LOS CAMBIOS EN EUROPA DEL ESTE
Silvia Schanely de Suárez
El 9 de noviembre de 1989 se
derrumba el Muro de Berlín. Muro que separaba las dos Alemanias desde
1961. Apenas tenía dos años de edad
cuando se construyó ese muro, que marcaba la afirmación de una nueva era de
confrontación, luego de la
Segunda Guerra Mundial, conocida luego como la Guerra Fría. Crecí
bajo ese esquema de confrontación entre dos bloques antagónicos constituidos,
entre dos modelos de percibir el mundo: el uno, el modelo Occidental, liberal y
desarrollado, que en lo político promovía un modelo de gobierno democrático.
Venezuela conoció y experimentó ese modelo hasta 1998.
El otro modelo, el soviético, el
del bloque soviético, con un modelo de economía
estatizada y centralizada, monopolizada por el partido comunista en cómo
producir, qué producir y cuando producir (a modo del modelo de los Sovkhozes y Kolkhozes de las colonias agrícolas en la Unión Soviética) y
cómo negociar sus productos fuera de las fronteras. En lo político, un modelo
de gobierno, que si bien aseguraban se trataba de un gobierno “Bolchevique” –el de las mayorías, terminó
siendo un gobierno “Menchevique” –el
de las minorías, de una elite dominada por los regidores del Partido Comunista
Soviético –el PCUS.
Nada distinto lo era en el marco
externo en su relación con al menos 6 o 7 países de Europa del Este que
conformaron el Bloque Soviético, conocido como la CAME en lo comercial – Consejo de Ayuda Mutua
Económica (o en inglés llamado el COMECON), y el Pacto de Varsovia en lo
militar, a saber: Alemania Democrática, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría,
Polonia, Rumania y Albania.
Caracterizado por relaciones comunes comerciales y políticas, algunas de mutuo
acuerdo, otras que, cuando quisieron disentir, fueron sometidos por las tropas
soviéticas como ocurrió en 1956 en Hungría y en 1968 en Checoslovaquia.
Lejos estaba en mi mente cuando
entre febrero y marzo de 1989 surgía los primeros vestigios de Libertad,
disputados entre las repúblicas de Hungría y Polonia, en ser los precursores de
los cambios, que en un solo año, las seis repúblicas sucumbían de manera
estrepitosa y escalonada hacia la apertura al Occidente, poniendo fin a casi 40
años de dominación. Para entonces, en lo personal, me encontraba trabajando
desde hacía algunos años los cambios ocurridos en la Unión Soviética
con la llegada de Mijaíl Gorbachov al poder y la implementación de la políticas
del Glasnost – o de la transparencia
en la información, y de la Perestroika
– o de la reestructuración económica, en la Comisión de Política Exterior de la Cámara de Diputados de
Venezuela.
Varios analistas han coincidido
que, con la llegada de Gobarchov al poder y las políticas de apertura por él
implementadas fueron las razones que permitieron el fin de ese mundo bipolar.
Sin embargo, otros argumentos válidos apuntaron a la presión externa norteamericana,
bajo el gobierno de Ronald Reagan, en la implementación de la denominada
“Guerra de las Galaxias”, guerra a la cual, los soviéticos estarían en
desventaja para ese momento en competir, por razones de deterioro en sus balances
comerciales y económicas. En las sesiones ordinarias de la CAME para 1985, Gorbachov
declaraba que la Unión
Soviética no podía asumir los compromisos energéticos con los
países miembros en “moneda blanda” y les proponía, por primera vez,
independencia para innovar en materia de energía nuclear. En todo caso, lo que
sí se puede afirmar es que los máximos líderes de la URSS en 1989 permitieron el
desarrollo de los cambios en Europa del Este, sin tener que recurrir al envío
de las tropas para someter nuevamente la región a los designios de Moscú. Para
el momento de los cambios, Mijaíl Gorbachov y Eduard Shevardnaze afirmaban el
derecho de “la libre autodeterminación de
los pueblos”.
En un trabajo que he desempolvado,
inédito, luego de 18 años de su realización, realizado para la Comisión de Política
Exterior de Diputados, sobre los tres años que marcaron el cambio en Europa del
Este, entre 1989 y 1991, recoge la
sucesión de hechos que ocurrieron, día a día,
en los países de Europa del Este
y sus consecuencias posteriores en los dos años que la siguieron.
Trabajo que recoge información de prensa nacional e internacional, en la
traducción de artículos escritos sobre los hechos, así como de entrevistas a Embajadores
o encargados de negocios de los países de Europa del Este en Venezuela, y
vice-versa, de entrevistas e informes de los Embajadores nuestros como el de
Erick Becker en Berlín, o el de Milos Alcalay en Rumania.
De manera resumida trataré de
resaltar los aspectos más importantes desarrollados en cada unos de los países
de Europa del Este en 1989,
a modo cronológico, a saber:
Primero, el caso de Polonia. El surgimiento de un
movimiento opositor a finales de los años 70, conocido luego como “Solidarnosc” - o “Solidaridad” en
español, había sido legalizado en 1980 tras los acuerdos celebrados en Gdansk,
entre el gobierno y el movimiento sindical. Sin embargo, en 1981 se declara el
Movimiento ilegal y el arresto de sus miembros, calculados para ese momento en
dos millones de adherentes, junto con su líder Lech Walesa. No sería hasta el
mes de febrero de 1989 que el gobierno comunista de W. Jaruzelski acepta
negociar su legalización como partido político, así como el reconocimiento de
la existencia de la iglesia Católica en el país. Producto de esa negociación, en
el mes de junio se celebrarían las
primeras elecciones parlamentarias de la Cámara Alta, resultando ganador el movimiento
Solidaridad, movimiento, que formaría un gobierno de coalición en el mes de
agosto, cuando se designa a Tadeus Masowiecki como Primer Ministro, el primer
gobierno no comunista en 40 años. En un escrito de Raúl Zamora en la revista Visión del 30-10-89
sobre los cambios en Polonia señalaba lo siguiente: “la revolución democratizadora se realiza por el hambre de los
Trabajadores en Polonia” .
Luego, le sigue paralelamente, Hungría. Los cambios provinieron en el
mismo seno del Partido Comunista húngaro. Teniendo como terrible antecedente,
el año 1956 cuando el reformista Primer Ministro Imre Nagy quiso diferenciarse
de las políticas estalinistas, y retirarse
del Pacto de Varsovia y de la
CAME, le costó la vida y la invasión de las tropas
soviéticas, asumiendo el poder, Janos Kadar bajo estrictas instrucciones de
Josef Stalin. En enero de 1989, el parlamento húngaro aprobaba la libertad e
independencia de los partidos políticos. En el mes de mayo, los soldados
húngaros recibían órdenes de desmantelar la “Cortina de Hierro” a lo largo de
sus fronteras con Austria. En el mes de septiembre, se suspende el acuerdo que
tenía con la República
Democrática Alemana que impedía el paso de los este-alemanes
hacia el Occidente, con la ira del gobierno de Erich Honecker. En el mes de
octubre, el partido de gobierno se aparta del comunismo, triunfando el ala
reformista, sobre los “kadaristas”, transformando la denominación del partido
en uno Socialista. Para el mes de noviembre, Hungría se declaraba independiente
de los designios de Moscú. Al año
siguiente, en 1990, en el mes de marzo, se celebraba las primeras elecciones
democráticas para el cuerpo legislativo y en el mes de octubre, los primeros
comicios locales, resultando ganador Josef Antall. Según un ex -líder del PSOH, Imre Posgay: “la experiencia comunista había fracasado. Un
experimento cuya ideología fue el Marxismo, cuya expresión política fue llamado
Socialismo, pero cuya esencia fue, en realidad, el estalinismo”.
Siguiendo el orden de los
cambios en 1989, le tocó paralelamente competir por el tercer lugar a la República Federativa Checa y Eslovaca. Otro país que tuvo también un terrible
antecedente, cuando en 1968 el líder comunista Alexander Dubcek se disponía
adoptar un gobierno democrático, fue aplastado por las tropas soviéticas en la
conocida “Primavera de Praga” y
puesto en prisión. Todavía queda el testimonio de un joven estudiante, de
nombre, Jan Palach, quien en enero de
1969 se inmoló en una plaza de Praga, quemándose vivo ante los ojos del mundo,
en protesta por la invasión de las tropas rusas. Muchos años después pude
visitar junto con mi esposo ese sitio donde se inmoló éste joven estudiante.
Similar a Hungría, los cambios
provinieron en parte, de la dirigencia política opositora de Vaclav Havel y de Alexander Dubcek, pero también, por la
presión de los estudiantes
y de los trabajadores.
Protestaron durante todo el mes de noviembre de 1989. Ante la presión, el
primer Ministro Ladislav Adamec, el día 28, propone la formación de un gobierno
de Coalición y una nueva Constitución para el país. A ésta protesta se le
denominó “La Revolución de Terciopelo”, que barre con el
gobierno comunista al renunciar 11 de los miembros del partido en el Gabinete,
y al haberse dado la legalidad a los partidos políticos de oposición. Los líderes
que la encabezaron: el filósofo Havel – quien había estado preso durante largos
años, y el héroe trágico de la
Primavera de Praga, Alexander Dubcek, electos Presidente de la República y Presidente
del Congreso respectivamente, el 19 de diciembre, como representantes de un
improvisado foro llamado “Foro Cívico”.
Para efectos de nuestra reflexión interna, dejo unas palabras asomadas
por Havel en una entrevista que se le hiciera meses después (junio de 1990)
sobre las perspectivas que tenía él, un mes antes de los cambios producidos: “Esperanza no es un pronóstico. Esperanza
definitivamente no es la misma cosa que optimismo. No es la convicción de que
algo va a salir bien, pero la certeza de que algo tiene sentido, en la mira de
cómo saldrá”.
Mientras sucedía la
Revolución de
Terciopelo en el mes de noviembre de 1989, paralelamente se suscita el hecho
histórico más simbólico del derrumbe del Bloque Soviético, el derrumbe del Muro de Berlín.
La mirada del mundo estaba en la República Democrática
Alemana desde el mes de septiembre cuando Hungría había abierto las
fronteras, provocando la fuga de centenares de alemanes al Occidente. El
Presidente E. Honecker acusaba a Hungría de haberse vendido al Occidente,
mientras desde Moscú volaba a Berlín el líder soviético E. Ligachev que, según
algunos periodistas, venía a darle apoyo al régimen debilitado, mientras otros
señalaban que venía para organizar la visita oficial de Mijaíl Gorbachov con
motivo de las fiestas aniversarias de la fundación del RDA – cuarenta años de
su fundación, el 4 de octubre. Por su parte, la revista norteamericana “Newsweek”
publicaba para ese entonces que E. Honecker había desaparecido de la vida
pública desde el mes de julio y que posiblemente había sido destituido por Egon
Krens. En todo caso, el 12 de septiembre se había constituido un movimiento de
unidad denominada “el Nuevo Forum”
-reuniendo a 6 movimientos políticos opositores en la iglesia del Santo
Salvador en Berlín, liderado por Reinhard Schult. Señalaba el Manifiesto que publicaron
espontáneamente, afirmando que se quedarían en el país hasta alcanzar la
libertad. En las fiestas aniversarias, M. Gorbachov, en su visita oficial, era
aclamado por manifestantes en las calles de Dresden, Liepzig y de Berlín del
Este. Manifestaban señalando que era la única persona que los podía ayudar en
el proceso hacia la libertad –reseñado por la revista Times el 16-10-89. El 9
de octubre, Honecker daba órdenes de usar la fuerza contra los manifestantes,
pero Egon Krens le convence de lo contrario. El día 18 de octubre, Honecker es
obligado a renunciar. Para el mes de noviembre, 11 de los 21 miembros del
Gabinete habían renunciado, de los cuales resalta el de la cartera de seguridad
–Erick Mielke y el jefe ideológico del partido comunista, Kurt Hager. El día 09
de noviembre comienzan a derrumbar el Muro. Miles de berlineses atraviesan los
puestos de chequeo de “Charlie” y de “Brandenburg”, gritando
consignas de “Unidad, Justicia y Libertad”.
Ese mismo día Egon Krens promete la celebración de elecciones democráticas,
libres y generales. En sólo 48 horas, dos millones de berlineses habían cruzado
la frontera. En el mes de diciembre era designado Primer Ministro Hans Modrow,
quien lideraría la transición alemana oriental e iniciaría las negociaciones
para la reunificación, en marzo de 1990.
Si bien los cambios habían sido,
en cierta manera, pacíficos en los países anteriormente mencionados, no lo fue en Rumania, en el sangriento mes de
diciembre de 1989. A
pesar de ser uno de los gobiernos comunistas que más enfrentamientos tuvo con
Moscú conduciendo incluso su salida del Pacto de Varsovia, la feroz dictadura
de Nicolás Ceaucescu hizo mella en el
seno de las Fuerzas Armadas y en los disidentes que expulsara del Partido Comunista.
La revolución, la cual comenzó en Timisoara el día 10 de diciembre de 1989 con
el arresto del clérigo disidente Reverendo Lazlo Tokes y la orden de Ceaucescu
de disparar contra los manifestantes -quienes intentaban impedir el arresto, alcanza
Bucarest el día 20 con la ayuda de las Fuerzas Armadas. Institución que
depondría al Presidente y ejecutarían trágicamente a Ceaucescu junto con su
esposa, el día 24, en el campamento militar de “Boteni”, en las afueras de
Bucarest. En el intervalo se había formado “un
Frente de Salvación Nacional” que asumiría el gobierno provisional,
encabezado por Ion Iliescu, quien prometía la celebración de elecciones para el
mes de mayo del ‘90 y el abandono del sistema de partido único. A finales de
diciembre, la lucha continuaba entre las Fuerzas Armadas y los militantes del
cuerpo de seguridad del derrocado gobierno, conocido como “la
Securitate”. Sin embargo, el gobierno de Iliescu tendría rápidamente
la desconfianza de los
estudiantes, y de los dirigentes de los partidos opositores, quienes
regresaban del exilio, temiendo que una nueva dictadura se estaría formando; y de los militares, quienes exigían en el mes
de febrero del ’90, una purga de aquellos que participaron en la matanza de
civiles en el mes de diciembre; que condujo a la formación de un nuevo gobierno
de coalición, llamado “El Consejo
Provisional de Unión Nacional”. Consejo Provisional que funcionó hasta las
elecciones del 20 de mayo de 1990. Elecciones para algunos amañadas, cuando triunfa de nuevo el Frente de Salvación Nacional, con
Ion Iliescu a la cabeza. La desconfianza en Iliescu produjo conflictividad
durante todo el año 1990, obligando al gobierno a negociar con la oposición a
finales de ese año para formar otro nuevo gobierno de coalición. Hay una frase
que resume el caso rumano, recogido por la revista francesa Le Point, publicada el 28 -12- 1991. “Au parfum de la liberté retrouvée se méle
l’impression pesant d’une democratie en sursis, d’une eternelle partie de poker
menteur”. Una traducción personal diría: “Al perfume de la libertad alcanzada se mezcla la pesada impresión de la
existencia de una democracia en suspenso y de una eterna partida de poker,
mentirosa”.
Por último, en la cronología de
los cambios en 1989, le tocaría el turno a Bulgaria.
Fue el país y el gobierno que más se identificó con la Unión Soviética de
Stalin, en la dictadura de Thodor Zhivkov. Las primeras manifestaciones
solicitando cambios en los cuadros políticos se iniciaron en el mes de
septiembre del ‘89 dentro del Partido Comunista. Manifestaciones de cambio hechas realidad en el mes de
noviembre cuando el líder Zhivkov es remplazado por otro líder, ésta vez
reformista, Petar Mladenov, poniendo así
fin a 35 años de poder, de orientación estalinista. Mladenov se identificaría con
las políticas de cambio de Gorbachov.
Prometió purgar el régimen estalinista, legalizar los partidos políticos
y celebrar elecciones libres para mayo de 1990. Mladenov cumplió lo prometido.
Para finales de diciembre se producía la segunda purga en el Politburó y en el
Comité Central del Partido Comunista. En enero del ’90 se legalizan los
partidos políticos. Sin embargo, las elecciones no se celebrarían hasta el mes
de junio, en el que gana el Partido Comunista, transformado su denominación
en Partido Socialista. Nadie imaginaría
que las reformas en Bulgaria irían más allá de las soviéticas hasta el mes de noviembre
de 1990 cuando renuncia el Primer Ministro, y la orientación política económica
daría un giro de 90 grados, con
la presión de los trabajadores y los estudiantes.
No pensaba incluir en este
resumen de cambios a la República Popular de Albania, pues los mismos ocurrieron
un año después. Sin embargo, al releer mis reseñas sobre lo ocurrido en ese
país, lo incluyo para reflexión actual. País comunista desde 1946. Su líder
Enver Hoxa queriendo ser “el más radical de los radicales” se había enfrentado
contra aquellos líderes del bloque que habían tenido posiciones blandas con el
Occidente. Rompe relaciones con Josip
Broz - Tito en 1948, se enfrenta con Nikita Kroutchev en los años 60, critica
a Den Xioping por su apertura económica
y coqueteo con los Estados Unidos. Fue el primer país que se declaró oficialmente
atea
en 1965. Enver Hoxa muere en 1985, pero lo sucede otro igual, Ramiz Alia, como
Jefe del Partido albano, como jefe de gobierno y como jefe de la brutal
seguridad “Sigurimi”. En el mes de octubre de 1989 se informaba que se habían
producido desórdenes en la
Universidad de Tirana y protestas antigubernamentales en
Shkodra y Korka, desmentidos por el gobierno. Igualmente, entre enero y mayo de
1990 se rumoró la realización de disturbios y manifestaciones, desmentidas
igualmente por el gobierno, a través de sus embajadas en Roma y Grecia. Sin
embargo, para el mes de julio era imposible ocultar cuando unos 300 albanos
intentaron refugiarse en las Embajadas occidentales en Tirana, siendo
disparados por las fuerzas de seguridad cuando intentaron alcanzar las
embajadas, e incluso, dentro de las mismas sedes diplomáticas. Los gobiernos de
Alemania Federal y los Estados Unidos condenaron la represión policial. Las dos
embajadas que traicionaron a los refugiados serían China y Cuba, por la
existencia de acuerdos mutuos de colaboración con el gobierno albano. Sólo
Alemania Federal logró negociar la salida de los asilados del país. A pesar
que, en junio de 1990, se discutía la posibilidad de la libertad religiosa y
política, no sería hasta el mes de noviembre de ese año, que por razones de
emergencia económica, y por
presión de los estudiantes quienes manifestaban reclamando democracia y apertura
del país –mas de 2.000 detenidos, el gobierno decide por los cambios en
la dirigencia política y promete celebrar elecciones parlamentarias en 1991.
Algunos puntos relevantes a
señalar como una conclusión preliminar sobre los cambios ocurridos en Europa
del Este en 1989:
1. Lo rápido y fascinante de la escalada de
cambios, de manera pacífica a nivel político, sobre todo, proveniente de
la dirigencia política comunista, como
lo fue en Hungría y en Bulgaria; y empujada por cuadros de la oposición, sobre
todo estudiantil y de la clase trabajadora y sindical, como lo fue en Polonia y
en Checoslovaquia. E, inconcientemente, promovido por el líder soviético
Gorbachov en el caso de Alemania Democrática. Menos, en el caso de Rumania que
se dio de manera sangrienta: una especie de golpe de Estado surgida de la misma
dirigencia comunista. Y, en el caso de Albania, dada, por la mala situación
económica que obligó a la dirigencia a plantearse los cambios políticos. Todos
apuntaron hacia la libertad política, en la legalización de los partidos
políticos opositores y en la celebración de elecciones libres y democráticas.
También hacia la libertad religiosa.
2. Sin embargo, en el marco económico, se
produjeron enormes dificultades. Casi todos los Estados apuntaron hacia la Economía de Mercado. Pero,
la transición de una economía socializada, estatizada, centralizada y
controlada, hacia una economía de mercado, tuvo sus grandes dificultades y
estragos que tomaría muchos años, decena de años, para alcanzar una estabilización
económica en la región. Numerosas fueron las inversiones extranjeras, tanto por
parte de gobiernos foráneos, como de las multinacionales, así como del Fondo
Monetario Internacional. La más resaltante,
la inversión millonaria que hiciera Alemania Federal para su
reunificación con Alemania Democrática. Por citar algunos ejemplos de los
gastos: -53.000 millones de marcos para cubrir el déficit presupuestario este
alemán en 1991. -25.000 millones de marcos transportados al este-alemán para
implementar la libre circulación de la moneda. – La deuda externa de la RDA para el momento de la
unificación ascendía a 64.500 millones de dólares. - Sin contar con los montos
pagados a la URSS
en préstamos bancarios para su aceptación de la reunificación: unos 3.000 millones,
por concepto del retiro de las tropas soviéticas: unos 7.600 millones de
dólares adicionales.
3.
En el
plano social, enorme fue el esfuerzo para combatir la inflación y la pobreza. Y
sobre todo la desocupación laboral, al estar anteriormente regidos por un
estado como único ente empleador. En
Polonia, en sólo el mes de febrero de 1990, la inflación aumentó de un 78 %
a un 1.090 %. El desempleo pasaba de la cifra de 107.000 a 300.000 para la
misma fecha. En Hungría, entre los meses de mayo-noviembre de 1990, la
inflación aumentaba del 23 % al 30 %, y
el desempleo alcanzaba la cifra de 100.000, a pesar de que se había establecido
una Comisión: “Blue Ribbon Comisión”
para otorgar subsidios estatales en materia de vivienda, productos alimenticios
y para las empresas privadas que se crearan. En el caso de la Federación Checa
y Eslovaca antes de su desintegración, el gobierno había calculado que el
desempleo aumentaría de 30.000 que tenía en 1990 a 400.000 en 1991. Sin
embargo, la infraestructura económica industrial checa era una de las más
sólidas en Europa oriental, caso que le permitió estar en mejores condiciones
para combatir el desempleo. En el caso de Alemania Oriental antes de su
reunificación, el desempleo rondaba los 350.000 personas, a pesar que el jefe
de la Fundación
para el Desempleo de la RDA
denunciara que la cifra había alcanzado el millón y medio de desempleados. En Rumania,
para 1990 el desempleo oscilaba entre los 15.000 y 20.000. Con la privatización
de las plantas industriales estatales el desempleo alcanzó los 700.000 en el
‘91. La inflación de los precios alcanzaba el 300 %. Caso que condujo al
gobierno establecer un paquete de indemnización a los desempleados. En Bulgaria,
la inflación llegaba al 50 % en 1991, en una de las economías más dependientes
de la Unión
Soviética.
4. En el plano externo, el eje central de sus
políticas exteriores estribaría en formar parte de la Comunidad Económica
Europea, el restablecimiento de relaciones con los países occidentales, el
retiro de las tropas soviéticas y en algunos países, el formar parte de la
OTAN. De igual manera, el asegurar, en el
caso de Polonia, de su integridad territorial por parte de Alemania, tras la
reunificación, de 102.000
kilómetros cuadrados en la antigua Prusia oriental, Pomerania
y Silesia, así como la región de los Sudetes para Checoslovaquia. De parte de Moscú, se temió que Rumania
aspirase a reunificar el territorio de la Besarabia, gran parte del territorio de la
entonces República Soviética de Moldavia. Caso que no llegó a darse, a pesar de
la existencia de conversaciones, entre
ambas partes, al respecto. También, la preocupación de los yugoslavos por la
aspiración de los albanos en Kosovo de volver a formar parte de Albania. Por su
parte Polonia, Hungría y Checoslovaquia conformaron un bloque de unidad externa
de seguridad mientras eran aceptados en la Comunidad Europea.
5. Por su parte, a nivel latinoamericano y sobre
todo venezolano, hubo interés posterior de aprovechar los cambios de Europa del
Este para formar una cooperación Este-Sur: Europa del Este y América del Sur.
Conversaciones que se realizaron entre el Grupo de Río y la CEE en Dublín, y luego en
Budapest en 1990. Curiosamente, sería Rumania de los pocos países de
Europa del Este que apoyaría esta iniciativa multilateral de la Cooperación. Gestionó
su aceptación como “observador” en el Sistema Económico Latinoamericano –SELA.
A nivel bilateral resalta la visita que hiciera su presidente Ion Iliescu a
Venezuela en julio de 1991, en la que se
firmaron acuerdos de cooperación cultural, en las ciencias y deporte. También Bulgaria
se interesó por América Latina. En 1992, su presidente, Zhelyu Zhelev visita
nuestro país en miras de adquirir productos como petróleo, hierro y carbón. Por
su parte, Hungría, su presidente Arpad Goncz, visita nuestro país en
diciembre de 1991, buscando acentuar los acuerdos de cooperación iniciados en
1987 y explorando la posibilidad de cooperar en materia energética, aluminio, intercambio
de maquinarias, productos farmacéuticos y en el área de la construcción de
sistemas hidrológicos. Mientras que Checoslovaquia aprobaba un acuerdo con
Venezuela de suministro energético, de unos 50.000 barriles diarios.
En fin, concluyo en que la
lección de los cambios emprendidos en Europa del Este en 1989, y por ende la
caída del Muro de Berlín, nos debe iluminar a modo de reflexión de las
consecuencias que conlleva la imposición de criterios políticos y económicos,
de sumisión, que conducen a los pueblos a rebelarse, tarde o temprano; por un
lado, en el seno mismo del partido político único, y por el otro lado, producto
del hambre y del deterioro económico y social, cuando un país no pueda más cumplir
los compromisos sociales internos, y no
pueda cumplir sus compromisos externos, de suministro energético en la región,
tal como ocurrió en la
Unión Soviética con respecto a los países de Europa del Este.
Si bien los cambios en los
países de Europa del Este fueron dolorosos, sobre todo en la transición hacia
una economía de mercado, la libertad del ejercicio democrático prevaleció sobre
las penurias suscitadas. Giuseppe Di Palma, en un escrito publicado en el
diario El Univeral del 23 de abril de 1991, titulado “Porqué la democracia puede funcionar en Europa Oriental” señalaba ,
palabras más, palabras menos que –“cuando
Europa Oriental se lanzó a las calles, no fue en busca de pan, sino de dignidad
política, que ya había comenzado a saborear”.
¡A ustedes, Muchas Gracias ¡
Caracas, 3 de noviembre de 2010
EEI- FACES- UCV