De: Enrique Melendez O. melendezo.enrique@yahoo.com
Date: sáb., 21 de septiembre de 2024 7:11 p. m.
Subject: artículo
El terror de los Cabello.
FOTO: Imagen de Diosdado Cabello, por cortesía de TalCual
Primero El Aissami, luego le toca a Diosdado
Por: Humberto González Briceño
Cuando Tareck El Aissami estaba en pleno proceso de acumulación de poder dentro del régimen chavista muy pocos podían apostar o siquiera sugerir que terminaría esposado, preso y acusado de corrupción. Esto último, por cierto, se ha convertido en el signo distintivo de todo operador chavista que se precie de serlo. De lo que se acusa a El Aissami es algo en lo cual andan embarcados todos los operadores del régimen. Entonces si Tareck El Aissami ha caído en desgracia no es precisamente porque el chavismo genuinamente quiera castigar su propia corrupción sino más bien por otras razones.
La urgencia en conseguir divisas evadiendo las sanciones impuestas en su momento por los Estados Unidos y otros países al régimen chavista ha arrastrado al chavismo a emprender operaciones de naturaleza ilegal tales como el narcolavado y la venta de petróleo en el mercado negro. Esta última operación le fue encomendada por el Estado chavista a Tareck El Aissami entonces presidente de PDVSA y con fichas claves dentro del régimen.
La triangulación consistía en poner petróleo venezolano en manos de intermediarios dispuestos a pagar con dólares en efectivo o criptomonedas. Aunque se presupone que los compradores detrás de estos intermediarios son otros Estados y empresas multinacionales las transferencias de los pagos no podrían realizarse mediante el sistema bancario internacional precisamente por las sanciones, de allí la necesidad de traficar con dinero efectivo o digital.
Lo irregular de este procedimiento impide cualquier mecanismo de control o fiscalización por parte del propio Estado chavista. Se puede saber cuánto petróleo salió, pero para determinar cuánto dinero se estaba pagando por esa mercancía habría que confiar en la palabra del operador involucrado. Entonces es perfectamente normal que una cantidad residual vaya quedando en el camino en manos de los intermediarios mientras otras sumas de dinero logran llegar a los bolsillos de los cabecillas.
Según la versión oficial en la trama PDVSA-Cripto se han desaparecido 21.000 millones de dólares. El problema seguramente surge cuando se repara que 21.000 millones de dólares es una exorbitante cantidad de dinero que sirve para algo más que el lucro personal de los operadores implicados. Una persona como Tareck El Aissami con la ambición, las conexiones militares y ahora con suficiente dinero bien podría estar en posición de influenciar operadores claves del régimen para sacar a Nicolás Maduro del poder.
La defenestración de Tareck El Aissami tiene todas las características de un ajuste de cuentas en las luchas intestinas que se libran dentro del régimen chavista para decidir el control político y militar. Su liquidación se parece más a la neutralización de un golpe de estado en sus primeras fases. Por un intento similar el otrora zar del petróleo en el régimen chavista Rafael Ramírez también fue políticamente descabezado.
Hay quienes aseguran que el régimen ha escogido este momento para admitir con drama la detención de Tareck El Aissami y desviar la atención sobre el tema de la farsa electoral. Otros dicen que se trata de una estrategia mediática para vender la imagen de un régimen chavista que castiga su propia corrupción. Todo esto es posible. Pero lo más probable es que se trate de un mensaje nítido y claro que el régimen le envía a sus propios operadores para recordarles quién manda y que tan lejos está dispuesto a llegar para seguir en el poder.
Una vez liquidado Tareck El Aissami solo queda Diosdado Cabello en posición de disputarle el poder a Nicolás Maduro. Esta es una confrontación anunciada e inevitable que ha sido diferida varias veces. Cabello no tiene los recursos financieros que en su momento acumuló El Assami pero tiene importantes cuotas de poder dentro del régimen chavista y su estructura militar. Sin embargo, su influencia ha ido disminuyendo al punto de tan solo garantizar su supervivencia, sin la fuerza real para enfrentar a Nicolás Maduro.
Cuando le toca a Diosdado Cabello el ajuste de cuentas es algo que hoy nadie sabe. Pero quienes aún dudan de este desenlace deberían repasar el más reciente episodio con la decapitación política de Tareck El Aissami que hasta hace un par de años también parecía imposible.- @humbertotweets
Por: Humberto González Briceño
Como ya es habitual en los últimos 8 años, el mercenario de la comunicación Ignacio Ramonet fue a Miraflores los primeros días de Enero de este año a recibir sus incentivos como operador propagandístico del régimen chavista. En su paso furtivo y rápido por Caracas Ramonet, como es costumbre, aprovechó para conversar con Nicolás Maduro y escribir una empalagosa apología ensalzando al tirano venezolano.
La pieza en cuestión jamás alcanzó el nivel de una entrevista sino más bien un testimonio público de irrefrenable adulación donde Ramonet, solícito, se postraba como alfombra persa para que Maduro pudiera caminar y contornearse con absoluta comodidad. En algún momento, maravillado y salivando por las respuestas básicas de Nicolás Maduro, el operador Ignacio Ramonet le diría en relación a la liberación de Alex Saab: "Fue una bellísima victoria, presidente. A través del mundo muchas personas se alegraron de esa liberación, porque habían militado por denunciar todas las falsedades que se dijeron…"
De todos los asuntos tratados en esa conversación hay uno de particular importancia para los venezolanos y es el que tiene que ver con la forma como el régimen chavista se prepara para encuadrar su fraude electoral de este año. Si acaso algo habrá que agradecerle al sablista Ramonet es que nos haya ayudado a captar las claves de lo que realmente está pensando el jefe de la macolla chavista sobre la perpetración de la farsa electoral.
El chavismo por boca de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello ha insistido que este año habrá elecciones. Sin embargo, las acciones del régimen chavista han tomado caminos distintos y separados del discurso. Cada énfasis en la aseveración de que sí habrá elecciones viene acompañado de una serie de acciones que más bien indican que el régimen chavista se está preparando para suspenderlas o posponerlas.
Mientras la falsa oposición sigue envalentonada con su candidata en el carnaval electoral, el chavismo no solo mantiene oculta la fecha de los comicios sino que además se ha reservado el derecho de decidir hasta última hora quiénes serán los candidatos opositores habilitados para participar.
La indefinición y ambigüedad que rodean las elecciones que convocará el chavismo este año confirma que estas serán sin condiciones ni garantías en el mejor espíritu de burlar, como siempre, los acuerdos con la falsa oposición. Pero, por supuesto, ya sabemos que aunque el chavismo cumpla la formalidad de convocarlas según su propia pseudo legalidad esto no significa necesariamente que estas se realizarán.
Lo más probable es que la ilusa esperanza de la falsa oposición para unas elecciones competitivas se vaya diluyendo conforme pasen los meses de 2024 y el chavismo siga usando su tinglado jurídico-militar para violar sus propias leyes, bien sea suspendiendo en forma indefinida o posponiendo en forma sucesiva la elección presidencial con el pretexto de la supuesta confrontación con Guyana.
Tratando de aparentar cierta neutralidad, sin lograrlo, Ignacio Ramonet en el referido encuentro le prepara la cama a Nicolás Maduro para que este se mueva a gusto y diga lo que le plazca: "La oposición ya ha designado a unos nueve candidatos, al parecer. Y los analistas dan por descontada la candidatura de usted... Así que quisiera preguntarle si será usted, efectivamente, el candidato del chavismo a la elección presidencial de 2024?"
A lo que el candidato Maduro le responde: "Yo lo que te puedo decir es que es prematuro todavía. Apenas el año empieza. Solo Dios sabe… No Diosdado, Dios. Esperemos que se definan los escenarios electorales del proceso que va a haber este año, y estoy seguro que, con la bendición de Dios, tomaremos la mejor decisión."
En entrelineas lo que está diciendo el candidato del PSUV es que este aun siendo la opción oficial del chavismo para seguir dirigiendo el gobierno no lo quiere admitir púbicamente, al menos no por ahora. ¿Por qué? Porque, según Maduro, los escenarios electorales aún no se han definido y las decisiones para definirlos aún no se han tomado.
Esto pone la convocatoria de las elecciones en manos de una serie de incidencias y factores todas las cuales dependen en su totalidad de lo que le convenga al chavismo con una muy frágil apariencia de legalidad y legitimidad, no tanto para impresionar a la llamada comunidad internacional como para persuadir a sus propias fuerzas armadas que ellos aún conservan cierta influencia política.
¿Por qué tendría Nicolás Maduro que embarcarse en el desgaste de una campaña para unas elecciones que nadie sabe cuándo serán o si efectivamente serán convocadas?
Gracias al lisonjero Ramonet ahora sabemos que el chavismo se pasará buena parte del 2024, o todo el año, jugando a la incertidumbre de unas elecciones que no cambiaran nada porque están diseñadas para que el régimen chavista cuente los votos y proclame sus resultados. Si ni siquiera Diosdado Cabello sabe la fecha de la farsa electoral chavista, mucho menos podrá esperar la falsa oposición para que le concedan unas elecciones competitivas. Sin embargo, muy a pesar de la incertidumbre y de la falta de condiciones y garantías para unas elecciones transparentes la falsa oposición seguirá pregonando la vía electoral como la única posible. La única para que el chavismo siga en el poder.- @humbertotweets
El papel de Diosdado Cabello en la nueva etapa del régimen chavista
Por: Humberto González Briceño
La influencia y dominación del régimen cubano sobre el Estado chavista es innegable. Esta relación va mucho más allá de la cooperación de dos países hermanados por actividades criminales. Cuba es una suerte de hermano mayor que aconseja y finalmente decide lo que hay que hacer mientras Venezuela venera a Cuba con petróleo, recursos y muchas otras cosas que sostienen esa relación de vasallaje necesaria para ambos Estados.
Pero algo que el Estado chavista ha calcado con exactitud del régimen cubano son los mecanismos para el control de su propia estructura y la purga de potenciales adversarios internos que puedan poner en peligro a todo el aparato. En este sentido el Estado chavista, como el Estado cubano, opera como un verdadero Estado policial con el objetivo de imponerse por la fuerza sobre la población civil desarmada y al mismo tiempo desplegar sofisticadas redes de espionaje interno para detectar y neutralizar posibles adversarios.
El objeto de estas delicadas y permanentes tareas de verdadera contrainteligencia es establecer patrones de conducta y perfiles de personas dentro de sus propias filas que podrían eventualmente rebelarse en algún momento, por razones diversas, aunque ellos mismos ni siquiera lo sepan o lo asuman en el presente. Suena a ciencia ficción, pero es el método que Fidel Castro tomó de la Unión Soviética estalinista y perfeccionó hasta su muerte para eliminar potenciales adversarios y colaboradores que no se sometían en un 100% a la irrevocable voluntad del caudillo gobernante.
La historia cubana durante la era de los Castro está llena de episodios que ilustran estas prácticas. Podemos citar dos de los más emblemáticos. El primero, el fusilamiento del General de División Arnaldo Ochoa Sánchez, el coronel Antonio de la Guardia Font, el mayor Amado Padrón Trujillo y el capitán Jorge Martínez Valdés. Todos ellos implicados en operaciones de narcotráfico por órdenes y para beneficio del régimen cubano que luego los condenaría por tráfico de droga y traición a la patria.
El segundo, de más reciente data, fue la defenestración de Felipe Pérez Roque ex Canciller de Cuba y quien hasta el 2009 se perfilaba como posible Presidente de Cuba de la mano de los hermanos Fidel y Raúl Castro. Luego de su destitución se desató una típica campaña de linchamiento moral para acusarlo de espionaje. El propio Fidel Castro acusaría a Pérez Roque de "ambicioso e indigno" en un artículo publicado en Granma al día siguiente de su destitución.
En la Venezuela chavista, desde Hugo Chávez hasta nuestros días, también las purgas selectivas de cuadros civiles y militares de la llamada revolución ha sido una constante para garantizar el control y los equilibrios internos. Dos casos igualmente emblemáticos serían los de Raúl Isaías Baduel y el más reciente de Tareck El Aissami. Aunque se podría argumentar que Baduel se abrió primero para desafiar abiertamente a Chávez, lo incluimos en este ejemplo por su significación para el chavismo en esa época (2007) y su indudable potencial para relevar a Hugo Chávez del poder. Por cierto, es una tarea pendiente para los historiadores examinar la influencia que pudo haber tenido el General Raúl Isaías Baduel en la derrota de la posición que Chávez defendió en el referéndum de 2007.
Lo que intentamos explicar es que el método cubano de purgas internas para asegurar el control del aparato estatal es de una extraordinaria vigencia en el Estado chavista como ya ha visto en el caso de Tareck El Aissami quien de ser el número 2 o 3 del régimen pasó a convertirse en el primer sospechoso de articular un plan político, económico y militar para sacar a Nicolás Maduro del poder. Y es que quien tiene -¿tenía?- fichas claves en las Fuerzas Armadas y amasa una fortuna de 23 mil millones de dólares no está pensando simplemente en un exilio dorado sino quizás en un propósito mucho más audaz y ambicioso.
El tema de El Aissami lleva irreversiblemente al de la grave crisis política y militar que hoy atraviesa el Estado chavista y formas para sobrevivir incluyendo el propio relevo de Nicolás Maduro. Aun cuando esto sea lo que aconseje la pragmática racionalidad para seguir a flote, no todos los grupos que operan en ese ecosistema están de acuerdo. De hecho Nicolás Maduro, los hermanos Rodríguez y Vladimir Padrino López no podrían estar de acuerdo con una movida que para salvar a todo el régimen pase primero por liquidarlos políticamente a ellos.
Pero además en regímenes como los de Cuba y Venezuela hay un protocolo con características de dogma que no se discute. El caudillo a la cabeza del aparato, Fidel Castro y Raúl Castro en Cuba, Nicolás Maduro en Venezuela, siempre muere en el ejercicio efectivo del poder. Y eso tiene una lógica. Quien ejerce la jefatura es ultimadamente el responsable de todas las decisiones de ese aparato estatal. Al no contar con el poder y la inmunidad que proveen ese cargo, su antiguo titular queda reducido al papel de un simple operador sin protección y a merced de numerosos enemigos internos y externos.
Quien conozca y entienda cómo opera el intrincado Estado chavista está más cerca de comprender que para la macolla del régimen todas las combinaciones posibles tienen que incluir a su jefe actual, Nicolás Maduro. Lo único que modificaría ese protocolo sería una situación sobrevenida como en el caso de la agonía y muerte de Hugo Chávez donde éste último, en el mejor estilo cubano, logró designar a su sucesor.
¿Y cómo queda entonces Diosdado Cabello, quien fuera del ecosistema chavista es percibido como un sucesor natural de Nicolás Maduro? En esta etapa que inicia el Estado chavista con la defenestración de Tareck El Aissami el papel de Diosdado Cabello seguirá siendo el de siempre: Periférico y marginal. A pesar de lo bullicioso en los últimos años Cabello nunca ha sido el número 2, ni el 3, ni el 4 dentro del régimen chavista, situación que parece no cambiará.
Cabello ha perdido todo poder dentro y fuera de las Fuerzas Armadas chavistas. Quienes le atribuyen a Diosdado Cabello un supuesto control del PSUV no entienden el abecé del clientelismo ni como las prebendas repartidas vía Carnet de la Patria amarran apoyos y lealtades al aparato que preside Maduro, no Cabello. También parece olvidarse que sus dirigentes regionales en el PSUV fueron descabezados, sus amigos en las FANB dados de baja, hasta fue destronado de la presidencia de la AN chavista. En realidad Cabello no tiene fuerza propia interna en el aparato estatal chavista para defenderse de una arremetida y menos aún para abrirse contra Maduro o su entorno (hermanos Rodríguez y Padrino López).
El papel que le queda reservado a Diosdado Cabello, hasta que Nicolás Maduro lo permita, es el de ser vocero de las decisiones que otros toman y anunciarlas jocosamente en la comedia semanal "Con El Mazo Dando". Pero siempre habrá alguien por encima de él. Llámese Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez o Vladimir Padrino López. Mientras Diosdado Cabello no haga jugada adelantada y Nicolás Maduro lo siga viendo con ojos de misericordia su destino en el futuro se parece más al oscuro papel de Pérez Roque que al de un Ochoa o un Baduel. Y eso, en esas circunstancias, se agradece.
Sin embargo, en el Estado chavista no hay garantías para nadie que no sea Nicolás Maduro, jefe del clan dominante. Nada impide que un día de estos la Policía Contra la Corrupción chavista nos sorprenda con un operativo en el SENIAT donde José David Cabello, hermano de Diosdado Cabello, reina sin control y sin auditoría desde el 2008. Todo se puede esperar de un régimen desesperado por aumentar los ingresos fiscales para sobrevivir y además urgido en neutralizar cualquier potencial adversario interno, por inocuo que parezca.- @humbertotweets