Carta de Vasco da Costa desde los calabozos del CICPC
Vasco Da Costa 2014
Correo Desde una Cárcel Comunista
Una
vez más preso en una cárcel comunista por defender la Libertad de
Venezuela. Efectivamente desde el año 2004 he sufrido una persecución
implacable, sistemática y brutal por miembros de la jerarquía
socialista, quienes utilizando todo el poder del Estado, no han
escatimado esfuerzos para tratar de quebrar mi voluntad y someterme.
El
diez de mayo del año 2004 fui secuestrado por un comando de la DISIP,
incomunicado, encapuchado y brutalmente torturado en el Helicoide y
arrojado en una mazmorra de ese centro de suplicios de la tiranía. Mi
único delito fue ser anti comunista, decir lo que pienso, escribir lo
que digo y firmar lo que escribo contra la perversión socialista. Entre
quienes me impartieron la tortura con sus propias manos, que yo me
acuerde, estaban Miguel Rodríguez Torres, en su momento Director de la
DISIP y hoy Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz; David
Colmenares, en su momento Sub Director de la DISIP, posteriormente
Director de PoliMiranda cuando Diosdado Cabello fue Gobernador del
Estado Miranda; Marcos Chávez, en su momento Director del CICPC; un
sicario de Rodríguez Torres de apellido Collazo y otros esbirros más.
Fui presentado y liberado por no haber nada con que me pudieran acusar.
Posteriormente
me captura la DIM, me llevan a los calabozos de Boleíta, me vuelven a
trasladar al Helicoide por orden del criminal Rodríguez Torres y al
final me trasladan a Fiscalía Militar acusándome de conspiración
militar, golpe de estado, traición a la patria y otras cosas absurdas.
Soy encarcelado en la cárcel militar de Ramo Verde durante 45 días hasta
que me sueltan sin ningún tipo de acusación.
He
ido en estos años a distintas instancias denunciando la persecución del
estado, tortura, amenazas, allanamientos ilegales, robo por parte de
los cuerpos de seguridad del estado y persecución brutal y ninguna me ha
dado respuesta, llámese Fiscalía de Derechos Fundamentales o de
Derechos Humanos. En cierta oportunidad fui a la Fiscalía 24 de
Derechos Humanos sobre la tortura y robo que sufrí por parte de la DISIP
y de Miguel Rodríguez Torres y la única respuesta que recibí fue un
interrogatorio bastante fuerte e intimidatorio en la División Contra el
Terrorismo del CICPC, al ver lo subjetivo y ofensivo de las preguntas
retruco diciendo ¿por qué me hacían preguntas tan absurdas? y la
respuesta que me dieron fue “quien denuncia al estado de tortura es
terrorista”.
No
satisfechos con la sistemática persecución durante estos últimos diez
años, el ahora Ministro de Interior, Justicia y Paz, el asesino y
torturador Miguel Rodríguez Torres revestido cínicamente de un manto de
amor cristiano, se lanza contra la oposición creando leyes para poder
acusarnos de terrorismo, mientras continúa con su macabra obra de
muerte, persecución y tortura. Tanto más que con la muerte de Chávez
imponen por el fraude electoral a un nuevo tirano, que no es venezolano,
está al servicio de Cuba y quiere destruir nuestra nación para ponerla
al servicio del comunismo y el terror internacional.
Lo
ilegal, inmoral y usurpador del nuevo tirano comunista de Venezuela me
ha llevado a asesorar políticamente al General Raúl Isaías Baduel, quien
como uno de los líderes fundamentales del Movimiento Nacionalista
venezolano ha ofrecido a la opinión pública su “salida constitucional”
por medio de una Constituyente, este asesoramiento y amistad que me ha
unido con el único líder serio para una salida real, quien está
encarcelado en Ramo Verde por razones de conciencia, es la razón
verdadera que me ha llevado a vivir nuevamente el horror de una cárcel
comunista.
Efectivamente
el 24 de julio del 2014 estaba tomando café en la Panadería al lado de
mi casa, en el Paraíso, en Caracas y llega un Comando del CICPC, me
trasladan a la División Contra El Terrorismo de la entidad y un Fiscal
de apellido Villafranca me dice que estoy detenido “infraganti” por
terrorismo. Me encuentro que dos amigos mios, Efraín Ortega y José Luis
Santa María estaban también detenidos y constato que fueron también
torturados, al igual que una muchacha que no conozco y que fue la más
brutalmente torturada, de nombre Araminta y que ellos llaman “la
explosivista” por ser Licenciada en Física y Química.
Pasé
24 horas esposado a una silla y posteriormente un calvario judicial,
Palacio de Justicia de Caracas, Circuito Penal de Guarenas y Centro de
Detención del CICPC, es lamentable ver que una Policía que otrora tuvo
prestigio, hoy se presta para una burda persecución política, ellos
mismos viendo que no hay nada, pero obedeciendo servilmente a la tiranía
comunista por temor a represalias.
Ya
han pasado tres jueces y cuatro fiscales, volviendo otra vez al mismo
Villafranca, ninguno se ha querido pronunciar por miedo frente al poder
represivo del estado que se lanzará contra ellos si no me acusan de
terrorismo en un expediente que no tiene nada.
En
este momento estamos presos, en un limbo judicial y sufriendo el terror
de estado frente a una Fiscalía y Poder Judicial servil, cómplice,
pusilánime y sometidos a la tiranía socialista.
La
verdad es que la tiranía de Maduro está débil, es ilegal, es inmoral,
viola la Constitución, es fraudulenta y usurpadora. La verdad es que la
cúpula política del estado es criminal, asesina y violatoria de los
derechos humanos, teniendo secuestrados todos los poderes públicos al
servicio del comunismo y de los cubanos. La verdad es que la cúpula
podrida de las FANB es traidora a la patria y corrupta, siendo la que
mantiene esta monstruosidad comunista. La verdad es que las ideas nunca
se podrán encarcelar y por eso yo desde la tristeza macabra de la cárcel
proclamo al mundo mis ideas y hago un llamado de esperanza a los
venezolanos que muy pronto saldremos de las malditas garras del
comunismo y que con la protección de Nuestra Señora de Coromoto estoy
seguro del triunfo de la Venezuela Nacionalista y por eso escribo
inspirado, sin temor y contra toda consecuencia este correo desde una
cárcel comunista.
Vasco Da Costa
FUENTE: Solo - Clic / Carta de Vasco da Costa desde los calabozos del CICPC