PORTACHUELO
Por: René Núñez
(*)
En deuda con nosotros mismos…
La
economía es una disciplina difícil y compleja. De su buen
manejo dependen los resultados satisfactorios. Con frecuencia se observa a
economistas opinando diferentes sobre una misma realidad económica. Los modelos
económicos por si solo, no bastan para asegurar resultados exitosos; su
aplicación dependen gran parte del concurso de la política como disciplina
aliada. Más cuando se trata de la pública. Controlar y reducir el índice inflacionario sigue siendo el dolor de
cabeza de los gobiernos democráticos serios y responsables; pues, mientras más
alta sea la inflación más problemas
sociales se producirán afectando fundamentalmente el poder adquisitivo de los más
necesitados y desamparados. No es lo mismo una economía libre o mixta (sector
público y sector privado) que una economía cerrada, donde el Estado como único
propietario de medios de producción lo planifica y controla todo. La historia
del desarrollo económico del mundo moderno confirma que la primera es más
productiva y exitosa
Han pasado 50 años de gobiernos democráticos y la deuda social
con los venezolanos continúa. Basta revisar la gestión pública desde
1959 a
la fecha para darse cuenta uno del por qué seguimos siendo un país monoproductor
(de petróleo), con un elevado gasto fiscal, con una cultura de malos manejos
administrativos, con deudas interna y externa sin control, con unos poderes
públicos sin autonomía e independencia y, sobre todo, con una actitud gobiernera
poca facilitadora de cambios estructurales para hacer del Estado un instrumento
más idóneo, transparente y visionario de futuro: el de la prosperidad y
seguridad social de todos los venezolanos sin distingo de clase, credo o color
político.
Como
nación petrolera hemos tenido oportunidades financieras extraordinarias para
haber sembrado el petróleo por doquier y ser hoy un pueblo con alto desarrollo
humano: salud, educación, empleos estables y duraderos; sustentada por una
economía abastecedora de bienes y servicios en lo interno pero también con
capacidad para exportar y producir ingresos iguales o mayores a los generados
por el petróleo.
La
pobreza y las desigualdades sociales se han incrementado en los últimos
once años bajo el gobierno de Chávez, a pesar de éste haber recibido más de 950
mil millones de dólares, una cifra superior a la recibida por la nación desde Guaicaipuro
hasta el último gobierno de Caldera; y haber tenido de su lado de manera
incondicional a los poderes del Estado, y el apoyo popular. Hoy el país se
encuentra en un laberinto sin salida con Chávez, quien no asume errores,
desaciertos y no oye consejos ni le gusta la crítica. Gobierna echando culpas
al imperio y a la oposición de su fracaso. Ha elevado los gastos militares, las
ayudas a otros países como: Estados Unidos, Inglaterra, Cuba, Nicaragua,
Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil, Dominica, Honduras y países africanos,
cuando lo sensato era haber invertido esos recursos en nuestro país en
distintas áreas de infraestructura: viviendas, carreteras, autopistas, puentes,
hospitales, centros educacionales como también en el cordón industrial: hierro-acero-aluminio-oro-carbón-eléctrico
y el petrolero. Haberse puesto a derecho con los pasivos laborales. Con los
requerimientos presupuestarios de la educación-ciencia y tecnología. Pero, no
lo hizo. Dilapidó una inmensa riqueza petrolera que ya no tiene. Si no supo
manejar el superávit petrolero, menos para confiar ahora hipotecando el país
para financiar el gigante déficit fiscal de la nación.
Conclusiones
de estos últimos 50 años de gobierno…
Del análisis de las políticas económicas de
los gobiernos de Betancourt, Pérez I, Caldera I, Herrera, Lusinchi, Pérez II,
Caldera II y Chávez I y II, se concluye lo siguiente:
a)
Venezuela ha contado con ingresos petroleros
suficientes provenientes del aumento de los precios petroleros para financiar
el desarrollo nacional.
b)
El gasto público/burocrático sigue elevado y sin
control
c)
La economía sigue dependiendo de la renta petrolera.
d)
Persisten medidas proteccionistas y paternalistas del
estado, como controles de precios, control de divisas, subsidios, estatizaciones, expropiaciones,
devaluaciones
e)
La corrupción se mantiene como una cultura administrativa,
con complacencia de los poderes públicos
del Estado.
f)
La política de sustitución de importaciones no ha
tenido resultados tangibles. No habido claridad de productos, bienes y
servicios que debemos producir, desarrollar y proteger.
g)
El endeudamiento interno y externo no ha sido
aprovechado para la inversión productiva. Menos las devaluaciones sucesivas de
la moneda.
h)
Dirigentes opositores y gobiernos no han sido capaces de
promover y lograr un acuerdo nacional para superar trabas y dificultades de las
políticas económicas. Poco interés por la inversión en ciencia y tecnología.
i)
Las instituciones públicas no han sido eficaces y
transparentes en el cumplimiento de sus responsabilidades.
j)
Ahora hay más pobreza, desigualdades sociales y
exclusión.
k)
Finalmente, hemos carecido de líderes en el gobierno
con voluntad política y capacidad gerencial para lograr una economía productiva,
competitiva y sana, bajo un clima de estímulo a las inversiones con reglas
claras y transparentes. Le corresponde a los ciudadanos asumir estas
responsabilidades con inteligencia, tolerancia, respeto y trabajo. El 26 de
septiembre se necesita una Asamblea plural con mayoría opositora como primer paso para repensar el proyecto de país ideal
(*) Internacionalista.