DESARROLLO
TECNOLOGICO y
ESTANCAMIENTO
ESPIRITUAL.
Stanislaw
E. Dubis C.
Valencia Es. 07/01/23
Cumpliendo con el protocolo tradicional de esta primera semana del año 2023, les hago llegar mi sincero deseo de salud, bienestar y mucha paz espiritual en estos atribulados días en casi todo el mundo. Que sus más caros anhelos se vean materializados.
Justamente en esta recién pasada Navidad empecé a manejar la idea de darle forma a un tema complicado por su esencia y profundidad, pero que en lo personal me llama mucho la atención. La tecnología y la naturaleza espiritual del ser humano. La festividad navideña es como un paréntesis en el trajín del día a día, alguien dijo por allí que es como el viernes del todo el año; vemos como abundan los buenos deseos casi que, de toda la humanidad, particularmente en el mundo cristiano, pero qué difícil se hace materializarlos. De allí surgió la idea de contrastarlos.
Yo nací justo comenzando la segunda mitad del siglo XX, en 1951. Considero que soy afortunado, como tantos otros de mi generación, que hemos visto cambios tecnológicos en nuestra vida diaria, prácticamente impensables, ocurridos entre 1970 y 1999. Por otra parte, en estos veintidós primeros años del siglo XXI, necesario es hacer mención a la velocidad con la cual la humanidad se ha transformado tecnológicamente. Cuando veo a alguien pagando en la caja del supermercado con la aplicación bancaria que han bajado al reloj o al teléfono, inevitablemente viene a mi mente la imagen de una comiquita de mi época: el detective Dick Tracy.
El desarrollo aeroespacial, la medicina, la cibernética, el mundo de las comunicaciones, hogares “inteligentes”, autos eléctricos o híbridos, impresiones 3D, los avances médicos, etc., creo que me resultaría imposible enumerar todas las áreas en las cuales el hombre cabalga sobre invenciones cada vez más asombrosas para quienes venimos de mediados del siglo XX. Las aceptamos y las hacemos parte de nuestras vidas de manera rutinaria y cotidiana.
Aquí viene mi “pero”. Nosotros como personas, como sociedades, como pueblos, como naciones, la esencia individual o colectiva del mundo que conocemos, ese yo interior, ¿en qué escala comparativa de evolución me ubico? ¿cómo mido mi desarrollo espiritual? ¿ha habido algún cambio en la naturaleza humana que siga el paso de la tecnología? Es, tal vez dirán muchos de ustedes, una entelequia conceptual, un mundo abstracto al cual me refiero, intangible y difícil de medir. Yo no lo veo de esa manera.
Desarrollar un tema sobre la idea de espiritualidad es un reto difícil de tratar en pocas líneas. La espiritualidad por su naturaleza etérea tiene múltiples interpretaciones, principalmente religiosas y filosóficas. En muchas ocasiones, se le ha definido como la capacidad que tenemos para comprender lo que somos y el rol que desempeñamos en el mundo como seres humanos. Para no adentrarnos en profundidades que exceden nuestro objetivo, vamos a dejarla como válida a pesar de ser una definición muy genérica.
Yo pienso que la espiritualidad del ser humano se ha atrofiado, se ha estancado y la exteriorización más evidente de ello es el desarraigo de los valores tradicionales: moral, honestidad, integridad, respeto, etc., “La sociedad contemporánea posmoderna y la cultura es vista como “descentralizada y mezclada, materialista y psicológica, pornográfica y discreta, innovadora y retro, consumista y ecológica, forzada y espontanea, espectacular y creativa. La manera de pensar, de sentir y de actuar es influida por varios factores, o mejor dicho, por varias tendencias aplicables en la cultura occidental. La crisis del sujeto era una realidad ya en los siglos pasados, sin embargo, culmina en la era postmoderna. La “pseudo” individualización contemporánea, de la cual somos testigos o mejor dicho “víctimas” no contribuye en ninguna manera al entendimiento de la propia existencia individual, a la comprensión del propio “Yo”. Katarína Gabašová. Universidad de Guadalajara 2016.
Quizás estos conceptos nos ayuden un poco a entender lo que acontece en general en un mundo tan convulsionado. A Vladimir Putin no le importa dar orden de bombardear centros comerciales, hospitales, objetivos civiles en general y mucho menos sacrificar 30.000 de sus soldados en una guerra que no tiene ninguna base lógica. A Hitler no lo importó llevar a cabo el holocausto, África sigue siendo subyugada, masacrada, sometida a caprichos de oportunistas de toda naturaleza, nuestra región en América Latina es una rebatiña de izquierdistas. La corrupción se pasea campante por todos los países sin excepción. Los valores simplemente han desaparecido. Para mí el denominador común de toda esta descomposición social es el estancamiento espiritual del ser humano.
Las sociedades sometidas o expuestas a estas circunstancias por el liderazgo político, desarrollan odio, rencor y resentimiento. La ignorancia, desde mi punto de vista, está muy vinculada al estancamiento espiritual. Este es el vehículo que induce al “pueblo” a elegir ciegamente a individuos, esquemas políticos, o ideologías que serán los mejores instrumentos de su propia destrucción.
¿Es esto un círculo vicioso que impide al ser humano avanzar y desarrollarse como persona y por ende a la sociedad en la que se desenvuelve? Cuando la base angular del crecimiento y desarrollo personal, que considero es la autoestima falla, fallan todos los demás componentes del valor individual que ya mencionamos anteriormente. Modelos políticos establecidos en países como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte, etc., precisamente se encargan de hacer que el pueblo “involucione”, inicialmente de manera individual y luego de manera colectiva. La aceptación, la sumisión y la falta de voluntad para el cambio no es más que el resultado del sometimiento espiritual y la ausencia de autoestima colectiva.
Cuando un pueblo pierde el respeto a sí mismo, cuando relaja sus valores de vida, o simplemente los olvida, se hace extremadamente complicado lograr un cambio en los esquemas que lo doblegan. En general, en esas sociedades existen manifestaciones de preocupación, pero se aprecian cada vez más distantes y aisladas. Hay luchas y movimientos interesados por enviar mensajes positivos, bien fundamentados sin duda; pero en ellos, por lo general, está ausente la esencia fundamental, que considero es el rescate del individuo. Creo que no se trata de hacerlos ver, sino más bien de hacerlos sentir. Hay que resaltar cuán importante es el aporte individual a la sociedad como un todo.
La misión de recuperar un poco de decencia en el mundo y muy particularmente de rescatar a Venezuela, solo será posible cuando deseos colectivos y voluntades individuales estén alineados. Para lograr ese equilibrio, yo personalmente pienso que hay que empezar la tarea por desmontar los mitos transmitidos en el mensaje de una canción, que refleja una realidad imposible de negar en esa urbe llamada tierra: “Another brick in the wall” de Pink Floyd. (Otro ladrillo en la pared).
La esperanza debe renacer: cada persona debe sentirse importante, no abandonada; la autoestima individual debe sumarse a la base social y a su vez la sociedad tiene que entender que sin su participación es imposible el cambio; de lo contrario, seguiremos condenados al fracaso.
Lo que ocurre en nuestro país no es exclusivo de los venezolanos, acontece en todo el mundo. Pareciera que los más oscuros intereses han sido capaces de imponerse. Esto solo ha sido posible porque lo hemos permitido. Comencemos por tratar de crecer espiritualmente y también de querer vivir en un mundo mejor, busquemos la motivación a luchar por ello. Vale la pena.
Mi mejor
deseo para todos. Bienvenido el 2023.
REMISIÓN:
Date: sáb, 7 ene 2023 a la(s) 14:30
Subject: ESCRITO DE ESTA SEMANA