa ser el primer color en el espectro solar y por su gran trascendencia se asocia con la imagen de la violencia, de la fiesta brava, se relaciona con las luchas iracundas y puede identificarse hasta con los propios predios de la morada, el ambiente o los dominios de lucifer. No queremos decir con esto, que el color rojo sea malo, ni mucho menos nefasto, pero en Venezuela a la luz de todos los ambientes, se nos pretende vender e imponer el camino del Comunismo, al Rojo Vivo.
Por el contrario cuando nos referimos al “púrpura” lo identificamos como un rojo subido hacia el tono violáceo que nos representa la dignidad imperial, real, cardenalicia. Nos identificamos con la visión divina de la representación de la pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo y cuando nos referimos al término “purpurado” su referencia mental y verbal es equivalente a la de un Cardenal de la Iglesia Católica Romana.
Para nadie es un secreto que el pretendido proceso revolucionario, se incorpora la manipulación de lo sagrado y lo divino tratándolo de sesgar hacia lo profano y fetiche. Se trata de disminuir las creencias, la fe y sustituirlas por la clarividencia, la idolatría, el oscurantismo, el culto a la personalidad, el cambio de héroes de la historia patria y la fundamentación de sucesos sobre la base de predicciones de elementos de la magia negra, propios de las orientaciones que reciben a diario, los grandes jerarcas del desgobierno nacional.
La valiente posición personal, adoptada por su eminencia el Cardenal Rosalio Castillo Lara, es ejemplarizante para toda Venezuela y la Comunidad Internacional. Su intención y decisión mantiene en el venezolano la fe, la esperanza y refuerza el recuerdo de la presencia de Dios, Nuestro Señor, ante todos los convencionalismos sociales, proyectando su imagen sobre las leyes del hombre libre, impregnándolas de pureza, blancura y transparencia.
La reacción del usurpador de la Presidencia de la República Hugo Chávez Frías y sus secuaces gubernamentales, no se ha hecho esperar. Cotidianamente, denigran, desestiman y tratan de amilanar la fortaleza del pueblo, con referencias verbales en tono peyorativo ante la intervención de un representante de la iglesia católica: “La oposición púrpura” o en otro caso, el “cardenal retirado” o la referencia del autócrata hacia “el espanto de la comarca.”
Resulta ser que en la profunda fe cristiana, una inmensa mayoría que estamos en la posición correcta, ante el descalabro del Estado y la subyugación de la Nación , nos importa muy poco, que nos señalen de ser oposición y con orgullo aceptamos el señalamiento de púrpura.
En lo que respecta al retiro del Cardenal Castillo Lara, esto no se puede interpretar como el pase de una condición de activo a pensionado, porque en el caso de la proclamación de la religión, las personas no se jubilan de la fe cristiana.
Tampoco significa que se este espantando a nadie. Cuando se da el caso que alguna persona se cambia de religión, la creencias siguen siendo sobre la presencia de un ser supremo, superior, omnipotente que destella su luz para la sanción de las almas y solamente se le conoce en el nombre de DIOS y en el paraíso terrenal, este no es susceptible de ser sustituido por ningún líder, mártir, caudillo o gobernante alguno.
Cuando los adversarios al régimen, incluyendo al Cardenal Castillo Lara, nos atrevemos a calificar al sistema de gobierno como “dictadura,” lo hacemos con el conocimiento cierto de la degeneración política en la forma de administrar el Estado y más aun cuando nos manifestamos por convocar a un desconocimiento total del régimen gubernamental lo hacemos amparados responsablemente por el texto constitucional vigente.
No hay sublevación, ni insubordinación, ni rebelión, sino por el contrario existe una “obligación ciudadana” ante el menoscabo de los derechos humanos, la contrariedad en la observancia de las garantías, valores y principios democráticos en Venezuela.
Finalmente, en ningún momento, se trata de enfrentar las fuerzas rojas que identifican al Comunismo contra las púrpuras del Catolicismo. De lo que verdaderamente se trata es de que entendamos de una vez por todas, que en lo sucesivo la mala gestión de gobierno no nos garantiza, la convivencia, la paz, la estabilidad y mucho menos la libertad. El Cardenal Castillo Lara en su valiente y patriótica posición personal, trata de establecer una cadena comunicacional hacia el señalamiento del camino correcto, que no es otro que la observancia del Articulo 350, por mandato constitucional.
Cita: “Una cadena mas sólida y más brillante que los astros del firmamento nos liga nuevamente con la iglesia de Roma que es la fuente del cielo”.
Simón Bolívar.
Simón Bolívar.
Coronel (Av.) Sammy Landaeta Millán
Caracas, 24 de Octubre de 2005.