Los Locos de la Vela de Coro
Por: Eumenes Fuguet Borregales
Fiesta tradicional, celebrada el 28 de diciembre, en el Día de los Santos Inocentes, recordando la maldad del rey Herodes “El Grande”, contra los niños. Es una réplica de antiguas tradiciones, cuando los amos les concedían a los esclavos, permiso para disfrazarse con improvisados harapos y el rostro cubierto, pudiendo parrandear, tomar y hasta robar animales de corral.
En Carabobo se celebra en Canoabo, en Lara en Sanare igualmente en algunas poblaciones de Cojedes; en esta oportunidad nos referiremos a la festividad que se realiza en la Vela de Coro, ciudad histórica, Patrimonio Cultural de la Humanidad por disposición de la UNESCO, desde el 9 de diciembre de 1993, se lleva a cabo, esta emotiva actividad, constituyéndose en sitio de reencuentro de la Falconianidad, de visitantes de diferentes ciudades del país y países vecinos.
El vestuario es preparado en secreto, representando animales con variados modelos; algunos trajes llegan a pesar hasta veinticinco kilos; el esfuerzo es recompensado con valiosos premios en metálico, la alegría, aplausos y la motivación de los miles de asistentes. Es una vieja tradición española con algunos matices afro indígenas, que con el tiempo, ha adaptado cierto estilo caribeño y brasilero.
Los cientos de participantes se organizan en “comparsas”, conocidas como “Las Locainas”, con su jefe denominado “Capitán” o “el Diablo Cachimbo de Piedra”, quien se desplaza con su vestimenta y un rejo, se convierte en el terror de los niños.
En 1930, durante los inicios de esta fiesta popular, se utilizaban antifaces y vestimenta de mamarrachos, elaborados con harapos; los participantes, robaban gallinas, chivos y cochinos, para mitigar el hambre; actualmente, reciben colaboración de los comerciantes y asistentes.
El festejo, se inicia el 27 de diciembre, con la salida a las siete de la noche de “La Mojiganga”, vestida con levita, montada en un burro, en bicicleta, moto o vehículo, al son del tambor veleño, ella anuncia el inicio de la celebración y señala las casas a ser visitadas por las Locainas o comparsas.
El 28 a las siete de la mañana, se lanza un “primer cohete”, anunciando la aparición del “Pordiosero”, quien se desplaza en bicicleta o moto, conocido como “el Correo”; este personaje toca de casa en casa, invitando a los pobladores, sumarse a la festividad.
Al lanzarse el “segundo Cohete”, los comerciantes proceden a cerrar sus negocios, dada la proximidad de “las Locainas”, dispuestos a perturbar la paz del pueblo veleño; al dispararse el “tercer Cohete”, bajo lo animación de los conjuntos musicales, aparecen “las locainas”,luciendo sus brillantes trajes y ocultando sus rostros con máscaras, algunas al estilo veneciano.
En la cabeza, algunos se colocan una especie de cucurucho, decorado con colores brillantes, sus manos cubiertas con guantes o medias femeninas.
Durante la celebración, se utilizan instrumentos tales como: maracas, violín, cuatro y el conocido tambor veleño. Luego del oficio religioso y el desfile, las comparsas se distribuyen por las calles y al entrar en las casas, para jugarles broma a los residentes, distorsionan la voz, para no ser reconocidos.
Concluida la celebración, las autoridades proceden a la premiación de disfraces y comparsas. En el Carnaval del Mundo en 1997, realizado en Bélgica, participó una representación de la Vela de Coro, recibiendo los mejores elogios y comentarios de la prensa y de los asistentes.
Esta celebración, conjuga el sincretismo religioso con la fiesta pagana.
Historia y Tradición
Remisión del texto: May De La Vega
Fuente de la imagen: Falcón