¡NO PUEDO RESPIRAR!, ¡NO HAY OXIGENO! LA BOTA CASTROCOMUNISTA ESTÁ SOBRE EL CUELLO DE CUBA
Dr. Oscar Elías Biscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Presidente del Proyecto Emilia
Medalla Presidencial de la Libertad
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Fidel y Raúl nunca se han arrepentido de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Cuba desde el inicio de la dictadura.
La ejecución por fusilamiento es un instrumento de coacción y tortura contra la disidencia al régimen castrosocialista. Este es el instrumento de terror y control a la población cubana, que permite el sostenimiento en el poder del país a la tiranía castrista. Por eso afirmaron con la mayor arrogancia y desprecio a la humanidad: "Fusilamientos Sí. Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando".
En 1959, Fidel Castro instauró el terror de estado en el país y no solo fusiló, sino que hubo encarcelamientos en masa, desapariciones forzosas, obligó a muchos al destierro, confiscaciones arbitrarias de bienes y propiedades privadas y el uso de la turbamulta en mítines de repudio para amedrentar a la disidencia y población en general, con la instauración de una sociedad de miedo. Para 1964, en la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), el Carnicero del Che Guevara afirmó que los fusilamientos seguirían en Cuba socialista, ya habían ejecutadosmiles de personas sin las garantías en el debido proceso en los tribunales revolucionarios formados y controlados bajo la dirección directa del tirano Fidel.
Los fusilamientos fueron usados tan frecuentes y a la ligera por los cabecillas del régimen cubano, Fidel Y Raúl, que tuvieron que ponerlo en moratoria en el 2003 cuando ejecutaron arbitrariamente a tres jóvenes que escapaban en una lancha en busca de libertad y la opinión pública mundial e incluso muchos de sus viejos amigos protestaron y no pudieron continuar en esa situación de complicidad. Esa moratoria le ha impedido a sucesor designado Miguel DíazCanel activarla y aplicarla a los manifestantes de las protestas cívicas del 11J, su activación práctica sería una condena mundial.
Fidel Castro cometió un crimen alevoso, un asesinato judicial con la aplicación de la pena de muerte por fusilamiento a tres jóvenes de la raza negra y gustosamente se sumaron sus adeptos del Partido Comunista de Cuba (PCC) y miembros de diferentes organizaciones progubernamentales, como uno de sus voceros, de su embajada musical, Silvio Rodríguez. Los crímenes de lesa humanidad y genocidios son imprescriptibles, por eso están pendientes a la justicia y aunque han transcurrido 18 años de aquellos jóvenes asesinados por motivos políticos continúan vivo en la memoria ciudadana y por tal razón hoy muchos exiliados cubanos y españoles amigos buscan la cancelación del concierto de Silvio en España.
Fidel y Raúl nunca se han arrepentido de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Cuba. Castro dijo a raíces de los fusilamientos de los jóvenes de la raza negra, el 2003, que era para dar un escarmiento y que lo volvería hacer y Raúl dejó los máximos cargos políticos con sus manos manchadas de sangre de miles de asesinatos, como la Masacre de Santiago de Cuba, 11 de enero de 1959, donde en una fosa común enterró a 71 fusilados de una venganza cobrada en un juicio amañado y en sus últimos momentos en el cargo público recordó a sus secuaces comunistas y paramilitares del uso de la fuerza de la violencia extrema para asegurar su permanencia por siempre en el poder del país.
Del mismo modo, Díaz-Canel, antes y después de heredar los máximo cargos del PCC y del país, gritó a pleno pulmón "¡Yo soy Fidel!", "¡Yo soy continuidad!" y en ese continuismo comunista ordenó a sus secuaces, esbirros y testaferros a utilizar palos, machetes y disparar balas de plomo contra el pueblo cubano en las protestas pacíficas del 11J. La torpeza de Díaz-Canel ha pasado los límites de cualquier tolerancia, pues está en la criminalidad y el fanatismo al vociferar con arrogancia que no se arrepentía de los mandatos violentos contra el pueblo el 11J y expone una actitud peor que la visión del medioevo de la teocracia de los talibanes. Estos crímenes de lesa humanidad y genocidio pueden ser muy bien condenados en un tribunal internacional, la Corte Penal Internacional (CPI) y/o el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ).
La plaga del virus COVID-19 puso al descubierto todo el fracaso de años acumulados en todas las ramas del conocimiento social del régimen castrosocialista y permitió al pueblo contemplar con nitidez la magnitud de la crisis crónica en que les obligaron vivir en el borde de la miseria. Esta plaga hizo estallar la actual crisis humanitaria manifiesta en falta de alimentos y medicinas, o sea crisis alimentaria y de salud, donde los hospitales colapsaron por el número elevado y continuo de enfermos, la ausencia de personal médico, de enfermería y otros técnicos, asociado al déficit de insumos sanitarios y de laboratorio, que conllevaron a la muerte de enfermos y el colapso de las funerarias y cementerios con el drama amago de los entierros en bolsas de nailon y en fosas comunes.
El régimen castrocomunista siempre ha sido candil de la calle y oscuridad de la casa, preocupado más por expandir su fracasado sistema por las injerencias imperialistas y sus guerras de rapiñas en otros países, donde gastó los recursos del pueblo cubano, manteniéndolo en la miseria socialista mientras sus dirigentes disfrutan de la abundancia del capitalismo.
En la actualidad, literalmente existe faltante de oxígeno medicinal, donde los enfermos se quejan de asfixia física, que no pueden respirar, y en la sociedad la asfixia es crónica en lo intelectual y psicológico por la censura de la libertad de expresión, que se agudiza con el Decreto-Ley 35 y se hace sentir como una bota de opresión sobre el cuello de los cubanos, cuya reversibilidad es posible con la continuación de la rebelión libertaria del 11J
FUENTE:
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