PORTACHUELO. Por: Renè Nùñez
Hay un problema, hay un camino…
Estoy convencido que vamos a una verdadera batalla desigual pero con altas posibilidades de victoria. Esa confrontación tiene fecha. 7 de octubre de 2012. Un sector, el Oficialismo, va con todo. Tiene el poder. Las armas. Los poderes públicos controlados. Los militares al frente de muchos de ellos. El dinero suficiente para comprar conciencia. En cambio, la Oposición sólo cuenta con los votos, la razón y la conciencia ciudadana democrática voluntaria.
El balance de 13 años de gobierno muestra de parte del Oficialismo una evidente e inocultable incapacidad para manejar la cosa pública bajo criterios universales de eficiencia y transparencia.
En los tiempos de hoy, no hay otra manera de evaluar una gestión, incluyendo la pública, que no sea desde el punto de vista gerencial. Porque hasta hace poco se creía, que gerenciar el Estado no era lo mismo como hacerlo con un negocio cualquiera. Craso error. Para lograr los resultados, se requiere de planificación, control, organización y dirección. De un programa. Con unos objetivos, unas metas y unas estrategias muy bien definidas para asegurar el producto final con calidad total, a satisfacción del ciudadano o del usuario o del cliente, el que aplique en cada caso. Disponiendo de un presupuesto previamente discutido y aprobado. Y obviamente, de una gerencia capacitada, con conocimiento y con voluntad probada de logro.
El gerente tiene la responsabilidad mayúscula de administrar tanto los recursos humanos como los materiales y financieros, repito, con eficiencia y transparencia; no hacerlo se expone a ser relevado para que otro cumpla con los resultados programados. No hay excusas. Si las hay, han de ser mínimas y bien fundamentadas. Variables imposibles de controlar de su parte.
El mecanismo en democracia para sustituir un funcionario (gerente) de alto nivel de gobierno por no cumplir con sus responsabilidades son las elecciones; mientras que en el caso privado son los propietarios o directiva del negocio. Es por ello, la importancia de que los ciudadanos de este país, una vez por todas, asuman el acto electoral como su derecho privilegiado irrenunciable para sancionar al alcalde, al gobernado y al presidente de la república, entre otros funcionarios públicos, cuando no cumplan con el presupuesto de obras y servicios aprobado de manera oportuna sin desviaciones y vicios algunos. Pero también, para elegir a los mejores a esos cargos revisando sus currícula, su conducta de vida familiar y pública antes de ejercer el voto, y no hacer lo que hasta ahora las mayorías nacionales han venido haciendo tomando en cuenta solamente el color, la ideología, o cosas necias como engancharse porque el tipo habla bonito o porque la musiquita de la propaganda es chévere o pegajosa.
Por lo anterior, se desprende que el país en 1998 tuvo otra equivocación, tal vez la peor de su corta historia democrática cuando eligió como presidente a un militar, con una carrera dentro de las fuerzas armadas con bajas calificaciones, con un golpe de estado fallido en 1992. Sin experiencia alguna de Estado. Por ello se explica el porqué lo han venido acompañando, elegidos siempre por él, un equipo de personas con bajas credenciales sin logros satisfactorios.
El presidente y su gobierno, no cabe duda, no ha sabido administrar el billón de dólares recibido por renta petrolera en 13 años de mandato, prueba de ello es que los problemas estructurales del país (seguridad, vivienda, salud, educación, infraestructura en general, empleos, etc.) no se han resueltos; por el contrario, se han agravado. Además del incremento de la deuda global de la república de 35 mil millones de dólares a 160 mil. Ahora somos el país de América Latina con los índices más altos en improductividad, en poca transparencia, en inseguridad, y el menos democrático. Se han dilapidado el equivalente a 84 planes Marshall y el progreso y el desarrollo brilla por su ausencia. Este es el problema. Hay un camino para superarlo. Votando masivamente el 12 de febrero y el 7 de octubre por la democracia y por Henrique Capriles.
(*) Internacionalista.
Estoy convencido que vamos a una verdadera batalla desigual pero con altas posibilidades de victoria. Esa confrontación tiene fecha. 7 de octubre de 2012. Un sector, el Oficialismo, va con todo. Tiene el poder. Las armas. Los poderes públicos controlados. Los militares al frente de muchos de ellos. El dinero suficiente para comprar conciencia. En cambio, la Oposición sólo cuenta con los votos, la razón y la conciencia ciudadana democrática voluntaria.
El balance de 13 años de gobierno muestra de parte del Oficialismo una evidente e inocultable incapacidad para manejar la cosa pública bajo criterios universales de eficiencia y transparencia.
En los tiempos de hoy, no hay otra manera de evaluar una gestión, incluyendo la pública, que no sea desde el punto de vista gerencial. Porque hasta hace poco se creía, que gerenciar el Estado no era lo mismo como hacerlo con un negocio cualquiera. Craso error. Para lograr los resultados, se requiere de planificación, control, organización y dirección. De un programa. Con unos objetivos, unas metas y unas estrategias muy bien definidas para asegurar el producto final con calidad total, a satisfacción del ciudadano o del usuario o del cliente, el que aplique en cada caso. Disponiendo de un presupuesto previamente discutido y aprobado. Y obviamente, de una gerencia capacitada, con conocimiento y con voluntad probada de logro.
El gerente tiene la responsabilidad mayúscula de administrar tanto los recursos humanos como los materiales y financieros, repito, con eficiencia y transparencia; no hacerlo se expone a ser relevado para que otro cumpla con los resultados programados. No hay excusas. Si las hay, han de ser mínimas y bien fundamentadas. Variables imposibles de controlar de su parte.
El mecanismo en democracia para sustituir un funcionario (gerente) de alto nivel de gobierno por no cumplir con sus responsabilidades son las elecciones; mientras que en el caso privado son los propietarios o directiva del negocio. Es por ello, la importancia de que los ciudadanos de este país, una vez por todas, asuman el acto electoral como su derecho privilegiado irrenunciable para sancionar al alcalde, al gobernado y al presidente de la república, entre otros funcionarios públicos, cuando no cumplan con el presupuesto de obras y servicios aprobado de manera oportuna sin desviaciones y vicios algunos. Pero también, para elegir a los mejores a esos cargos revisando sus currícula, su conducta de vida familiar y pública antes de ejercer el voto, y no hacer lo que hasta ahora las mayorías nacionales han venido haciendo tomando en cuenta solamente el color, la ideología, o cosas necias como engancharse porque el tipo habla bonito o porque la musiquita de la propaganda es chévere o pegajosa.
Por lo anterior, se desprende que el país en 1998 tuvo otra equivocación, tal vez la peor de su corta historia democrática cuando eligió como presidente a un militar, con una carrera dentro de las fuerzas armadas con bajas calificaciones, con un golpe de estado fallido en 1992. Sin experiencia alguna de Estado. Por ello se explica el porqué lo han venido acompañando, elegidos siempre por él, un equipo de personas con bajas credenciales sin logros satisfactorios.
El presidente y su gobierno, no cabe duda, no ha sabido administrar el billón de dólares recibido por renta petrolera en 13 años de mandato, prueba de ello es que los problemas estructurales del país (seguridad, vivienda, salud, educación, infraestructura en general, empleos, etc.) no se han resueltos; por el contrario, se han agravado. Además del incremento de la deuda global de la república de 35 mil millones de dólares a 160 mil. Ahora somos el país de América Latina con los índices más altos en improductividad, en poca transparencia, en inseguridad, y el menos democrático. Se han dilapidado el equivalente a 84 planes Marshall y el progreso y el desarrollo brilla por su ausencia. Este es el problema. Hay un camino para superarlo. Votando masivamente el 12 de febrero y el 7 de octubre por la democracia y por Henrique Capriles.
(*) Internacionalista.
@renenunezr Diplomacia de Micrófono de 5:00 a 6:00 pm por Skandalo 106.9 FM. Por la Web www.skandalo.com.ve
FUENTE: Correo del Caronì