IMAGEN: Foto captura, REFERENCIAL, por cortesía de Correo de Lara
Se soltó el diablo en Carora.
Enrique Meléndez
El diablo se suelta en Carora de vez en cuando, incluso, desde la época colonial. Se recuerda entre las leyendas del pueblo como un hecho satánico, el fusilamiento de un grupo de contrabandistas, a la cabeza de unos hermanos Hernández Pavón, que vivían en el mismo pueblo; perseguidos por la autoridad, a propósito de una mercancía, que transportan en una recua de mulas –las famosas mulas caroreñas, de las que habla Mariano Picón Salas-; por entonces Carora era una especie de aduana; por allí pasaba todo lo que venía de la Madre Patria, desembarcado en la Vela de Coro que no era mucho: más privaba el contrabando, y de modo que aquella gente sintiéndose alcanzada por la autoridad, que la ha avistado, se refugia en la iglesia. De allí los saca la autoridad a la fuerza, a pesar de la resistencia del cura párroco y fusilados en la plaza mayor, sin juicio alguno, a la vista de todo el mundo, un pueblo de unos doscientos habitantes, vecinos de los hermanos Hernández Pavón, que es lo más conmovedor de aquella escena, propia de una pintura de Goya: siendo ese episodio tan atroz, se terminó diciendo que ese día se soltó el diablo en las calles.
En ese sentido, se ha tenido viudas negras –asesina en serie-, como la que se describe en el libro del género de crónicas de Indias, titulado El Carnero Juan Francisco Freyle, obra escrita en 1638; hemos tenido frailes, que han maldecido al pueblo a consecuencia de las peleas enconadas entre godos y liberales, que se suscitan a todo lo largo del siglo XIX, y así sucesivamente se han venido sucediendo uno y otro acontecimiento, que se sale de fuera de lo común; el hecho es que siempre se piensa que son obra del diablo. Algo tan arraigado en la tradición del pueblo que, cuando se va a celebrar el onomástico del santo patrón, el 24 de junio, es decir, día de San Juan Bautista, se acostumbra llevar a cabo una cabalgata con carroza y reina por las calles principales, que se dirige a un complejo ferial, donde se exhibe ganado y todos los frutos del campo, y encabezando esa cabalgata va un niño, sujetando con un cordón un señor disfrazado de diablo; pues la tradición exige que ese día el diablo sea sujetado por el cordón del hábito de San Francisco. En efecto, los caroreños vivimos en el siglo XVIII, que lo dice muy bien Angel Bernardo Viso en su libro Memorias Marginales: "En Venezuela tenemos en pequeña escala un mejor ejemplo, de lo que pudo haber sido La Colonia en todo el territorio, si el proceso de independencia no hubiese interrumpido su inteligente esfuerzo creador. Me refiero a la ciudad de Carora y a su hiterland, donde el grupo de familias fundadoras, por un azar de nuestra historia, ha continuado arraigado a su tierra de manera estable, creando empresas de todo tipo y evolucionando hacia una sociedad activa y culta".
Una de esas familias es la Oropeza, con tradición secular de oficio de criadores de ganado, y a la cual pertenece el señor Javier Oropeza, actual alcalde de la ciudad, elegido en las recientes elecciones en un medio social, donde gozaba de muchos seguidores el chavomadurismo. El señor Oropeza tiene una hacienda, donde se está haciendo un experimento genético, a partir de un cruce entre el ganado de raza senepol y el raza Carora, experimento en el que viene participando la Facultad de Veterinaria de La Universidad del Zulia, donde ha instalado un núcleo académico. La circunstancia es que al alcalde Oropeza le ha sido confiscada esa finca, tomada por bandas armadas, y quienes le comen día a día el ganado; consecuencia de una persecución política, que se ha desatado contra este señor; luego de que fuera despojado de su cargo, una especie de cabildazo, tomando en cuenta que el concejo municipal, en el cual no cuenta con la mayoría el burgomaestre, declaró su ausencia, y debido a que tenía una orden de detención por violencia de género. Esto a causa de que en la sede del PSUV el 29 de julio se encontraban unas concejalas, cuando una turba amotinada rodea dicha sede, enfurecida esta gente, porque ese día los colectivos le habían disparado a la caravana de motorizados, identificados con Edmundo González Urrutia, desatado uno y otro sector en el pueblo, y uno de los disparos había alcanzado a uno de aquellos motorizados, que muere por falta de asistencia. A esto se añade el hecho, de que la escolta, que habían contratado, para la seguridad de Diosdado Cabello el día, que éste visitó Carora, no le habían sido cancelados los treinta dólares, que les habían prometido, de modo que ellos formaban parte también de aquella furia colectiva, y en la que se combinaba ira por sentirse estafada esta gente, con motivo del fraude del CNE; desesperanza; mientras se padece una vida de absoluta miseria. Una de las concejalas chavomadurista salió a enfrentar esta poblada en un tono muy altanero, lo cual avivó los ánimos, al punto de que obligaron a continuación a salir a las susodichas, y una vez afuera entró aquella masa embravecida, como un toro miura, y vandalizaron el interior de la sede partidista, hasta lanzar a uno de los dirigentes psuvistas desde una platabanda; quedando muy mal herido. El hecho es que el chavomadurismo acusa al alcalde de incitar esta rebelión. Se le imputó por violencia de género, a partir del capítulo de las concejalas acosadas por la turba en el interior de aquella sede; lo cual lo obligó a resguardarse, y desde allí nombrar a una sustituta, que le fue rebotada; porque la idea era despojarlo de su cargo de burgomaestre, mientras un contingente de tropas asaltaba su casa, y se repartían entre ellos hasta el jamón y el queso de la nevera. Nueve encapuchados se mantienen allí; lo que levanta la sospecha, de que son rusos o de otras nacionalidades. La señora Aniyis Reyes de Oropeza en un mensaje que envió por las redes sociales dijo que a su familia la habían dejado en la calle. ¿No es un capítulo más del diablo en esas tierras desérticas? Esto sin contar con el hecho de que le fueron allanadas las oficinas del periódico El Caroreño, que dirige el alcalde Oropeza, y a su madre la despojaron de un inmueble.
Enrique Meléndez
(X) @emelendezo