EL BICENTENARIO: UNA BUFONADA CÍVICO MILITAR
Nunca nos imaginamos que la gran alharaca por el llamado “Bicentenario”, concluiría con una bufonada mayúscula hasta el ridículo. Pareciera que el mal de amores revolucionario se hubiera atragantado por una idea preconcebida y burda, de querer utilizar tan magna efeméride para alimentar la pasión de Chávez por eternizarse en el poder, a pesar de la rotura por la que atraviesa su desgastado mando presidencial. Sinceramente, tenemos que voltear la carta, porque lo que vimos en las fechas de Carabobo y de la Independencia fue algo espeluznante. Tanto, que nos ha hecho perder la ilusión patriótica de rememorar siempre a nuestros libertadores, de quienes hemos perdido de manera inconsciente el mito de su inmortalidad. Esa alegre visión que enorgulleció nuestras vidas de soldados de la patria grande y profunda. La que nos hace revivir con tristeza las décadas más agraciadas de nuestras existencias.
Y, por que no confesarlo, nunca nos imaginamos el grado de miseria al que llegarían los militares que hoy ejercen los mando en las Fuerzas Armadas, cuando en un solo grito enaltecen a la muerte, y arrogantes, elevan con repugnancia los estertores de una “revolución” ya tildada de pacotilla, que solo ha servido para enaltecer el asco, el vicio y la pacotilla. Una regresión hacia lo insulso y la estupidez, que trata de revivir las hordas de las montoneras caribeñas, que con atraso impusieron en los albores del siglo xx, los despojos de la inconclusa independencia de los pueblos bolivarianos, no ya con las ideas del Grande de América, sino con los estropajos del iracundo soldadillo de la Isla caribeña.
Frente a la pantalla del televisor, nos atosigábamos sin embeleso al ver y oír las sandeces de quienes quisieron aparecer como herederos de los libertadores de la patria en el prosaico desfile militar de Los Próceres, que como alguien dijo, “resultó ser una indigna payasada, reveladora de la mediocridad, cursilería y degradación del chavismo y de los militares que le hacen comparsa”. Un acto que desnaturalizó el significado de la fecha, que en lugar de honrar la independencia, demostró la mayor sumisión a líderes sin talento ni talante, que en los últimos cien años, han querido dominar el ideario del mundo con hechos que solo nos llevan al agravio de la nacionalidad, y el insulto a quienes han ofrendado sus vidas por mantener a nuestra nación libre de yugo alguno.
Los que participamos por muchos años en estos desfiles de la Patria; y que hemos vivido para ver y apreciar con sentido crítico los ocurridos en el mundo, antes y después de la Guerra Fría, hoy imbuidos en la Globalización que no deja pase sin factura en lo económico, en lo social y en lo militar, pudimos apreciar el descalabro en la moral, en la disciplina y en el grado de apresto de nuestras fuerzas armadas “bicentenarias”. Pudimos percibir lo horrendo de la vestimenta y lo variopinto de los uniformes, que en fin de cuentas nos dejaron ver, parodiando a Galeano, “la venas rotas de la Patria de Bolívar”. Y de marcialidad ni se diga, un general comandante del desfile, que aparte de la vaguedad del “parte socialista y de muerte”, enfrenta a la tribuna presidencial con un fusil de asalto, desmedrando de la espada que tanto corre por América Latina y por el mundo de modernos dictadores en capa caída.
Con su bufonada, dejo esta FAN lastimera un amargo sabor de tristeza, al olvidar que con la entrada del presente siglo, el cambio de la estructura jurídico-política ocurrida en el país, que pudiéramos calificar de paradigmáticos, puso a Venezuela en la profundización del Estado de Derecho democrático, que obliga a todo el complejo institucional del Estado a la praxis del Derecho encausado en una evolución hacia el desarrollo de un Estado Moderno, destinado a garantizar la protección y vigencia de los derechos humanos, conforme a los principios de preeminencia, progresividad, indivisibilidad, interdependencia e irrenunciabilidad, expresamente regulados en el texto constitucional, que además es esencialísimo en la agenda internacional de los Estados, salvo para la mayoría de los participantes en el fausto desfile, que se aferran a la estentórea y fenecida “revolución bolchevique”
Esto debió ser la lectura fundamental el “5 de Julio”, como un premio a la grandeza de la Independencia y a los Libertadores, plasmado en nuestra Constitución. “Venezuela es y será por siempre una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural, en un Estado de justicia, federal, des-centralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para ésta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad”.
Domingo 9 de julio de 2011
Enrique Prieto Silva
enriqueprietos@hotmail.com