ORO,
INCIENSO Y MIRRA
Vinicio Guerrero Méndez
El mismo día que Jesús regresó del
desierto, Sus padres Le prepararon una fiesta y Le entregaron los dones que los
sabios Le habían traído en Su infancia. Y María dijo: "hemos guardado para
Ti estos dones hasta el día de hoy”. Y Le dieron el oro, el incienso y la
mirra. Y tomó parte del incienso, pero regaló el oro a Sus padres y a los
pobres, y de la mirra dio a María, llamada Magdalena.
En la antigüedad existieron tres sabios que vivían cada uno
en diferentes países a miles de kilómetros de la ciudad de Belén, donde nació
el Niño Jesús. Eran muy distintos entre
sí; uno tenía la piel blanca, el otro amarilla y el tercero era negro. Hablaban
idiomas diferentes, pero eso nada les importó, sabían que su propósito era el
mismo, buscar al Salvador del Mundo que salvaría a todos los hombres, sin tomar
en consideración la tierra en que vivieran o la apariencia que tuvieran.
Cada uno
viajó solo por muchos kilómetros de montañas y desiertos, sin otra guía que la
refulgente estrella porque todo fenómeno en el cielo tiene consecuencias en la
tierra. Se encontraron finalmente en una colina que dominaba la
ciudad de Jerusalén.
De su largo
viaje, habían traído espléndidos regalos para Jesús. Al entrar al pesebre, vieron al niño con su madre María, y sin
pensarlo se postraron reverentes a sus pies y de hinojos le
adoraron. Abrieron sus cofres y con dulces expresiones cada uno de ellos
ofreció su presente mientras el niño lo agradecía con una frágil y cálida sonrisa.
Yo
soy Melchor. Te Traigo oro. Te Aseguro que existe Dios. Él es el grande y
fuerte. Todo lo sé por el lucero puro que brilla en la diadema de la Muerte.
Melchor era un anciano de
piel y barba blanca. Le ofreció al niño Dios oro, representando este su
naturaleza real.
Yo
soy Gaspar. Traigo incienso. Vengo a decirte: La vida es pura y bella. Existe
Dios. El amor es inmenso. ¡Todo lo sé por la divina Estrella!
Gaspar era Joven y
de piel morena. Su regalo fue el incienso, que representa la naturaleza divina
de Jesús.
Yo
soy Baltasar. Aquí traigo La mirra que aroma todo. Existe Dios. Él es la luz
del día. La blanca flor tiene sus pies en lodo. ¡Y en el placer hay la
melancolía!
Baltasar era de raza
negra. Su regalo a Jesús fue mirra, que representaría su sufrimiento y muerte.
Los Magos presentaron pues, oro, regalo otorgado a los reyes, representa
la riqueza y el poder de aquel niño al que adoraban, era pues, una manera de
dar a conocer que había nacido el más grande, el Rey. Incienso utilizado como signo de veneración en el altar de Dios.
Representa la elevación de las energías instintivas y
emocionales hacia el corazón y el cerebro símbolo de adoración a Dios,
por lo que al entregarlo como presente, quisieron dar a entender que le
reconocían como al Dios verdadero. Finalmente la Mirra para el hombre utilizada en la preparación del cuerpo para su embalsamiento
tras la muerte. Este precioso bálsamo, se confunde con las
lágrimas, y representa el dolor y la capacidad humana del niño Dios.
Con estas dádivas los magos mostraron
que Cristo Jesús quería que nosotros le ayudáramos a salvar
al mundo, quería que COOPERÁRAMOS con él. Para hacerlo, tenemos que darle todo
lo que poseemos. Debemos darle nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu.
Eso es lo que hicieron estos sabios. Le dieron oro que representa nuestra conciencia. El incienso, nuestro cuerpo, que debemos usar para caminar tras sus huellas. La Mirra, nuestra alma, que
desarrollamos siendo buenos para con los demás, especialmente con nuestros niños. Si esto hacemos entonces, ya no
habrá más sombras. “Feliz día de Reyes”
La oración! No la dejes nunca por nada. Ella da brillo a
tus ojos, ardor a tu corazón, fuerza a tu voluntad. Persevera todos los días,
sin desistir y Dios te escuchará.
Afectuosamente,
Imperfecto.
VINICIO
GUERRERO MENDEZ
vinguerrero@hotmail.comIMAGEN: Fundación Telefónica