En Venezuela reina la confusión
José Vicente Carrasquero A.
Después del escandaloso fraude puesto en
escena por el chavismo este 20 de Mayo pasado, se aprecia que los distintos
grupos que se oponen a la dictadura y los mismos miembros del régimen se
encuentran signados por la confusión y en muchos casos por la esperanza de que
sus deseos se hagan realidad.
Después que el CNE actuante, que no
legítimo, emitiera sus boletines claramente falseados algunos voceros del
conjunto opositor y analistas electorales comenzaron a usar esas cifras en sus
declaraciones. Eso fue por supuesto un error casi tan grave como haber
participado en el evento del 20May. Hasta en estos nimios detalles se debe ser
cuidadoso para no darle al tramposo elementos en los cuales sustentar sus
fechorías.
Más grave aún fue que políticos y
analistas que participaron en la comparsa que simulaba ser un proceso electoral
comenzaran a plantear una crítica a quienes no participaron tachándolos de
abstencionistas. El 20 de Mayo no hubo
abstención. Lo que vimos fue un riguroso rechazo a participar en un evento
ilegal e ilegítimo en todos los sentidos. Vimos a unos venezolanos sintonizados
con los países que desconocen al régimen de Maduro. Una población lo
suficientemente curtida como para entender que después de lo que vimos el 31 de
Julio de 2017, estamos frente a un CNE al que no le cuesta mayor esfuerzo
montar una mentira aunque con ello hunda la alharaca del comediante eterno
sobre las razones que arguyó para hacer de este ente un poder del Estado.
Luego encontramos a la oposición de la
oposición y de la dictadura. Este es el grupo más difícil de entender. Si bien
es cierto que los resultados visuales los favorecen, algunos se atribuyen el
exitoso resultado de dejar a la oligarquía roja bailando sola en su tarima.
Esta oposición contra todo, se empeña en no reconocer que se está frente a una
dictadura que no va a reconocer acción alguna de la AN, no porque esta no se
haga respetar, que de eso hay un poco, sino porque la delincuencia roja decidió
hace tiempo desconocer la voluntad del pueblo y evidentemente a quienes lo
representan.
El nombramiento del TSJ legítimo dejó
claro el talante de la dictadura. Los jueces nombrados y juramentados fueron
perseguidos hasta lograr que huyeran del país. Sus familias presionadas y sus
pertenencias saqueadas. En un ambiente como ese, nombrar un nuevo CNE significa
buscar un grupo de voluntarios que quiera correr la misma suerte que la de los
jueces. Eso en la práctica es bastante difícil por no decir imposible. La única
salida que se me ocurre es nombrar un CNE en el exilio, con venezolanos que ya
están fuera del país. El reto sería manejar procesos electorales a control
remoto. Con la tecnología que contamos
eso sería posible, pero del lado venezolano, es decir a lo interno del país
imposible.
Para comenzar a deducir lo que pasa en
Venezuela se debe comprender que la clase política que llegó al poder en 1999,
como resultado de las elecciones de 1998, para las cuales los notables de aquel
momento habían tenido éxito demoliendo a los partidos tradicionales, devino en
un grupo delincuencial que participa en una larga lista de delitos de alcance
internacional que los convierte en reos de la justicia mundial.
Un grupo de delincuentes que carece de
escrúpulo alguno para ejecutar la tropelía que sea con tal de mantenerse en la
guarimba que los salva, por ahora, de rendir cuentas en otros países, no puede ser estudiado desde la perspectiva del análisis
político tradicional. Me atrevo a decir que muchos supuesto de la teoría de
juegos no aplican a esta banda de hampones.
Lo que hemos visto y lo que viene es la
continuación de la farsa. El dictador simulando que está dispuesto al diálogo.
Por supuesto para que se haga lo que él ordena. Se buscó a algunos de los que
participaron en la farsa del 20May para simular un proceso de entendimiento que
usaría la liberación de presos políticos como elemento validador de ese
acercamiento entre la dictadura y la representación opositora que se prestó, quizás
de buena fe muchos de ellos, a participar en el simulacro electoral.
Un elemento que la dictadura usó con
maestría fue los desencuentros en la oposición. Con base en ese estado precario
o inexistente de cohesión montó un tinglado que tendría todos los ingredientes
que necesitaba. Un grupo que participaría creyendo poder repetir la hazaña de
2015, un grupo que decidió desconocer el llamado y los que critican a toda la
oposición por igual. Llama la atención en este último grupo que gastan más
tiempo y esfuerzo criticando a los grupos opositores que a los cabecillas de la
dictadura. La suma vectorial de todos estas fuerzas favoreció a la rojocracia.
En unas pocas líneas, se necesita una
estrategia. Para ello, primero que todo, se debe definir el objetivo: tomar el
poder. En esa estrategia deben participar todos los grupos opositores dejando
atrás las teorías de la conspiración (casi siempre equivocadas) y las facturas
que se tienen los unos contra los otros. Es menester acordar el mecanismo que
forzará esa salida del poder. Después se verá si viene un gobierno de
transición o qué. Después se verá cómo se elige un nuevo gobierno.
Lo urgente en este momento es entender que
las protestas de los líderes políticos de la oposición no están sincronizadas
con las necesidades de un pueblo sumido en la miseria por unos delincuentes que
los necesita empobrecidos y sometidos. Al pueblo hay que conectarle lo político
con sus querencias y necesidades inmediatas: combate al hambre, apertura de la
economía para poder comprar lo que quieran, acceso a la medicina, mejora de la
calidad de los servicios públicos. En mi modesta opinión, por ahí fumea el
proceso de búsqueda de una movilización social que incluya a todos los sectores
y que termine felizmente con la salida de Maduro y su cofradía del poder.