EL QUIRÓFANO / Francisco Chávez Abarca, el nuevo "testigo estrella" de la "robolució n"
Por Santiago Alcalá
¿Qué tienen en común el colombiano Giovanni Vásquez y el salvadoreño Francisco Chávez Abarca? 1.-Ambos poseen antecedentes penales por la comisión de delitos comunes en sus lugares de origen. 2.-Ambos asumen el pretendido papel de “testigo estrella” o delator, después de rendir las supuestas declaraciones incriminatorias. Pero sobre todo, en ambos caso el común denominador más vergonzoso, es la medianía intelectual y moral de un Fiscal –o Fiscala- General presto o presta, a avalar cualquier tropelía con tal de menearle el rabo a su amo.
Las coincidencias, de los casos de Giovanni Vásquez con el del salvadoreño Francisco Chávez Abarca, son demasiadas como para no advertir el mismo patrón de conducta: dos extranjeros de tránsito por Venezuela. Ambos, con antecedentes penales por la comisión de delitos comunes en sus lugares de origen y subsiguiente ocultamiento del pretendido testigo o delator, después de rendir las supuestas declaraciones incriminatorias. Pero sobre todo, el común denominador más vergonzoso, la medianía intelectual y moral de un Fiscal –o Fiscala- General presto o presta, a avalar cualquier tropelía con tal de menearle el rabo a su amo.
El columnista condena sin esguinces, la violencia en cualquiera de sus expresiones. Todavía más, si de prácticas terroristas o magnicidas se trata, opinamos que todos sus cultores tendrían que estar presos y si esto es así, cabría comenzar por Hugo Chávez Frías, porque está bien documentado que el 4 de febrero de 1992 intentó matar al presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, incluida la esposa, hijos y nietos. Pero una cosa es con cuatro y otra con bandola. Una cosa es repudio ante un tipo de crímenes y otra, que las pretendidas pesquisas para investigarlos estén plagadas de irregularidades. O peor: que se monte una olla pestilente y mendaz, para simular tales delitos y so pretexto de los mismos, reprimir, perseguir, intimidar al adversario político. Hechas las precisiones anteriores, entramos propiamente en materia.
UNA VERSION MAS DEPRAVADA Naturalmente, que en el actual caso de Francisco Chávez Abarca, intentaron no incurrir en errores pasados. Giovanni Vásquez, después de mirarle a los ojos a Isaías Rodríguez –y que éste botara la segunda- fue escondido en Maracaibo, por la DISIP. Allá, después de numerosas indagaciones, lo localizó la periodista María Correa, quien al entrevistarlo, tomó videoconfesión de aquella farsa. Francisco Chávez Abarca, detenido la semana pasada, por el contrario, fue deportado a La Habana, a salvo de las cámaras indiscretas y salvo, también, de las todavía más indiscretas indagaciones de algún reportero preguntón.
Un experimentado investigador, consultado por “La Razón”, nos asegura que ese es, el primer gran detalle que arroja dudas. Si el salvadoreño, Chávez Abarca, en realidad, andaba en un plan magnicida o terrorista, lo primero que tenían que hacer las policías locales, era retenerlo en Caracas, por muchos días o quizás por meses para “exprimirle” hasta la última gota de información comprometedora, en particular, para sus pretendidos cómplices venezolanos. Enviarlo de carrerita a La Habana, revela –prosigue nuestro consultor- que no hay voluntad de indagar, sino de ocultar al pretendido sicario trastocado en soplón.
UN “VETERANO” EN MAIQUETIA
Para advertir las otras costuras del show barato, no se necesita ser muy experto. Semanas atrás, el 19 de junio, para ser exactos, Chávez había denunciado un nuevo plan magnicida en marcha (el enésimo). La revelación la hizo en el marco de su visita a la “Planta Procesadora de Leche Simón Planas” en el estado Lara. Por cierto, ese día Chávez cargaba una trona de brinquitos, no sabemos si con coca del “hermano” Evo o con otro carburante de mayor octanaje.
Venezuela, a través de los llamados caminos verdes, ofrece puerta franca para los delincuentes que quieren invadirla ¿quién, entonces, se va a tragar el cuento chino, que en medio del alerta rojo a causa del nuevo plan magnicida, un terrorista veterano, supuestamente buscado por Interpol, se va a presentar, afeitadito, rasuradito, planchadito, por la puerta principal del aeropuerto de Maiquetía con un pasaporte chimbo?
Según el “vivobobo” de la Cancillería, el magnicidaterrorista, portaba un e-mail en clave ¿Y qué decía? “Que cuando llegara a Maiquetía, “le enseñaran la universidad a la muchachita”. Ustedes me perdonan, pero hay que ser un émulo del “Súperagente 86” o de aquellas parodias de James Bond con las que nos deleitaba el comediante Lando Buzanca, para portar un mensaje cifrado que hasta el mayor indotado es capaz de memorizar.
La expresión corporal del pretendido matón en la sala de interrogatorio, colofón del montaje, es todo un poema. El hombre ante las repreguntas policiales, se despereza, bosteza, se estira y al final, hasta ensaya un ¡choca esos cinco! con su pretendido inquisidor.
EL SAINETE
Para indagar, sobre el aspecto legal de este embrollo, consultamos a otro especialista. En específico, a un reputado internacionalista que nos reveló el cúmulo de violaciones normativas, graves, obscenas, observadas en el sainete montado por el “Sebín” y el G-2, cubano. La primera, se refiere a una disposición de carácter humanitario: “En ningún caso, el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riesgo de violación” (artículo 22.8 del Pacto de San José).
Bochorno, pena ajena, producen las declaraciones de la “Fiscala” Luisa Ortega Díaz. Si Cuba hubiese solicitado la extradición de Chávez Abarca –ponderó la dama- el desgobierno bolivariano, la hubiese negado, porque en la isla la vida del salvadoreño corría peligro. Pero, como lo acordado no fue una extradición, sino una deportación, no se aplicaba tal protección a la vida. Como si esto último dependiese de leguleyismos baratos, como los que suele esgrimir la “Fiscala” Ortega Díaz.
Nuestro amigo internacionalista, adicionalmente, nos indica que la circunstancia que una persona esté o haya ingresado ilegalmente a Venezuela, tampoco es óbice para que se le irrespeten sus derechos fundamentales (artículo V de la Convención Interamericana Sobre Asilo Territorial), como tampoco autorizaba al Estado venezolano a negarle al pretendido terrorista o magnicida, la asistencia de abogado al tomársele declaraciones (artículo 16.2 de la Convención Interamericana sobre Extradición).
LOS IMPLICADOS EN EL “MAGNITERRORISMO”Ya nos llegó la lista de los implicados en este nuevo episodio de “magnicidioterrorismo”. La encabeza, Luis Posada Carriles (a) “El Bambi”. Poco importa que Posada Carriles, esté viejo y cagalitroso en Miami y que su pretendido subalterno, el salvadoreño Francisco Chávez Abarca, haya confesado en la videogragación del Sebin, que tiene doce años sin contactarlo. Los autores intelectuales “magnicidaterroristas” son, los generales (r) Néstor González González, Henry Lugo Peña y Enrique Medina Gómez y los civiles Henry López Sisco, Antonio Ledezma, César Pérez Vivas, Pablo Pérez, Oswaldo Álvarez Paz, Diego Arria, Marcel Granier, Mazzuco, Gómez Sigala, Roberto Planes, Peña Esclusa, Mezerhane y Guillermo Zuloaga, padre e hijo.
¿No encuentra su nombre, amiga lectora, amigo lector? No se confíe. Si en alguna de sus salidas al exterior, ha tocado tierra en Centroamérica, aunque sea para cargar combustible, es culpable hasta prueba en contrario.
Una lotería, igualita a del caso del “testigo estrella” Giovanni Vásquez, firmante de varias declaraciones con espacios en blanco, para que los fiscales del Ministerio Público, las rellenaran según las bajadas de mula o según las órdenes que les llegaran “de pa´ rriba”.
Hagan sus apuestas. Si pueden consultar con “Paul” el célebre pulpo del Mundial de Fútbol, quizás, hasta se metan unos bolívares fuertes.
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Las coincidencias, de los casos de Giovanni Vásquez con el del salvadoreño Francisco Chávez Abarca, son demasiadas como para no advertir el mismo patrón de conducta: dos extranjeros de tránsito por Venezuela. Ambos, con antecedentes penales por la comisión de delitos comunes en sus lugares de origen y subsiguiente ocultamiento del pretendido testigo o delator, después de rendir las supuestas declaraciones incriminatorias. Pero sobre todo, el común denominador más vergonzoso, la medianía intelectual y moral de un Fiscal –o Fiscala- General presto o presta, a avalar cualquier tropelía con tal de menearle el rabo a su amo.
El columnista condena sin esguinces, la violencia en cualquiera de sus expresiones. Todavía más, si de prácticas terroristas o magnicidas se trata, opinamos que todos sus cultores tendrían que estar presos y si esto es así, cabría comenzar por Hugo Chávez Frías, porque está bien documentado que el 4 de febrero de 1992 intentó matar al presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, incluida la esposa, hijos y nietos. Pero una cosa es con cuatro y otra con bandola. Una cosa es repudio ante un tipo de crímenes y otra, que las pretendidas pesquisas para investigarlos estén plagadas de irregularidades. O peor: que se monte una olla pestilente y mendaz, para simular tales delitos y so pretexto de los mismos, reprimir, perseguir, intimidar al adversario político. Hechas las precisiones anteriores, entramos propiamente en materia.
UNA VERSION MAS DEPRAVADA Naturalmente, que en el actual caso de Francisco Chávez Abarca, intentaron no incurrir en errores pasados. Giovanni Vásquez, después de mirarle a los ojos a Isaías Rodríguez –y que éste botara la segunda- fue escondido en Maracaibo, por la DISIP. Allá, después de numerosas indagaciones, lo localizó la periodista María Correa, quien al entrevistarlo, tomó videoconfesión de aquella farsa. Francisco Chávez Abarca, detenido la semana pasada, por el contrario, fue deportado a La Habana, a salvo de las cámaras indiscretas y salvo, también, de las todavía más indiscretas indagaciones de algún reportero preguntón.
Un experimentado investigador, consultado por “La Razón”, nos asegura que ese es, el primer gran detalle que arroja dudas. Si el salvadoreño, Chávez Abarca, en realidad, andaba en un plan magnicida o terrorista, lo primero que tenían que hacer las policías locales, era retenerlo en Caracas, por muchos días o quizás por meses para “exprimirle” hasta la última gota de información comprometedora, en particular, para sus pretendidos cómplices venezolanos. Enviarlo de carrerita a La Habana, revela –prosigue nuestro consultor- que no hay voluntad de indagar, sino de ocultar al pretendido sicario trastocado en soplón.
UN “VETERANO” EN MAIQUETIA
Para advertir las otras costuras del show barato, no se necesita ser muy experto. Semanas atrás, el 19 de junio, para ser exactos, Chávez había denunciado un nuevo plan magnicida en marcha (el enésimo). La revelación la hizo en el marco de su visita a la “Planta Procesadora de Leche Simón Planas” en el estado Lara. Por cierto, ese día Chávez cargaba una trona de brinquitos, no sabemos si con coca del “hermano” Evo o con otro carburante de mayor octanaje.
Venezuela, a través de los llamados caminos verdes, ofrece puerta franca para los delincuentes que quieren invadirla ¿quién, entonces, se va a tragar el cuento chino, que en medio del alerta rojo a causa del nuevo plan magnicida, un terrorista veterano, supuestamente buscado por Interpol, se va a presentar, afeitadito, rasuradito, planchadito, por la puerta principal del aeropuerto de Maiquetía con un pasaporte chimbo?
Según el “vivobobo” de la Cancillería, el magnicidaterrorista, portaba un e-mail en clave ¿Y qué decía? “Que cuando llegara a Maiquetía, “le enseñaran la universidad a la muchachita”. Ustedes me perdonan, pero hay que ser un émulo del “Súperagente 86” o de aquellas parodias de James Bond con las que nos deleitaba el comediante Lando Buzanca, para portar un mensaje cifrado que hasta el mayor indotado es capaz de memorizar.
La expresión corporal del pretendido matón en la sala de interrogatorio, colofón del montaje, es todo un poema. El hombre ante las repreguntas policiales, se despereza, bosteza, se estira y al final, hasta ensaya un ¡choca esos cinco! con su pretendido inquisidor.
EL SAINETE
Para indagar, sobre el aspecto legal de este embrollo, consultamos a otro especialista. En específico, a un reputado internacionalista que nos reveló el cúmulo de violaciones normativas, graves, obscenas, observadas en el sainete montado por el “Sebín” y el G-2, cubano. La primera, se refiere a una disposición de carácter humanitario: “En ningún caso, el extranjero puede ser expulsado o devuelto a otro país, sea o no de origen, donde su derecho a la vida o a la libertad personal está en riesgo de violación” (artículo 22.8 del Pacto de San José).
Bochorno, pena ajena, producen las declaraciones de la “Fiscala” Luisa Ortega Díaz. Si Cuba hubiese solicitado la extradición de Chávez Abarca –ponderó la dama- el desgobierno bolivariano, la hubiese negado, porque en la isla la vida del salvadoreño corría peligro. Pero, como lo acordado no fue una extradición, sino una deportación, no se aplicaba tal protección a la vida. Como si esto último dependiese de leguleyismos baratos, como los que suele esgrimir la “Fiscala” Ortega Díaz.
Nuestro amigo internacionalista, adicionalmente, nos indica que la circunstancia que una persona esté o haya ingresado ilegalmente a Venezuela, tampoco es óbice para que se le irrespeten sus derechos fundamentales (artículo V de la Convención Interamericana Sobre Asilo Territorial), como tampoco autorizaba al Estado venezolano a negarle al pretendido terrorista o magnicida, la asistencia de abogado al tomársele declaraciones (artículo 16.2 de la Convención Interamericana sobre Extradición).
LOS IMPLICADOS EN EL “MAGNITERRORISMO”Ya nos llegó la lista de los implicados en este nuevo episodio de “magnicidioterrorismo”. La encabeza, Luis Posada Carriles (a) “El Bambi”. Poco importa que Posada Carriles, esté viejo y cagalitroso en Miami y que su pretendido subalterno, el salvadoreño Francisco Chávez Abarca, haya confesado en la videogragación del Sebin, que tiene doce años sin contactarlo. Los autores intelectuales “magnicidaterroristas” son, los generales (r) Néstor González González, Henry Lugo Peña y Enrique Medina Gómez y los civiles Henry López Sisco, Antonio Ledezma, César Pérez Vivas, Pablo Pérez, Oswaldo Álvarez Paz, Diego Arria, Marcel Granier, Mazzuco, Gómez Sigala, Roberto Planes, Peña Esclusa, Mezerhane y Guillermo Zuloaga, padre e hijo.
¿No encuentra su nombre, amiga lectora, amigo lector? No se confíe. Si en alguna de sus salidas al exterior, ha tocado tierra en Centroamérica, aunque sea para cargar combustible, es culpable hasta prueba en contrario.
Una lotería, igualita a del caso del “testigo estrella” Giovanni Vásquez, firmante de varias declaraciones con espacios en blanco, para que los fiscales del Ministerio Público, las rellenaran según las bajadas de mula o según las órdenes que les llegaran “de pa´ rriba”.
Hagan sus apuestas. Si pueden consultar con “Paul” el célebre pulpo del Mundial de Fútbol, quizás, hasta se metan unos bolívares fuertes.
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Los secretos del 11-A
Monseñor Porras y “El Arrodillao” Rangel
Monseñor Porras y “El Arrodillao” Rangel
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Los días 12 y 13 de abril de 2002, “El Arrodillao” Rangel le pidió refugio a monseñor Baltazar Porras, para él y su familia, lo cual incluía además a su socio “Perucho” Torres Ciliberto, su esposa Cecilia Picón de Torres, hijos, nietos, yernos, nueras y hasta “Fifí”, el perrito capón, que aparte de los billuyos, les alegra la vidorrea a los Rangel. Ello explica las recientes arremetidas de “El Arrodillao”, contra los miembros del episcopado venezolano, en particular contra Porras. Una manera recurrente de curarse en salud, para el caso que nuestros sacerdotes decidan relatar los lloriqueos de José Vicente Rangel. Hay gente que aparte de cobarde, es muy mal agradecida.
NGH
Los días 12 y 13 de abril de 2002, “El Arrodillao” Rangel le pidió refugio a monseñor Baltazar Porras, para él y su familia, lo cual incluía además a su socio “Perucho” Torres Ciliberto, su esposa Cecilia Picón de Torres, hijos, nietos, yernos, nueras y hasta “Fifí”, el perrito capón, que aparte de los billuyos, les alegra la vidorrea a los Rangel. Ello explica las recientes arremetidas de “El Arrodillao”, contra los miembros del episcopado venezolano, en particular contra Porras. Una manera recurrente de curarse en salud, para el caso que nuestros sacerdotes decidan relatar los lloriqueos de José Vicente Rangel. Hay gente que aparte de cobarde, es muy mal agradecida.
NGH
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Semanario LA RAZÓN
Caracas, 11.07.2010