EDITORIAL:
“Yo si me tomo esta foto”. Paul Sfeir.
May 18, 2011
May 18, 2011
Dedicado a la memoria de mi padre, Jorge Sfeir (+) -venezolano para siempre- y en honor a Eligio Cedeño.
En la década de los años cincuenta, cuando Venezuela cruzaba el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, en Chile iniciaba la presidencia (1952) don Carlos Ibáñez del Campo.
Hablamos de una Latinoamérica en la que el comunismo internacional comenzaba a actuar y en la que las noticias que venían de Centro América y el Caribe a Chile eran preocupantes y a veces muy tergiversadas. Desde Venezuela los aparatos de daño no actuaban diferente en aquellos días a como lo hacen hoy; se indujo a la gente y a los gobiernos de la región, aprovechando el creciente temor al comunismo, a hacer creer la idea errónea de que los exiliados venezolanos que vivían su refugio en Chile eran comunistas. Aunque alguno de ellos sí lo era, y es hoy actor del alto gobierno chavista, destacándose por la obscura gestión que ha tenido en varios puestos de confianza, la mayoría de ellos no era comunista, era demócrata (Adeco, Copeyano, o similares).
Con el tiempo fui tomando conciencia de lo que mi padre había significado para muchas personas y el por qué había elegido a Venezuela para que nosotros sus hijos creciéramos, gracias a las historias que el mismo nos trasmitía. Mi padre cosechó amistad muy estrecha con varios de estos luchadores demócratas que se cobijaron en Chile, y era hecho público que esto era así. Por esta razón, el presidente de la República de Chile, don Carlos Ibáñez del Campo, llamó a mi padre a una cita en su despacho y le comentó:
- Jorge, me llega desde Caracas una noticia que dice que los exiliados venezolanos que tenemos aquí en el país (Chile) son comunistas y es posible que haya una orden de captura y los tengamos que entregar a las autoridades venezolanas –
Mi padre le refiere al Sr. Presidente que él conoce a varios de ellos, que mantiene amistad y el Presidente le comenta que precisamente por eso lo convoca a esta reunión. Mi padre se compromete a indagar la información y constatar con ellos mismos, sus amigos, y el Presidente de la República abre un compás de espera de unas horas antes de dar una orden final.
De forma inmediata mi padre contacto a sus amigos venezolanos y les dijo:
- Braulio (Jattar), Jorge (Dager), acabo de hablar con el Presidente de la República y llegó la información desde Caracas a través de su consulado que ustedes son comunistas y que los van a tener que entregar a Venezuela. ¿Es verdad esto o no?-
A lo que ellos responden:
- Jorge (Sfeir), no, no somos comunistas. Somos Social Demócratas (Adecos) que es el equivalente al Partido Radical chileno. No podemos ser comunistas porque somos demócratas. Tu nos conoces bien.-
Mi padre acude nuevamente a la oficina de Presidente de la República y da la información, a lo que el Sr. Presidente pregunta y decide:
- Jorge (Sfeir), creo en lo que me dices porque te conozco pero ¿estas tu dispuesto a firmar un documento jurado en el que te haces responsable de la información que me has referido y de la actuación en nuestro país de los exiliados venezolanos?-
Mi padre no lo dudó y firmó ese compromiso de fe en la verdad y la democracia inmediatamente. Cuando vinieron los tiempos borrascosos del comunismo en Chile, estos amigos ya en Venezuela demostraron ser amigos incondicionales y absolutamente demócratas. Mi padre no le temió a la verdad, a la democracia, a la amistad y “se tomó esa foto”.
Hoy, Venezuela tiene un exilio como aquel que tocó vivir a los venezolanos de los 50’s, a los chilenos de los 70’s y 80’s.
En Miami, donde resido después de vivir 30 años en Venezuela y ejercer mi “venezolanía” (está bien, tiene razón, “venezolanidad” pues, pero es que me gusta inventar…) con todo, he tenido la oportunidad de entender a mi padre. He conocido a venezolanos de toda clase, todo nivel socio económico, toda tendencia, pero en condición igualitaria de destierro… He visto como al igual que en tiempos de mi padre, de Venezuela también vienen noticias erróneas y mal intencionadas, incluso a menudo muchas de ellas se tejen en esta misma ciudad producto de espejismos. Noticias y rumores que buscan dañar la imagen de amigos y enemigos por igual, “no importa, total lo que se necesita es el poder” ¡!!.
En los últimos meses he tenido la oportunidad de interactuar de varias formas con un ícono de la lucha silenciosa pero efectiva a favor de la democracia y la justicia en Venezuela. Eligio Cedeño. No me refiero al banquero, al empresario exitoso, sagaz, brillante que “levanta el polvero” de la crítica malsana por la sola envidia. Me refiero al otro Eligio, al que se ríe con ganas, al que se conmueve y llora como el más bravo de los varones; me refiero al Eligio al que le escuché decir en voz muy baja y tal vez buscando mi complicidad con sus sentimientos cuando nos iban tomar una foto “vamos a ver quién se toma esta foto conmigo”. Me refiero al Eligio que es feliz con un pabellón criollo y un vaso de jugo en la casa del más humilde de los exiliados; el Eligio que ayuda, y ayuda, y ayuda y ayuda, y al que alguien le reconozca o le agradezca es prácticamente un imposible. Me refiero al hombre que paso casi tres años secuestrado en una cárcel por el régimen (ahora exiliado en Miami) y que en cuanta tribuna tiene la oportunidad de comunicar ofrece excusas por matrices de opinión puestas a rodar en su contra por un régimen que ya conocemos como actúa y de las que su persona es caprichosa víctima.
¿Qué significa Eligio Cedeño en la lucha contra el régimen comunista venezolano?, para quienes quieren seguir vilipendiando ignorante y gratuitamente, la respuesta es lógica; significa la ayuda directa y verdadera a quienes van por el camino correcto de la verdad, de la democracia, de la libertad, de la justicia y eso es eficiente y muy riesgoso para quienes pretenden mantener hincada a Venezuela.
Yo si me tomo esta foto Eligio Cedeño, y es que el don de gente no te lo da “el billete”, te lo da la sensibilidad que uno identifica cuando se está cerca tuyo. Sonríe hermano, hoy es un buen día para eso; la justicia y la libertad te han sonreido.
Seguimos de pie y de frente.
Paul Sfeir.
paul@radionexx.com
En la década de los años cincuenta, cuando Venezuela cruzaba el gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, en Chile iniciaba la presidencia (1952) don Carlos Ibáñez del Campo.
Hablamos de una Latinoamérica en la que el comunismo internacional comenzaba a actuar y en la que las noticias que venían de Centro América y el Caribe a Chile eran preocupantes y a veces muy tergiversadas. Desde Venezuela los aparatos de daño no actuaban diferente en aquellos días a como lo hacen hoy; se indujo a la gente y a los gobiernos de la región, aprovechando el creciente temor al comunismo, a hacer creer la idea errónea de que los exiliados venezolanos que vivían su refugio en Chile eran comunistas. Aunque alguno de ellos sí lo era, y es hoy actor del alto gobierno chavista, destacándose por la obscura gestión que ha tenido en varios puestos de confianza, la mayoría de ellos no era comunista, era demócrata (Adeco, Copeyano, o similares).
Con el tiempo fui tomando conciencia de lo que mi padre había significado para muchas personas y el por qué había elegido a Venezuela para que nosotros sus hijos creciéramos, gracias a las historias que el mismo nos trasmitía. Mi padre cosechó amistad muy estrecha con varios de estos luchadores demócratas que se cobijaron en Chile, y era hecho público que esto era así. Por esta razón, el presidente de la República de Chile, don Carlos Ibáñez del Campo, llamó a mi padre a una cita en su despacho y le comentó:
- Jorge, me llega desde Caracas una noticia que dice que los exiliados venezolanos que tenemos aquí en el país (Chile) son comunistas y es posible que haya una orden de captura y los tengamos que entregar a las autoridades venezolanas –
Mi padre le refiere al Sr. Presidente que él conoce a varios de ellos, que mantiene amistad y el Presidente le comenta que precisamente por eso lo convoca a esta reunión. Mi padre se compromete a indagar la información y constatar con ellos mismos, sus amigos, y el Presidente de la República abre un compás de espera de unas horas antes de dar una orden final.
De forma inmediata mi padre contacto a sus amigos venezolanos y les dijo:
- Braulio (Jattar), Jorge (Dager), acabo de hablar con el Presidente de la República y llegó la información desde Caracas a través de su consulado que ustedes son comunistas y que los van a tener que entregar a Venezuela. ¿Es verdad esto o no?-
A lo que ellos responden:
- Jorge (Sfeir), no, no somos comunistas. Somos Social Demócratas (Adecos) que es el equivalente al Partido Radical chileno. No podemos ser comunistas porque somos demócratas. Tu nos conoces bien.-
Mi padre acude nuevamente a la oficina de Presidente de la República y da la información, a lo que el Sr. Presidente pregunta y decide:
- Jorge (Sfeir), creo en lo que me dices porque te conozco pero ¿estas tu dispuesto a firmar un documento jurado en el que te haces responsable de la información que me has referido y de la actuación en nuestro país de los exiliados venezolanos?-
Mi padre no lo dudó y firmó ese compromiso de fe en la verdad y la democracia inmediatamente. Cuando vinieron los tiempos borrascosos del comunismo en Chile, estos amigos ya en Venezuela demostraron ser amigos incondicionales y absolutamente demócratas. Mi padre no le temió a la verdad, a la democracia, a la amistad y “se tomó esa foto”.
Hoy, Venezuela tiene un exilio como aquel que tocó vivir a los venezolanos de los 50’s, a los chilenos de los 70’s y 80’s.
En Miami, donde resido después de vivir 30 años en Venezuela y ejercer mi “venezolanía” (está bien, tiene razón, “venezolanidad” pues, pero es que me gusta inventar…) con todo, he tenido la oportunidad de entender a mi padre. He conocido a venezolanos de toda clase, todo nivel socio económico, toda tendencia, pero en condición igualitaria de destierro… He visto como al igual que en tiempos de mi padre, de Venezuela también vienen noticias erróneas y mal intencionadas, incluso a menudo muchas de ellas se tejen en esta misma ciudad producto de espejismos. Noticias y rumores que buscan dañar la imagen de amigos y enemigos por igual, “no importa, total lo que se necesita es el poder” ¡!!.
En los últimos meses he tenido la oportunidad de interactuar de varias formas con un ícono de la lucha silenciosa pero efectiva a favor de la democracia y la justicia en Venezuela. Eligio Cedeño. No me refiero al banquero, al empresario exitoso, sagaz, brillante que “levanta el polvero” de la crítica malsana por la sola envidia. Me refiero al otro Eligio, al que se ríe con ganas, al que se conmueve y llora como el más bravo de los varones; me refiero al Eligio al que le escuché decir en voz muy baja y tal vez buscando mi complicidad con sus sentimientos cuando nos iban tomar una foto “vamos a ver quién se toma esta foto conmigo”. Me refiero al Eligio que es feliz con un pabellón criollo y un vaso de jugo en la casa del más humilde de los exiliados; el Eligio que ayuda, y ayuda, y ayuda y ayuda, y al que alguien le reconozca o le agradezca es prácticamente un imposible. Me refiero al hombre que paso casi tres años secuestrado en una cárcel por el régimen (ahora exiliado en Miami) y que en cuanta tribuna tiene la oportunidad de comunicar ofrece excusas por matrices de opinión puestas a rodar en su contra por un régimen que ya conocemos como actúa y de las que su persona es caprichosa víctima.
¿Qué significa Eligio Cedeño en la lucha contra el régimen comunista venezolano?, para quienes quieren seguir vilipendiando ignorante y gratuitamente, la respuesta es lógica; significa la ayuda directa y verdadera a quienes van por el camino correcto de la verdad, de la democracia, de la libertad, de la justicia y eso es eficiente y muy riesgoso para quienes pretenden mantener hincada a Venezuela.
Yo si me tomo esta foto Eligio Cedeño, y es que el don de gente no te lo da “el billete”, te lo da la sensibilidad que uno identifica cuando se está cerca tuyo. Sonríe hermano, hoy es un buen día para eso; la justicia y la libertad te han sonreido.
Seguimos de pie y de frente.
Paul Sfeir.
paul@radionexx.com