José Vicente Carrasquero A.
Ingobernabilidad Creciente
12 de septiembre de 2011 // 18:26
12 de septiembre de 2011 // 18:26
En lo personal
siempre he pensado que el término ingobernabilidad es muy fuerte para ser usado
en el contexto de un sistema político en el que mal que bien hay instituciones
que fungen como garantes, al menos en el papel, de la vigencia de la
constitución.
Sin embargo, Venezuela
ha entrado en una situación en cuanto a la relación de los habitantes con el
gobierno que dista mucho del equilibrio que debe existir en términos de
demandas y políticas dirigidas a satisfacerlas.
La cúpula de la
clase política gobernante se empeña en poner en práctica una agenda que en nada
se encuentra dirigida a resolver los problemas por los cuales fueron electos
hace ya doce años. Por el contrario, se comportan como un ejército de
ocupación. El trato hacia los venezolanos es corrientemente irrespetuoso en
diversas dimensiones.
Irrespetuoso
porque los problemas que más afectan a los venezolanos son soslayados o peor
aún, manejados comunicacionalmente de forma tal que se busca eludir la
responsabilidad que el gobierno o funcionario turno tiene en la resolución de
cualquier asunto en particular.
Es así como vemos
que al poner una autopista en funcionamiento el ministro del área hace alusión
a que la misma estuvo esperando 30 años por su finalización. Busca achacarle
los gobiernos anteriores los doce que se tardo este ineficaz gobierno en poner
la vía a disposición de los usuarios. Sobre eso no se explica nada. Se escurre
el bulto y no se asume responsabilidad alguna.
El tratamiento
comunicacional del problema de las cárceles está orientado en el mismo sentido.
El presidente y ninguno de sus ministros se sienten aludidos por este problema
que pone a Venezuela como un país en el cual existen condenas peores que la
pena de muerte. Para el asunto de las prisiones se acaba de crear un ministerio
como una treta para comprar tiempo en cuanto a darle solución a la aguda
problemática. Sin embargo, vemos como los presos siguen retando la autoridad
del estado en la administración de estos recintos donde parece evidente que
reina un modus vivendi que nada tiene que ver con la legislación venezolana.
Aquí no podemos hablar más que de ingobernabilidad. El estado ha perdido el
control de los penales porque entre otras cosas no tiene en ellos el monopolio
de la violencia que les es discutido nada más y nada menos que por los reos.
La criminalidad
hace rato que se le fue de las manos a un gobierno que ha demostrado una
incompetencia supina en el manejo del problema que más afecta la percepción del
público. Aquí toca decirles a los encargados de este problema que cuando la
gente percibe el crimen como un asunto preocupante no es por culpa de los
medios. Es porque a diferencia de hace algunos lustros, las encuestas
demuestran que un alto porcentaje de venezolanos ha sido o conoce a otro que ha
sido víctima del hampa. Limitarse a echarle la culpa al capitalismo, a los
gobernadores de estado, los alcaldes e incluso a las mismas víctimas pone de
manifiesto lo que la mayoría sospecha: el gobierno no tiene una política
efectiva para el combate de la delincuencia. Y los maleantes lo saben y se
aprovechan de ello.
Compiten con el
estado por el monopolio de la violencia. Lo retan. Después de todo, las medidas
que toma el gobierno son de aficionados. Prohíben el porte de armas como si los
delincuentes usaran las suyas con permiso. Fundan una policía nacional cuyo
radio de acción es equivalente al de algunas policías municipales y estadales.
Dan ruedas de prensa para culpar a otros elementos u otros actores pero nunca
para decir que van a hacer con respecto a este problema.
El ministro o los
jefes de policía hablan mal de los periodistas, de los medios, de quienes
opinan, del capitalismo pero, nunca los vemos decirles a los malandros que los
van a meter en cintura. Debe ser porque saben que en la práctica no pueden. La
ingobernabilidad se observa a través de ese ejército que desborda las
capacidades del estado y roba y asesina ante una burocracia que se queda corta
en su accionar.
El Metro de
Caracas dejo de ser una solución para la ciudad y sus habitantes para
convertirse en un calvario. Un gobierno incapaz fue negligente en la
planificación y resultó desbordado por la demanda de los usuarios. Ahora lo que
hace es poner parches calientes y dar excusas en forma permanente. Nuevamente
se pone en evidencia la pésima ejecutoria del presidente Chávez a lo largo de
doce años con un poder casi absoluto.
La política
económica da tristeza. El gobierno hace rato aprendió a vivir de la inflación.
Es la mejor manera de no ponerse reglas que le puedan atar las manos a un
gobierno populista y dispendioso más interesado en mantenerse en el poder que
en cuidar el poder adquisitivo del venezolano. Hacen lo que le criticaban al
gobierno de Pérez II: se regodean en cifras macroeconómicas que muestran un
crecimiento que no se traduce en la mejora de la calidad de vida de los
venezolanos.
Insisten en
mantener un control de cambios que ha llevado a algunos venezolanos a los
tiempos del ´tá barato dame dos.
Resulta más económico comprar en el extranjero, desde ropa hasta almuerzos en
restaurantes. Mientras tanto la gente tiene que comprar productos en el país a
precios escandalosos cuando se le convierte en dólares al cambio oficial.
El gobierno ha
sido derrotado por la inflación y el desabastecimiento. Todo por insistir en la
ilusión de que puede controlar. Que el dinero que entra por petróleo alcanza
para todo. Mientras tanto, al igual que en los tiempos de Herrera Campins,
tenemos elevados precios del petróleo, una gran fuga de capitales y un
endeudamiento creciente. Todo dirigido por el ministro de economía más
incompetente que conoce la historia de la nación.
Este cuadro que
acabamos de describir no está completo. La crisis de la vivienda que la
incompetencia política se empeña en empeorar, una infraestructura que resulta
fácil presa de fenómenos naturales, una centralización creciente de funciones
públicas son elementos que configuran variables de una ingobernabilidad que con
esta dirección del presidente Chávez no puede hacer otra cosa que crecer.
Porque estamos en
manos de personas que se manejan por el voluntarismo como criterio central. Que
carecen de la formación suficiente para entender los problemas que deben
solucionar. Porque hay un divorcio entre las expectativas de los venezolanos y
las limitadas capacidades de una clase política que ni siquiera se da cuenta de
que necesitan que se les asesore.
Con los actuales
precios del petróleo los venezolanos podemos aspirar en cuanto a eficacia y
eficiencia mucho más de lo que esta clase política liderada por el presidente
Chávez puede dar.
Twitter @botellazo
"Algunos hombres en el mundo gobiernan a su pueblo mediante tretas y no por principios rectos"