- Manuel Yánez Villegas, vicealmirante
- De cómo pasar de inspector general de la FANB a reo de El Rodeo
- Por: HERNÁN CARRERA
- Viernes, 16 de Octubre de 2015 a las 7:32 p.m.
Prometió viviendas, prometió carros. No cumplió y ahora está en El Rodeo. Todo lo demás, le toca explicarlo al Tribunal 42 de Control del Área Metropolitana de Caracas
No es fácil, no. Porque mientras un preso de El Rodeo no tiene más preocupación que pagarle puntualmente al pran para llegar a saber si amanecerá mañana, ni se imagina usted la cantidad de ocupaciones que puede tener un inspector general de la Fuerza Armada Nacional Boliviariana.
Según www.mindefensa.gob.ve/, así apretaditas son veintidós funciones que, sin mucha especificación, ocupan dos páginas tamaño oficio, y que sólo la proverbial irresponsabilidad del periodismo puede atreverse a resumir de la siguiente manera: estar ojo pelao para que cada centavito del milmillonario presupuesto de la Defensa Nacional sea utilizado con probidad y en apego a las leyes y, obvio, a las necesidades de la Patria.
Piense, entonces, que a usted por todo un año le corresponde cumplir ese trabajo. Y no cualquier año, sino entre 2007 y 2008, cuando los precios del barril petrolero llegaron casi a 150 dólares: échele y cuente cuánto centavito hubo que contar.
Madre trabajo, ¿no? ¡Ahhhh, Pero qué satisfacción el deber cumplido!
Ahora imagine que, después de eso, se queda usted sin empleo. Sí, señor, jubilado, a retiro, váyase a casa y vea TVES y plante un organopónico vertical y ocúpese de los nietos y de conseguir el champú en PetareToday.
Bueno, eso fue lo que le pasó a Manuel Yánez Villegas, vicealmirante de la Armada, soldado de la Patria y, pues de pronto extodo lo que alguna vez fue. Cualquiera se deprimía, ¿no?
Bueno, Yánez Villegas no. Acostumbrado al duro trabajo, apenas quitarse y guardar el uniforme, se dedicó a seguir trabajando por el bienestar de los venezolanos.
En dos por tres, el vicealmirante (r) creó su digamos propio ejército: un Frente Nacional Social Bicentenario 200, una Inversora Bicentenario 200, una Inversora Yare 200 y hasta un Frente Socialista Sol de Apure 54. Y allá fue: a procurarle a los venezolanos lo que todo venezolano quiere: una vivienda y un carro.
El único detallito es que el vicealmirante no tenía dinero y no podía regalarle a nadie su apartamentico y su carcacha, como hubiera sido su deseo, faltaba más. Por eso el plan era que la gente, o sea usted, daba una inicial y monsieur le vicealmirant se encargaba de tramitárselo. Vamos, un hombre con tamañas credenciales, con tanto contacto.
Pero el venezolano, se sabe, es muy impaciente. Pasaban los meses y nada, pasó un año y nada, pasó otro y pues los 25.000 impacientes venezolanos que esperaban por carrito o techo se fueron de mala gente a poner la denuncia en Cicpc, en Fiscalía, en donde fuera. Como si no estuvieran acostumbrados a esperar por el champú, por la leche, el arroz, la harina pan, los remedios…
Impacientes y malpensados, eso somos. Y no sólo usted, yo, sino parece que los fiscales del Ministerio Público también, y hasta los jueces de la República. Bueno, a veces, por lo menos a veces. O por lo menos en este caso, cuando, este viernes, a pedido de la fiscal 22 nacional, el Tribunal 42 de Control del Área Metropolitana de Caracas ha dictaminado que el señor vicealmirante y cuatro de sus “ayudantes” vayan a dar con sus ganas de ayudar a la Patria al Internado Judicial Capital, mejor conocido como Rodeo III.
No es fácil, no. Para pasar de almirante a reo, lo más necesario debe ser caer no tanto muy bajo como en desgracia.