¡LA GUERRA COMO POLITICA DE PAZ EN VENEZUELA!
Enrique Prieto Silva
Miércoles 31 de marzo de 2021
Nunca nos imaginábamos, que la tozudez del enfrentamiento contra el chavismo, utilizaría la misma fórmula de protesta política utilizada por éste, que, sin dudas, marcó un antes y un después en la historia de Venezuela; y queriéndolo o sin quererlo, el destino presagiado con la pestilencia del rancherismo ignaro y purulento, impregnado de juventud y militarismo consciente pero equivocado, nos condujo a la puja de un sinsentido tosco, como lo es propugnar la guerra como forma de hacer política para lograr la paz en nuestro país.
Viene a nuestra mente el pensamiento de hace mas de veinte años, que incluimos como “Introducción en nuestra obra ‘La Guerra por la Paz’, en cuyo texto endilgamos la osada e ignorante idea del nunca bien nombrado “difunto eterno”, dijimos: “Con la toma de posesión de la presidencia de la República en 1998 por el teniente coronel Hugo Chávez, se inicia en Venezuela un ciclo político diferenciado de los anteriores en todos los tiempos de la historia republicana venezolana, que marcó un signo de incertidumbre, dada la inconsistencia de su orientación política y de gobierno. Éstos marcharon por la senda del cataclismo cuyo futuro se hizo previsible, aunque impredecible, por cuanto logró reunir en una sola idea y orientación todos los poderes públicos, dirigidos en su mayoría por gobernantes y magistrados subyugados a él, quien sin empacho les reclamó cualquier desviación que tuvieran de su línea, que fue ninguna, pero que logró encumbrar con el calificativo pomposo de “revolución bolivariana”, que no es más que una idea socavada de la vieja y fracasada tendencia marxista, que a la fecha solo impera en Corea del Norte y Cuba…” ; y no por curiosidad, sino por lo significativo del pensamiento, cuando dijimos: “Lamentablemente, surgió una legión de seguidores, muchos de ellos rezagados compañeros de su frustrado intento de golpe de Estado en 1992, que desplegaron explicaciones fútiles de victoriosos, así como un profuso grupo de pancistas, que con un interés económico o de respingo en su incapacidad profesional, se nutrieron de este falso ideal bolivariano, que en el fondo no es otra cosa que un “militarismo ignaro y belicoso”, que creó un clima de intolerancia y divisionismo vengativo contra quien no profesara o se uniera a esta distorsionada idea socialista, que, con el calificativo de “roja rojita” logró profundizar la división partidista a la que se refirió el Libertador en su proclama de Santa Marta…”
Y sin profetizar, ni ínfulas de pitoniso, también pensamos: “Pero de mayor gravedad en esta quimérica “revolución”, fue el tinte y orientación guerrerista que dio Chávez a su “loco” idealismo que mal llamó “bolivariano”. Luego de su reelección en 2006, dudosa para la Oposición, inició su propuesta de reforma constitucional, que fundamentó en lo que llamó “socialismo del siglo XXI”, siendo precisamente esta orientación, la que tuvo un rechazo profundo en el pueblo venezolano, de allí la derrota que sufrió en el referendo por la reforma constitucional que propuso en 2007. Uno de estos rechazos fue precisamente el deseo de un pueblo por lograr un país en paz, que obviamente rechaza la guerra ya que hablar de revolución y de socialismo como orientación para gobernar, es recordar la historia reciente de los dos últimos siglos donde los promotores de estos regímenes han fracasado y donde el mundo político se ha oscurecido en la órbita del no querer entender la casusa del fracaso. No hay que hurgar en las causas, cuando los resultados han sido evidentes: ‘un mundo en tensión y en guerra’”.
Para algunos es una estúpida lucha contra lo ya “declarado” por una pitonisa o un lector de futuro, alguien “que sabe de eso”; quienes inventaros la mentira verdadera, de que “solo por la fuerza sale el dictador, porque está protegido por los militares”, Vaya usted a saber, cuando los militares han tenido poder en este país, si no es la opinión de hábiles políticos, que conocen la debilidad del pensamiento del militar mediocre, que sigue la corriente para lograr el ascenso, porque este es su único fin que persiguen muchos, bajo el slogan de; “herederos de libertadores y defensores de la patria” . Así surgió, con estos pancistas el eslogan: “leales siempre, traidores nunca”. ¡Vaya usted a saber a quién son leales y a quien traicionan!
¡Por Dios!, ¿Dónde estaba el raciocinio perlado de la apreciación que se aprende en la “casa de los suelos azules” o en “la casa que vence las sombras? Porque, no vayamos a creer que todo fue labrado uniformados de verde, ni a punta de bayoneta, ¡No!, hubo muchos doctores doctos y menos doctos, que empuñaron su espada libertaria para seguir al mesías sabanetero, que fue muy bien bordado por algunos próceres enquistados, quienes hoy se rasgan las vestiduras dentro de los luchadores por la libertad de Venezuela.
Pero su más grave pecado ha sido, esa lucha entusiasta por promover ¿la guerra de dos mundos?, como dice el argot, donde cada quien lee su biblia y su tratado estratégico, que no fuera malo, si no sostuviera solo el pendón de la batalla, como lo pregonó la “revolución bolivariana”. Esa terca suerte de lucha que no admite el error de apartarse porque el enemigo es muy poderoso y está protegido por “los verdes”; esa falsa esperanza solo protestadora e incrédula, manejada desde la sombra y el amparo del montón, pero que solo da la cara “cuando el llanto de la madre patria llama”, o cuando su grito es para sordos.
Pensamos por nuestra parte, que ¡nunca la guerra es opción! La guerra hay que evitarla y nunca promoverla, y aunque con el tiempo, tanto la filosofía como la doctrina del Estado han cambiado, siempre perdurará el decir de Clausewitz: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Lamentablemente, el mediocre no quiere entenderlo así, y por esta razón siempre cree que la fuerza es el prodigio mágico del poder, y para algunos, el poder es la fuerza; de donde surge la manida creencia de que el poder es solo el militar, por lo que se subsume el subdesarrollo con la ignorancia, hasta lograr hacer creer al mediocre militar que él es poderoso, de donde surge el poder del mando militar, que llevado por mal entendido, logra confundir al mediocre que así lo cree, sumándose a la pérfida amenaza de la guerra por mantener o tomar el poder.
Nunca debemos olvidar las enseñanzas de los filósofos de la guerra, quienes siempre se han apartado de ella con el decir: “Las guerras y todo tipo de enfrentamientos han surgido en procura del poder o de la supremacía gubernamental, del mando o de la preponderancia y, con ellos el permanente conflicto entre las personas, los pueblos y los Estados, pero en todos los casos, siempre ha privado la irracionalidad y el desenfreno, aunque se ha mantenido latente la posibilidad de paz y de convivencia, cuando la fuerza o la razón logran el equilibrio del poder o de la subordinación…” Y, aun cuando no se lograse la paz, pudiere surgir una detente que ponga fin al conflicto, aunque lo fuere de forma temporal. Es lo lógico en el convivir humano, donde siempre debe privar la racionalidad que hace la diferencia del hombre con el animal. La guerra es siempre indeseada, en toda la historia ésta siempre ha sido el medio para dirimir cualquier tipo de disputa que, en su mayoría se derivan de conflictos por el poder o por la supremacía política y por el liderazgo en la "aldea global". La guerra es una Idea que está en todas las mentes, desde la infantil, y desde los Juegos de la edad más temprana, hasta los recuerdos de senectud, por las escenas vividas o evitadas, por las conocidas o estudiadas, por las escritas o leídas.
Y, cuando hablamos del pensar socialista o comunista, encontramos una contradicción que nos llama a la reflexión, es el pensar de Mao Tse-Tung, quien concibió la guerra como un fenómeno que se da en un determinado lugar y en un momento preciso de la historia y no como algo necesario a la "naturaleza humana". Decía al respecto: "Somos partidarios de la abolición de la guerra; no deseamos la guerra. Pero la guerra solo se puede abolir mediante la guerra. Para acabar con los fusiles, se debe empuñar el fusil". "Hacer la guerra es, en general, algo malo en sí. Sólo la necesidad debe hacer emprenderla. Los combates, cualquiera que sea su naturaleza, son siempre algo funesto incluso para los vencedores; hay que librarlos cuando sea imposible hacer otra cosa". "En lo concerniente a nuestro deseo, no quisiéramos combatir ni un solo día. Pero si las circunstancias nos obligan a luchar, podemos hacerlo hasta el fin". ¿Hay contradicción?
Otro estudio que nos obliga a orientar a los amantes de la guerra, a los que creen que la política es inservible, traicionera y fraudulenta. A quienes siempre creen en la mentira disfrazada de verdad política; de acuerdo con la Estrategia Militar china, "Se puede hacer la guerra, se puede combatir, se puede invadir ciudades, provincias y reinos, pero antes de llegar a tales extremos, hay que estar bien seguro de que se tiene la humanidad por principio, la justicia por objeto, la rectitud por regla. No se debe resolver atentar contra la vida de algunos hombres si no es para conservar la vida de un número aún mayor; no se debe turbar el reposo de algunos hombres sino para asegurar la tranquilidad pública; no se debe perjudicar a ciertos individuos más que para hacer bien a la especie; no se debe querer más que lo debido legítimamente, y quererlo sólo porque es debido, y exigirlo sólo como es debido. De ello resulta que sólo la necesidad debe llevarnos al uso de las armas". Hoy, la guerra late en el corazón del hombre universal, avivada por intereses políticos como siempre, que de una u otra manera, no dejan de reflejar el espíritu del liderazgo también universal. Universalidad que pasa de lo individual de los humanos a lo genérico de la humanidad, en su fraccionamiento en pueblos naciones o Estados, según la escala de organización de los poderes y de cohesión de los grupos sociales”.
Debemos entender, que los teóricos de la guerra solo piensan en guerra, como hacerla y como ganarla. Nunca en su mente aparece la percepción, que mejor que la guerra es la paz. Nunca debemos confundir la lucha política con la guerra. El adversario político no es un enemigo, es un contrincante o adversario, a quien, si aplicamos la bondad de vigilancia del proceso electoral, nunca podrá vencernos. Pero esto obliga a que entendamos, que no existen tres bandos como muchos guerreros piensan, que hay chavistas y opositores, y ellos se mantienen para ver los toros desde la barrera. Esos que llamamos “ni, ni”, que se creen la verdad verdadera y piensan que ¡solo con la fuerza es posible! Pero que la enfrenten otros, los tontos que le siguen su juego paradigmático.
Como fin de corolario, debemos persuadirnos, de que nadie es poseedor de la verdad. Surgen dudas sobre la verdad verdadera y aún de las percepciones sobre los hechos. Hoy, con el dominio de la información en los medios masivos, se da al traste con lo que siempre se dijo que, “de la guerra sabemos lo que nos cuentan los vencedores”, siendo difícil manipular la verdad con la información, sea ésta periodística o para elaboración de inteligencia. Pero en esta última, la manipulación, a más de peligrosa es inconveniente en el momento de diseñar estrategias.
Esta realidad planteada la unimos a la afirmación expuesta por Arthur Schopenhauer, filósofo que vivió entre 1788 y 1860, quien, en conocimiento de la duda, explicó: “Toda verdad pasa por tres etapas: Primero es ridiculizada, secundariamente sufre una oposición violenta, y tres, es aceptada como auto evidente.” Por todo ello, en el tratado mencionado “La Guerra por la Paz” concluimos con esta expresión: ¡No hay dudas, todo conflicto bélico es una caja de Pandora, donde se pueden encontrar muchas sorpresas, y, en todo caso, con victoria o con derrota todos pierden! En el pasado, toda victoria era compensada con un botín, pero en el presente, toda victoria involucra una pérdida compensatoria para reconstruir y beneficiar al derrotado. Así las cosas, se logrará la paz después de la guerra, pero quedarán las grietas y las heridas a que conducen todos los conflictos bélicos. ¡Al final, solo quedará el desagradable sabor de justificar la guerra por la paz!