El último dardo de Uribe
Por: José Luis Méndez La Fuente
Álvaro
Uribe se va, pero sigue ejerciendo en los días que aún le restan, como
presidente en funciones de Colombia, y por eso, antes de entregarle la
presidencia a Juan Manuel Santos el 7 de agosto próximo, le acaba de
enviar un dardo envenenado a su homólogo venezolano Hugo Chávez.
Nos
referimos claro está, a la "detallada exposición", como la calificó el
representante de Panamá en la OEA, lo que en lenguaje diplomático
significa "convincente explicación", que hiciera hace una semana el
embajador colombiano Luis Alfonso Hoyos en la sesión extraordinaria del
Consejo Permanente de ese organismo, la cual no dejó lugar a dudas
acerca de la estrecha vinculación existente entre el gobierno
bolivariano de Venezuela y las FARC colombianas, demostrada como fue la
presencia de campamentos guerrilleros en nuestro país. La contundencia
de la prolija documentación que mostró Hoyos, quedó reflejada en la
reacción venezolana, primero en la OEA, a través del embajador Roy
Chaderton quien calificó de montaje las pruebas presentadas y luego del
propio Chávez, desde Caracas, diciendo que se trataba de un show y que
no se extrañaría de que Uribe ordenara un bombardeo a territorio
venezolano con la excusa de que hay un campamento de las FARC, para
finalmente levantar una pared, al anunciar por razones de dignidad, la
ruptura de relaciones diplomáticas con Colombia. Ambos contestaron, o
más bien protestaron, pero respuesta, lo que se dice respuesta, ninguno
de los dos la dio, ni a las preguntas y acusaciones del representante
colombiano, ni mucho menos a los venezolanos que esperaban una posición
del gobierno que no dejara ningún tipo de incertidumbre y que
permitiera, al menos, si no quería dar explicaciones, la visita de una
comisión de la OEA en nuestro territorio para erradicar cualquier
sospecha. Ver a Chávez al lado de Maradona insultando a Uribe, al que
llamó enfermo y mafioso, mientras Chaderton hablaba en la OEA, no
creemos que sea la imagen que proyecta un gobierno que se considere
serio ante un asunto de tanta gravedad. Por el contrario, fue una imagen
patética, decadente, de ídolos de barro.
Por su parte, hay
quienes consideran un error y poco conveniente, que la información
presentada en la OEA, proveniente de varias fuentes, entre ellas la
satelital proporcionada por el Pentágono, y en poder de Colombia desde
hace algún tiempo, no haya sido revelada por Uribe con anterioridad en
otro escenario más internacional y que se haga en las horas postreras de
su presidencia, o que en todo caso, no se esperara a que lo hiciera el
presidente electo Santos, durante el inicio de su mandato. Sin embargo,
es lógico pensar que ésta no fue solo una decisión de Uribe y que,
ciertamente, se prefirió hacerlo ahora, cuando su presidencia llega
precisamente al final, y cuando las relaciones entre ambos países
estaban ya muy resquebrajadas y deterioradas como consecuencia de las
innumerables disputas y conflictos que han protagonizado la historia
colombo-venezolana del último lustro. Pensándolo bien, Uribe le quitó a
Santos, quien fue su ministro de Defensa, una pesada carga que, desde
luego, hubiese hecho muy difícil al nuevo gobierno de Colombia mantener
unas cordiales relaciones con Venezuela, pues no es lo mismo comenzar la
presidencia con la tarea de restablecerlas, que ser la causa de su
ruptura.
Este dardo de Uribe, posiblemente el último, fue como
uno de esos fuegos artificiales que, de repente, explotan desde lo más
alto, iluminando el cielo, y dejándolo ver a todo el mundo.
José Luis Méndez La Fuente
xlmlf2@gmail.com
El Universal
Imagen cortesia de Ultraderecha Extrema