CIEN AÑOS DE VALOR Y DIGNIDAD
Por: General de Brigada (Ej.) Juan Antonio Herrera Betancourt, promoción Academia Militar 1957.
Llegamos al 10 de diciembre de 2020, cuando se cumplen cien años de iniciarse el camino de una gran visión y la firme decisión que nos permitió, como país, entrar en un proceso de gran avance y desarrollo con la fundación de la Fuerza Aérea Venezolana, para fortalecer la seguridad, integridad y soberanía nacional, y con ello, darle también un gran impulso a la aviación en general, que permitió abrir sus alas sobre el territorio nacional, y alcanzar otros destinos lejanos.
Ha sido un siglo de importantes misiones, donde los audaces con todo valor y dignidad, pusieron su elevada capacidad, conocimiento y voluntad, para consolidar una institución llena de significativos logros, tanto en la defensa del país, como en su proyección en el exterior, al haber logrado en el desarrollo de su trayectoria, ser una de las mejores, más moderna y poderosa fuerza aérea latinoamericana, comprobado con su participación en maniobras y ejercicios conjuntos internacionales, donde lograron puestos de honor por su notable capacidad técnico profesional.
Sobre su historia se escribirán muchas doradas páginas, profundizando sus valiosos logros, por lo que mí sentido homenaje y reconocimiento, tendrá un marcado sentimiento personal, de familiaridad y amistad, con quienes la fortuna me ha permitido compartir y poder valorar la gran entrega de quienes como personas dieron todo su esfuerzo para haberla llevado a un momento de gran elevación, haciendo sentir orgullosos a de todos los venezolanos, y especialmente a sus hermanos de las Fuerzas Armadas Venezolanas.
Esta historia personal tengo que ubicarla en un tiempo y en un lugar, como fue el año 1949, cuando mi padre, Lucio Herrera Paredes, fue nombrado en enero de ese año, presidente del Central Tacarigua, que para ese entonces era la mayor empresa agroindustrial del Estado venezolano, ubicada entre Valencia y Güigüe, cercana al Lago de Valencia. Y cuando celebrando una reunión familiar, en la casa de habitación del presidente del Central, llego a la reunión un Subteniente de la Aviación, de gran presencia, que fue recibido con todo cariño por mi papá y la familia, por tratarse de Fernando Paredes Bello, hijo de su querido primo Rafael Paredes Urdaneta, quien vino acompañado de otro elegante Subteniente, Luis Alberto León Aranguren, su hermano de profesión. Ese día marcó un reencuentro y una estrecha relación familiar que perdura en los sentimientos y el recuerdo. Fernando y Luis Alberto formaron parte de ese grupo de profesionales militares de la aviación, que ingresaron directamente de la vida civil a la Escuela de Aviación Militar, completando su formación en los Estados Unidos, constituyendo, ya como oficiales, el selecto grupo de instructores de vuelo de su alma mater. A los que veíamos con admiración y gran emoción, cuando en los vuelos de instrucción sobrevolaban sobre la casa del central, saludando con el movimiento de las alas de sus aviones.
De esa época recuerdo también la cercanía de gran amistad con la familia de los Subtenientes Rafael Jelambi Terán y Edgar Suarez Mier y Terán, con quienes el camino de la vida me permitió gran cercanía con todo afecto. Y hubo un suceso que impacto mucho a mi papá, quien después de haber dejado la presidencia del Central Tacarigua, desde su finca particular a orillas de la Lago de Valencia, observaba dos aviones haciendo entrenamiento acrobático, presenciando el impacto entre ambos aviones “Vampiro”, y viendo cómo se precipitaban a tierra, y de uno de ellos salto su piloto y abrió su paracaídas, desplazándose rápidamente hacia donde iban a caer para auxiliarlos, con la gran sorpresa de que era el Tte. Rafael Jelambi Terán quien llegó a tierra ileso, y viendo con todo dolor como se estrellaba en la tierra el otro avión sin haber podido su piloto saltar, falleciendo de inmediato el Subteniente Francisco Osorio, quien gozaba de gran aprecio por su simpatía y don de gente. La promoción de la EAM del año 1975 lleva su nombre.
Mi carrera como profesional militar del ejército me permitió haber compartido momentos trascendentes con excelentes profesionales de la aviación en cumplimiento de misiones conjuntas, permitiéndome valorar aún más su capacidad. Egresé de la EMV en julio de 1957, y fui designado para ocupar cargo en el Grupo de Artillería de Campaña Salom, con sede en el cuartel Páez en la ciudad de Maracay, cuna de la aviación, lo que me permitió compartir como muchos oficiales de la aviación, estrechando grandes lazos de amistad, como los compañeros de graduación, entre los que tuvimos una gran cercanía, recuerdo a Luis Viana Lamas, Raúl Fernández Hernández, Julio García Pino, Benito Adolfo Tovar, con quien tuve la oportunidad de hacer un vuelo de reconocimiento en un Canberra, sobre gran parte del territorio venezolano, Manuel Vásquez Ocando, cuya muerte nos causó gran impacto y dolor, en el fatídico vuelo con el Orfeón Universitario. De esos inicios, estreché amistad con el Tte. Maximiliano Hernández Vásquez, quien se distinguía por su educación, trato y don de gente, y con quien hasta la actualidad compartimos ideales, pensando en nuestra querida Venezuela. Tuve una estrecha amistad familiar con Oswaldo Plazola Gilly, hasta los últimos días de su vida; con Roberto Feleirán Méndez, la amistad la compartí con el deber, cuando él desempeño, en los inicios, el Comando de Defensa Aérea y yo fui Jefe de Estado Mayor, dejando una valiosa labor en ese prestigioso comando. Compartí una estrecha amistad con Ramón Mendoza Ibarra y Justo Evaristo Saavedra. Y con otro excelente profesional como fue Manuel Andara Clavier, ayudante del Gral. Paredes Bello cuando se desempeñó como Ministro, y me correspondió la Dirección de Secretaría, para, al paso el tiempo, formar juntos parte de ese pequeño grupo que ideó y dio forma al Frente Institucional Militar (FIM), que tanto ha luchado por la institucionalidad militar y la plena vigencia de la Constitución.
Con Gustavo León Campos, tuvimos estrechos nexos de familia, por haberse casado su hermana Ana Teresa y mi hermano Rigoberto. Y sentí una gran alegría y satisfacción cuando se graduó en la EAM, como primero de su curso, mi querido primo Juan Antonio Paredes Niño, quien después de realizar una excelente y meritoria carrera, ejerció el comando de su Fuerza.
Fernando, durante el ejercicio de diferentes comandos que ocupó, siempre me invitó a las celebraciones trascendentes de esas unidades, dándome así la oportunidad de cordializar con muchos profesionales, con quienes la cercanía me permitió conocer más la esencia de la FAV, a través del sentimiento y sus valores, para tener siempre el recuerdo y las enseñanzas de dignos representantes de nuestra Fuerza Aérea, como han sido Abel Romero Villate, Leonardo Gómez Muñoz, Francisco Miliani Aranguren, Raúl Ramón Morales, Radamés Soto Urrutia, Francisco León D´Alessandro, Ignacio Camacho Gutiérrez, Cesar Cristancho García, activo piloto que nos ayudó mucho en nuestras gestiones en el Ministerio, Freddy Yánez Méndez, a quien conocí desde muy joven, como amigo de su familia en Valencia.
Y en estos últimos tiempos duros y difíciles, ha estado a flor de piel el sentimiento patrio y los vínculos en la lucha institucional por el rescate de nuestra Fuerza Armada, con compañeros de ruta como Wladimir Filatov Riabkov, Omar Ruíz Rodríguez, a quien rindo homenaje por su triste partida, y Eduardo Arturo Caldera Gómez, con quienes permanentemente estamos activando valores y principios por la libertad y la democracia con la seguridad de que volveremos a ver extenderse las alas con todo amor profesional y sentimiento de patria por la defensa de la soberanía y la integridad territorial, para barrer esta etapa donde se ha quebrado el cumplimiento del deber, olvidando la obligación con todos los compatriotas y la Constitución, para alejarlos del servil culto personalista e inclinación ideológica que marcó el camino de la traición hacia una gran institución, y para en un gran coro, oírlos de nuevo decir, con gran patriotismo:
Aviadores unidos juremos!
Caracas, 10 de diciembre de 2020.