ES TIEMPO DE SENSATEZ. Por Óscar Gilberto Carrizales Pinto
Gral. Div. (Ej)
Tuve el inmenso honor de conocer al Tcnel (Ej) Igbert Marín Chaparro en septiembre del año 1998. Él era para aquel entonces el Alférez Mayor de la Academia Militar de Venezuela; es decir, el alumno más distinguido de todos los cadetes en los diferentes ámbitos del ciclo de formación de Oficiales del Ejército Venezolano. Quién suscribe, se desempeñaba cómo Segundo Comandante del Cuerpo de Cadetes de aquel prestigioso Instituto Universitario de Formación Militar. Pronto se inició una relación profesional entre aquel excepcional cadete y mi persona, pues muchas de las órdenes y directrices que se impartían desde la Dirección del Instituto o desde el propio Comando del Cuerpo de Cadetes se transmitían a mi persona; y según fuera el caso, se difundían al batallón de cadetes por vía del Alférez Mayor; es decir, por vía de Igbert Marín Chaparro.
Llegar a convertirse en el Alférez Mayor de su promoción y el cadete más caracterizado de la Academia Militar de Venezuela, es sin duda alguna un extraordinario mérito. Igbert Marín Chaparro, ocupo el primer lugar de su promoción desde el primer año como cadete de la Escuela Básica de las Fuerza Armada Nacional, hasta el quinto año en la AMV. En el área académica obtuvo las mejores calificaciones, no sólo en su tiempo, sino también, el más alto índice académico de todos los tiempos, superando aún con creces, muchos de los honorables cadetes que fueron distinguidos con la jerarquía de Alférez Mayor y
que se han formado en ese Instituto de Educación Superior. Es un atleta de alto rendimiento en la especialidad de fútbol, deporte que práctica con especial dedicación y devoción. En el ámbito militar, también obtuvo las mejores calificaciones en las materias propias del pensum de estudio; además de ser un verdadero líder, basando como siempre esta condición innata en el ejemplo hacia sus subordinados. De un valor envidiable, con una extraordinaria manera de expresarse en público. Siempre leal a la institución y a sus valores y creencias. La verdad como su norte invariable. Recio, disciplinado, dedicado a la lectura y a la investigación, respetuoso, humilde en su forma de pensar, sentir y actuar, excelente amigo. Honrado como persona alguna haya conocido; en fin, muchas son las virtudes y cualidades que acompañan a la personalidad de este excelente ser.
En febrero de 1999, es decir, cinco meses después, la superioridad me honro con la designación de Comandante del Cuerpo de Cadetes; y la relación de trabajo se estrecho aún más con este Alférez Mayor; a tal punto que intente convencerlo para que seleccionará el arma de infantería como especialidad castrense, pero no fue así. Decidió seguir los pasos de su distinguido padre y seleccionó el arma de blindados como su especialidad.
Transcurrió el resto del año académico y en el mes de julio de ese año 99, el Alférez Mayor Igbert Marín Chaparro se graduó con honores y obtenía su grado como subteniente. Ese mismo día quién suscribe, ascendía al grado de Coronel, continuaría un año más cómo Comandante del Cuerpo de Cadetes, pero terminaría la relación profesional con Igbert Marín Chaparro; y en su lugar, vendría otro cadete distinguido con la jerarquía de Alférez Mayor.
En lo sucesivo, poco supe de la vida profesional de Igbert Marín Chaparro, salvó algunas informaciones vagas sobre su destino y desempeño. Ocupó cargos en Batallones de Tanques, en la Guardia de Honor Presidencial, cómo Oficial de Planta de la Academia Militar de Venezuela, como Funcionario a la orden del Seniat, obtuvo un doctorado en Ciencias Políticas en la UCV y hasta allí mi conocimiento sobre Él; aunque debo decir, que cada vez que ascendía, su nombre aparecía ocupando el primer puesto del orden de mérito correspondiente y eso me satisfacía profundamente.
Pasé a retiro en julio de 2010, por tiempo de servicio cumplido. Mis últimos tres años de servicio activo los desempeñé en el exterior. Algunos días después de mi llegada al país, mi hija mayor, me alertó sobre la visita de un pretendiente. Así ocurrió. Apareció entonces el Capitán Igbert Marín Chaparro solicitando la mano de mi hija con el propósito de contraer matrimonio. Mi relación con Igbert pasó de ser profesional a convertirse en una relación familiar.
Él, por conducto de mi hija Yocelyn, me han honrado con el título más hermoso que un ser humano pueda aspirar; ellos me han convertido en ABUELO de dos hermosos niños: Rodrigo Alejandro y Manuela Victoria.
Igbert, desde que fuiste detenido injustamente en marzo de 2018 mi vida ha cambiado drásticamente; no hay día, ni noche que no piense en ustedes como familia; especialmente por los inocentes nietos, quienes sufren calladamente tu ausencia. También sufro por Yocelyn, quién ha sido una luchadora por tu causa y que ha arriesgado mucho de su salud mental, física y espiritual. Desde el 21 de diciembre de 2021 esa angustia se ha multiplicado y potenciado por la decisión que valiente y dignamente has tomado en defensa de tus Derechos Humanos, pisoteados e irrespetados por quienes te mantienen en cautiverio; pero que también lo haces por los derechos violentados del resto de los detenidos. Eso es ser un verdadero LIDER. Yo no dejaré de admirarte por ello.
ES TIEMPO DE SENSATEZ. Te queremos y necesitamos vivo. Tu esposa, tus padres, todos cuanto te queremos, pero especialmente tus hijos te quieren y te necesitan VIVO. Por lo tanto, en lo profesional te ORDENO que desistas de tu decisión, pero en lo personal te lo RUEGO.
Finalmente debo decirte: TE AMO HIJO.
P.D DIOS MÍO HAS OIDO MIS PLEGARIAS. Para el momento en que escribía estás palabras me he enterado por vía de las redes sociales que abandonaste la huelga de hambre.
6 de Enero 2022.
REMISIÓN: G/B (Av.) Eduardo Caldera Gómez.