ATERRIZAJE
EN VILA TEPEQUÉM, BRASIL.
Por: Coronel ®
(FAV) Sammy Landaeta Millán.
Anécdota FAV.
Como
hemos relatado en escritos anteriores, la República Federativa del Brasil y la
Dirección de Fronteras del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE) de la
República de Venezuela, eran las encargadas de densificar, posicionar,
construir y mantener hitos fronterizos, en los límites de ambos países. Los
helicópteros de la Fuerza Aérea Venezolana (FAV) prestaban su apoyo y los tripulantes
de los equipos Franceses Alouette III (Al-III) fueron protagonistas del
cumplimiento de la misión asignada a la
FAV y al Grupo Aéreo de Operaciones Especiales No 10 (GRUOPEDIEZ) donde hasta
hoy LOS COBRAS, somos humildemente, un referente histórico, de la institución,
por lo cual relato: ATERRIZAJE EN VILA TEPEQUÉM, BRASIL.
Vila
Tepequém ó Villa Tepequém en idioma Español, se localiza en La Sierra de Tepequém (en
portugués: Serra do Tepequém) que es una cadena montañosa ubicada en la ciudad
de Amajari en Roraima (idioma pemón:
roro imã, "montaña del loro", pronunciación en portugués: /ʁoˈɾajmɐ/)
es uno de los veintiséis estados que, junto con el distrito federal, forman la
República Federativa del Brasil. Su capital es Boa Vista. Está ubicado en el
extremo norte de la Región Norte del país. Limita al noroeste y norte con
Venezuela mediante la divisoria de aguas de las cuencas del Orinoco y Amazonas,
al éste con Guyana (concretamente con el territorio de la Guayana Esequiba, en
litigio entre Guyana y Venezuela), al sureste con Pará y al sur y oeste con
Amazonas. Con 800 habs. en 2014, es el estado menos poblado y con 2,23 hab/km²,
el menor densamente poblado. Fuente: Wikipedia.
Recuerdo que estábamos
al final de la campaña de demarcación. Era Teniente de la Aviación y me despeñaba como piloto al mando de un
Al-III, mi copiloto era el Teniente (Av) Leonardo Méndez Martínez y el Jefe de
Máquina, el ST2 (Av) Alfonso Pineda. Concidencialmente,
era 2 de Noviembre de un año final de la
década del 70, dia de los fieles difuntos, y fuimos a Boa Vista para buscar al Coronel
del Ejército Brasileño, Director de Fronteras,
del vecino país. El traslado del helicóptero NO fue problema, pero el idioma sí,
nos comunicamos con la torre de control y todo estaba en orden, porque para la recepción
de las comunicaciones aeronáuticas, le colocamos un casco de vuelo al Señor
Dilermando Deí, Jefe de la misión Brasileña, quien me indicaba en Español en función
de la aproximación, el sitio de rodaje y rampa de estacionamiento del
aeropuerto de la Ciudad de Boa Vista, donde aterrizamos sin novedad, por el
poco tráfico aéreo, que había en la capital de Estado de Roraima.
Regresamos al
campamento que se encontraba cerca de Icabarú en el Estado Bolivar y comenzamos
el repliegue de los equipos de trabajo que estaban distribuidos en los
diferentes Hitos de demarcación fronteriza que se denominan BV
(Brasil-Venezuela) y el número que corresponda en la secuencia de los limites binacionales. Es
de hacer notar, que en cada viaje trasladábamos 3 personas y los tripulantes éramos
tres, con sitios distantes de hasta una hora de vuelo y el helicóptero tenía 2
horas, 30 minutos de autonomía. Habíamos
estado inoperativos porque el combustible de la cisterna de Fronteras, se contaminó,
pero también tuvimos la grata visita del C-123 de las FAV al mando del Capitán (Av.)
Mario Escalante Ramírez, quien nos traslado los pipotes de combustible JP1, hasta
Icabarú, embasados en tambores de 200 litros por el Servicio de Abastecimiento
de la FAV (SABAFAV) necesarios para terminar la misión,
Refiero que
siempre me ha gustado cantar y entre viaje y viaje, lo hacía para aliviar un
poco la carga emotiva que producía la responsabilidad de hacer esos vuelos con
personas propias y ajenas abordo, donde las posibilidades de sobrevivencia a un
accidente aéreo, eran casi nulas. Dividía
las piernas de ruta de navegación, que así se llaman, en periodos de media hora,
por lo tanto, media hora volaba el Teniente Méndez Martínez y yo cantaba, y la otra media hora, yo ejecutaba mis
funciones como piloto al mando.
Era un trayecto
maravilloso sobre Serranías y Selva virgen, en su inmensa zona verde donde a
veces solo se podía distinguir un eventual color amarillo, que asumimos podía
ser de un Araguaney. En esa inmensidad de árboles, que superan los 40 metros de
altura, NO cabía ni una aguja, cuanto
más, un helicóptero, con un ADF como
ayudas a la navegación, sin comunicaciones de radio, sin equipos de
supervivencia, sino operado por la voluntad, la responsabilidad, el patriotismo
y el sacrificio personal, profesional y familiar, de tres tripulantes, al
servicio de la Nación Venezolana y en defensa de su territorio nacional, donde
para darnos ánimo hacíamos trasmisiones en blanco: “Para las aeronaves en frecuencia
en el area de Icabarú, y el territorio de Roraima, éste el Helicóptero Al-III,
siglas 1325 de la FAV, en ruta de tal a cual sitio, en determinada altura y el
tiempo estimado de vuelo, desde o hasta, Icabarú”.
En oportunidades
llevábamos abordo una lata donde antes venían las galletas de soda, con
comestibles NO perecederos, por si acaso sobrevivíamos a una Emergencia real o
se accidentaba el helicóptero en un paraje solitario de esos INHÓSPITOS LUGARES
donde con el tiempo, algunos tripulantes de la FAV, en función de hacer empatía
con la sinonimia utilizada con la bases operacionales de la Fuerza Aérea, las denominaron BACOMA, que estimo, esas nociones coloquiales,
afines; NO llegaron a conocimiento
de los altos mandos de la FAV, porque
precisamente respondían a la abreviatura de
una Base Aérea ubicada en el medio de la nada, donde el maligno perdió su gorra
y estaba localizada precisamente en
algun lugar donde "toño el amable" era su anfitrión. Con las debidas
disculpas, a los distinguidos lectores.
Llegué a opinar
que esos maravillosas tierras donde el relieve se hace ilusión y la soledad se
convierte en bondades naturales, al observar cascadas y bellezas de la
Amazonía, si se nos apagaba la turbina y
sobrevivíamos al caer a tierra en autorrotación (maniobra de emergencia en
helicópteros) tendíamos que integrarnos
a una comunidad indígena, si la conseguíamos, y hacer vida con los Pemónes, Yanomanis o Maquiritares, hasta
que algún dia pudiésemos ser casualmente
rescatados, a los mejores estilos de la película, El Náufrago, de época
reciente.
Para culminar
esta misión llegó desde Maracay el Capitán (Av) Roberto Vicente Vásquez en otro
Al-III, su copiloto era el Teniente (Av) Humberto Mijares Henríquez y el Jefe
de Máquina era el ST2 (Av) Edgard Flores Lugo, quienes se integraban para cumplir con los tiempos de
final de campaña, pre acordados con Brasil.
Los puestos más lejanos los dejamos para final y salimos los dos helicópteros, a cumplir
nuestra misión de una hora de vuelo, una de regreso y 30 minutos de combustible
para la reserva operacional.
Cargamos 2
brasileños en cada helicóptero, con su equipaje y herramientas. El Capitán (Av)
Roberto Vicente Vásquez despegó primero y nosotros, en el otro helicóptero, los hicimos después, y avanzamos en línea visual de máquina a máquina,
para regresar al campamento. Pero de repente se nos presentó un frente lluvioso
que nos impedía ver hacia adelante, nos mantuvimos a distancia visual y de
comunicaciones, hasta que pudimos, y al tratar de bordear el mal tiempo, perdimos
contacto visual y de comunicaciones.
Nuestro curso de
regreso estaba en aproximadamente los 90 grados y en el desvió para bordear el
mal tiempo, nos fuimos saliendo al Sur, donde solo veíamos Selva y mas Selva. Sabíamos
por tiempo, donde estábamos, pero NO podíamos cruzar hacia el campamento y comenzamos
a volar en un rumbo de 120 grados aproximadamente, donde estaba claro. Luego de
casi 45 minutos avistamos una Serranía y le dije a Teniente Méndez Martínez, esa
es la Serranía donde está la Villa Tepequém, que por el mapa y la altura
podíamos identificar como tal. Decidimos
ir hacia esa zona donde se veía menos nubosidad y después de volar cierto
tiempo, vimos un poblado y unas personas, en una cancha, jugando futbol.
Ahí aterrizamos, para reevaluar que deberíamos
hacer, y por supuesto, se acabó el partido de futbol. Preguntamos si eso era Villa Tepequém y nos
dijeron que si, pero teníamos de nuevo
el problema, que se nos presentó en Boa Vista, el Portuñol que podíamos
pronunciar los tripulantes, NO lo entendían y por dificultades de la radio VHF,
NO nos comunicábamos con el otro
helicóptero y menos con campamento. Les dijimos a nuestros pasajeros que les
indicaran a esas personas la razón de la presencia de ese helicóptero militar, en
esa población del territorio Brasileño. Pero de repente alguien dijo que ahí
vivía un garimpeiro (minero) venezolano, y lo fueron a buscar quien se alegró
de ver a sus paisanos, y nos facilitó entendernos con las personas y nos
ubicaron que al norte de ese sitio, y de
acuerdo con el mapa, estaba la población de Icabaru, nuestro pautado, destino.
Sacamos cálculos
en el computador manual del helicóptero por peso, distancia contrastada con la
carta aeronáutica de la zona y estábamos como a 40 minutos al Sur, pero la
nubosidad todavía se veía al Norte. Esperamos casi 2 horas y prendimos para
irnos con seguridad pero NO se podía pasar y apagamos, nuevamente. Despejado después
de 3 horas, en horas de la tarde, cuando decidimos viajar, la selva tupida
había cambiado a Selva con Praderas escasas, lo que indicaba que podíamos
aterrizar si el helicóptero se apagaba.
Volamos con
suficiente altura, buscando el campamiento hasta que nos quedaron treinta galones
de combustible y el helicóptero consumía 1 galón por minuto, por una milla
náutica de recorrido. En nuestro vuelo
le dije al Teniente Méndez Martínez que llevara el helicóptero mientras yo
recalculaba en el aire e identificaba la zona que era perfectamente nuestro
territorio venezolano. Pero se nos
presentó otro inconveniente. Se prendió la luz intermitente de bajo nivel de
combustible que avisa que a la aeronave le quedan 20 minutos para acabarse la
reserva. Tomé el control de la nave y le dije a Méndez, que llevase él, el control
por tiempo de la luz, mientras yo ubicaba a los lejos el sitio del campamento. El
tiempo parecía que se había detenido, pero el helicóptero consumía el combustible
aceleradamente, y luego cuando la luz se puso fija, que avisaba que teníamos
10 minutos de vuelo, el ámbar de bombillo indicador era similar al
amarillo de los Araguaneyes que supuestamente había avistado en plena Selva.
Aseguré mi patrón
directo a pierna final para aterrizaje en el helipuerto. La luz de bajo nivel
de combustible ahora en forma fija determinaba que había que tener sangre fría y la tripulación
la tenía. El dominio, la destreza y el conocimiento, se imponía para determinar
el procedimiento a ejecutar, que NO era otro sino hacer una autorrotación en
cualquier pradera, si se apagaba la turbina.
Pero ya en la
fase final el helicóptero se comportaba muy liviano, temía porque la cantidad
remanente en el tanque tuviera impurezas, por la contaminación que habíamos experimentado
en el campamento y la máquina se me apagase en cualquier momento, antes que llegase,
al sitio de aterrizaje.
Estábamos en esos
momentos de recordar a nuestros instructores de vuelo el Mayor (Av.) Julio Rodriguez
Pimentel y el Capitán (Av) Bernardo Thomas Estrada: Si se apaga aquí, lo pongo
allá, si se apaga allá, lo pongo más allá y así sucesivamente recordar que con la luz amarilla de bajo nivel de combustible
fija, NO se podía someter a la aeronave
a posiciones o virajes fuertes o bruscos.
Lo llevé hasta la
fase final de aterrizaje en el helipuerto e hice un Hover (Vuelo estacionario)
y le dije al helicóptero: “Si quieres te apagas aquí.” Pero NO ocurrió, y desde
ahí vi que ya mi Capitán (Av.) Roberto Vicente Vásquez había regresado con su
tripulación quien posteriormente me comento, que hizo un aterrizaje de precaución al Norte, en
la carretera que conduce desde Icabaru
hacia el Paují y Santa Elena de Uairen, donde encontró un espacio abierto y
pudo esperar, mientras se despejaba la nubosidad en Icabarú.
A final nos
reunimos todos, en el campamento, los Venezolanos agradecíamos a Dios y a la
virgen del Loreto, patrona de los aviadores, por habernos conducido sanos y salvos, hasta
Icabarú y también expresamos nuestra eterna gratitud, al Cristo Redentor o
Cristo del Corcovado, que nos mostraban
los Brasileños en estampitas, porque aseguraban que él, nos había acompañado de
regreso, después del ATERRIZAJE EN VILA TEPEQUÉM, BRASIL.
Cita: “Para el
logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los
sacrificios”.
Simón Bolivar
Coronel ® FAV) Sammy Landaeta Millán
Naguanagua, 16 de
Octubre de 2019
Gracias a Dios y
a la Fuerza Aérea Venezolana, por
permitirme relatar aspectos de su Historia, NO contada.
FOTOS
SUPERIOR E INFERIOR: Frontera de Venezuela y Brasil, en Santa Elena de Uairén y Vista do alto da Serra do Tepequém, no norte de Roraima, en el Articulo, Serra do
Tepequém, por cortesía del blog: Os
1000 dias de Anna Biselli