"12 DE  FEBRERO"
                            
BATALLA DE  LA VICTORIA Y DÍA DE LA JUVENTUD.
EXPRESIÓN DE  IDENTIDAD NACIONAL
--NO SE PUEDE QUERER LO QUE  NO SE CONOCE Y, MENOS AÚN, DEFENDER LO QUE NO SE QUIERE—
Por: Daniel E.  Chalbaud Lange
Valencia, 12  de febrero de 2020
Con una mezcla de dolor y esperanza,  se celebra y a la vez se conmemora, doscientos seis años de uno de los heroicos  episodios más significativo, a través de nuestra historia, para lograr nuestra  independencia política: LA BATALLA DE LA VICTORIA, el 12 de  febrero de 1814;   acontecimiento  que impulsó a la Asamblea Constituyente,  el 10 de febrero de 1947, a  decretar que se celebre en Venezuela, el día 12 de febrero de cada año, como el  DÍA DE LA JUVENTUD.
Episodio doloroso, porque ése día,  en la ciudad de La Victoria, por conocer a  su Patria, por querer a su Patria y para defender a su Patria, ofrecieron su  vida decenas de jóvenes venezolanos, la mayoría estudiantes universitarios y  seminaristas quienes, materializando el mensaje y el ejemplo de nuestro  Libertador Simón Bolívar que: "EL QUE  ABANDONA TODO POR SER ÚTIL A SU PAÍS, NO PIERDE NADA, Y GANA TODO CUANTO LE  CONSAGRA", entregaron todo lo que poseían: padres, madres, hermanos,  familiares, amigos, novias, catecismos y rosarios, alegrías y esperanzas,  chinas, perinolas, papagayos, trompos y los cortos recuerdos de su corta vida,  su juventud, como semilla para fortalecer su Patria Grande enfrentando, con una  lanza de madera venezolana a los colonizadores de la época, superiores  numéricamente y mejor equipados.
Si la fecha bien nos recuerda el  episodio histórico de ganar una sangrienta batalla en la cual un David  venezolano derrotó al extranjero Goliat, no es menos cierto que, como en todas  las guerras, se gane o se pierda, fue sin duda un hecho luctuoso que dejó  cientos de muertos y heridos de uno y otro bando, patriotas y realistas,  lamentablemente en su mayoría venezolanos, siendo lo más doloroso que, en un  gran porcentaje, murieron  los que por  naturaleza han debido seguir viviendo: los  jóvenes.
Jóvenes, universitarios y  seminaristas, de 18, 20, 24 0 30 años  demostrando identidad con su Patria, de apenas  31 meses con Certificado de Nacimiento como República.
Quedaron mudas cientos de  madres  quienes también ofrecieron lo más preciado, lo que más querían en esta vida, sus  hijos, dándole respuesta al anónimo pensamiento que  "CUANDO  EL CLARÍN DE LA PATRIA   LLAMA HASTA EL LLANTO  DE LA MADRE CALLA".
Además de una breve reseña de los  acontecimientos épicos de aquel 12 de febrero de 1814,  vale la pena resaltar a los actores y a las  motivaciones que los impulsaron para ofrendar sus vidas por una causa justa.  Debemos resaltar que no es lo mismo luchar por defender una causa justa que,  obligados, luchar por una imposición injusta.
Simón Bolívar y su tío, José Félix  Ribas, representantes de los venezolanos de la más alta sociedad caraqueña y  quienes habían participado con mucha pasión en la creación de la reciente  República concretada el 5 de julio de 1811, vieron como el derrotado imperio se  negaba a perder las tierras y riquezas conquistadas y colonizadas desde hacía  300 años, período que impulsó al Libertador a exclamar el 3 de julio de 1811 ante  los representantes de la   Junta Patriótica: ¡300  años de calma, no bastan!
Agotándose la calma, la impaciencia,  la indiferencia y la obligada sumisión emergieron de las entrañas de esta  tierra nuevos hijos de esta patria, en su mayoría jóvenes, quienes acompañados  de la experiencia de algunos con mayor edad, alzaron su voz, e impusieron su voluntad  y fuerza moral para luchar por su anhelada y verdadera Patria.
La tempestad en la que vivieron  posteriormente, impulsó nuevamente su coraje y voluntad y, animados por la  adrenalina que insufla la   Identidad Nacional, obligados estuvieron a cambiar la voz por  las armas para defender lo mucho que tardó y costó, en tiempo y sangre, la tan  ansiada independencia. Con fe y optimismo comenzaron a hacer frente al poderoso  ejército realista comandado por el Capitán General Domingo de Monteverde; como  si fuera poco, tuvieron que luchar también contra lo imposible, la naturaleza, cuando el 26 de marzo de  1812, Caracas y las principales ciudades del país, fueron sacudidas por un  violento terremoto que dejó aproximadamente 120.000 venezolanos muertos. En esa  secuencia de siguió la Batalla  de los Colorados  en San Carlos, la Primera Batalla de  la Victoria,  la Capitulación  de Miranda en San Mateo.  Durante 1813 La Invasión a Güiria,  La   Primera  y la Segunda Batalla de  Maturín, el Combate de Angostura de La   Grita, la   Batalla de Betijoque, el Decreto de Guerra a Muerte; Batalla  de Agua de Obispos, Niquitao, Los Horcones, Taguanes; El Sitio de Puerto  Cabello, Batalla de Cachipo, Combate de Cerritos Blancos, Batalla de Bárbula y  de Las Trincheras, Combate de Santa Catalina, Batalla de Mosquiteros,  Barquisimeto, Vigirima, Araure y San Marcos, llegando al año de 1814 con la  primera Batalla de La Puerta  el 3 de febrero,  para concluir con el  episodio que se conmemora: La Segunda Batalla de La Victoria, el 12 de febrero de 1814.
Después de tantas guerras y reclamos  de la naturaleza, nos preguntamos: ¿Con quiénes y con cuáles armamentos podía,  el menguado ejército patriota, contener la avanzada hacia Caracas de los  sanguinarios realistas Francisco Tomás Morales y José Tomás Boves?
El "Mensaje a García" se lo envió  Simón Bolívar desde Valencia al General José Félix Ribas.
Entre otras fuentes, Pérez Vila,  Manuel Donis Ríos, Eduardo Blanco y Gustavo Machado Guzmán, haremos un breve  resumen de esa batalla:
"Siguiendo las instrucciones de  Bolívar, el general José Félix Ribas se dispuso defender La Victoria para impedir el  paso de Boves.  Inicialmente se dirige a  Caracas para formar nuevos contingentes de tropa y que a duras penas, entre el  miedo y terror ocasionados por la proximidad de Boves, logró armar a unos mil  estudiantes de los colegios y seminarios de la ciudad y de los poblados  vecinos, entre ellos 85 estudiantes del Seminario de Santa Rosa de Lima de  Caracas.
Boves permanece en Villa de Cura,  convaleciente de una herida, y envía dos columnas contra Caracas: un tercio de sus  contingentes a las órdenes del Comandante español Francisco Rosete para actuar  en los Valles del Tuy; y la otra por La Victoria, al mando del Comandante Francisco Tomás  Morales. Era una operación tenaza.
El 10 de febrero llega Ribas a La Victoria. Cuenta  con un aproximado de 1.500 hombres, en su gran mayoría estudiantes. Se  fortifican en la Plaza   Mayor.
Detengámonos un instante para oír el  final de las palabras con las cuales el General Ribas arengó a su tropa, gran  parte adolescentes:
"Soldados. Lo que tanto hemos  deseado va a realizarse hoy, he ahí a Boves. Cinco veces mayor es el ejército  que trae para combatirnos; pero aún me parece escaso para disputarnos la  victoria.  Defendéis del furor de los  tiranos la vida de vuestros hijos,  el  honor de vuestras esposas, el suelo de la patria; mostradles vuestra  omnipotencia.  En esta jornada que va a  ser memorable, ni aun podemos optar entre vencer o morir: ¡Necesario es  vencer!  ¡Viva la república!"
El 12 de febrero, Morales avanzó con  700 infantes y 2.000 jinetes por Pantanero, mientras por San Mateo - El  Calvario avanzaban 200 infantes y 700 jinetes.   A las siete de la mañana se inició el combate, el cual se mantuvo  durante todo el día. Nueve veces cargó la caballería de Boves, siendo rechazada  por los patriotas fuertemente fortificados. Al caer la tarde, la batalla no se  había decidido por ninguno de los dos bandos. Cuando la refriega arreciaba, los  patriotas reciben un refuerzo de 220 soldados de caballería a cargo de Vicente  Campo Elías, procedente de San Mateo. Reconfortados con estos refuerzos, los  patriotas lazaron un contra-ataque poniendo en fuga a las tropas de  Morales.  La persecución la ejecutaron el  Teniente Coronel Campo Elías y el Mayor Mariano Montilla.
800 bajas realistas (muertos y  heridos) y 100 muertos y 300 heridos por el lado patriota, fueron las bajas de  ambos bandos.
Conveniente es hacer la acotación de  que para el año 1814 estudiaban en Caracas 85 seminaristas, acompañados del  rector, el sacerdote Gabriel José Lindo. Para el mes de marzo de 1814 quedaban  apenas seis y para julio de ese fatídico año quedaba uno solo. Estos jóvenes  acompañaron al General José Félix Ribas y también lucharon a las órdenes del  Comandante Antonio "Coto" Paúl en la batalla de Vigirima entre el 23 y 25 de  diciembre de 1813. El General Urdaneta los bautizó junto con los universitarios  como "El Escuadrón de Escolares".
A pesar de la gran diferencia  numérica en combatientes y en armamentos de guerra, indudablemente que ésos  jóvenes venezolanos tenían una gran ventaja para el combate, porque, luchando  por su Patria y guiados ejemplarmente por el General José Félix Ribas, llevaban  en su mente un arma, intangible para muchos, que les daba fortaleza, vigor,  guáramo y hasta la felicidad y la honra de pelear y de morir por su patria, esa  poderosa arma tenía nombre y apellido: IDENTIDAD  NACIONAL
Identidad que la veían en la bandera  que simbolizaba a su Patria.
Identidad que la oían en el clarín  del corneta que llamaba a la batalla y en los gritos de dolor del hermano herido.
Identidad  que la  olían en la pólvora, y en la sangre del joven amigo muerto.
Identidad que degustaban aplacando la  sed con su propio sudor.
Identidad  que se les  impregnaba en la piel con el polvo y tierra venezolana.
La Patria de aquellos jóvenes estaba  más allá de La Victoria, su Patria era toda Venezuela. Viviendo en diferentes  poblados vivían en su Patria y muriendo en La Victoria morían también en su Patria.
206 años después de esa gloriosa  gesta en la que sangre joven venezolana se derramó por la defensa de lo que  conocían, querían y era suyo por herencia, sudor y lágrimas, pareciera hoy  necesario que el pueblo venezolano, en su gran mayoría joven, con una angustiosa  ansiedad de transitar el siglo 21 viendo languidecer a su Patria, internalice  el mensaje que nos dejó Andrés Eloy Blanco, en sus poemas "Temas  Continentales": "Mira, devuélvete para  la historia un instante y atrás toma la fuerza para seguir adelante"
¿Y  hoy, cuál es la Patria que queremos? La Patria que aspiramos y que queremos  -no la que pretenden obligarnos a tener-,  no es diferente a la que soñaron y por la cual  lucharon y murieron, los Precursores de la Nacionalidad, nuestros Libertadores,  los cientos de miles de Soldado Desconocido, los jóvenes de La Victoria, las  generaciones del "28", del "58", y la emergente del 2008 que, siguiendo el  ejemplo de que "si se puede", debe continuar,  sin descanso, la lucha por la justicia, la libertad, la democracia, en fin, por  lo más sagrado que puede y debe tener un venezolano: una PATRIA DIGNA.
Daniel  Chalbaud Lange
Valencia. Febrero de 2020






