PORTACHUELO
Por: René Núñez (*)
¿Pobreza criolla armada?
América Latina no viene cumpliendo con las metas del milenio para
reducir la pobreza. Y no la podrá cumplir mientras no termine de entender que
la solución pasa por una economía productiva fuerte y sana, capaz de generar
empleos directos e indirectos duraderos y estables. La fórmula, pasa a su vez, por cambiar una cultura política parasitaria y
populosa por una libre, creativa e independiente donde el ciudadano con su
conocimiento e ingresos forje sus propios destinos con apoyo del Estado y los
gobiernos de turno, facilitadores de progreso y desarrollo.
El gobierno
se debe a los ciudadanos y no los ciudadanos al gobierno. Los mayores compromisos de éste con el pueblo son,
entre otros, garantizar la educación, la salud, la seguridad social, además de
convertirse en el principal propiciador de ambientes económicos favorables para
las inversiones de capital productivo sano.
Las
características de la pobreza
son: analfabetismo, exclusión de oportunidades de trabajo, bajos ingresos para
cubrir las necesidades básicas; condición social muy fácil de explotación
política por demagogos, narcotraficantes, delincuentes, etc. Los pobres de la
región solo se les recuerda en procesos electorales; el resto del tiempo
“Salvase quien pueda”.
Los
mandones de oficio alcanzan el poder para servirse así mismo y no para servir a la gente, les preocupa poco si los pueblos que
gobiernan carecen de viviendas, de educación, de instituciones sanitarias, de
alimentos y de protección social integral estatal.
La
integración en la región para el combate a la pobreza se ha convertido en un pretexto político discursivo,
rico en buenas intenciones pero pobre en resultados; esto se explica porque los
gobiernos suelen anteponer la relación económica ante la dignidad de los
pueblos. Si bien es cierto que ésta ha sido muy bien aprovechada por los
gobiernos más vivos e inteligentes, no es menos cierto que unos la han utilizado
para enriquecerse en lo personal y lo familiar. Hay otros, como el nuestro, la
ha visto de manera diferente, como una oportunidad ideológica de vender un
proyecto hegemónico continental fracasado comprando conciencia a cambio de
apoyo y lealtad al mismo.
La
realidad es que América Latina
sigue en deuda con sus nacionales. Desde
México hasta la Patagonia la pobreza está presente, a pesar de los avances
económicos alcanzados por algunas naciones como Brasil, México, calificadas
como economías emergentes. En brasil hay mas de 50 millones de excluidos
sociales, una cifra parecida la hay en México.
¿Y Venezuela? ¿Dónde
estamos?
Cada uno de los venezolanos conoce su propia realidad
socia-económica. No hace falta
discurso o propaganda para apreciar la devaluación progresiva de nuestro poder
adquisitivo. Somos testigos existenciales de la destrucción progresiva de la
economía privada, de la alta inflación, de la desmejora de los servicios de
seguridad del Estado, de la impunidad judicial, de la descarada corrupción
pública, de las precaria atención
sanitaria en general, de la baja calidad en la educación pública, de la
aparición por todos lados de venezolanos pidiendo comida, medicina, ropa o
dinero, y de un fenómeno “in crescendo” del desempleo, donde el 20% de los
desocupados son jóvenes técnicos y profesionales.
Resumiendo,
nuestra economía cada vez es menos productiva, con una clase media reducida a la mínima expresión, con unas
instituciones democráticas desmanteladas, sin autonomía e independencia, con
amenaza permanente de ser sustituidas por poderes comunales al mero estilo
comunista; una nación cada día más dependiente del extranjero en lo económico,
en lo financiero, en lo científico y lo tecnológico; para desgracia, hasta la
toma de decisiones de estado depende de un país extranjero.
Estamos
mal y vamos para peor. Nadie
que tenga juicio racional puede estar de acuerdo con el estilo y el esquema
ideológico que el gobierno nos viene aplicando desde hace doce años; tratando
al Estado como una propiedad privada que puede disponer y utilizar a sus
caprichos e intereses, desvalorizando normas básicas universales de convivencia
social, pretendiendo hacer creer a todos de que solo bajo la conducción del
socialismo del siglo XXI es posible superar la pobreza y alcanzar la mayor suma
de felicidad social. Empero, los resultados indican todo lo contrario. Un
gobierno totalmente militarista, menospreciador de lo civil. Las expropiaciones
un ejemplo de ello, por cierto la deuda acumulada por este concepto se estima
por el orden de los 25 mil millones de dólares; las propias inversiones en
armas y equipos de guerra es otro (11 mil millones de dólares). Entre tanto, las
empresas de Guayana, todas juntas, requieren de menos de 10 mil millones de
dólares para reflotarla y ponerlas en condiciones mínimas operativas competitivas
(así las compren los chinos, los rusos). Mientras Sebastian Piñera, presidente
de Chile emprendió una gira a Francia, Inglaterra y Alemania en búsqueda de
negocios favorables para su país, el nuestro visita a Rusia, Bielorrusia,
Ucrania, Irán y Argelia, que poco tienen que ofrecernos en calidad. Desde Rusia
nos informan de la venta de 37 tanques militares y una planta productora de
energía nuclear. Desde Bielorrusia, Lukashenko
nos agradece por haberlos ayudado salir de la crisis económica ese año, no
contento con la gratitud Chávez le garantiza suministro de petróleo por 200
años.
(*) Internacionalista.
Edición 1128, hasta el próximo miércoles. Le invito a oír de lunes a
viernes, de 1 a
2 de la tarde: Diplomacia de Micrófono por
La Mejor FM. 91.5 Guayana. www.lamejorfm.com.ve.