SER MILITAR… ES MÁS QUE
UNA VOCACIÓN
PARTE II. APRECIACIÓN DEL CIVIL SOBRE EL MILITAR.
Exceptuando a los familiares y
amigos más allegados, la población civil, en su mayoría, tienen una apreciación
sobre el militar enmarcada en aspectos que la llevan a pensar que todos los
militares tienen actitudes iguales ante la sociedad. Apreciación que muchas veces, por
comportamientos de algunos militares, quienes de profesional militar tienen
sólo el nombre y un uniforme, los lleva a calificarlos a todos por igual.
El militar obligatoriamente
desarrolla actitudes, internalizadas en su mente y en su cuerpo y que, por diseño de su profesión,
son de obligatorio cumplimiento. Anteriormente nos referimos a algunas de ellas. Sin embargo, a pesar de su estricta formación que en ocasiones nos lleva a
conceptualizarlos como “robots”, estoy convencido, por vivencia y conocimiento
durante casi toda mi vida que, dentro de cada militar, dentro de esa imagen o
idea adoptada por una concepción muy simplificada, existe una persona con
aptitudes, actitudes y comportamientos similares a quienes adoptamos otro modo
de vida, otra profesión.
Puedo dar cientos de ejemplos
de militares con quienes durante diez años compartí aulas en el IAEDEN y quienes, por su diario comportamiento, me
preguntaba si equivocaron su profesión, al reflejar facetas de sacerdote,
pintor, escultor, poeta, escritor, comerciante, educador, excelente padre de
familia, humorista o actor, en fin, un ser humano igual a todos los aquí
presentes, con buenas virtudes o con malos comportamientos.
Quizás sea necesario abrir las
puertas de los cuarteles para permitir la integración del mundo militar y el
mundo civil. Sobre esa necesaria
integración del mundo militar y el mundo civil deseo destacar –buen momento y hora para hacerlo- lo que el general Humberto Seijas Pittaluga
nos dejó escrito en la prensa (Notitarde. 30 de septiembre de 2008),
recordándole a la dirigencia política la necesidad de mantener en el pensum de
estudios de los cadetes la formación humanística. Cito: “La gente común piensa, según nos dice Seijas
Pittaluga, que, al haber escogido esos muchachos una profesión en la que se celebra
el heroísmo físico de los soldados, lo principal que se les exigirá será
demostraciones de una disposición para sacrificar la vida. Falso, afirma. Esa
visión aunque tiene algo de cierto, hace daño, porque eclipsa los pocos
románticos ajetreos intelectuales y los
pocos glamorosos esfuerzos en fortaleza moral que más frecuentemente les
son exigidos a los oficiales en todos los países, pero especialmente en uno
como el nuestro: pacífico pero con perentorias necesidades de desarrollo………. Lo
que Venezuela necesita de cara al futuro son oficiales con educación,
instrucción y humanismo.”
Concluye Pittaluga
recordándonos una frase de Tucídenes: “la
nación que insista en trazar una línea demarcadora entre sus guerreros y sus
pensadores corre el riesgo de que el combate lo hagan los tontos y el
pensamiento, los cobardes”.
Estoy seguro de que la sociedad venezolana,
la sociedad democrática, prefiere un militar protestando, democrática y
razonadamente, con su voz y con su pluma y no con una ametralladora, acompañado
de engañados soldados, para imponer unilateralmente su voluntad.
Ese criterio ya nos lo expresó Andrés Eloy
Blanco cuando en la sesión del 10 de abril de 1947 en el Congreso dijo: “Yo
le tengo más miedo a una mala autoridad de pueblo, que no tenga en sus manos
sino uno de esos pequeños machetes a quienes la malicia llanera apellidó
“guacharaca” que a un escuadrón de tanques que lleva en el tope los tres
colores de mi patria y en su seno cinco soldados de mi tierra”.
CONCLUSIÓN
He tratado, de resumir que “SER MILITAR es más que una vocación”, sin olvidar la obligación que asumen con respecto
a los tres grandes fundamentos de su institución: una institución esencialmente profesional, sin militancia política y al
servicio exclusivo de la nación, la cual germinó de la misma esencia de nuestra patria, para garantizar la independencia y
soberanía nacional y asegurar la integridad del espacio geográfico mediante la
defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y su
participación activa en el desarrollo nacional.
“Un soldado feliz no adquiere ningún derecho
para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del Gobierno;… es el
defensor de su libertad” (SB)
Culmino con estas interrogantes:
¿Están de acuerdo en que se elimine a Pdvsa porque unos indignos petroleros,
en la más alta jerarquía, hayan desviado la misión de nuestra principal industria
y sostén del desarrollo nacional, a punto de colocarla en terapia intensiva?
¿Están de acuerdo en que se elimine a la Iglesia Católica porque unos indignos
sacerdotes, en su más alta jerarquía, hayan cometidos el delito de pedofilia?
Finalmente… ¿Están de acuerdo en eliminar a
la Institución Militar porque algunos
indignos militares la hayan desviado de su misión convirtiéndola en apéndice de
intereses foráneos y represores de su mismo pueblo?
LIC.
DANIEL E. CHALBAUD LANGE
Valencia, octubre 2019