Se caen las caretas
La indescriptible desesperanza del venezolano se hace patente en estos días; el cinismo, la mentira y la burla de los voceros del régimen se hace presente sistemáticamente ante la opinión pública. Todo ha sido burlado, denuncias de todo orden, nacionales e internacionales en contra del régimen, inducido para provocar la salida del régimen han sido infructuosas. El régimen dictatorial se jacta y burla de los países democráticos. El país y sus instituciones están en manos de la delincuencia y de usurpadores, ductores o colaboracionistas, donde traidores que se dicen de oposición se pliegan ya abiertamente quitándose la careta y apoyando sin condiciones los designios del régimen en un vergonzoso accionar de cohabitación y complicidad.
La aspiración de rescatar la democracia se enfrenta al cinismo de negociar la impunidad a cambio de unas elecciones precipitadas, soslayando las aspiraciones verdaderamente democráticas. En Venezuela perdimos el control para la canalización de un cambio. El rescate de la libertad y de la democracia solo puede estar en la única acción posible y es la de provocar la salida del poder usurpado, forzar la salida de la invasión cubana, sacar la guerrilla del control regional, desestabilizar al narcotráfico y lograr la desvinculación con los intereses geopolíticos de países no democráticos.
Esta necesidad tropieza con una poderosa obstrucción que es utópica derribarla mediante una negociación con delincuentes y usurpadores basada fundamentalmente en una elección electoral apresurada llevada a cabo con la perversa estrategia del régimen y de una oposición en manos de connotados dirigentes desprestigiados cuya convivencia se ha puesto de manifiesto sin rubor y desvergonzada estimulando una acción engañosa acordada de supuestas elecciones donde lo que importa es tener un gobierno electo de cualquier manera para lavar la cara de la crítica internacional, validar el poder por el poder, proteger desmanes, otorgar impunidad al chavismo y continuar ejerciendo el horror y la corrupción sin límites.
Una solución negociada no puede dejar de lado la impunidad a los responsables del desastre venezolano, de aquellos que han violado la Constitución, que han afectado la seguridad nacional de países democráticos, y la complicidad con el narcotráfico, proteger la guerrilla, propiciar la invasión cubana que convirtió al país en una provincia de ellos con el apropiamiento ilegítimo de sistemas, instituciones, recursos de todo orden y complementariamente la protección de intereses y de actores externos que al fin han puesto su huella en territorio americano.
La estrategia del mantenimiento del poder por parte del régimen se consolida con la ayuda y habilidades de traidores de la mal llamada oposición, que ven en la negociación electoral no solo su supervivencia política, sino del aprovechamiento del poder por la vía electoral sin pensar en las consecuencias de un país destruido que no tolera la incertidumbre de los meses por venir.
Parece que nadie toma en cuenta las decisiones del TSJ legítimo cuando invalidó el sistema electoral, sentenció la usurpación y la obligación constitucional de penar a los responsables de la corrupción y de los operadores del CNE por la instigación a delinquir y engañar con elecciones fraudulentas continuas, que al ser descubiertos los convierten en sujetos al margen de la ley y que deben responder por sus actos delictivos.
Seamos claros en el tema electoral que con tanto fervor se propaga nacional e internacionalmente. Es imprescindible sustituir y enjuiciar a las autoridades electorales, responsables nacionales y regionales, por personas que reúnan los requisitos de independencia y honestidad, seleccionados de acuerdo con los procedimientos legales muy claros donde no pueden intervenir personas con antecedentes poco claros como lo son los que desesperadamente maniobran para ingresar al sistema y proteger intereses del régimen.
Es absolutamente necesario expulsar del sistema a funcionarios del gobierno cubano que se apropiaron del sistema de identificación y desarrollar un nuevo sistema de identificación para determinar quiénes son venezolanos de verdad y respetar su derecho al voto. Basado en un documento de seguridad y de elementos biométricos desarrollado y asesorado por organismos internacionales que incluyan a la diáspora de más de 5 millones de venezolanos, necesitada de una organización electoral para ejercer en el exterior sus derechos apoyados en un servicio consular que requiere cambiar su estructura y legalidad.
El sistema electrónico está viciado, incluso declarado por los propios cómplices del régimen cuando sus operadores huyeron al caérseles la careta con sus tramposerías. El venezolano común no puede continuar aguantando un año más esta desdicha, miseria y mucho menos involucrarse en una elección cuyo resultado será nuevamente fraudulento y su resultado tendría una composición donde el chavismo será actor fundamental ocultando sus culpas, gozando de impunidad ante sus fechorías golpistas y corruptelas.
La solución a nuestros problemas no está en la negociación mencionada, ni en elecciones apresuradas hechas mediante pactos sustentados en engaños y falsas expectativas sin cumplir con premisas importantes tales como la necesidad de echar del país a los depredadores del ejército cubano, la eliminación de las bases rusas que osaron instalar puestos militares en territorio nacional apuntando sus misiles a países democráticos, a detener la política de pago de las deudas chinas a cambio de permitir la depredación de los recursos naturales, echar a las FARC y al ELN y suprimir los controles militares que ejercen abiertamente en el país, a los islamistas que tienen sus bases de entrenamiento en Venezuela y a los que trafican con los recursos pervirtiendo el sistema financiero internacional, de ladrones y especuladores que sobreviven a costilla de los desposeídos que mueren de hambre y producen el deterioro de la salud, de detener el éxodo de gente que ya es rechazada con restricciones internacionales que los somete a la xenofobia y a la esclavitud de la supervivencia.
Echar del poder al régimen no se logra con negociaciones, sino sola y únicamente con la solidaridad y acción directa de una coalición militar que no puede permitir que el globo se contamine con la corrupción, pérdida de valores, la ética y la democracia. Este país no soporta más a los eternos traficantes enriquecidos bochornosamente paseando su prepotencia y desfachatez por medio mundo a costilla del dinero robado. Esa solución no está en negociar elecciones sin preparación y transparencia; es echándolos y la única forma es por la fuerza, con gente honorable que mejore las condiciones institucionales, que inicie un programa de reconstrucción nacional y finalmente retome la vía democrática con un sistema electoral que permita democráticamente elegir a sus gobernantes, incluyendo a los propios dirigentes de las organizaciones que detentan las bases democráticas de las instituciones, partidos políticos y gremios.