¿QUIEN ES EL TRAIDOR?
Por: ANTONIO GUEVARA
No es mi ánimo con esta crónica defender a los Generales García Ordoñez, Ruiz Guzmán e Itriago Tineo de la acusación de traidor, indecorosamente deslizada en la conveniente y preparada rueda de prensa realizada en el Comando de la Guarnición Militar de San Cristóbal por el General de División Agüero.
La simple circunstancia de estar ubicados García, Ruiz e Itriago de este lado de la acera civilista, frente al régimen de la Revolución Bolivariana y el Socialismo del siglo XXI les expide un certificado de fidelidad institucional y lealtad democrática, que ya quisieran para sí estos generales rojos rojitos, lacayunos en sus formas, rastreros en la condición, serviles en el culto, sórdidos en sus conductas personales y miserables en el fondo; para quienes el desprecio de la sociedad en la felonía de sus credos, los expone exactamente en la dimensión de pillos de la republica y malandrines más allá del cuartel.
¿Quién es el traidor?
Asumo, por extensión, que todos los militares que hemos dado un paso al frente para oponer los valores y los principios de hogar, consolidados en nuestro proceso de formación académica en los institutos militares de formación profesional – La Academia Militar forma hombres dignos y útiles a la patria – también tenemos el calificativo de traidores y nuestros retratos al oleo en el Salón de Ex Comandantes de las unidades que la republica democrática y civilista de la que ellos abjuran, nos confió de acuerdo a los méritos y expediente profesional; tendrán el ridículo trapito negro que nos tapa, la pueril calavera blanca y arriba el letrero que retrata mas, a los vergonzosos generales y almirantes, actuales integrantes de la nomenclatura chavista, que en quienes se quiere lanzar el cognomento de traidor.
Eso bajo la convicción que fue un hogar de cuatro esquinas donde estos generales y almirantes recibieron las primeras luces de los valores, los candiles iniciales de los principios que encaminan hacia el faro del honor; todo lo que se configura en el Sol de Carabobo que se lleva sobre los hombros como asiento y fundamento de las luces de la libertad, soberanía, independencia. Eso…general es el fulgor de la ética y la moral militar.
Argumento en contrario es que la mayoría de ellos hayan sido alumbrados en esas casas clandestinas de una esquina, cuya única referencia es el bombillito rojo y de allí ese fulgor rojo rojito que los delata en ser depositarios de una gran re-pu-ta-ción revolucionaria. Eso justificaría que aquellos son traidores y estos consecuentes y leales con el oficio más antiguo del mundo, ahora reivindicado con uno, dos, tres y hasta cuatro soles en la constelación del Socialismo del siglo XXI, sobre todo en las dis-pu-tas por jalar más en los escrotos del alto gobierno, lamer más intenso sin esputar en las botas cubanas y com-pu-tar mas en la plenitud de los bolsillos por la traición al ideario bolivariano de la honestidad.
¿Quién es el traidor?
En mi caso, no recuerdo haber jurado lealtad a Hugo Chávez, ni a la Revolución Bolivariana, ni al Socialismo del siglo XXI; mucho menos a Fidel Castro.
Recuerdo esos viejos días de 1.973 en formación de parada y desfile en el Patio de Honor de la Academia Militar de Venezuela, y mi juramento decía “prometéis a Dios y a la Republica, en presencia de la Bandera Nacional, defender la patria y sus instituciones…”. Lea bien, General Agüero, juré a Dios y a la República.
Mi compromiso fue con un Dios incorpóreo e inmaterial suscrito en las convicciones de mis propias creencias, que abracé con la virtud de mis valores y la dignidad de mis principios atesorados en el hogar con mis padres, mis escuelas, mis amigos y los compañeros de la ruta democrática. Esa obligación la asumí también, con la republica civilista y el estado de derecho que le servía de plataforma, donde la libertad, la soberanía, la paz, la independencia y la democracia eran los estandartes más visibles. A eso también juraron los generales y almirantes que hoy le sirven de bufones en la corte de Miraflores, donde lo más encumbrado de su traición, más allá del enanismo intelectual y la abstracción de su honor desflorado; es la conducta aleve de jinetera por y para los cubanos.
¿Quién es el traidor?
Es cierto que para usted, en la depravación de su conducta deshonrosa de soldado de una republica que solo existe en la infamia de su ruindad y en la trivialidad de sus dos soles de general de una republica vulgar y volátil; el nuevo Dios bolivariano es Hugo Chávez, la nueva republica es el asiento de las persistentes corrupciones materiales y morales; y las perversiones que han contribuido a erosionar la nación venezolana y que ponen en peligro su continuidad en el tiempo.
Les pido a ustedes, generales y almirantes rojos rojitos, que me señalen ¿en que parte del juramento contraído públicamente por los militares en formación de parada y desfile, está incluido el barbiespeso dictador antillano, opresor vitalicio del pueblo cubano? ¿Por dónde se asoma en ese compromiso el hermanazo Ahdmadinejead y su revolución de Ayatolahs allá en Irán al otro lado del mundo? Me gustaría saber ¿Cuándo se coló en el juramento esa vaina de la cuál ustedes no tienen ni puta idea, que llaman el Socialismo del siglo XXI? ¿Está inscrita clandestinamente en algún párrafo del juramento, la fidelidad a la banda de criminales narcotraficantes que llaman las FARC?
Me imagino que usted; tal cuál como el ignorante de su jefazo lo asumió públicamente en cadena de radio y televisión; tampoco habrá leído El Capital de Carlos Marx, ni tendrá alguna referencia de lo que significa la plusvalía, la lucha de clases, el materialismo histórico y dialectico; tampoco habrá leído la opinión suscrita por Marx en torno a Bolívar; en todo caso su interés será entre el bolívar y el capital amasado en la plenitud de sus bolsillos revolucionarios. Por cierto, tampoco estaba Carlos Marx entre los compromisos que asumí cuando hice el Juramento de Fidelidad.
¿Quién es el traidor?
Pedro Navaja y su descripción urbana del malandrín de colmillo de oro “con el tumbao que tienen los guapos al caminar”, de la puta que sale a resolverse, el borrachito sortario del final, la patrulla de policía y lo global del village que describe Rubén Blades en su magnífica canción, lo pinta de cuerpo entero a usted y el cuerpo de generales y almirantes con su navaja guindando en esta maltratada nación. Los 2 pesos ya usted sabe que significan y si lo duda, pálpese en los bolsillos plenos de bolívar fuerte y moral débil en la plusvalía de la institucionalidad militar. Solo que el “38 Smith and Wesson del especial” estaba en la cartera de la prostituta y ya usted sabe que esos disparos suenan como un cañón ¡Ojala que la vida no le de sorpresas, Pedro Navaja con dos soles!
La patria que usted mercadea se asienta en la plenitud de los bolsillos de sus indignidades y la vergüenza de un futuro que huele a muerte, destrucción, división y delitos que se alientan desde las más altas esferas del gobierno que usted, con su traición, ayuda a sostener. Esa es la nueva institucionalidad.
A esa iniquidad no recuerdo haber jurado, y estoy seguro que los generales García, Ruiz e Itriago; tampoco.
Entonces…¿quien es el traidor, General?
Es posible que estas actitudes de velar con liencitos negros los retratos de viejos jefes que cumplieron con su deber constitucional mientras estuvieron en la situación de actividad, de encararlos en el jironcito azabache con bufas calaveras blancas que refieran a la muerte y la inscripción de TRAIDOR que se revierte hacia ustedes con la violencia de un salivazo lanzado al viento; no obedezcan a instrucciones dictadas desde arriba, allá en el Olimpo particular del nuevo Dios Revolucionario y si atiendan a eso que se llama la determinación de las tareas deducidas en su propio Análisis de la Misión.
Yo doy el beneficio de la duda, que haya sido exactamente así y me remito entonces a lo que siempre se ha cocinado aguas afuera de los cuarteles, en estereotipos como el que dice que los militares saben de historia y de geografía, o el que alude a su condición honorable en el comportamiento cotidiano, que defienden la territorialidad de la nación con violencia de leona herida o simplemente que son valientes porque andan desafiando la muerte en sus reales o imaginarias guerras. Eso les confiere una gran reputación.
O mejor, los militares son descendencia de una gran reputación que los acompaña en sus campañas.
Esa reputación ha cambiado bastante en estos últimos once años y quizás en ello haya privado que la inversión de los valores y los principios que acompañaron desde siempre a los militares en una reputación de demócratas, civilistas, pacíficos, constitucionales; en fin, con un Sol de Carabobo que los iluminaba como INS TI TU CIO NA LES; ahora se ha trastocado y ha mutado en el bombillito rojo de las casas clandestinas de las esquinas. ¡Ha nacido una nueva reputación y esta gran reputación ha parido hijos con una nueva reputación!
Sobre esa base y el talante del General Agüero en su patética rueda de prensa, la actitud de los generales y almirantes ante la coyuntura política del país; el harapito negro de los cuadros de excomandantes civilistas, las dos grotescas tibias cruzadas con la calaverita blanca y la inscripción de TRAIDOR que se les estruja a los renegados y felones del 4 de febrero; no queda más remedio que calificarlos a ellos como unos verdaderos hijos de la gran re-pu-ta-cion.
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ANTONIO GUEVARA
"Mantengamos una conducta recta y dejemos al tiempo hacer prodigios" Simon Bolivar
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