¿Por qué la MUD no promueve protestas masivas como las del Brasil?
¿Por qué Capriles ya no habla del fraude? ¿Por qué ya no mencionan el
informe de la misión europea? ¿Por qué quieren participar en las
municipales con el mismo árbitro que nos robó las presidenciales? ¿Por
qué no investigan dónde nació Maduro? ¿Por qué no muestran el segundo
video de Mario Silva?
Todas estas preguntas atormentan a los venezolanos y causan
suspicacias. Pareciera que Capriles no quisiera asumir su triunfo o que a
la MUD no le interesa un cambio de gobierno. Algunos hasta sospechan
que la oposición pactó con el gobierno.
Pero la verdadera explicación es que Capriles y la MUD finalmente
entendieron que el régimen jamás entregará el poder por las buenas, y
que para lograr un cambio de gobierno se requiere la colaboración de las
Fuerzas Armadas Nacionales.
Temen que sacar la gente a la calle, seguir hablando del fraude,
denunciar la verdadera nacionalidad de Maduro o demostrar la podredumbre
de régimen, podría detonar una intervención militar.
Por algún extraño motivo, Capriles y la MUD prefieren al régimen de
Maduro (o sea, el dominio de los cubanos), que a una junta cívico
militar.
Piensan que toda intervención castrense conduce inexorablemente a un
golpe de derecha, al estilo Pinochet, aunque conocen y aplauden el
antecedente del 23 de enero de 1958: una rebelión cívico militar que
derrocó la dictadura, restableció el Estado de Derecho, y convocó a unas
elecciones limpias y transparentes.
Capriles y la MUD tienen en la cabeza un falso estereotipo de los
militares, que les impide valorarlos como simples ciudadanos de
uniforme, que sufren como cualquier otro las calamidades causadas por el
gobierno.
Ya no quedan dudas que el régimen es ilegítimo, que está subordinado a
los hermanos Castro, que entrega nuestros recursos al extranjero, que
protege a las FARC y a los colectivos armados, que se roba los dineros
públicos, que comete crímenes de lesa humanidad, y que ni siquiera es
capaz de gobernar. Por tanto, los sectores democráticos no deben tener
ningún temor de exigir a las Fuerzas Armadas Nacionales cumplir con su
deber de defender la soberanía, restablecer la vigencia de la
Constitución, y resguardar la seguridad de los ciudadanos.
No se trata de una responsabilidad exclusiva del sector castrense,
sino una obligación de todos los venezolanos, que requiere el concurso
de civiles y militares por igual. La situación del país es insostenible y
requiere de un cambio inmediato, antes de que el castro-comunismo
termine de destruir la patria.
FUENTE: Venezuela Soberana