LA ULTIMA PALABRA.
REVISIÓN ACTUALIZADA
Stanislaw E. Dubis C.
Valencia, España
19/11/2022
Para evitar cualquier confusión del lector, dejo claro que la primera parte de este escrito, la realicé en enero del año 2019.
Los últimos 20 años de historia venezolana han abierto las puertas al ingenio narrativo de muchísimas personas, dentro de los cuales me incluyo. La creatividad analítica para entender el fenómeno socio-político generado por el triste y lastimosamente célebre Hugo Chávez ha sido el motor fundamental para dar alguna interpretación al desastre en el cual se hundió al país, continuado magistralmente, en su afán destructivo por el cucuteño Niko. No hay referencia mundial de semejante ignominia a la cual hemos sido llevado los venezolanos.
Las redes sociales, medio en el cual se permite “la libre opinión”, distribuida con una velocidad vertiginosa, han sido las incubadoras de múltiples amateurs en eso de la escritura. Allí se integran, desde los más acertados y creativos, hasta los que he denominado “pirañas mediáticas”. Con esta definición me refiero a los “escribidores viscerales” que sin piedad atacan cualquier tipo de opinión y criterio, sea este positivo, o negativo. Para ellos y ellas, lo importante es el ataque impío, hacerse sentir y notar. Nadie en su “lógica” o entender personal, tiene razón.
La circunstancia histórica nacida el 10 de enero de este año 2019, pareciera ser la puerta final y quizás también la última oportunidad para salir del oprobio chavo-madurista. Lo triste es que aún persiste mucha gente en su afán de ataque destructivo a los actores que participan en el proceso e intención de rescate de la sindéresis y decencia de Venezuela. Todos esos analistas que pululan en las redes creen tener la razón y el derecho de su lado. Eso es sin duda una acción muy mezquina.
Hay que ser total y absolutamente conscientes que el horizonte se nos hizo muy corto y los amaneceres de libertad posiblemente contados si no se logra una integración de objetivos y criterios por encima de las diferencias superfluas, o tal vez no tan superfluas algunas de ellas, pero si, en este caso muy secundarias al objetivo central e interés único, como lo es la deposición del régimen de narco-corrupción y mediocridad que ha asaltado el poder y ha doblegado la institucionalidad del Estado a su vil servicio y por ende, el subsecuente rescate de nuestra libertad.
La
sociedad venezolana no debe dejar pasar esta ocasión. Pareciera no haber otra.
Dios ha sido magnánimo con nuestra patria. Nos ha concedido con su bendición,
un país lleno de recursos, de naturaleza hermosa, de gente buena y trabajadora,
creativa, alegre, y muchos otros adjetivos positivos que se le pudiesen adjudicar
sin excepción al ciudadano venezolano en general.
En este difícil trance nosotros los venezolanos tenemos en la unión LA ULTIMA PALABRA.
Esas líneas que anteceden, tal como dije al inicio, las redacté en enero del 2019. Revisando mis archivos, consideré muy oportuna traerlas a colación nuevamente por cuanto siguen más que vigentes. La verdad, no recuerdo si las publiqué o no. Tal vez las hice llegar a algunos amigos con los que, por confianza comparto criterios e ideas.
Casi tres años después, continúo recibiendo en mis
correos y plataformas análisis de aula universitaria, escritos por gente
supremamente calificada, pero que son tímidos y escasos en propuestas de
soluciones concretas para salir del atolladero actual. No basta con poseer visión
académica de la realidad, o títulos que certifican y avalan una trayectoria de
formación digna y respetable, que confieren respaldo y soporte a quien las
escribe. En mi muy humilde parecer, esos mensajes llenos de intelecto llegan a
un porcentaje mínimo de la población, esa que los lee, internaliza y asimila;
los entiende.
Escribimos muchas líneas contentivas de ideas acerca de la unión indispensable como sociedad para salir de la situación actual, pero ¿A quién se las escribimos? ¿A la masa que es la que decide? Yo no creo. El egoísmo intelectual de los analistas, si me permiten decirlo de esa manera, no está permeando al target de consumo motivador, que es el que al final nos interesa. Hay que comenzar a pensar en “llegarle al corazón” de la gente, al más humilde, al que de verdad sufre diariamente los rigores de la realidad.
Muchas ideas brillantes, pocas propuestas motivadoras. Esa es mi conclusión. Esto me permite llegar a un punto, que en cierta forma me ha llevado a realizar este escrito, pues hace pocos días recibí, a través de la plataforma de “La Protesta Militar” de nuestro amigo Sammy Landaeta Millán, un enlace que me ha estimulado a considerar que en Venezuela sí hay gente con planteamientos mas allá del marco político-partidista.
Específicamente me refiero al Dr. Luis “Balo” Farias, quien a través de su propuesta en “La rebelión de las regiones somos todos”, plantea una fórmula, factible de optimización desde luego, que definitivamente es en su esencia, una propuesta política; pero lo más interesante es que no está atada al maniqueísmo partidista tradicional. Yo personalmente la considero genuina y digna de analizar. Las ideas de Luis “Balo” Farias son concretas, va directo al grano. En mi interpretación, y es donde surge la pregunta de: ¿cómo hacerlas viables?, es donde lanzo el reto.
Regresamos al punto inicial de la segunda parte este escrito, no basta con decirnos que el líder somos todos, que en la unión está la fuerza, porque de verdad; líderes sobran, pero los liderazgos brillan por su ausencia. Ese es el punto crítico. Hay que romper esquemas, hay que inducir el pensamiento lógico y racional, pero no a quienes leemos y entendemos estas ideas, sino a la masa.
Allí es donde llegamos a la pregunta: ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién asume la responsabilidad de transmitir ideas y concretar propuestas? No se trata de que quienes se fueron no tienen derecho, o porque yo me quedé sufriendo las realidades sí, eso es egoísmo y manipulación pura y simple. Hay venezolanos capaces y preparados fuera y dentro del país. Hay que sumar, no restar ni dividir. Creo que deberíamos ser un poquito más humildes objetivos y directos, sin tantos aspavientos intelectuales ni de aula universitaria en nuestros mensajes.
Miremos la Venezuela que hay frente a nosotros y
escuchemos que es esa la realidad que nos grita: “hay que unirse, de lo
contrario, no hay salida”. ¿Quién se lanza al ruedo para tratar de cohesionar
la dispersa interpretación que tenemos los venezolanos de nuestra propia situación?
¿Quién será capaz de unirnos para salir de la narcodictadura?
Desde este momento, ¡cuente con mi apoyo!
REMISIÓN: