¿FIN DEL NACIONALISMO LIBERAL?
Enrique Prieto Silva
Martes, 29 de octubre
de 2019
A raíz de los acontecimientos turbulentos y políticos
surgidos en varios países de América Latina, algunos de ellos surgidos
por fallas o deficiencias en procesos electorales, creemos de interés referir
la similitud de estos hechos con otros acontecidos en la historia sobre los
cambios políticos que pudieran serles concomitantes o que afloren similitudes
para su comprensión.
Es el caso, que se especula de lo que viene ocurriendo
desde el cambio político radical surgido en Venezuela con la llamada “revolución”
e implantación del movimiento acuñado como “socialismo del siglo XXI” y se le
quiere asimilar como una regresión a la caótica situación política que generó
en debacle por falta de educación sobre la materia. En tal sentido, queremos
iniciar una serie de propuestas en el debate, a los fines de alertar a los
legos, para que no caigan en falsas expectativas, muy peligrosas, especialmente
en el desarrollo de los acontecimientos en Venezuela, manejados por la Asamblea
Nacional bajo la batuta de Juan Guaidó.
El caso nos obliga a remontarnos en la historia, cuando a finales del siglo XIX comenzó a ceder el nacionalismo liberal, cuyo fin principal y
orientación ideológica conducía a la consolidación del Estado-nación y a las
oportunidades de un gobierno basado en la soberanía popular, ante el
nacionalismo integral, imperial o totalitario, el cual glorifica al Estado como
el punto más alto para enfocar la lealtad individual, concentrándose
fundamentalmente en la seguridad del Estado, que involucra el incremento del
poderío militar frente a los demás Estados y fomenta además, políticas
nacionalistas motivadoras de sus propios intereses.
Este nacionalismo,
influenciado por las rivalidades industriales, comerciales, imperiales y
militares de fin de siglo, dio como resultado grandes presiones populares que
obligaban al Estado a su protección contra la competencia extranjera, lo cual
produjo un estallido convulsivo interestatal, que dio origen a las dos guerras
mundiales del siglo pasado.
Sin embargo,
convenciéndonos del auge y la decadencia de las nuevas doctrinas que afloran, y
que han persistido y orientado a Europa y Occidente durante las diez décadas
del pasado siglo, no podemos dejar de mirar otras latitudes, que tanto en la
creación de la Historia Antigua, como en la del pasado reciente, muchas de
ellas han influido con su filosofa, sus ideas políticas y su doctrina, aun
cuando independientes de las de Occidente. Entre ellas China, India, el Islam,
Japón y África, que debemos tomar en cuenta en cualquier análisis
socio-político y más especialmente, si estamos refiriéndonos al devenir
político después de los actuales acontecimientos.
En este desenvolvimiento
ideológico son muchos los acontecimientos que marcaron pautas en los cambios
ideológicos, tal es el caso de la cruzada contra el fascismo en la
II Guerra Mundial, las acciones en favor de la paz en la posguerra, y el
más notorio e importante, el conflicto ideológico de la Guerra Fría, donde los
Estados Unidos y la Unión Soviética, en acción bipolar, mantuvieron una pugna
política, económica y psicológica por imponer su dominación en todas las zonas
del planeta.
En la conflictividad
actual, no debemos olvidar, que en los años finales del siglo XVIII, durante
todo el siglo XIX y al menos, durante siete décadas del siglo XX, se produjo el
inicio, la implantación y el desarrollo de la práctica del capitalismo, doctrina política fundamentada en el laissez-faire
de la libre empresa, la propiedad privada de los bienes y de los medios de producción,
un sistema competidor de incentivos y utilidades, la iniciativa individual y la
ausencia de restricciones gubernamentales en la propiedad, la producción y el
comercio, junto con los conceptos democráticos del liberalismo político, que
reemplazaron el orden económico, político y social establecido por el mercantilismo
y la monarquía; sistema económico y político instaurado, que produjo la
Revolución Industrial, la que, desde entonces, ha sufrido variadas
transformaciones, manteniéndose aún vigente como sistema económico.
Tampoco
debemos olvidar, que el término socialismo, ha servido para designar a las teorías y acciones políticas, que
defienden un sistema económico y político basado en la socialización de los
sistemas de producción y en el control estatal, parcial o completo, de los
sectores económicos, opuesto frontalmente a los principios del capitalismo. Doctrina socialista, que ha
tomado diversas formas y concepción desde su aparición; desde la que acepta los
valores democráticos, hasta las que establecen como necesarios el absolutismo y
la dictadura; y en su evolución, el socialismo se ha centrado en la posibilidad
de dos categorías: la social-democracia, que se esfuerza por lograr sus fines
utilizando la maquinaria del Estado, con el que llega democráticamente al poder
para modificarlo pacíficamente; ejemplos de los cuales encontramos en Suecia,
Inglaterra, y en otros países de Europa; y el socialismo-marxista, que
considera que el poder para el logro de sus objetivos solo puede ser obtenido
mediante la violencia y la destrucción de las instituciones capitalistas y
democráticas existentes.
A este último
corresponde la orientación de la Unión Soviética y los países de Europa
Oriental que conformaron la URRSS, y muchos países que siguieron su línea en
Asia, América y África.
La revolución
bolchevique de 1917, concretó las bases de la ideología marxista, con la
contribución de Lenin, cuya mistificación marcó el inicio de la historia
política de la Unión de Repúblicas Socialistas, de las democracias populares,
como han solido llamarse, y de los partidos comunistas del mundo, ideología que
ha sido teorizada por los más grandes líderes del comunismo mundial: Stalin,
Kruschef, Mao Tse-Tung, Liu Chao-chi y otros, cuyas decisiones políticas,
guiadas por la ideología, contribuyeron a desarrollarla.
Ahora debemos
preguntarnos, ¿A cuál de las teorías se acercan más los movimientos insurgentes
en América Latina, incluyendo el “socialismo del siglo XXI?
@Enriqueprietos