LA PROTESTA MILTAR

Blog de opinión militar, política y de DDHH. Su Editor/Administrador es el Coronel ® (FAV) Sammy Landaeta Millán. Gran Caracas. VENEZUELA. Correo: sammylandaeta@gmail.com Twitter: @ProtestaMilitar #LaProtestaMilitar

ESENCIA

Con lasolicitud de pase a retiro de las Fuerzas Armadas Nacionales en el año 2000, constituimos una PROTESTA, negándonos a ser instrumento subordinado de los incapaces. Estos; se adueñaron, deterioraron, politizaron y pretenden destruir una Institución a nombre de una REVOLUCIÓN. La esencia del blog es advertir, destacar y denunciar las acciones políticas, que inciden negativamente en el estamento militar, por obra del DESGOBIERNO autocrático, militarista y neo comunista de Hugo Chávez Frías.
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sábado, 19 de septiembre de 2020

Ni la ONU, ni la UE, ni la OEA Maduro: La caída, por Antonio Sánchez García. Opinión. Venezuela




Ni la ONU, ni la UE, ni la OEA Maduro: 

La caída. 

Por: Antonio Sánchez García @sangarccs / 18 septiembre, 2020


Los aliados del criminal de lesa humanidad guardan el más sospechoso silencio. Ni siquiera Cuba, cuyas barbas, todas, o están muertas o están en remojo, ha dicho la menor palabra. Ser un criminal de lesa humanidad, declarado por las Naciones Unidas sin un solo voto en contra, ha convertido al dictador en un paria. Ni China, ni Rusia ni ninguno de los países islámicos ha venido en socorro del leproso. Al desprestigio sucede el desprecio.

El mundo lo quiere fuera del poder y, si fuera posible, desaparecido del mapa. Y como la pandemia ha sensibilizado a la humanidad que se ha hecho consciente de sí misma, la humanidad no quiere criminales que la degraden, la ofendan, la hieran. Maduro ha llegado así a ser el personaje más detestado del planeta. Ni el oro, ni los diamantes, ni el concho petrolero que aún le queda al país más esquilmado, abusado, asaltado, violado y despreciado del planeta puede socorrerlo. Maduro está solo. Absolutamente solo. Aplastado por el odio y el desprecio.

Ni los Estados Unidos, ni la Unión Europea, ni la OEA quieren que su salida sea acompañada de algarabías, insurrecciones y bullicio de cañoneras. Entre tanta pandemia y presagios apocalípticos, la humanidad quiere salir de sus taras y lacras sin asustar al vecindario. Quieren que imite a Fujimori y sin decir una sola palabra y ni siquiera escribir una carta de despedida, desaparezca. Para siempre.

Debe ser el deseo de todas las jefaturas de sus ex aliados. Ni a Rusia ni a China, y muchísimo menos a Cuba, les conviene la cercanía y familiaridad de un sujeto que ha alcanzado el dudoso honor de ser el primer criminal de lesa humanidad vivo reconocido como tal por todas las naciones democráticas del orbe. Todos los otros ya están muertos, ahorcados o degollados: Hitler, Goebbels, Eichman, Gadaffi, Sadam Hussein, El Che Guevara, Mao, Fidel Castro, Hugo Chávez.

Tiene, además, a su civilizado verdugo a tiro de piedra. Donald Trump y Angela Merkel, los máximos líderes de las naciones democráticas más importantes y poderosos de Occidente, quieren que se vaya y la presidencia vacante sea ocupada de inmediato por el presidente interino que cuenta con la legitimidad que le da ser el presidente de la Asamblea Nacional, la única institución legítima con que cuenta el escarnecido país.

Y a estas alturas nadie avala su último recurso: unas elecciones pautadas para el 6 de diciembre. Es el repudiado borracho de la fiesta que al momento que quieren echarlo se saca una botella de whiskey del bolsillo y la pone sobre la mesa. La Unión Europea dijo su última palabra: no vendrá a avalar unas elecciones en las condiciones impuestas por un criminal de lesa humanidad. Ni siquiera se trata de que las observe: nadie quiere ser testigo de un crimen.

El orden de los factores altera el producto: el mundo quiere que haya elecciones, pero sin el criminal de lesa humanidad, sin su parapeto electoral y sin sus maquinitas traga perras. Esa decisión es compartida por todos los gobiernos democráticos del mundo y ni siquiera Guaidó, a quien lo empujan a la presidencia una vez desaparecido Maduro, podrá lograr que cambien de opinión.

Resultaría contradictorio y digno de la marcha de la locura, que la oposición venezolana no le hiciera caso a la comunidad internacional e insista en hacerse cómplice de un fraude cantado. El karma ha sido legitimado por la ONU, la Unión Europea y la OEA: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones. Llegamos al fin de la ruta: el futuro luce al alcance de la mano. A Dios gracias.



@sangarccs 

Fuente original La Patilla

FUENTE: A PUNTO EN LINEA 

miércoles, 27 de mayo de 2020

País sin héroes. Por: Antonio Sanchez García. Opinión. Politica. Venezuela. Panampost



Quienes debían haber cumplido con el deber de defender nuestra civilizada institucionalidad, se dedicaron a propagar los afanes de quienes pretendían destrozarla. (Efe)

País sin héroes

Fuimos un paréntesis de algarabía y estupidez. ¿Qué otra cosa esperar de militares y políticos venezolanos?

La historia pertenece a Brecht, el dramaturgo alemán antiaristotélico. Está consignada al comienzo de su obra Galileo Galilei, y solo pudo ocurrírsele a él, exiliado en Dinamarca desde donde seguía la espantosa tragedia causada por el nacionalsocialismo hitleriano, la contracara wagneriana del socialismo que él predicaba. Se pavonea el joven ayudante del científico, que asiste a una sesión de la Santa Inquisición en que se le juzga por haber sostenido la herejía según la cual no era el sol el que giraba en torno a la tierra, como lo sostenía la Iglesia desde tiempos inmemoriales, sino la tierra en su modestia planetaria la que giraba en torno al rey de nuestro sistema solar. Ante las sospechas del amigo que lo acompaña y asegura que Galileo no resistirá las presiones inquisitoriales, el asistente de Galileo, indignado, responde airado que Galileo resistirá las torturas y no abjurará de la verdad. Su verdad científica. Es la tierra la que gira en torno al sol.

Galileo abjura y abandona cabizbajo la sala del interrogatorio. No halla su asistente otra manera de reprocharle su comportamiento que decir en voz alta al paso del abatido Galileo: “¡Pobre del país que no tiene héroes”! Ya sale de la escena cuando se oye la débil voz del sabio responderle desde bambalinas: “¡Pobre del país que los necesita!”.

Hace algunos años, al comienzo de esta historia chabacana y miserable, conté la historia en un artículo y cuál no sería mi sorpresa al ver que Uslar Pietri la repetía pocos días después. Estábamos de acuerdo con el Galileo de Brecht. Y precisamente en un país que ha hecho un ominoso acopio del elogio y la alabanza del único héroe con el que cuenta, el manoseado y ultrajado Simón Bolívar. Y en nombre del cual, muy a su pesar, como se lo consignara al joven Antonio Leocadio Guzmán, se cometerían las peores y más ignominiosas tropelías. El héroe del momento, del que más hubiera valido prescindir, se llamaba Hugo Chávez. Y todavía a veinte años de su asalto al poder seguimos hundidos en la peor y más aterradora y vergonzosa crisis de nuestra historia.

Los sucesores del héroe de cartón-piedra, ladrones profesionales y capitanes de industria, alevosamente utilizados por los hermanos Castro para esquilmarnos, explotarnos y corrompernos, pues el héroe se dejó manosear por quienes terminaron asesinándolo, ya nos tienen sin petróleo, sin gasolina y sin gas. Y disponiendo de los más poderosos caudales de agua dulce del planeta, nos tienen desfalleciendo sin agua potable. Nadamos en la inmundicia, hundidos en nuestras propias heces. Justamente ahora, asediados por el virus fabricado por sus pares chinos para hacernos desaparecer de la historia. Fuimos un paréntesis de algarabía y estupidez. ¿Qué otra cosa esperar de militares y políticos venezolanos?

Hace un siglo, el más sabio de los héroes anglosajones —Winston Churchill— aseguró que si el desierto de Sahara pasara a manos socialistas, en pocos meses desaparecería la arena de sus desiertos. Y si el diabólico proyecto de los chinos para imponerse en el mundo no encuentra la fórmula de su extinción, no desaparecerán las arenas y los mares, sino nosotros, la especie humana.

Se me dirá que exagero. Pero en pocos meses ya son decenas y decenas de miles los norteamericanos muertos por el COVID-19. Y más de un millón los contagiados. No por azar. Es el supremo objetivo de los comunistas chinos. Marx aseguraba que el fin de las penurias estaba próximo y que se cumpliría a pie juntillas su pronóstico del Manifiesto Comunista: gracias al socialismo, cada ser humano recibiría lo necesario para satisfacer sus necesidades, a cambio de dar de sí todo lo que la humanidad le requiriese. En Venezuela, dotada por la naturaleza con las mayores reservas petrolíferas del planeta, en pocos años de esta versión indígena, subdesarrollada, militarista, hamponil y narcotraficante de socialismo, ya no hay petróleo ni se cuenta con gasolina. La moral se ha convertido en un insulto a las buenas costumbres. La vida es el artículo más barato del mercado. Y ni urnas de cartón hay para los muertos cotidianos.

Me lacera el recuerdo de todos aquellos que le cantaron albricias al monstruo devastador. Y puesto que la estupidez proverbial de las mayorías terminaría por convertir la tragedia en comedia y la traición en bienaventuranza, dándole la bienvenida al asalto y la automutilación, no olvido a los dueños de canales televisivos, radioemisoras y periódicos que a la desesperada caza del rating pusieron sus cámaras, sus micrófonos y sus periodistas, sus escritores, dramaturgos, actores y columnistas al servicio del asesino. ¿Cómo olvidar las cartas de amor y las entrevistas a página completa de las periodistas más duras e intraficables del patio? Quienes debían haber cumplido con el deber de defender nuestra civilizada institucionalidad, se dedicaron a propagar los afanes de quienes pretendían destrozarla. Hoy lloran sus rencores sin arrepentimientos desde el exilio.

Ya que poco escribo, quisiera poder transmitir mensajes más edificantes. No los encuentro. El país va rumbo a su desaparición.

Historiador y Filósofo de la Universidad de Chile y la Universidad Libre de Berlín Occidental. Docente en Chile, Venezuela y Alemania. Investigador del Max Planck Institut en Starnberg, Alemania

FUENTE: PANAMPOST 

REMISIÓN: May De la Vega.


domingo, 22 de diciembre de 2019

Jamás imaginé que el mismo Leopoldo López desbarataría la sangre, el sudor y las lágrimas por él causadas Por: Antonio Sanchez García. A la Fracción 16J. PANAMPOST.


Anticipé que el 2019 debía ser su año, el año del fin del régimen y el año del desalojo de la tiranía. (Efe)

Jamás imaginé que el mismo Leopoldo López desbarataría la sangre, el sudor y las lágrimas por él causadas. 


Por: Antonio Sanchez García. 


A la Fracción 16J

Hace un año, cuando la oleada guaidosiana comenzaba a hacer estragos y a dominar el ambiente sociopolítico y mediático del país, preparándole una recepción a un cargo con el que el joven y desconocido diputado por el Estado Vargas y ficha dilecta del prisionero político Leopoldo López –desde que está encarcelado el líder que delega los cargos que merece en quienes están en condiciones de ejercerlos– no parecía bien dispuesto. Me cuento entre quienes le enviaron varios whatsapps, nunca contestados, instándolo a aceptar el cargo y ejercerlo con el poder que significaba contar con el mayor respaldo con el que ha contado un opositor en los tiempos que corren. Pero no contento con explicarle las perspectivas que avizoraba de su irrupción al estrellato –ser el Simón Bolívar de los nuevos tiempos y liberar a Venezuela de la sumisión y el escarnio de una inmunda dictadura– le pronosticaba el desastre que le esperaba si no cumplía con las aspiraciones que encarnaba. Y que él mismo se adelantara a formular en sus tres propósitos existenciales: fin de la “usurpación”, gobierno de transición y elecciones libres. Ninguno de los cuales adelantó un milímetro en estos 365 días próximos a cumplirse de su ilusorio mandato.
Después del 5 de enero fui más lejos. Y le anticipé que el 2019 debía ser su año, el año del fin del régimen y el año del desalojo de la tiranía. Y que no ponerse al frente de las luchas por ponerle un fin definitivo a esta tiranía significaría una vil traición. Me sentía unido a él por compartir una característica paterna: mi padre murió a los 85 años conduciendo su viejo taxi por las calles cercanas a su casa. Semiinválido y con muletas. Un hombre con unos principios morales absolutamente intraficables, comunista por vocación y un incansable luchador social por el regreso a la democracia chilena. Culto, muy culto, a su manera autodidacta. Si así no hubiera sido, yo no hubiera terminado doctorándome en Berlín. Sin haber permitido jamás un solo acto de corrupción en aquellos con quienes me he unido.
Pudimos haber tenido otro vínculo. Admiré a Leopoldo López por su infatigable voluntad de combate, reconociéndole el impulso originario con el que, negándose a acatar las órdenes de la MUD de aguantar hasta las parlamentarias, sin alterar la convivencia pacífica con el tirano –estrategia de Henry Ramos para el gradualismo con el que pretende desplazar pedazo a pedazo al tirano y consolidar esta cohabitación– se libraron las cruentas y dolorosas batallas callejeras vividas durante todo el 2014, a las que se debió el desenmascaramiento del talante tiránico y asesino del régimen ante el mundo y las simpatías despertadas urbi et orbi por quien fuera considerado el Mandela venezolano y las luchas del pueblo venezolano por él propiciadas, lográndose portadas del New York TimesLe MondeEl País y los más importantes periódicos del planeta. Así como el respaldo de grandes figuras del cine y del espectáculo. Logros de inmensa importancia, desbaratados por AD, PJ y, sorprendentemente, por la misma Voluntad Popular, con su sempiterna disposición a sacarle las patas del barro al dictador acudiendo solícitos a las mesas de diálogos y negociaciones inútiles y traicioneras. Y que llegaran al colmo de asegurarle un escaño en el Parlamento Europeo sin beberlo ni comerlo.
Jamás imaginé que el mismo Leopoldo López, a quien le dedicara en 2015 un libro jamás publicado ante el desinterés general y que recopilaba todos mis artículos del 2014 bajo el título de Corresponsal de Guerra, desbarataría la sangre, el sudor y las lágrimas por él causadas, preparando el terreno para el asalto al poder paralelo de uno de sus leales. Una operación de baja política motivada por su inconmensurable e injustificada ambición. Sin otro proyecto que desplazar a codazos a sus competidores del espectro opositor y darse por plenamente satisfecho con la inútil e inconducente diputación europea de su padre –¿habrá tomado alguna vez la palabra para denunciar la tolerancia y alcahuetería de su partido, la sociedad española y la comunidad europea con la tiranía cubana y el sátrapa venezolano?–, los monstruosos errores de su pupilo permitiendo una estafa –la convocatoria al desalojo de la tiranía, de la que fueron víctimas los principales mandatarios latinoamericanos y el propio Departamento de Estado, culminada con el acto más prostibulario cometido por un líder, su grupo y su partido, el afamado “cucutazo”–. Cuando pienso en la osadía y el descaro con los que López, Guaidó y sus “embajadores” procedieron a interrumpir las agendas de personalidades como las de Jair Bolsonaro, Iván Duque, Sebastián Piñera y Donald Trump, para hacerse presentes en una batahola sin ton ni son, me explico el menosprecio con el que hoy nos observan. Para culminar en un carnavalesco coup d’état del puente de La Carlota para sacar a López de su casa y llevárselo a la embajada de Chile y luego a la de España. Sin olvidar el empeño suyo, de su mujer y sus padres, por amoratar el caldo trayéndose al impresentable Zapatero a coser las costuras de la sexta república. Deplorable.
Confieso sentir un profundo desprecio por todas estas calamidades, pruebas de la horrible contaminación de la inmoralidad, la corrupción y el oportunismo dominantes en la sociedad venezolana desde siempre, pero llevadas al desiderátum bajo el régimen más corrupto e inmoral de nuestra historia. Nadie sabe para quién trabaja. El corrupto interinato de Guaidó y el derrumbe de Leopoldo López en la conciencia nacional son los mayores éxitos obtenidos por la tiranía. Razón que me lleva a rechazar frontalmente todo intento reeleccionista de Guaidó y el cambalache con cualquier otro diputado de esos alrededores.
Una mínima recompensa sería un mea culpa acompañado de la firma de su documento de renuncia. Lo estoy esperando.

Historiador y Filósofo de la Universidad de Chile y la Universidad Libre de Berlín Occidental. Docente en Chile, Venezuela y Alemania. Investigador del Max Planck Institut en Starnberg, Alemania
FUENTE: PANAMPOST 

viernes, 22 de julio de 2016

DOÑA ELENA Y LA VENGANZA DE BOLÍVAR. Por: Antonio Sánchez García @sangarccs



DOÑA ELENA Y LA VENGANZA DE BOLÍVAR

Antonio Sánchez García | julio 22, 2016
No son los tiempos de Gómez ni de Cipriano Castro. Ni muchísimo menos los de Joaquín Crespo y Antonio Guzmán Blanco. Yo aspiro, en honor a la modernidad que nos adeudamos, ver a toda la familia Chávez Frías, hasta su última descendencia, presos, juzgados y condenados. Negándoles una justicia del honor la casa por cárcel que le niegan a sus presos políticos. ¿Será posible? La esperanza es lo último que se pierde. Aún no la he perdido.
Antonio Sánchez García @sangarccs

            A las frenéticas indigestiones causadas por el consumo del chile jalapeño, las enchiladas y el pozole, que suelen pillar desprevenido al turista que visita ese país asombroso llamado México, los naturales le llaman, entre sarcásticos y compasivos, “la venganza de Moctezuma”. Ellos, que mantienen una relación cordial y respetuosa con la muerte, saben que en el trasfondo de los pueblos late el fantasma de la venganza. Pronto a caerle a saco a aquellos que lo traicionaron o se burlan de sus afanes.

            Me provoca imaginar que desde aquel ominoso circo del esperpento montado por el insolente mayor de la tribu, Hugo Chávez, el piache que vino de los cuarteles a hundirle el puñal por la espalda a la Venezuela civilizada, cuando provocando a los espíritus malignos descerrajó la urna sagrada del primer venezolano para hacer con sus silenciosos despojos, olvidados de tanto frenético empeño por convertir el plomo en oro,  lo que la magia negra afrocubana del gran piache, Fidel Castro, le aconsejara desde La Habana: beber la esencia que aún le quedara en la poca médula de sus huesos, fumarse el raspado de sus fémures y costillas, y apoderarse de la grandeza ilusoria que reposaba en silencio en lo oscuro de ese mínimo recinto por décadas inviolado, como Indiana Jones creía posible obtener el mágico poderío de Moisés apoderándose del arca perdida.

            Ni la idea ni el esfuerzo son inéditos. Nadie ha podido aclarar científicamente la famosa maldición de Tutankamón. Todos quienes participaron del descubrimiento de su tumba, en el Valle de los Reyes – la visité en plena guerra de Yom Kipur – murieron en extrañas circunstancias. Como Hugo Chávez, que parece haber pagado con su vida y esa muerte nunca jamás aclarada – como un paria que el destino se empeñó en deshacer – por el insólito atrevimiento de jorungar al muerto más importante de la república.

            Ahora el turno le tocó a su hermano Aníbal. Muerto aviesamente de esta enfermedad inaugurada por su hermano, el “chavismo”, esa catastrófica herencia dejada en su abandono por el último caudillo. En su caso: verse obligado a tragar comida descompuesta, que compuesta “no hay”; carecer de medicinas para enfrentar la salmonella que le asaltara en desmedro de los miles de millones de dólares de su familia – robada de las arcas fiscales como una suerte de salmonella política y criminosa – que medicinas “tampoco hay”; y sin asistencia sanitaria “veraz y oportuna”, que obviamente “no hay”. En el colmo del desatino y la impostura, que la doña es la última costra de esa maldita lacra hereditaria llamada caudillismo militarista, reclama su madre no porque no hay alimentos, medicinas ni hospitales, por culpa exclusiva de su parido, maltratado hijo y hermano del infortunado neo fallecido, sino porque el gobierno de su nieto putativo no lo mandó en volandas a La Habana.

            ¿Olvidó la doña que la desgracia mayor de su familia, insignificante en comparación con la de treinta millones de venezolanos, fue provocada y llevada a su culminación precisamente en el CIMEQ de La Habana? ¿Olvidó la doña que salió de su cocina, con lamparones de manteca de cerdo en su delantal pringado de tanto freirle baranda a su desdentado esposo, para irrumpir en las páginas de la revista ¡HOLA! de peinado señorial, con anteojos Gucci, rolex de oro, collares Cartier, foulard Carolina Herrera y perrito frifrí, que La Habana ha sido el mortal destino de todos los castrochavistas que han preferido la medicina cubana a la criolla y democrática?

            Sorprende que doña Elena Frías culpe a Maduro por no haberle puesto al señor Aníbal Chávez Frías un avión de PDVSA para llevarlo a morirse, como su otro hijo, bajo cielos martianos y no le reclame a su nieta María Gabriela por no haberle alquilado a su tío, desde Nueva York, un súper Jet para llevárselo a la mejor clínica newyorkina. O ella misma, la madre del occiso. ¿O vendrá con el cuento de que ella carece de los medios como para haberlo auxiliado? ¿Son tan roñosos ella y los suyos como para que, después de haber saqueado miles de millones de dólares de los dineros de la República y haber montado ese Falcon Crest barinés, sigan endosándole al Estado las cargas de sus iniquidades?

            No son los tiempos de Gómez ni de Cipriano Castro. Ni muchísimo menos los de Joaquín Crespo y Antonio Guzmán Blanco. Yo aspiro, en honor a la modernidad que nos adeudamos, ver a toda la familia Chávez Frías, hasta su última descendencia presos, juzgados y condenados. Negándoles una justicia del honor la casa por cárcel que le niegan a sus presos políticos. ¿Será posible? La esperanza es lo último que se pierde. Aún no la he perdido.



viernes, 8 de mayo de 2015

Machurucuto: la puerta a la tragedia. Por: Antonio Sánchez García. @sangarccs



Antonio Sánchez García

Machurucuto: la puerta a la tragedia

@sangarccs

Así un observador del amargo y desventurado país que hoy somos no lo crea, Venezuela fue un día feliz, sus habitantes eran orgullosos, sus políticos llamaban la atención por corajudos y sus militares eran honestos, valientes y patriotas. 


Aunque usted no lo crea, nadie debía esforzarse por convencer a sus ciudadanos de presentarse a depositar su voto. El 1963, cuando cinco años después de salir de la dictadura del general Pérez Jiménez con la insurgencia de un pueblo verdaderamente amante de la libertad se realizaron por segunda vez las elecciones presidenciales – nunca amañadas, nunca falsificadas y nunca arrebatadas a un venezolano por un agente extranjero – la participación popular alcanzó el 93%. A pesar de que comunistas y miristas habían llamado a abstenerse y habían intentado boicotearlas con el respaldo en dinero y armas de la tiranía cubana.
   
Ya por entonces el odio de las tiranías al profundo espíritu libertario de nuestro pueblo y su orgullosa élite política había intentado asesinar a nuestro presidente y alebrestar los cuarteles. Las calles de Barcelona y de Puerto Cabello habían visto derramarse la sangre de nuestros soldados por la traición de quienes habían sido seducidos por el mensaje disociador del marxismo leninismo para terminar entregados en brazos del castrismo.
            
Fuimos el único país latinoamericano odiado mortalmente por Fidel Castro desde el nacimiento mismo de su revolución. A pesar de la ayuda en dinero y en armas con que los demócratas venezolanos aportaran a la lucha de liberación de su pueblo contra la dictadura batistiana. Fuimos el único país invadido por soldados cubanos en odioso contubernio con ciudadanos venezolanos dispuestos a sacrificar nuestra soberanía para rendirse a la tiranía cubana. 

Este ocho de mayo se cumplen 49 años de la invasión a nuestro país por un grupo de militares cubanos con guerrilleros venezolanos, entrenados, armados y financiado por Fidel Castro en territorio cubano con el fin de sumarse a un amplio movimiento insurreccional, ya reforzado por otro comando de militares cubanos que invadieran nuestra Patria por las costas de Falcón un año antes, y asaltar el poder en un poderoso movimiento armado que pretendía repetir los hechos de la guerra cubana y el asalto al Poder que terminara en el triunfo de las tropas de Fidel Castro y el Ché Guevara. Por cierto, en esa primera avanzada invasora el mando del comando estaba a cargo del comandante Arnaldo Ochoa Sánchez, el futuro héroe de Ogadén fusilado por Castro junto a Tony de la Guardia el 13 de julio de 1989.

El fracaso de ambos desembarcos y la derrota en el terreno bélico y político fue tan determinante, que esos invasores debieron retirarse con la cola entre las piernas, enfermos, humillados y vencidos. Y sus aliados nativos dejar las armas sin gloria ni majestad. Héroes en su patria y en otros campos de batalla, esos comandantes cubanos fueron aplastados en nuestro suelo de manera inclemente por unas fuerzas armadas decididas a defender nuestra soberanía con el fervor de su espíritu y el valor de su sangre. Los invasores no se destacaron en un solo hecho de guerra. No hicieron más que cometer crímenes y asesinatos a mansalva. Aumentando así el odio y el rencor de quien no perseguía otro propósito que apoderarse de nuestro petróleo y utilizar nuestro territorio como plataforma para sus delirios expansionistas y sus trasnochados sueños imperiales. Fidel Castro fue arrastrado por los suelos por Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, al frente de soldados, marinos y aviadores comprometidos en cuerpo y alma con la República. Por ellos y para ellos, la Patria no se humillaría ante un invasor extranjero. Mucho menos si procedente de una república tiránica y empobrecida, consumida en el fuego devastador de la fiebre castrocomunista. Rómulo Betancourt derrotó a Fidel Castro en el terreno político, en el terreno militar y en el terreno diplomático. El odio contra Venezuela adquiriría en él dimensiones homéricas.


Sin disparar un solo tiro ni poner un solo soldado cubano en suelo venezolano, cuatro décadas después Fidel Castro vería satisfechas sus ansias de posesión  y cumplidos sus deseos de humillar, devastar y saquear a nuestra Patria como si fuera territorio vencido. Y poner de rodillas a sus soldados, líderes y dirigentes, hombres y mujeres como si hubiera sido una tierra arrasada en el campo de batalla por un feroz ejército invasor.
           
Escribí según el relato de uno de esos guerrilleros derrotados en el campo de batalla – el comandante Héctor Pérez Marcano - los hechos de la segunda parte de esa invasión, la de Machurucuto - La invasión de Cuba a Venezuela dando suficientes elementos de juicio para intentar comprender los hechos y sus consecuencias, las causas, motivaciones y su desenlace. Al hacerlo, quise comprender las razones que habían llevado a un hombre vulgar, sin mayores atributos y sin valores excepcionales, mediocre y sin genialidad estratégica alguna, así como, desde luego, sin los menores escrúpulos ni patriotismo de ninguna naturaleza a quebrarle el espinazo al Estado venezolano, a poner de rodillas a sus fuerzas armadas, a engañar y seducir a su pueblo a extremos verdaderamente insoportables, a castrar todo ímpetu liberador de su clase política y a rendirse en todos los planos con alma, corazón y vida al tirano cubano. Al extremo de que Venezuela dejó de ser la República que fuera para convertirse en una vergonzosa satrapía, sin voluntad ni destino.


Desde luego, un accidente histórico tan monstruoso y de tamaña envergadura, sucedido a vista y paciencia de todos los poderes fácticos venezolanos y latinoamericanos, en la apatía y el absoluto silencio de la comunidad democrática internacional, no tiene otra explicación que la insólita pérdida de identidad de una Nación desorientada y a la deriva, la grave crisis de todo orden que sacude a Occidente, la pérdida de solidaridad ante el sufrimiento de un pueblo sometido a la humillación, la persecución y el escarnio y el descarado oportunismo que acosa a las principales potencias y a la comunidad histórica de América Latina. Asistir al hundimiento de la democracia venezolana, a la profunda corrupción de sus élites, al extravío moral de sus hombres y mujeres, a la incuria de sus autoridades y la perversión de sus ejércitos, aprovechando de paso para extraer beneficio de tan insólita tragedia, da cuenta de que la tragedia venezolana no sucede por azar ni será superada con un simple acto electoral.

           
Machurucuto, la ofensa a la dignidad nacional que hoy recordamos, abrió las puertas a una catástrofe. Estamos muy lejos de haberla superado. Dios nos ayude a lograrlo.

FUENTE: EL NACIONAL

ILUSTRADO POR: Alberto Rodríguez Barrera. 

REMITIDO POR:  Maximiliano Hernández Vásquez / UN 8 DE MAYO DE 1967: MACHURUCUTO: LA PUERTA A LA TRAGEDIA. 


lunes, 27 de abril de 2015

EL GOLPE MILITAR. Por: Antonio Sánchez García @sangarccs


EL GOLPE MILITAR


Antonio Sánchez García
 @sangarccs

“Toda dictadura es oprobiosa y deprimente, porque representa a una minoría entronizada por la fuerza en el poder. Todo régimen dictatorial, para mantener su inestable equilibrio, debe recurrir a métodos de barbarie que angustian al espíritu ciudadano y repugnan a las conciencias limpias.”
General Carlos Prats González, Memorias. [1]

            Una cosa es la teoría y otra, muy distinta, la práctica. Que a los mil días del establecimiento del gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular el proceso se había estancado en un callejón sin salida, que estábamos al borde de un golpe de Estado que se aproximaba a pasos agigantados, posiblemente no hubiera nadie en Chile que lo dudara. Hay momentos en que el reloj de la historia se detiene y la vida se mueve como en cámara lenta. Para precipitarse en horas y reventar ante nuestros espantados ojos de un instante al otro. Pero como solemos reaccionar ante las catástrofes cantadas e inminentes, el comportamiento natural impulsa a cerrar los ojos y esconder la cabeza. Es el síndrome del avestruz.

            Allende estaba solo. A pesar de la masiva movilización de respaldo que se dirigió a La Moneda el 29 de junio de 1973, ante el globo de ensayo del golpe de Estado para el que faltaban exactamente setenta y cuatro días, frustrado entonces por la intervención en contrario de Augusto Pinochet, la llave de seguridad de un gobierno asediado que se sostenía con alfileres. Todos hicimos como que la amenaza letal había sido conjurada, todos aclamamos a Allende sin comprender que ya estaba rodeado de una inmensa soledad, todos aplaudimos al general Prat y al general Pinochet, aquel condenado a muerte ya por entonces y el otro elegido por los dioses para la gran traición. Cosa que entonces nadie, absolutamente nadie sabía. Ni siquiera los protagonistas. Todos volvimos cabizbajos, llenos de siniestras premoniciones, a mal dormir esa y las setenta noches siguientes.

            En esos setenta y un día la vida de todos los chilenos quedó suspendida, en vilo, como detenida en el espacio y el tiempo por un conjuro. El golpe se había hecho inevitable. El gobierno de Salvador Allende no daba para más: estaba exangüe, exhausto, agotado. Allende había jugado todas sus cartas. La última era impensable e irrealizable: la renuncia. Los más ingenuos, los más impacientes, entre los que me contaba, creíamos que podía ser evitado empujando hacia el abismo. Aceitando los cachivaches con los que creíamos que podíamos enfrentar a un ejército profesional y perfectamente consciente del papel que le correspondía en la tragedia: ser la implacable fuerza de choque del tirano.

Los más conscientes, obviamente los más pesimistas, intentaban vanamente  darle los últimos alientos a Salvador Allende, el mártir, buscando desesperadamente pero sin asomar su angustia una hendidura, un paso que diera a una salida honorable: rendirse pero mediante la democrática expresión de un plebiscito. Cuando en su último encuentro, el 8 de septiembre, le comentó al general Prats que en pocos días llamaría a un Plebiscito, que sabía perdido, éste le comentó con sorprendida amargura: “Perdone Presidente, usted está nadando en un mar de ilusiones. ¿Cómo puede hablar de un plebiscito, que tardará 30 o 60 días en implementarse, si tiene que afrontar un Pronunciamiento Militar antes de diez días?” (Ibid, pág. 510.). Sucedió, pero en tres días. Setenta y dos horas.

El pueblo estaba como atragantado. Ni preparado ni dispuesto para iniciar una guerra civil, la única verdadera preocupación del príncipe mártir y del tirano al acecho. El mártir, porque era consciente del devastador poder de fuego de la reacción: fuerzas armadas compactas y verticales, absolutamente unánimes, poder judicial sin hiatos legitimando la intervención, parlamento, empresariado, clase dominante, medios de comunicación cónsonas en que había llegado la hora de las armas. El tirano, porque le temía al poder devastador del pueblo, si está dispuesto a guerrear por sus derechos. Y él sabía que el respaldo popular de Allende, así no fuera mayoritario, estaba intacto y que tras suyo había esperanzas y un auténtico convencimiento. Lo que no sabía era que Allende ya había tomado la decisión más trascendental de su vida: sacrificar su vida en aras de evitar una tragedia, suicidarse a cambio de la paz, seguro de que el futuro se abriría en grandes alamedas, como lo comunicara al comprobar la verdadera y devastadora dimensión del golpe de Estado, en su última alocución:  En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor. Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas Armadas. El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.” Pocas horas después demostraría ser un hombre de palabra, un hombre cabal: se quitaba la vida.
            Escuché ese discurso poco después de las 8 de esa mañana, mientras me dirigía al centro de investigaciones socioeconómicas de la Universidad de Chile, en donde trabajaba. Me quedó absolutamente en claro que no había nada que hacer, que el temido golpe de Estado por fin se estaba produciendo, que el monstruo había tomado su gran decisión. Allende había sido claro y explícito: prefería ser acribillado en La Moneda o quitarse la vida antes que rendirse. Pero sabiendo la inutilidad de toda resistencia recomendaba mantenerse en los sitios de trabajo o regresar a los hogares. Era el gran estadista al final del camino. Poco después, sus cuatro edecanes le harían saber que las fuerzas armadas actuaban absolutamente unidas y bajo un mando único, lo que hacía inútil cualquier resistencia. Ante el asalto de un comando del ejército al palacio de gobierno, inmediatamente después del bombardeo, ordenó a los suyos retirarse sin hacer resistencia y se disparó una ráfaga de su fusil ametralladora bajo la barbilla.
            Hoy, a cuarenta y dos años de esa tragedia, me atrevo a afirmar que salvo los generales a cargo de la operación y los comandantes de fuerza, muy pocos sospechaban en Chile la extensión, la profundidad, el alcance y el proyecto de país que se escondía detrás del golpe. Y que nadie, salvo posiblemente el último en adherir a la conjura, Augusto Pinochet, sabía de los verdaderos plazos y perspectivas que lo animaban. Sólo los más afiebrados de entre los ultra derechistas, aquellos que conminaban a un Jakartazo, tenían conciencia de lo que se nos venía encima a los chilenos. Los civiles de todos los sectores – empresariales, académicos, eclesiásticos, políticos - que se habían opuesto al proyecto de la Unidad Popular esperaban retomar el control del país y devolver las fuerzas armadas a sus cuarteles tras recuperar el control de la situación. Con los menores costos en pérdidas de vidas humanas imaginable. Finalmente, y en términos estrictamente políticos, el gobierno de Salvador Allende apenas traspasaba la barrera del 40%. La inmensa mayoría del país quería volver a la normalidad y terminar por darle un portazo a la catástrofe. La inestabilidad era insoportable, la odiosidad y el ambiente bélico eran inaguantables, la extinción de toda perspectiva de futuro. intolerable, la inflación y el desabastecimiento de los bienes más esenciales – la leche, el pan, la carne, los medios de higiene, la gasolina, los repuestos - habían alcanzado cotas hasta entonces inéditas y pronto los chilenos no tendrían literalmente qué comer, cómo sobrevivir ni a qué dedicarse. Estábamos tocando fondo. Por primera vez en nuestras vidas. Pinochet confesaría más tarde que al ver la desesperación de las colas supo que el golpe se había hecho inevitable.

            Al mediodía del 11 de septiembre esas divagaciones sobre la naturaleza del golpe habían sido despejadas. El cruento, quirúrgico y demoledor bombardeo a La Moneda por tierra y aire que posiblemente nadie esperaba terminó por aclarar las cosas: eso era un golpe. Eso era el golpe. Imponer manu militari el orden, acorralar, perseguir, aprehender, encarcelar y asesinar a todos aquellos que pretendieran oponerse mediante acciones concretas a las decisiones de la Junta Militar de Gobierno. Con la mayor eficacia, la mayor profundidad, la más absoluta radicalidad y en el menor tiempo. Erradicar las pretensiones socialistas del corazón y la mente de los chilenos, acabar con partidos y militantes que las animaban, volver a imponer la disciplina, el acatamiento, la obediencia al poder político militar que venía a rescatar la institucionalidad republicana. Y liquidar cualquier pretensión en contrario. Una guerra abierta y declarada, letal y fratricida contra cualquier veleidad marxista leninista. Una guerra que impondría sus propósitos, siguiendo con la mayor fidelidad los principios republicanos asentados en el Escudo Nacional con una clara, sencilla e inequívoca voluntad de poder: POR LA RAZÓN O LA FUERZA. Ante el horror desatado y para él incomprensible, escribe el general Prats la misma noche del golpe: “Por qué los demócratas sinceros del gobierno y de la oposición no fueron capaces de divisar el abismo a que se precipitaba el país?”. Por una muy sencilla razón: Dios ciega a quienes quiere perder.  

            Marx, en uno de sus más brillantes escritos políticos, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, parafraseó la famosa frase de Hegel según el cual la historia se repite, agregando sin ningún sarcasmo que si el original era una tragedia, su repetición solía ser una farsa. Si transcurridos los mismos mil días de gobierno que condujeran en Chile a la tragedia del 11 de septiembre de 1973 se produjo en Venezuela lo que, lejos de toda verdad irrecusable algunos consideran un golpe de Estado, ese, el del 11 de abril de 2002 habría sido en cuanto supuesto golpe de Estado,  sin duda ninguna, una farsa. Como también ha terminado siéndolo esta sedicente revolución bolivariana, farsesca comedia convertida en satrapía de la revolución cubana. No obstante lo cual cabe preguntarse por nuestro desenlace: ¿cómo y cuándo llegará a su fin esta pesadilla?

            Es la angustiosa pregunta que todos nos estamos haciendo.

                       

domingo, 20 de enero de 2013

Willie Colón y Willy Cochez. Limpiando el rostro de un continente extraviado . Por: Antonio Sanchez García.

 
Limpiando el rostro de un continente extraviado 
Por: Antonio Sánchez García
Domingo, 20 de enero de 2013

Es cuando en medio de esta inmoralidad innominada salen las voces de Willie Colón y Willy Cochez a poner los puntos sobre las íes. Un gesto inolvidable que enciende una lucecita de esperanza

Conozco a Willie Colón desde que grabara CARIBE junto a Soledad Bravo, del que fue su productor musical y yo el productor ejecutivo, hace 30 años. Un trabajo conjunto que se prolongó por tres largos meses y nos permitió conocernos y entablar una relación respetuosa, cordial y amistosa. Willie Colón es un hombre sencillo, humilde, de raíz popular, tímido, franco y directo, sin presunciones artificiales, falsos devaneos intelectuales ni pretensiones literarias. Ni muchísimo menos políticas. Pero inmensamente talentoso, creativo, original y honesto. Un hombre capaz de sacrificar la fama, el poder y la gloria por defender sus ideas. Y de responder con generosidad al respaldo que se le haya brindado.
Sin su inmensa creatividad y su empuje no hubiera surgido ese impactante movimiento musical que le dio voz y figura a la presencia latina en los Estados Unidos. Esa salsa brava que vino a conmover el desarraigo de esos barrios broncos de las grandes ciudades norteamericanas - de Nueva York a Chicago y de San Francisco a Los Ángeles - y que pudo competir con el rock en influjo y definición de una cultura propia, que recogía sus acentos de los suburbios portorriqueños y dominicanos, panameños y cubanos, para conquistar luego las barriadas populares primero del Caribe y luego de toda Suramérica. Para llegar a Europa y al resto del mundo. En el principio de ese vasto y conmovedor movimiento cultural estuvieron esos dos muchachos del Bronx, rebeldes, desenfadados, sencillos y corajudos que fueron Willie Colón y su compañero Héctor Lavoe, al que lo unió una auténtica hermandad.
altAl embajador panameño Willie Cochez lo conocí en un viaje que realizamos a Washington con Ismael García, Juan José Molina, Wilmer Azuaje, Milos Alcalá y Mauricio Poler, con el fin de denunciar los sistemáticos abusos y violaciones a los derechos humanos que cometía el régimen de Hugo Chávez contra una oposición acorralada, indefensa y desasistida por una comunidad internacional absolutamente indiferente a lo que sucedía en el país que, contradictoriamente, mayor generosidad y respaldo mostró frente a casos similares en el pasado de la región, tanto de los países centroamericanos dominados por añejas dictaduras caudillescas como las terribles dictaduras militares de los países del llamado Cono Sur. E incluso de la España franquista.
Acababa de triunfar en Panamá el presidente Ricardo Martinelli y todo el mundo alababa su sabiduría en la escogencia y nombramiento de Willy Cochez, como le conoce todo el mundo, para un cargo tan delicado como el de ser su Embajador ante la OEA en un momento tan difícil como el que atraviesa la región. Un hombre de inocultable reciedumbre democrática, de ideología socialcristiana, amigo y compañero no sólo de los socialcristianos venezolanos, sino de toda su clase política, habiendo vivido largos y muy fructíferos años de su vida en Caracas. Era, pues, una escogencia inteligente y apropiada para un foro que se vería enfrentado a difíciles situaciones. Tal cual se demostraría luego, no sólo con el caso de Venezuela, sino de Honduras y Paraguay. Agudizada su gravedad por la insólita injerencia de Brasil y Cuba, aliados con la Venezuela chavista en un proyecto de dominación continental que sigue los lineamientos establecidos fundamentalmente por Fidel Castro y Lula da Silva a través del instrumento continental creado a tal efecto, el llamado Foro de Sao Paulo. En el que confluyen todas las organizaciones de la extrema izquierda castrista, incluidas las guerrillas narcoterroristas. Esta vez, y por primera vez en su historia, apoyadas por gobiernos abierta o tendencialmente dictatoriales, como los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua, o subrepticiamente cónsonos con la vocación injerencista del castrismo cubano, como Brasil, Uruguay y Argentina. Y a los que se uniría la Hondura de Zelaya y el Paraguay de Fernando Lugo. Todos los cuales creen compatible el respeto y la subordinación a sus estructuras democráticas en lo interno, y el respaldo al expansionismo castrochavista en lo internacional. En el caso del Brasil, tras un proyecto imperial de muy difícil explicación.
Por primera vez en la historia de América Latina, un proyecto de dominación continental, de naturaleza caudillesca, militarista y dictatorial, de esencia antidemocrática y antiliberal y, enmascarada en un neo socialismo populista, amalgamaba a la izquierda marxista de la región. Con un nuevo proyecto, nuevos actores, un nuevo discurso y el inmenso poderío financiero brindado por un gobernante desequilibrado, irresponsable, mesiánico y delirante, capaz de encender las hogueras de la conspiración, la desintegración y el caos con el uso de sus inmensas reservas petroleras. Sin la menor consideración a las nuevas coordenadas de la política mundial, visto el fracaso estrepitoso de los llamados socialismos reales. Pero ante la absoluta indiferencia, la apatía e incluso la silente o sonora complicidad de gobiernos indudablemente democráticos, como los de Chile, Perú, Colombia, México o Costa Rica. Un caso digno de Ripley.
Escribo sobre Willie Colón y Guillermo “Willy” Cochez, porque desde ámbitos tan distantes y aparentemente desconectados como la diplomacia y el espectáculo han irrumpido volcánicamente en la adormecida opinión pública latinoamericana para llamar la atención sobre un caso insólito y rocambolesco: el de un presidente de una república supuestamente constitucional y democrática que desaparece de la faz del planeta, se somete en La Habana a una gravísima cuarta operación quirúrgica para paliar los espantosos dolores de un cáncer terminal, cae en el misterio más insaondable hasta desatar los más estrambóticos rumores, se ve imposibilitado de asistir a su juramentación como nuevo presidente de la República y su partido y las instituciones por él controladas deciden, violando todos los preceptos, leyes y tradiciones aceptadas y reconocidas en el mundo entero, autorizarlo a permanecer ausente tanto tiempo como el que sea necesario para su recuperación – sin especificar plazos -, reconociéndole su legitimidad de manera automática y amañando unos nombramientos que transgreden todo el ordenamiento constitucional de la República. Convertida, por ese desconcertante e inédito procedimiento, en una realidad farsesca, comediante, írrita y, naturalmente, dictatorial y avasallada. Toda vez que los verdaderos amos políticos de esa nueva Venezuela, como lo ha subrayado con valentía el embajador Cochez en la OEA, son el dictador cubano Raúl Castro y su jefe de seguridad, el policía Ramiro Valdés.
Esta usurpación, digna de una tragicomedia de Valle Inclán, no pudo menos que llegar a la OEA, el foro de natural competencia para discutir estas aberrantes anormalidades. Es cuando luce el descaro, por no decir, el inmoral caradurismo de su Secretario General y la ominosa complicidad de todos los países miembros. Que la consideran tan lógica como una lluvia de salamandras o un concierto de alpargatas. Es cuando en medio de esta inmoralidad innominada salen las dignas voces de Willie Colón y Willy Cochez a poner los puntos sobre las íes. Un gesto inolvidable que enciende una lucecita de esperanza en un continente sumido en la corrupción, la alcahuetería y la desesperanza.
sanchezgarciacaracas@gmail.com

FUENTE: Analitica.com

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A finales del año 1989, diversas polémicas se suscitaron en la Fuerza Aérea Venezolana, por la selección “no amañada” de algunos oficiales para asistir al curso de entrenamiento de los helicópteros AS-332B1 (Súper Puma) en la República de Francia. Fueron seleccionados el Tcnel (Av.) Roberto Vicente Vásquez, el Mayor (Av.) Yunny Rojas Chirinos, el Capitán (Av.) Orlando Silberstein Mellado, el Capitán (Av.) Senibaldo Palacios Rojas y el Mayor (Av.) Sammy Landaeta Millán. / Haga click en la imágen para seguir leyendo

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Una inmensa mayoría de venezolanos que amamos la libertad, le dimos al actual sistema de gobierno nuestros nombres, direcciones, números de cédula de identidad, para invocar una medida constitucional revocatoria del mandato de un presidente de la República ineficiente. En contraprestación nos estafaron, nos robaron, manipularon los resultados y el automáticamente revocado, se transformó en un emisario del diablo para utilizar las listas en una penitencia y calvario, por haberse atrevido a firmar contra él. /Haga click en la imágen para seguir leyendo

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Muchas personas pensaran, que a juzgar por el titulo de artículo, se trata de un legajo de procedimiento de Búsqueda y Salvamento; pero lamentablemente no es así. LOS CODIGOS están referidos a los procedimientos administrativos y operacionales que permitieron lograr la operatividad de la Empresa Estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) bajo control de SOCORRO Hernández. La administración inadecuada de procesos; podría estar reflejando la manipulación de -inescrupulosos terceros- que se enriquecen como jerarcas del Petróleo y el Gas y se suman a los nuevos ricos -políticos y militares.- Pero en el País no se investiga nada, excepto el supuesto golpe y magnicidio, que desestimamos. El verdadero GOLPE, se dio al ESTADO, con la publicación de 26 Leyes inconstitucionales y el indiscutible MAGNICIDIO se perpetro contra los venezolanos; cuando se destruyó PDVSA. Haga click en la imagen para continuar leyendo.

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Pensamos que ya está bueno, que Raúl Isaías Baduel, trate de solaparse, confundir y alinearse como figura opositora, al régimen vandálico de Hugo Chávez Frías. Recordemos que siempre se identifico militarmente, con los Revolucionarios que apoyó y defendió. Pero sorpresas te da la vida dice un adagio: Amigos de ayer, son sus enemigos y persecutores. Compañeros de TROPELIAS se trasformaron en inquisidores y verdugos. Muchos indicios de su TRAICIÓN a la causa soberana del Pueblo, los trata de borrar. Por sus acciones políticas superfluas, elude sus culpas y difunde, que su otrora “Padre” es un COBARDE. Eso motiva, que le expresemos aspectos en DIRECTO A BADUEL. Haga click en la imágen para seguir leyendo.

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La crisis institucional de la Fuerzas Armadas Nacionales de Venezuela llegó a sus clímax. La aprobación de la nueva Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional “Bolivariana” lo confirma. La identidad de una organización al servicio del Estado se pierde y surge por imposición pseudo-legal la potestad de “autoridad suprema” de aquel que se atavía como comandante en jefe. Se incrementa la INDISCIPLINA y se trata de contener la disidencia, desobediencia o rebelión, con la adoración al oficial de mayor graduación investido como TÓTEM SOCIALISTA . Haga click en la imagen para seguir leyendo. gracias

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Rafael Ramírez Carreño. Presidente de PDVSA y ministro de Energía y Petróleo. Es ingeniero mecánico, es trujillano, de finos modales, la verdad sea dicha. Su padre -Rafael Darío Coronado- fue guerrillero en los sesenta. Su padre y él mismo fueron cercanos a Diego Salazar Longo -cuñado, fundador de la FALN (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional). Rafael Darío Ramírez-padre militó en las brigadas urbanas de la FALN. Haga click en la imágen par seguir leyendo.

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Cuando los Trabajadores de Petróleos de Venezuela (PDVSA) activaron un paro laboral para repudiar la Politización y la inobservancia de la Meritocracia, en la Corporación en el año 2002; no recibieron el apoyo de algunos de sus compañeros. Los participantes del conflicto fueron catalogados por el régimen Castro Chavísta como enemigos del proceso revolucionario y traidores a la Patria.” Pero los que apoyaron al desgobieron, para consolidar lo que hoy llaman, “La PDVSA del Pueblo,” también podemos señalarlos por justicia, como: Los Esquiroles del Petróleo./Haga click en la imágen para seguir leyendo

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Mi nombre es Iván Simonovis, de 49 años de edad y de profesión Investigador Criminal. Durante 23 años ininterrumpidos trabajé en la Policía de investigación Criminal de Venezuela y, por mis méritos, en el año 2000 fui escogido para ocupar el cargo de Secretario de Seguridad Ciudadana del Distrito Capital durante los fatídicos hechos del 11 de Abril de 2002. Mi función era la coordinación y supervisión de las políticas de seguridad pública de la ciudad de Caracas, Venezuela./Haga click en la imágen para seguir leyendo

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Hoy 25 de Septiembre de 2008, se cumplen 5 años del brutal ataque de las fuerzas MILITARES y POLICIALES en el Campo Petrolero LOS SEMERUCOS, en Punto Fijo, Estado Falcon. Sacar de la vivienda, a la señora Haydée Irausquín, fue punto de honor, del proceso de revolución y la convirtieron en la primera persona desalojada de las residencias petroleras. /Haga click en la imágen para seguir leyendo

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Keira Knightley as Lara in Doctor Zhivago (2002) Keira es la cara de la campaña de AMNISTÍA INTERNACIONAL a favor de los DERECHOS HUMANOS. La fotografia corresponde a: http://www.flickr.com/photos/21058094@N04/3159549540/ Si Usted precisa mayor información sobre ésta prestigiosa actriz británica de cine y televisión, por favor haga click sobre la imagen. Gracias.

LA TRAICIÓN ENCUBIERTA // Por: Nelson Ramírez Torres

LA TRAICIÓN ENCUBIERTA // Por: Nelson Ramírez Torres
La presente reseña, lo hacemos asumiendo la total responsabilidad, al difundir algunos aspectos, del Libro: “La traición encubierta” de Nelson Ramírez Torres, sin el ánimo de vulnerar los derechos de autor, las previsiones legales de la Editorial o las diagramaciones del diseñador grafico. Nos mueve simplemente los sentimientos de dolor, rabia e impotencia, que nos embarga en nuestra humilde condición de Militar en Situación de Retiro, ante una institución armada que quedó MINUSVALIDA en su Sistema de Comunicaciones de la Defensa Nacional -SICODENA- y NO podemos hacer otra cosa que sensibilizarnos con la narrativa del texto, en cuestión. Para ver ésta RESEÑA, le agardecemos hacer click en la imagen, donde tambien consideramos prudente incluir la FICHA TECNICA y la SIPNOSIS del libro. Gracias.

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SAMMY LANDAETA MILLÁN

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Sammy Landaeta Millán. Coronel de la Fuerza Aérea Venezolana, en Situación de Retiro, según resolución N°7446 de fecha 26 de julio de 2000 (Propia solicitud). Licenciado en Ciencias y Artes Militares (Opción Aeronáutica). Especialista en Administración de los Recursos de la Aviación. Maestría en el Empleo del Poder Aéreo. Diplomado Estado Mayor Conjunto N°14. Diplomado Curso Especial de Seguridad y Defensa para Ejecutivos. Piloto Aviador Militar. Piloto de Helicópteros Militares. Piloto de Helicóptero Comercial. Especialista en Búsqueda y Salvamento -SAR- Cursó estudios de Maestría en Ciencia Política en la USB. Presentó el Trabajo de Grado: "Política Militar, Misión de la FAN y Soberanía Nacional, a partir de 1999." Fue asignada la fecha de defensa pero el primer Jurado lo mandó a corregir -nos pronunciamos por escrito y presuntamente no gustó la motivación.- Se corrigió y se redujo el estudio a 50% y se presentó de nuevo a la Coordinación. Designaron dos Jurados adicionales y se INHIBIERON. El Dr. Frederick Welsch -Tutor de la tesis - salvó su voto. No obtuvo el Grado. ¿ORDEN DE LA REVOLUCIÓN?

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