Alguien dijo alguna vez, que las razones del otro
configuran la verdadera tragedia del hombre, era eso o algo parecido, en
fin, exagerado o no, lo importante del asunto es, que donde
coinciden dos personas, existe la posibilidad de pensamientos diferentes
o divergentes. Es evidente la necesidad del dialogo y la reflexión.
Esta respuesta de Maxim Ross y Emeterio Gómez a un angustiado Miguel
Ángel Landa, cuyo texto incluyo, configuran un común denominador en las
conversaciones cotidianas de una gran parte de los venezolanos. Son
hombres valiosos los que se expresan, han aportado lo suyo al País y
continúan haciéndolo. Leerlos y meditar no nos hace daño, la coyuntura
de la Patria es muy seria. Conmovido es una palabra que nos coquetea a
diario. Saludos.
Mensaje reenviado ------------
Fecha: Sep 8, 2013
Asunto: Puntos de vista.
A Miguel Ángel Landa por Maxim Ross – Emeterio Gómez
8 Sep 2013
El
Espíritu Humano, estimado Miguel Ángel, no crece ni se desarrolla mucho en
medio de los triunfos, éxitos, logros y comodidades. Cuando obtenemos una
victoria salimos a celebrar, a brindar con los amigos… y ya; ¡¡se acabó!!
Cuando nos derrotan, salimos a reflexionar y a crecer espiritualmente. Sólo las
derrotas, fracasos, obstáculos y dificultades obligan al Alma a crecerse. No te
quepa ninguna duda, Pana: esta Tragedia que hoy vive Venezuela, que
ciertamente es ya larga; este inaudito regreso al Comunismo, precisamente
después que Él fracasó de manera estruendosa y espectacular, dondequiera que se
lo ensayó; después de aquella gloriosa Demolición del Muro de Berlín
–símbolo supremo del triunfo de la Democracia, la Libertad Individual y la
Economía de Mercado–; luego de la disolución de la Unión Soviética y de la
conversión del Comunismo Chino al Capitalismo mas Salvaje; después que esta
locura infantil nuestra, liderada por una triste criatura que, precisa y
lamentablemente, no logró ir mas allá de su propia infancia; toda esta inmensa
derrota que en efecto vive nuestro País, nos ayudará de manera poderosa a
fortalecer el Alma de nuestra Sociedad. Por eso te decimos, Miguel Ángel:
Venezuela no se acaba. Se acaba si queremos y dejamos que eso pase.
Cuando
todo va bien o nos sale fácil, cuando no tenemos que hacer esfuerzos, nuestro
Espíritu se va aflojando y va creyendo que, de verdad, la vida es un regalo de
Dios y no –lo que realmente es– un reto que, tal vez, el mismo Dios nos impone
para templar y acrisolar el Alma. Estos 15 años, apreciado amigo, nos han
enseñado más, mucho más, acerca de la Naturaleza Humana, que décadas y
décadas de reflexión en frío. Haber visto a Chávez destruir dolorosamente el
chance que tuvo de construir un país formidable; haberlo visto tirar por la
borda la posibilidad cierta de haber rescatado a nuestro pueblo de la
humillación y de la pobreza; haberlo visto acercarse –aunque sólo fuese fallidamente–
a las grandes potencialidades que Lo Espiritual tiene, a lo que en otras
épocas fueron Utopías que se creían irrealizables; en suma: a la posibilidad
cierta de reforzar sustancialmente el Crecimiento Humano de nuestra gente; todo
ello, Miguel Ángel, son logros que nos permitirán en el futuro desarrollar esas
potencialidades… y nosotros, tú y nosotros, estaremos allí para verlo… y para
ayudar o empujar.
No,
Miguel Ángel, Venezuela no se acaba. Saldremos de esto, y saldremos con una
inmensa ventaja sobre todos los demás pueblos del mundo, una grandiosa
posibilidad que la vida nos ha regalado; este terrible desafío al que se nos
somete, redundará en beneficio nuestro. Fíjate: quizás, a la venezolana, lo
logremos sin sacrificar una gota de sangre de nuestro pueblo, si tenemos la
paciencia y la sabiduría para saber combinar el voto y la protesta. Lo
intentamos hace 55 años y lo logramos. Supimos poner el Alma de nuestra
sociedad al frente de la batalla. Cuando superemos esta locura –que la vamos a
superar, no lo dudes, ni te desesperes– seremos, si no la única, sí de las
pocas sociedades que sabrán a fondo, existencialmente, lo que puede
pasar cuando no se atiende de forma adecuada a las grandes masas de los
hermanos más pobres, los que no tuvieron la suerte que tú y nosotros tuvimos. Gentes que siguen, por ahora, igualmente abandonados.
Cuando
superemos esta loquetera –que será muy pronto– ya habremos aprendido
mucho de las derrotas y de los fracasos. Y en ese estricto sentido, Miguel
Ángel –y en la alegría de compartir contigo y con Él, este terruño maravilloso
y sublime– permítenos regalarte un poema de uno de nuestros grandes bardos,
Rafael Cadenas. Unos versos que fueron escritos hace ya muchos años, pero
anticipándose precisamente a estos tiempos que ahora vivimos. Porque aluden, de
manera por demás hermosa, al cómo es que las derrotas y las dificultades
fortalecen el Espíritu.
FRACASO
Rafael Cadenas
Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.
Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio
más
exigente, difícil de entreleer es tu letra.
Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en
el mensaje que traías, mas precioso que todo los
triunfos.
Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe
que era para salvarme.
Por mi bien me has relegado a los rincones,
me negaste fáciles éxitos, me has quitado salidas.
Era a mí a quien querías defender no otorgándome
brillo.
De puro amor por mí has manejado el vacío que
tantas
noches me ha hecho hablar afiebrado a una
ausente.
Por protegerme cediste el paso a otros, has hecho
que
una mujer prefiera a alguien mas resuelto,
me desplazaste de oficios suicidas.
Tú siempre has venido al quite.
Sí, tu cuerpo llagado, escupido, odioso, me ha
recibido
en mi más pura forma para entregarme a
la nitidez del desierto.
Por locura te maldije, te he maltratado, blasfemé
contra ti.
FUENTE : RunRunes
IMAGEN DEL POEMA: Cortesía de GANTILLANO
ESCRITO POR EL CONOCIDO ACTOR
MIGUELANGEL LANDA:
Lo confieso:
no tengo idea en donde estoy ni para donde voy. Las
que fueron mis referencias para ubicarme en Venezuela han desaparecido. Es como
volar en la niebla sin radio y sin instrumentos. Nací y crecí en Caracas pero
ya no soy caraqueño: no me encuentro a mi mismo en este lugar convertido hoy en
relleno sanitario y manicomio, poblado por sujetos extraños, impredecibles, sin
taxonomía. A lo largo de mi vida recorrí casi todo el país, lo sentí, lo
incorporé a mi ser, me hice parte de él. Hoy no lo reconozco, no lo encuentro.
El extranjero soy yo. Ocho generaciones de antepasados venezolanos no me ayudan
a sentirme en casa. Nos cambiaron la comida, los olores de nuestra tierra, los
recuerdos, los sonidos, las costumbres sociales, los nombres de las cosas, los
horarios, nuestras palabras, nuestras caras y expresiones, nuestros chistes,
nuestra forma de vivir el amor, los negocios, la parranda, o la amistad.
Forzosamente nuestro cerebro y nuestro metabolismo se fueron al carajo, ese
ignoto lugar carente de coordenadas. Hoy somos zombies, ajenos a todo, letras
sin libros, biografías de nadie. Nos quedamos sin identidad y sin pertenencia.
Una forma muy ocurrente de expatriarte: en lugar de botarte a ti del país,
botaron al país y te dejaron a ti. Hoy Venezuela agoniza en algún exilio, pero
no en un exilio geográfico. No, Venezuela se extingue aceleradamente en un
exilio de antimateria, sin tiempo ni espacio. Cualquiera sea el intersticio
cuántico en donde se desvanece Venezuela, no podremos llegar a él. El país
desapareció de la memoria de las cosas universales; no existen unidades o
instrumentos capaces de medir su extraña ausencia. No hay un cadáver que
sepultar, ni sombra, huella, o testamento que atestigüen una muerte. Todo se
perdió en un críptico agujero negro. Más que una muerte esto ha sido una
dislocación en el espacio-tiempo. Pronto se dirá: “¿Venezuela? Venezuela nunca
existió.” Se me ocurre que en ausencia de muerte formal procede ausencia de
llanto. Aquí no habrá velorio. La cosa no merece ni un palito de ron. Los pocos
dolientes potenciales que pudieran darse, se irán poco a poco al mismo no-lugar
en donde el país se escurrió para desvanecerse para siempre. Extraño final para
un país: no pudimos ni siquiera ser un Titanic y hundirnos con algo de tragedia
y romanticismo. La elegancia no fue precisamente una de nuestras
características como pueblo. No tendremos el honor lúgubre de ser Pompeya. No
se hablará de nosotros como de Nínive o de Troya. Nunca podrá algún Homero
contar que tuvimos un Aquiles. No seremos lana para tejer leyendas. Nuestro
final solo nos dejará vergüenza.
FUENTE: Noticias al Día
Recomiendo leer los dos escritos, uno del Actor Miguel Ángel Landa,
primero; y posteriormente, la respuesta de nuestros Intelectuales
Economistas Máxim Ross y El Tigrense Emeterio Gómez.
Saludos.
Juvenal Freites