Mi amada
Narcorepública
De tanto ponérselo
e intentar estirarlo, ya sea porque simplemente se encogió o por la gordura, el
disfraz de demócrata terminó quedándole demasiado apretado y brincapozo para
seguir usándolo. Se le habían rajado todas las costuras, dejando a la luz las ambiciones
desmedidas e intenciones que luchaban por liberarse del incómodo envoltorio.
Definitivamente la libertad, no era más que un trapo viejo.
El incontenible
avance del autoritarismo y el desmesurado crecimiento de la corrupción, la
anarquía y descomposición del país, hizo imposible seguir ocultando tras
apariencias la realidad. Habíamos llegado al llegadero, o al menos a su etapa
final, donde desnudo clamaba a gritos la imposición de la tiranía, la suya. Por
eso fue necesario reconocer al engendro que había surgido después de incubar
todos estos años, latiendo bajo la piel del país, de las instituciones tomadas
como botín de guerra para bautizar a esa criatura. Llegó el día, se proclamó
públicamente que de ahora en adelante seríamos una Narcorepública
Revolucionaria, la primera en el mundo por voluntad de su gobernante y la
incapacidad de evitarlo de sus gobernados. Seríamos la primera nación en
reconocer que para hacer la revolución mundial, se utilizaría como estrategia
militar, la exportación de drogas, armas y principalmente ideología,
herramientas absolutamente necesarias para destruir al odiado enemigo de la
revolución, el capitalismo mundial.
El triunfo de la
revolución quedaba por decreto por encima de cualquier institución, ciudadano,
propiedad, leyes o nación. El objetivo final lo justificaba todo, la revolución
misma lo exigía y el aplaudía la decisión. El primer logro de unificar todos
los poderes, ya se había logrado, ya que en una revolución es absurda una
división de poderes, porque el objetivo de todos era construir el socialismo
actuando como uno solo, convertirlos en un ariete para empujar con todo el peso
y aplastar a quienes se opongan. Allí estaría él, reluciente, emperifollado
recibiendo el aplauso de sus amigos de las FARC, Daniel Ortega, el lambucio de
Evo Morales y el histérico de Correa, el hermano Putin que le trajo de regalo
un Fusil Kalashnikov de oro con mira telescópica, los delegados de Irán, Siria
y Korea del Norte, que hablaban en esa jerga inteligible que nadie sabe si eran
insultos o halagos, finalmente en una cama de clínica feliz y sonriente el
Jefe, el padre de todo, Fidel.
Es imponderable
unificar a las fuerzas subversivas de toda Latinoamérica. Del triunfo de la
revolución venezolana depende el despertar de otras revoluciones, hasta lograr
la conformación de un gobierno mundial que controle absolutamente todos los
recursos, para ser equitativamente repartidos (entre ellos), una vez eliminados
los enemigos, que se opongan o la adversen.
Que gozo aquel
cuando el régimen declaró oficialmente y en la Gaceta Oficial la guerra abierta
contra el capitalismo y todas sus manifestaciones económicas, y que éste debía
ser erradicado. Para ello dieron carta Blanca a sus actores, liberando todo
tipo de restricciones, incluso traspasar las fronteras de lo legal, o la
destrucción de la sociedad misma para que resurgiera de sus cenizas el tan
esperado hombre Nuevo. Un revolucionario ideológicamente puro, absolutamente
obediente al estado, e incapaz de tener ningún tipo de lealtad más que con la
revolución. A partir de este momento la propiedad privada queda prohibida, so
pena de sufrir delito de cárcel y expropiación de todos los bienes a quienes se
opongan a esta medida social. Todo pertenecerá a la revolución. El estado
determinará el fin social de todas las propiedades incluyendo viviendas y luego
de intenso estudio (realizado por mí) dirá cómo serán repartidas de acuerdo a
su lealtad y cuántas personas vivirán en cada casa, mezclando a gentes de
distintas clases sociales en un mismo hogar para que el ejemplo socializante
sea absoluto y pueda enseñar a todos aquellos ignorantes que no conocen las
bondades del socialismo.
Asimismo se
aplicará el traslado y reeducación de todos aquellos que se opongan a la
medida, siendo para ello destinados campamentos educativos en los llanos de
varios estados, donde aprenderán a la fuerza si es necesario a ser socialistas
a juro o perecer al ser incapaces de entenderlo. Fue decretada la abolición de
la familia como estructura social. Esta radical medida se justificó como un
paso importante necesario para la construcción de una nueva sociedad
socialista. La familia debe ser superada por obsoleta, ya que representa un
obstáculo para hacer la revolución, de modo que vamos a evolucionarla de esa
antigua estructura egoísta que tuvo hasta ahora de madre y padre, para
convertirla en una eficiente máquina productora de revolucionarios, soldados
que vivan, trabajen y ofrenden sus vidas para conseguir el triunfo de la
revolución. Los niños desde su nacimiento pertenecerán al Estado, quien como
buen padre velará por su educación en los principios socialistas y militares,
siendo sus padres biológicos tan solo instrumentos para su creación, escogidos
cuidadosamente para que en único encuentro procreen niños sanos y fuertes,
útiles a la revolución.
Todos los
ciudadanos deberán convertirse al socialismo, sin distinción y deberán hacer
cursos de ideologización obligatoria para poder acceder a cualquier beneficio
social o empleo e incluso alimentos.
Los Pranes serán ascendidos
a generales y actuarán como comisarios políticos de la revolución señalando el
camino con su experiencia y entrega. Así las Fuerzas Armadas dentro de muy poco
cruzarán las fronteras de todo el continente sin disparar un solo tiro, para
ser recibidas como héroes que traerán la paz a estos países arrasados por la
droga y la podredumbre del capitalismo.
Por lo tanto los
orígenes del financiamiento de la revolución no continuará siendo materia de
discusión, este ingreso será declarado de utilidad pública, ya que esos
capitales serán purificados por la revolución para enviar la droga a los países
capitalistas y así convertirlos en un beneficio para la revolución y crear un
mundo más justo, el mundo revolucionario, utilizando el mismo dinero que ellos nos
pagan, para inocularles el cáncer de su propia destrucción a través de su
ambición. Y con ellos construiremos escuelas militares, y compraremos aviones
rusos, misiles nucleares, bombas, gas del bueno y la flota de submarinos más
grande el planeta. Venezuela será por fin una potencia militar.
Publíquese y
ejecútese
De pronto toda esa
belleza se borró en un instante, una imagen lo despertó. Sudando, apuñalado por
un dolor insoportable, su cuerpo cansado agotaba sus fuerzas en una última e
inútil lucha contra el cáncer que ferozmente iba ganando la batalla a paso de
vencedores y demoliendo una tras otra las posibilidades de cumplir su sueño.
Pero no era eso lo que más le dolió, sino la última parte del sueño, una
maldita imagen recurrente que lo atormentaba desde hace meses cada vez con más
frecuencia, en ella veía a millones de majunches votando contra él, para
joderlo, entre veía ellos sus propios colaboradores y lo peor, la insoportable
sonrisa de Capriles recibiendo la banda presidencial.
Ilustración: Weil
FUENTE: Publicado por Fabian Capecchi en Facebook