Por: Humberto González Briceño
Hay que seguir insistiendo en lo fundamental de la crisis política venezolana porque a algunos venezolanos se les puede olvidar y algunos políticos deliberadamente preferirán saltarse la página. En Venezuela no hay un Estado nacional que representa política y jurídicamente a la nación venezolana. En Venezuela opera un Estado chavista que controla todos los poderes, incluidos el militar y el electoral, con el propósito de perpetuarse en el poder mediante fraudes electorales que son convocados de acuerdo a la pseudo legalidad en la que se mueve el régimen chavista. Y esto seguirá siendo así hasta que no haya un verdadero cambio de régimen político y no un mero cambio de gobierno.
La línea que separa a la verdadera oposición de la falsa oposición en Venezuela es su definición frente a la Constitución de 1999 y el Estado chavista. La tesis de negociar condiciones para participar en los fraudes electorales que convoca el chavismo, con la vana esperanza de que este algún día admita su derrota, sólo beneficia al régimen. Y aunque esta tesis tenga variaciones y modulaciones de tono y forma en lo fundamental es una tesis propia de la falsa oposición, no importa quien la proponga.
Por otra parte la tesis que propone no participar en la farsa electoral del régimen y luchar por su derrocamiento, en lugar de buscar maneras de cohabitar con él, es una tesis que corresponde a una verdadera oposición que efectivamente se opone, resiste y confronta al Estado chavista.
Luego de haber cometido una inmensa cascada de errores y haber desperdiciado innumerables oportunidades para confrontar y vencer al Estado chavista desde 1999 la falsa oposición se presenta hoy como una abanderada de la sensatez y la racionalidad política. Su discurso parte de la premisa que establece la imposibilidad de salir del chavismo por cualquier otra vía que no sea la estrictamente electoral. Esto pavimenta el camino para reciclar falacias ya conocidas como: "Si la oposición se une en torno a un solo candidato…", "Si la mayoría de los venezolanos vota…", "Si no hay abstención…", etc. Si estos supuestos se cumplen entonces se le podría ganar al chavismo, dicen.
Lo que no explican es que todos estos supuestos están irreversiblemente atados a la condición de todas las condiciones: La aceptación total de las viciadas reglas de juego del Estado chavista cuidadosamente diseñadas para producir resultados electorales predeterminados y la renuncia a cualquier otra forma de lucha política. Y aquí es donde el chavismo cobra todos los dividendos al asegurarse de contar a perpetuidad con la rendición de su supuesta oposición.
Durante un tiempo la falsa oposición justificaba la necesidad de negociar acuerdos con el régimen chavista para conseguir mejores condiciones electorales. El chavismo desprecio la petición y les tiró la puerta en las narices. Suficiente para que la falsa oposición no volviera a hablar del asunto, dando por aceptadas las reglas del fraude chavista, y pivotando a una posición que justifica seguir negociando con el chavismo aunque se trate de asuntos menos relevantes.
Quizás para agregar variedad y colorido a un viejo discurso, que ya está rancio y fastidioso, hay quienes desde la falsa oposición han emprendido una campaña para que el régimen chavista permita la participación de los venezolanos que están en el exterior. Por supuesto, siempre dentro del marco estricto de las condiciones electorales chavistas que, como ya se sabe, están diseñadas para producir resultados favorables al régimen independientemente de quiénes y cuántos voten.
Esta campaña mediática para pedir el voto de los venezolanos en el exterior tiene abundantes ornamentos retóricos y épicos para posicionarla casi como una segunda epopeya independentista. Deliberadamente se ignoran los elementos de fondo que permiten el sostenimiento del régimen chavista para en cambio tratar de intoxicar a las masas con nuevos alucinógenos para que en medio del delirio y el paroxismo se entreguen a la infame orgia electoral.
Los promotores del voto de los venezolanos en el exterior no solo se saltan lo estructural-fundamental del Estado chavista. Estos operadores de la falsa oposición no terminan entender que esos 7 millones de venezolanos, sujeto objetivo de su campaña, ya votaron y de hecho están cansados de votar. En un país como Venezuela donde no existe la menor posibilidad de elegir opciones libremente, la decisión y el acto de emigrar es indiscutiblemente una forma de votar y expresar con claridad una posición política. En este sentido, emigrar es un voto en contra del régimen chavista que ha destruido a Venezuela. Pero también es un voto de rechazo a la falsa oposición que ha sido incapaz de liderar una lucha que saque al chavismo del poder.
La imparable migración (7 millones que han abandonado Venezuela) y la masiva abstención (80% de venezolanos que se quedan y se niegan a ser parte de la charada electoral) son las mejores evidencias que las tesis negociadoras y colaboracionistas de la falsa oposición son tan inviables como desesperanzadoras. @humbertotweets