El mito militar
Padrino no es 
héroe ni villano pero lo que preocupa es que ni él, ni nadie, tenga la 
mas mínima idea de como resolver la situación
Publicado en: Opinión
El tema militar siempre ha estado presente en la historia 
política venezolana. No solamente porque el último dictador oficial que 
tuvo el país fue un militar, ni por el hecho de que Hugo Chávez lo haya 
sido. Durante todo el régimen democrático, los militares siempre han 
ocupado un importante lugar en la política del país. Tanto así, que era 
común ver a los presidentes de entonces participando en eventos públicos
 teniendo a sus espadas la figura del Alto Mando militar, o de algunos 
otros militares. Esto, sin excluir la mar de veces que en las crónicas 
sociales podía observarse a los políticos de turno en fiestas y saraos 
con miembros de la institución castrense. En aquella época en Venezuela,
 el político que no tenía un amigo militar era poco menos que nadie.
Esta estrecha relación que existía entre los miembros de la 
institución armada y el mundo político venezolano, siempre mantuvo 
latente la idea de que en algunas circunstancias se hablara de la 
posibilidad de alguna intentona golpista.  Los alzamientos militares del
 “Carupanazo” y el “Porteñazo” (1962), junto con los sucesos de 1992 son
 ejemplos de esto.
Por ende, que cuando en el país se producen situaciones políticas de 
difícil solución para sus líderes, resulte obvio pensar en la 
posibilidad de que las Fuerzas Armadas sean capaces de intervenir.
Para nadie es un secreto que la crisis política venezolana ha llegado
 a un nivel tal, que se le ha ido prácticamente de las manos tanto al 
Gobierno nacional, como a los líderes políticos en general. Diecisiete 
años de gobierno revolucionario, sin que haya habido posibilidad alguna 
ni de enmendar la política del Gobierno, ni de sustituir a esta por 
parte de la oposición así lo demuestran.
De allí que el tema militar este de moda nuevamente en Venezuela, y 
lo está en cabeza del actual ministro de la defensa, General en Jefe 
Vladimir Padrino López, quien ha sido designado por el Presidente 
Nicolás Maduro para dirigir la “Gran Misión Abastecimiento Soberano”, a 
cuyo cargo estará el control de la producción, importación y 
distribución de alimentos y medicinas del país bolivariano.
De Padrino se ha creado una leyenda urbana de innumerables 
vertientes. Durante las pasadas elecciones parlamentarias, en donde la 
oposición gano la mayoría de los curules, mientras la directiva del 
organismo electoral hacia todo lo posible por demorar los resultados, el
 general Padrino apareció ante los medios de comunicación ratificando el
 apego de la institución militar a la Constitución Nacional. Esta 
actitud dio pie para que se crearan toda serie de rumores en donde se le
 atribuía un enfrentamiento con el para entonces Presidente de la 
Asamblea Nacional, militar retirado, Diosdado Cabello. En ese momento se
 escucharon innumerables opiniones favorables sobre dicho general, 
endilgándosele toda serie de habilidades y méritos que lo hacían ver 
casi como a un súper héroe. No habían terminado de  enfriarse los 
comentarios a favor del Oficial, cuando unas declaraciones suyas 
criticando a la oposición venezolana lo hicieron ver como un traidor, o 
un oportunista.
Hoy en día, a raíz de su designación como conductor de esta nueva 
misión política, el general Padrino es visto como el poder detrás del 
trono. Hay quien dice que este es el verdadero presidente de la 
Republica, o que en todo caso llegaría a serlo oficialmente si el 
Presidente Maduro fuere revocado.
En el caso del general Padrino este no es ni un súper héroe, ni el 
villano de la película.  Tampoco es el presidente bajo las sombras, ni 
necesariamente vaya a ser el verdadero presidente de la Republica en 
sustitución de Maduro, si eventualmente se produjera en Venezuela un 
referéndum revocatorio.
Padrino es simplemente Padrino, un ser humano de carne y hueso que indistintamente de sus habilidades,
 logros y /o desaciertos ha entendido lo que muchos parecen olvidar en 
Venezuela, y es que el esquema político del país, desde prácticamente 
los inicios de la primera presidencia de Hugo Chávez, es un sistema 
político en donde la  tradicional hegemonía civil por encima del poder 
militar -como sucede en todos los gobiernos democráticos del mundo- ha 
sido invertida, dando paso a este último.  Así, el poder militar ha ido 
abarcando no solo la mayoría de las posiciones políticas del Estado, 
sino ejecutando actividades atribuidas constitucionalmente al sector 
civil, supeditando de tal forma el poder civil al militar hasta borrar 
del mapa el obligatorio y fundamental control de gestión de la 
administración pública por parte de las instituciones del Estado.
El poder militar ha llegado a tales niveles, que la Ley Orgánica de 
la Fuerza Armada Nacional, hoy en día con el calificativo de 
“Bolivariana “(LOFANB), modificada mediante Ley Habilitante por el 
presidente Hugo Chávez, le otorgó al Presidente de la Republica el grado
 militar de Comandante en Jefe, atribuyéndole el mando operacional en forma directa,
 o a través del Oficial activo que este designe, para la conducción de 
operaciones o empleo de la Fuerza Armada Nacional. Esto quiere decir que
 no es el ministro de la defensa, sino Nicolás Maduro  quien posee el 
mando operativo de la FANB, teniendo este la facultad  de dirigir el 
desarrollo de las operaciones militares, definir y activar las zonas de 
conflicto, teatros de operaciones y regiones de defensa integral, entre 
otras atribuciones (Arts. 19 y 20 LOFANB).
En el caso particular de la Misión Abastecimiento Soberano, ni el 
general Padrino, ni la intervención Divina podrán hacer algo por 
abastecer al país de alimentos y medicinas, simple y llanamente porque 
si bien la crisis económica ha llegado a niveles extraordinarios,  la causa del problema no es un asunto económico, sino político. La
 raíz de esta situación no es otra que la implantación de un régimen 
socialista, que de acuerdo a expresas palabras del ex gobernante Fidel 
Castro, gran mentor de la revolución bolivariana, corresponde a un 
verdadero régimen comunista cuyo fundamento es la 
colectivización de la propiedad de los medios de producción.  Esto 
explica el por qué el Gobierno bolivariano  ha venido destruyendo la 
propiedad privada y la producción nacional, para sustituirla por una 
controlada exclusivamente por el Estado, creando por ende dependencia 
casi absoluta de la sociedad hacia este.
Esto explica igualmente el porqué, a raíz del establecimiento de esta
 ideología, el Gobierno ha venido influyendo para la modificación de las
 necesidades básicas a las cuales estaban acostumbrados los venezolanos,
 haciéndolas ver como superfluas y sinónimo de capitalismo.  Existen 
infinidad de ejemplos al respecto. Pensemos en algunos sencillos, como 
cuando el Presidente Chávez sugería la necesidad a los venezolanos de 
bañarse solamente durante dos minutos, o cómo uno de sus altos 
directivos hacía mención a título de una concesión especial,  sobre la 
posibilidad de facilitar productos de maquillaje para “la belleza de las
 mujeres venezolanas”. No digamos entonces del intento de modificación 
del yo interno de los venezolanos a cambio del llamado “Hombre Nuevo”, 
sugerido por el régimen revolucionario. Mucho menos mencionemos la 
modificación de la historia patria, sus símbolos, la imagen física del 
Libertador Simón Bolívar, y hasta el pensum de estudios para la 
educación de los niños y adolescentes en el país.
Esto asimismo explica por qué en Venezuela derechos inherentes a la 
persona humana, como el de expresarse libremente, el de participar en 
manifestaciones públicas, el derecho a la propiedad, a ejercer 
dignamente el trabajo que cualquiera desee, y hasta el de la vida misma,
 han sido conculcados; y es que es entendible que ninguna persona en su 
sano juicio aceptaría pacíficamente que su casa fuera invadida, su 
empresa o finca expropiada, o su medio de comunicación silenciado. Mucho
 menos aceptaría tranquilamente ver morir a sus seres queridos, 
simplemente por manifestar públicamente.
De allí que las declaraciones emitidas el pasado jueves 21 de julio 
por el conocido Oficial, en donde  señalara  que “en el socialismo se 
produce para satisfacer las necesidades y para eso vamos a empezar a 
trabajar rompiendo todas las cadenas de las dependencias y formulando un
 nuevo modelo productivo y distributivo…” (Sic), sean totalmente 
ciertas. Lo que no dice Padrino es que esas necesidades a las que hace 
mención, no son las que el pueblo requiere, sino aquellas que el 
Gobierno decide.
Lo preocupante no es el general Padrino, sino el curso de la 
crisis que a pasos agigantados crece en el país sin que exista la más 
mínima idea de cómo frenarla. Si Padrino lograse resolver los problemas a su cargo, entonces no deberá ser considerado General sino Dios.
FUENTE: NOTIMINUTO 







