LA EXPLOSION MUNDIAL
Gonzalo J. Morales
El mundo conocido está explotando. No se trata de utilizar dinamita, sino por actuaciones de los pueblos, muchas equivocadas, o dirigidas con intención destructiva. Como resultado está cambiando.
Nuestro mundo se encuentra siempre amenazado por fenómenos naturales que, al aparecer con regularidad, generan profunda y valiosa destrucción material y humana, tales como sismos, tifones y huracanes, inundaciones, tsunamis, incendios. En adición, los también inmensos peligros generados que acechan a la humanidad, tales como la explosión demográfica, la carencia de agua en algunas regiones, el hambre por la insuficiencia de alimentos. Luego, los incontrolados peligros, también producidos, por el ambiente y el calentamiento global. Todo esto acompañado por enfermedades mortales, epidemias, pandemias.
La humanidad está amenazada por su desaparición.
Así mismo debemos actuar en ese mundo, adicional, que se debate entre múltiples enfrentamientos, también destructivos: uno político-ideológico entre el capitalismo y el socialismo-comunismo, este último totalitario; otro geopolítico-económico entre los Estados Unidos y China; en adición el de tintes político-religiosos entre los árabes-musulmanes y Occidente; la religión católica amenazada; otro, más grave, entre la inmensa mayoría de los pueblos donde predomina la desigualdad frente a los más iguales, que incluye las diferencias entre el color del tinte de piel, así como también la desavenencia entre los países del Primer Mundo y los del Tercer Mundo, o sea los más adelantados frente a los atrasados.
Desde hace años se mantiene un estado de guerra permanente en países africanos, tales como Libia desde la época de Khadaffi; o Marruecos con el Frente Polisario y Saharaui; en Nigeria y Mali con el intemperante Boko Haram; Etiopia en Tigray; en el Asia, en Siria con la intervención de Irán, Rusia y Estados Unidos; en Irak, donde intervienen Irán y Estados Unidos; en Yemen, donde participa Arabia Saudita; se enfrentan constantemente India y Pakistan, India y China, guerra civil en Afganistan, luego otros localizados en Filipinas, Indonesia. Europa también, donde Bielo- Rusia aprisiona a los opositores.
Las guerrillas florecen aquí en lo que fue la tranquila Sur América, amenazando algunas al territorio venezolano y ocasionando numerosos daños. El ejemplo es Colombia, con sus variados frentes de guerrilla, los ya tradicionales FARC y ELN. Brasil, Bolivia, Nicaragua y Chile alborotados, y viene también Cuba, muy esperado.
Vemos que tales enfrentamientos ocurren en todos los continentes, con gamas diferentes.
No es fácil imaginar el tremendo problema con que se enfrentan las potencias, cuando se ven obligadas a seguir detalladamente los acontecimientos en cada una de esas regiones mundiales, estudiarlas para evaluarlas, adentrarse y luego buscar soluciones para concebir sus propias políticas.
Quienes pertenecemos al mundo occidental, de origen judeo-cristiano, el de los grandes logros que han hecho avanzar a la humanidad, sin distingos de clase, nos encontramos inmersos en esos grandes conflictos, sin desearlos o buscarlos.
¿Es que podremos eliminarlos, reducirlos, para que sean menos destructivos?
Entre otros se encuentra Venezuela, pequeña e impreparada para avanzar sin muletas. incapaz de comprender esta situación mundial, compleja, aparentemente lejana, evaluarla y actuar responsablemente, en adición a la tragedia suya, propia, actual.
Pobre país, apetecido por muchos en su aislamiento.
En ausencia de una organización política nacional efectiva, con una dirección apropiada, podría encontrarse, ahora, supuestamente para dirigirla, con tres instituciones prestigiosas, importantes: la Iglesia Católica, incluido el Vaticano; las Academias Nacionales que solo actúan de manera mediatizada; la institución privada, encabezada por Fedecámaras. Los partidos políticos, todos, brillan, impotentes. por su indiferencia. Gobiernos extranjeros, encabezados por los Estados Unidos y la Unión Europea, intervienen activa pero limitadamente, dentro de sus planteamientos geopolíticos, frente a Rusia, China e Irán. El Pacto de San Pablo dirige los esfuerzos destructivos de Cuba, a los que se agregan otros americanos, influyentes.
Una gran mayoría de la humanidad, consumida por problemas inmediatos de supervivencia, está al margen de esas pugnas mencionadas y las desaprueba, pero es muy poco e insuficiente lo que está en capacidad de realizar y alcanzar.
Tales enfrentamientos habían ocurrido siempre, muy lejos de los países americanos, solo llegaban ante nosotros como noticias casi desapercibidas, ahora las tenemos, no en la puerta, sino muy adentro, nos las han impuesto, nos penetran y amenazan con destruir nuestros valores y costumbres.
Total, estamos en un mundo nuevo, donde hay inmensas amenazas, cada una capaz de destruirlo.
¿Es que se pueden concebir soluciones que nos permitan resolver tales amenazas?
Deben haberlas, pero puede ser muy difícil de hallarlas, aceptarlas e imponerlas.
Por lo tanto, es imprescindible enviar un mensaje de alerta, buscando una mayoría que acepte las realidades y busque soluciones.
¿ENTONCES QUÉ ES LO QUE QUEREMOS O NECESITAMOS? ¿LO RECONOCEMOS?
¿Un mundo más igual?
¿Un mundo más tranquilo?
Y ENTONCES???
Prestar más atención mundial a los problemas mundiales y buscar soluciones.
IMAGEN SUPERIOR: Por cortesia de OPS / Monitoreo de Amenazas Naturales