Historia de una traición
II
Fernando Ochoa Antich
En mi anterior artículo mantuve que la
insurrección militar del 4 de febrero de1992 fue una doble traición al violarse
el juramento militar que obliga éticamente a los soldados, sin consideración de
grado y empleo, a defender la Patria y sus instituciones e irrespetar el
principio mutuo de lealtad entre superiores y subalternos. Hugo Chávez supo en
la tarde del 3 de febrero que su traición había sido develada y se había
ordenado el acuartelamiento de la guarnición de Caracas. Este hecho limitaba la
posibilidad de que las unidades comprometidas pudieran incorporarse a la
insurrección. Él sabía de antemano que el movimiento iba a fracasar. Esta
realidad le fue confirmada cuando los oficiales comprometidos de la Guardia de
Honor no lograron detener al presidente Pérez en el aeropuerto de Maiquetía.
Este convencimiento, fue lo que lo condujo a tomar la carretera vieja de los
Teques, en vez de la autopista Regional del Centro, como lo establecía la orden
de operaciones Ezequiel Zamora, lo cual si hizo el batallón Chirinos. El colmo
de su irresponsabilidad y cobardía fue pasar con su Unidad por las cercanías de
Miraflores, en el momento en que se había iniciado el combate a las puertas de
Miraflores, y no apoyar con su batallón al pequeño grupo de oficiales y
soldados pertenecientes al batallón Ayala, que combatían con el regimiento de
la Guardia de Honor. Esa misma actitud la mantuvo hasta que se rindió. Esa fue
la razón fundamental del fracaso de la insurrección del 4 de Febrero. Sigamos…
¿Cómo logró el presidente Pérez salir de la
Casona antes de ser atacada por una compañía de paracaidistas del batallón
Chirino?
Al percatarme de que el rumor del atentado era
en realidad una insurrección militar, llamé a La Casona para informar al
presidente Pérez. Eran las 11:35 p. m. Me atendió el centralista. Esperé que lo
localizara. A los pocos minutos me informó que el presidente Pérez no atendía
el teléfono. Le insistí en la urgencia de despertarlo. Aproveché esos minutos para
llamar por el intercomunicador al comando del Cuartel General del ministerio de
la Defensa. Me atendió su comandante coronel Roberto Moreán Umanés. Le ordené
aplicar el plan de defensa inmediata del Ministerio de la Defensa. En ese
momento, escuché la voz de Carolina Pérez, una de las hijas del presidente de
la República. Le expliqué lo que ocurría. Con rapidez despertó a su padre. Por
fin pude escuchar la voz del presidente Pérez. Le informé del alzamiento de la
compañía de vehículos blindados en Fuerte Mara. De inmediato me ordenó: “Salga
usted hacia el Ministerio de la Defensa, que yo me trasladaré a Miraflores”. El
presidente fue a la sala de edecanes y ordenó que se preparara la caravana. Al
darse cuenta que pasaban unos minutos sin que llegara la escolta, decidió salir
sin ella para Miraflores acompañado por el chofer y el edecán. La compañía de
paracaidistas del batallón Chirinos, comandada por el capitán Miguel Rodríguez
Torres, quien había iniciado el despliegue de su unidad para atacar la
residencia presidencial, vio pasar el automóvil, pero creyeron que el
presidente Pérez no viajaba en el. Inmediatamente me comuniqué con los
comandantes de la Armada, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional, ordenándoles
dirigirse a sus respectivos comandos. Curiosamente, no pude localizar al
general Pedro Rangel Rojas, comandante del Ejército.
¿Qué razones incidieron para que el presidente
Pérez fuera cercado en Miraflores por las tropas insurrectas?
El palacio de Miraflores cuenta para su
seguridad con el Regimiento de la Guardia de Honor, unidad compuesta por más
de1500 efectivos y con un importante poder de fuego. Inmediatamente después que
le comuniqué al presidente Pérez del alzamiento de una compañía del
batallón Aramendi en el estado Zulia, el edecán de guardia conoció de dicha
novedad y se la transmitió al jefe de la Casa Militar, vicealmirante Iván
Carratú Molina, quien lamentablemente no ordenó al mencionado Regimiento la
activación del plan de defensa inmediata de las instalaciones del palacio
presidencial. Si lo hubiese hecho, la unidad que lo atacó habría tenido que
combatir con efectivos de la Guardia de Honor en el perímetro de Miraflores,
sin amenazar la seguridad del presidente de la República. El no hacerlo,
permitió que los tanques lograran violentar la reja de la prevención de
Miraflores y entraran en sus calles interiores, controlando el túnel
subterráneo que comunica el palacio presidencial con el Regimiento de la
Guardia de Honor. En esos momentos, Miraflores fue defendido por 20 soldados
que prestaban el servicio nocturno en el Palacio y los miembros de la Casa
Militar y Civil del presidente de la República, quienes combatieron con gran
valor en la propia antesala presidencial hasta lograr repeler el ataque con
varias bajas de parte de los atacantes. El combate entre los efectivos leales y
las tropas insurrectas continuó por varias horas.
¿En qué momento decide el presidente Pérez
dirigirse a la Nación?
La situación a la 1 a. m. del 4 de Febrero, era
realmente comprometida. El presidente de la República se encontraba
sitiado en el Palacio de Miraflores, recibiendo fuego de una unidad blindada;
el Ministerio de la Defensa y la Comandancia del Ejército estaban rodeados por
una compañía del Regimiento “Codazzi”; el batallón de paracaidistas Chirinos había
tomado la Comandancia de la Aviación y detenido a su comandante, general
Eutimio Fuguet Borregales, y a su Estado Mayor; la Brigada Blindada se
había insurreccionado en Valencia; la Comandancia de la Armada estaba siendo
atacada por una compañía de Paracaidistas; el general Juan Antonio Paredes
Niño, comandante de la Base “Libertador”, había sido detenido por oficiales
sublevados; Maracay continuaba incomunicado; en Maracaibo se habían
insurreccionado los grupos de Artillería Monagas y Freites. La Tercera División
de Infantería, acantonada en Caracas, permanecía leal y dispuesta a
combatir. Al recibir la información de que una unidad de tanques se
dirigía hacia Caracas tomé la decisión de hablar con el presidente Pérez. El
diálogo fue el siguiente:
—Presidente, es necesario que usted se dirija a los venezolanos
—Ochoa, estoy totalmente rodeado en el Palacio de Miraflores.
Sería imposible salir. Me detendrían de inmediato o me dispararían.
—Es verdad presidente, pero la situación es de tal gravedad que
tiene que hacerlo. Si usted no se dirige al país, el gobierno está derrocado.
---¿Es tan delicada la situación?
—Sí presidente, la situación es de inmensa gravedad.
—¿Y por donde salgo, Ochoa?
—Por los túneles, presidente. Debe de haber alguna puerta sin
control.
—Lo haré, Ochoa. Es mi responsabilidad.
Lo hizo con gran valor
personal y su palabra fue el factor fundamental en la derrota de la
insurrección militar.
¿Cómo se desarrollaron los
acontecimientos hasta el momento en que Hugo Chávez decidió rendirse?
La imposibilidad que tuve de comunicarme con el
general Pedro Rangel Rojas durante toda la insurrección me obligó a llamar
directamente al comando de la Tercera División de Infantería para hablar con su
comandante general Jorge Tagliaferro de Lima. El guardia de comando me informó
que el general Tagliaferro se había dirigido a la sede del batallón Ayala.
Entendí que algo anormal sucedía en dicho batallón. En ese momento se abrió la
puerta de mi despacho. Era el almirante Elías Daniels, Inspector General de las
Fuerzas Armadas. Le informé lo que ocurría. También entró el coronel Moreán a
informarme que una unidad de ingenieros tenía rodeado el ministerio de la
Defensa y había intentado tomar el Comando del Ejército. Le ordené al
coronel Moreán, que acompañado del teniente coronel Diego Moreno, comandante
del Batallón “Caracas”, tomara el mando directo de las tropas con el objeto de
evitar cualquier deslealtad de algún oficial o suboficial comprometido en el
alzamiento. De inmediato llamé al general Luis Oviedo Salazar, comandante de la
31 Brigada de Infantería. Escuché su voz a través del intercomunicador. Me
sentí un poco más tranquilo. De inmediato, me informó la situación. Como
temía, el Batallón “Ayala” se había sublevado, aunque una parte había permanecido
leal. Igual ocurría con el Grupo de Artillería “Ribas”. Antes de terminar su
información lo interrumpí. “¿El Batallón “Bolívar” se mantiene leal?” “Sí, mi
general”. Esa última información me permitió confiar en la posibilidad de
controlar la situación en el menor tiempo posible, pues conocía la capacidad de
combate de esa unidad.
Continuaremos…
Continuaremos…