Soy mama de dos niñitas de 12 y 10 años y de Alfredo de 7. En mis
círculos, Alfredo es famoso por dos cosas: tremendamente tremendo y
tremendamente simpático. Sus máximos héroes son Juan Arango, Cristiano
Ronaldo y Messi, en ese orden. Acaba de empezar primer grado. La emoción
mas grande de Alfredo en su nueva aventura escolar era usar la cantina y
comprar con lo grandes; se compró un portamonedas más grande que su
bolsillo y fue lo primero que metió en el bulto tremendamente grande que
escogió para primer grado.
Todos los días le dábamos alguito para la cantina. Una tarde que lo busco para el fútbol se monta en el carro rojo, sudando y muerto de sed. Le pregunté por qué no se había comprado nada y me contesta “Ma yo no ha gastado nada desde que empezó el colegio, estoy ahorrando para comprar la gorra de Capriles”. Se me arrugó el corazón, cuando revisé el portamonedas ahí estaban efectivamente sus billeticos de 20, 10 y 2 arrugados. Finalmente, con “ayuda” de todos en la casa Alfredo reunió los 100 que necesitaba: un billete de 50, uno de 20, dos de 10, tres de 2 y cuatro monedas de 1. Durante dos días contó y recontó, felíz de tener los 100 completos; el sábado 10 am ya estábamos camino a Los Naranjos a comprar la gorra, Alfredo en un estado de emoción absoluto. Nos bajamos del carro billetera en mano, se acerca al stand de Primero Justicia y dice “Sra. por favor dame una gorra de Capriles” mientras sacaba orgullosamente sus ahorros. Casi me muero cuando la señora dijo que no le quedaban, pero otra señora que estaba oyendo, se quitó su gorra, la puso en la mesa y dijo como si nada “Ay mira papi, aquí está la última que nos quedaba….” Solo en Venezuela!
De ahí en adelante, la gorra se convirtió en una extensión de Alfredo, la usaba hacia atrás para jugar fútbol, de frente para jugar tenis, se dormía con la gorra y se la ponía apenas se despertaba. En el carro iba con la gorra hasta que se tenía que bajar al colegio y lo primero que se ponía al llegar a la casa. Alfredo jugaba Playstation, Wii y buscaba videos en Youtube con la gorra puesta. Se la pedimos prestada para ir a la marcha y primero la marcó por si acaso se nos perdía…
En realidad no fue la gorra sino el significado de la gorra: esperanza y lucha encarnadas en un gran líder. Me impresionó ver como Alfredo empezó a seguir la campaña del flaco (le parecía ofensivo usar “el flaco” decía Henrique Capriles con todo respeto), aprendió de cada partido político que lo respaldaba, de la MUD, contaba los pendones en la calle, oía conmigo la entrevistas de radio en el carro y no se perdía un cierre de campaña. Gracias al flaco Alfredo aprendió más de lo que yo o el colegio le hubiésemos podido enseñar: aprendió geografía de Venezuela (el día que pasó de Mérida a Anzoátegui se impresionó por el recorrido, decía que el autobús gastaba full gasolina), entendió que en Venezuela habemos muchos y no somos todos iguales pero que tenemos que tratar de ser todos iguales, entendió que la violencia es mala, que las clínicas hay que arreglarlas para que la gente enferma se cure; llegó a conocer tanto el mensaje de Henrique Capriles que cuando nos sentábamos todos a ver algún cierre, nos mandaba a callar y nos decía “Cállense que ahora viene la parte que dice que votar por él es votar por nosotros…” o si no repetía a la vez “Te quiero
Todos los días le dábamos alguito para la cantina. Una tarde que lo busco para el fútbol se monta en el carro rojo, sudando y muerto de sed. Le pregunté por qué no se había comprado nada y me contesta “Ma yo no ha gastado nada desde que empezó el colegio, estoy ahorrando para comprar la gorra de Capriles”. Se me arrugó el corazón, cuando revisé el portamonedas ahí estaban efectivamente sus billeticos de 20, 10 y 2 arrugados. Finalmente, con “ayuda” de todos en la casa Alfredo reunió los 100 que necesitaba: un billete de 50, uno de 20, dos de 10, tres de 2 y cuatro monedas de 1. Durante dos días contó y recontó, felíz de tener los 100 completos; el sábado 10 am ya estábamos camino a Los Naranjos a comprar la gorra, Alfredo en un estado de emoción absoluto. Nos bajamos del carro billetera en mano, se acerca al stand de Primero Justicia y dice “Sra. por favor dame una gorra de Capriles” mientras sacaba orgullosamente sus ahorros. Casi me muero cuando la señora dijo que no le quedaban, pero otra señora que estaba oyendo, se quitó su gorra, la puso en la mesa y dijo como si nada “Ay mira papi, aquí está la última que nos quedaba….” Solo en Venezuela!
De ahí en adelante, la gorra se convirtió en una extensión de Alfredo, la usaba hacia atrás para jugar fútbol, de frente para jugar tenis, se dormía con la gorra y se la ponía apenas se despertaba. En el carro iba con la gorra hasta que se tenía que bajar al colegio y lo primero que se ponía al llegar a la casa. Alfredo jugaba Playstation, Wii y buscaba videos en Youtube con la gorra puesta. Se la pedimos prestada para ir a la marcha y primero la marcó por si acaso se nos perdía…
En realidad no fue la gorra sino el significado de la gorra: esperanza y lucha encarnadas en un gran líder. Me impresionó ver como Alfredo empezó a seguir la campaña del flaco (le parecía ofensivo usar “el flaco” decía Henrique Capriles con todo respeto), aprendió de cada partido político que lo respaldaba, de la MUD, contaba los pendones en la calle, oía conmigo la entrevistas de radio en el carro y no se perdía un cierre de campaña. Gracias al flaco Alfredo aprendió más de lo que yo o el colegio le hubiésemos podido enseñar: aprendió geografía de Venezuela (el día que pasó de Mérida a Anzoátegui se impresionó por el recorrido, decía que el autobús gastaba full gasolina), entendió que en Venezuela habemos muchos y no somos todos iguales pero que tenemos que tratar de ser todos iguales, entendió que la violencia es mala, que las clínicas hay que arreglarlas para que la gente enferma se cure; llegó a conocer tanto el mensaje de Henrique Capriles que cuando nos sentábamos todos a ver algún cierre, nos mandaba a callar y nos decía “Cállense que ahora viene la parte que dice que votar por él es votar por nosotros…” o si no repetía a la vez “Te quiero
Venezuela!”. Pero lo que más me
impactó fue como entendió que el futuro esta allá pero que hoy hay que
empezar a construirlo, el significado de progreso. Entendió el concepto
de esperanza y de luchar siempre mientras ella exista. Increíble, el
flaco logró que un niño de 7 años prefiriera ver un cierre de campaña a
un partido de fútbol, ahora los héroes eran Henrique Capriles, Juan
Arango, Cristiano Ronaldo y Messi, en ese orden.
El día de las elecciones Alfredo estaba particularmente alborotado y tremendo, corría, brincaba de la bicicleta al monopatín mientras me preguntaba cómo iba la cosa, era lógico ganar para él, nadie podía ser mejor o más fuerte que Capriles. Mi esposo y yo sabemos que para Alfredo perder es todo un tema, llora horrible y no se puede controlar. Cuando ya al final de la angustia se supieron los resultados, me preocupé igual por Venezuela que por Alfredo, lo digo en serio. Nos sentamos los cinco a ver por televisión el discurso de Capriles reconociendo la derrota. Alfredo nos vio con sus ojotes despepitados y viendo que ya las niñitas y yo habíamos arrancado a llorar, empezó a llorar…nunca se me va a olvidar Alfredo empijamado, con su gorra tricolor puesta sentado en las piernas de mi esposo llorando con el mismo dolor que cuando perdió la Vinotinto contra Chile.
El flaco demostró su grandeza una vez más con su discurso y Alfredo, con la profunda admiración que sentía y entre pucheros y lagrimas, oyó hasta la última palabra de su héroe, lo acompañó hasta el final.
Fue una noche interminable y triste, no tenía cómo consolar a ninguno de los tres. Alfredo se quedó dormido sin la gorra puesta, supuse que la gorra ya no tenía el mismo significado así que no le quise preguntar donde estaba. Verlo dormido sin la gorra me partió el alma. Alfredo se despertó como siempre, muerto de risa así que aproveché para averiguar a donde había ido a parar la gorra. Entonces Alfredo me agarra la mano y me lleva a su closet de juguetes, saca una cajita cerrada y ahí está la gorra: espachurrada entre sus transformers.
Y vino la explicación: ”¿Mami tú te acuerdas que anoche Capriles dijo que tenía 40 años y que va a ser presidente en la próxima elección?” Le contesto que claro “Bueno mami, estoy guardando mi gorra en un lugar que no se ensucia, cuando sea la próxima campaña la voy a vender por 115 que es full mas que 100 y la plata se lo voy a dar a Henrique Capriles para que le ponga gasolina al autobús cuando vaya de Mérida a Anzoátegui…”
Gracias flaco, te hablo como madre, cada vez que veas un niñito con una gorra tricolor recuerda que efectivamente sembraste semillas a lo largo y ancho del país. Muchas semillas, muchos Alfredos dispuestos a luchar por un sueño: Venezuela, el mejor país del mundo…!
El día de las elecciones Alfredo estaba particularmente alborotado y tremendo, corría, brincaba de la bicicleta al monopatín mientras me preguntaba cómo iba la cosa, era lógico ganar para él, nadie podía ser mejor o más fuerte que Capriles. Mi esposo y yo sabemos que para Alfredo perder es todo un tema, llora horrible y no se puede controlar. Cuando ya al final de la angustia se supieron los resultados, me preocupé igual por Venezuela que por Alfredo, lo digo en serio. Nos sentamos los cinco a ver por televisión el discurso de Capriles reconociendo la derrota. Alfredo nos vio con sus ojotes despepitados y viendo que ya las niñitas y yo habíamos arrancado a llorar, empezó a llorar…nunca se me va a olvidar Alfredo empijamado, con su gorra tricolor puesta sentado en las piernas de mi esposo llorando con el mismo dolor que cuando perdió la Vinotinto contra Chile.
El flaco demostró su grandeza una vez más con su discurso y Alfredo, con la profunda admiración que sentía y entre pucheros y lagrimas, oyó hasta la última palabra de su héroe, lo acompañó hasta el final.
Fue una noche interminable y triste, no tenía cómo consolar a ninguno de los tres. Alfredo se quedó dormido sin la gorra puesta, supuse que la gorra ya no tenía el mismo significado así que no le quise preguntar donde estaba. Verlo dormido sin la gorra me partió el alma. Alfredo se despertó como siempre, muerto de risa así que aproveché para averiguar a donde había ido a parar la gorra. Entonces Alfredo me agarra la mano y me lleva a su closet de juguetes, saca una cajita cerrada y ahí está la gorra: espachurrada entre sus transformers.
Y vino la explicación: ”¿Mami tú te acuerdas que anoche Capriles dijo que tenía 40 años y que va a ser presidente en la próxima elección?” Le contesto que claro “Bueno mami, estoy guardando mi gorra en un lugar que no se ensucia, cuando sea la próxima campaña la voy a vender por 115 que es full mas que 100 y la plata se lo voy a dar a Henrique Capriles para que le ponga gasolina al autobús cuando vaya de Mérida a Anzoátegui…”
Gracias flaco, te hablo como madre, cada vez que veas un niñito con una gorra tricolor recuerda que efectivamente sembraste semillas a lo largo y ancho del país. Muchas semillas, muchos Alfredos dispuestos a luchar por un sueño: Venezuela, el mejor país del mundo…!