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Como era previsible para alguien que supiera lo que Chávez ignora, una
operación magistral de Uribe y Santos, con visto bueno de Obama, ha
puesto en evidencia a Chávez y lo ha dejado en manos de Estados Unidos.
*** La noche del viernes, al pedirle a la guerrilla que abandone la
línea de violencia, Chávez conjuró la posibilidad de que le aplicaran
la regla de Noriega, pero ahora falta que la guerrilla le haga caso.
Si se lo hace, Chávez -¡qué ironía!- pasaría a ser el hombre que acabó
con la guerrilla colombiana.
Ante
todo, tengamos en cuenta que se trata de una acción coordinada. Ni
Santos ni Obama ignoraban que Uribe haría las denuncias contra Chávez.
Ni Chávez ignora que Santos y Obama han estado totalmente de acuerdo
en la operación para ensabanarlo, poniéndole en evidencia ante el mundo
y potenciando hasta el punto de melcocha el rechazo y la alarma que en
el mundo que cuenta hay por los planes del eje Teherán-Habana-Caracas.
Modo de justificar un panameñazo.
Chávez
bajó la cabeza el viernes en la noche, y aunque aún falta que
realmente eche a las guerrillas, lo del panameñazo ya no se justifica.
Pero, merced a las denuncias, Uribe a Santos le entrega un Chávez
acorralado. Santos le dirá a Chávez que él bien quisiera retirar la
denuncia, pero no le es posible porque el Presidente de Colombia no
puede desautorizar a Colombia. Como en “Canaima”, la novela de
Gallegos, Santos será Bellorín el Malo, que es Uribe. Por supuesto,
los dos vellorines actúan de acuerdo: tú lo ablandas y yo cobro. Todo
el mundo sabe que eso es así pero la verdad convencional, la que se
manejará en el teatro de la OEA y después en el de la ONU, será la de
que Santos no sabía nada y Obama estaba comprando kerosén.
Chávez
está simple y redondamente atrapado por la habilidad de los
colombianos. No es sólo que Colombia tiene los políticos y estadistas
más capaces del continente, sin excluir a Estados Unidos. Es que
además la posición de Chávez era insostenible. Hay cosas que no se
pueden hacer, y que si te las dejan hacer es porque después las usarán
para fregarte. Chávez lo ha visto ahora, según muestra su sorprendente
declaración del viernes en la noche, producida bajo la evidente
presión de los hechos. Son palabras que borran toda la fanfarronería
de horas anteriores. Leamos:
“Las
guerrillas colombianas deberían reconsiderar su estrategia armada”…
“El mundo de hoy no es el mismo de los años sesenta”… “Creo que no hay
condiciones para que ellos (la guerrilla) en un plazo previsible
puedan tomar el poder, en cambio se han convertido en la principal
excusa del imperio para penetrar Colombia a fondo y desde ahí agredir a
Venezuela, a Ecuador, a Nicaragua, a Cuba”.
Si.
No se sorprendan. Eso lo dijo Hugo Chávez anteayer, en horario
favorable según paleros y babalaos, la noche del viernes 23 de julio de
2010. Histórico. Su posición más humilde desde el 11 de abril de
2002 unos seiscientos oficiales le daban coscorrones en Fuerte Tiuna
mientras discutían si lo mandaban para Cuba, lo enjuiciaban o lo
fusilaban, y desde que en las votaciones para la Reforma Constitucional
el generalato se negó a cohonestar un desconocimiento de los
resultados adversos. Como hemos dicho quienes lo conocemos, Chávez
avanza mientras lo dejan, se detienes cuando un perro grande le enseña
los dientes y, por supuesto entonces se agacha y se humilla en espera
de una nueva ocasión.
De
todos modos el caso sigue planteado. En el congelador, siempre listo
para meterlo en el microondas, lo mantendrán los enemigos de Chávez,
que nada más son los Estados Unidos de Norteamérica, la Unión Europea,
la Santa Sede, Israel y –por aquello de Irán, Rusia, el Japón, las
naciones árabes no extremistas, China y la India. Una pelusa.
Y,
¿cuál es el caso? ¿En qué consiste? En que Colombia han planteado
formalmente y en los niveles más importantes, que el Gobierno de
Venezuela protege a la narco-guerrilla colombiana, y como eso del
narcotráfico es problema prioritario para las naciones realmente
poderosas del planeta, el tema se abrirá paso en esas instancias
determinantes.
Pero,
¿realmente hay pruebas? Para responder a eso habría que ir al sitio
señalado por Colombia. Mientras tanto, las mayores pruebas son que
Chávez no permite la investigación y que no se ha atrevido a
desmentirlo directamente sino que más bien, en su declaración del
viernes 23 de julio, lo ha admitido al decirle a la guerrilla que ya no
se puede. ¿No se puede qué? Bueno… Eso que hemos venido haciendo,
pana. Y además es obvio que Colombia se guarda lo más sólido, por si
Chávez lo niega. Eso que en cualquier batalla se llama “la reserva”,
la cual se lanza al combate en el momento decisivo.
Pero
el narcotráfico es más una coartada moral que una razón profunda. Lo
inaceptable para las naciones poderosas del planeta es la connivencia
con Irán en un proyecto para destruir la civilización occidental,
proyecto que esas naciones poderosas ya están de acuerdo en desmontar.
En ese sentido las denuncias, cuya resonancia Chávez cometió el error
de potenciar con la ruptura de relaciones, han cumplido el objetivo de
colocar a Chávez en un nivel de peligrosidad mayor que el de Noriega, y
debe recordarse que aquello fue suficiente para ejecutar implacable
operación que al panameño lo defenestró y no pasó nada y además sigue
preso.
Los
venezolanos tendemos a despachar los problemas importantes con alguna
salida expeditiva, con frecuencia de una comicidad inoportuna. Esos
chistes con los cuales disimulamos nuestro nerviosismo, nuestro
abatimiento y hasta nuestra incapacidad para analizar, decidir y
actuar. A Chávez hay que sacarlo del poder porque, aunque lo parezca,
todavía no ha arruinado totalmente a Venezuela ni la ha hecho conocer
todas las humillaciones posibles. Falta. Y eso lo saben las personas
responsables de todos los oficios y profesiones. Pero la metodología
es cosa delicada. La solución panameña es la más fácil, como para un
marido perezoso es mejor que otro le preñe la mujer. Se pudo presentar
si Chávez no recula. ¿No iba a recular? “No nos vamos a quedar con
los brazos cruzados”, dijo el portavoz del Departamento de Estado en
frase cuidadosamente calculada. El resto deberemos hacerlo nosotros,
para que no venga otro a preñarnos la mujer.
Fuente: El Nuevo País
Remisión: Edgard García